Exesposa al poder -
Capítulo 62
Capítulo 62:
(Un mes después)
“Señor, su padre quiere verlo esta noche”. Informó Adams.
El hombre estaba ligeramente feliz por al fin volver a ver a Vlad. Él estuvo desaparecido por un mes, no estaba en los hospitales, tampoco en Ingl$terra o peor aún, en el internado. Sólo el mismo Vlad Ferguson sabía su paradero, y como desapareció volvió.
Vlad mantenía una postura seria y sombría, parte de su vida ya no estaba. Las lagunas pantanosas de sus ojos verdes habían perdido ese brillo encantador, el antiguo Vlad había regresado, pero con un ligero cambio que sólo sería demostrado a quienes él decida. Se sirvió un trago, se puso de pie y le dijo a Adams.
“Dile que a las ocho estaré ahí”.
“De acuerdo, señor”. Adams intentó marcharse, pero la voz de su señor lo detuvo.
“¿Cómo está Samantha y los niños?”. Preguntó dejando ver un rasgo de empatía.
“La Señora Samantha se recuperó satisfactoriamente después de haber sido herida. El niño Matías acaba de entrar en la escuela y la niña mejora cada día. Su ex esposa compró el hospital para mayor seguridad, las pocas veces que he intentado entrar, no lo permite, es una leona. Hace todo lo posible para que ningún Ferguson sepa de la existencia de la pequeña Salome”.
Vlad asintió tras escucharlo. Llámenlo corazonada o instinto, pero sabía que Samantha tomaría medidas para la protección de sus hijos y no se había equivocado. Adams fue sus ojos y oídos durante su estadía. Su deber era cuidar de Samantha e hijos mientras él buscaba soluciones.
“De acuerdo, pero antes que te vayas”. Levanto su mano: “No vuelvas a decir ex esposa, Samantha pronto volverá hacer mi esposa, voy a recuperarla y recompensaré cada lágrima que derramó. Ella es y seguirá siendo la señora de Ferguson… siendo mi Samy en el día y Sam por las noches”.
“Si señor”. Respondió y dejó escapar una sonrisa. Se recompuso por aquella muestra de afecto y se marchó.
Vlad, con el vaso en su mano, camino hasta las ventanas donde todo se veía y observaba. Su edificio era un imperio, toda la ciudad estaba a sus pies, pero Vlad estaba a los pies de Samantha, cosa que era irónico y para reírse.
Fijo sus ojos al edificio mediano que estaba a una cuadra, donde los mejores proyectos de arquitectura se realizaban y se llevaban a cabo. Supo que en los últimos días las ganancias de la empresa subieron al triple y todo gracias a quien los guiaba, la líder y CEO Samantha Williams, quien era la viva prueba de lo que no te mata te hace más fuerte, ella lo fue y lo siguiente siendo. Bebió muy despacio su bebida degustando cada sabor.
El tiempo ausente le sirvió para pensar bien las cosas, ahora sabe que en el territorio Ferguson no hay espacio para el amor o peor aún, para la familia. Tiene que terminar con eso y para hacerlo cuenta con dos meses y un plan de tres fases. La primea fase es recuperar a su Samy, la segunda será revelada con el tiempo y la tercera es la fase más peligrosa, pero el que le pone fin a todo. Sabe que al final del día sólo un Ferguson sobrevivirá y una nueva era caerá sobre ellos. Lo mejor de todo, es que terminaría con las tradiciones.
Dejó de ver en su dirección y volvió a tomar asiento. El trabajo es algo que lo ayuda y relaja.
Samantha estaba algo estresada, se hizo cargo de muchos proyectos para mantener su mente ocupada, pero cada vez que lo intentaba, siempre terminaba por tocarse los labios. Los besos de Vlad continuaban calientes y frescos sobre los de ella. Era una adicción de la que no quería soltar tan fácil.
Tiene un mes sin saber de Vlad, desapareció del mapa por completo sin dejar rastro, hasta a el Señor Miller se lo había comido la tierra. Lo último que supo por medio de la prensa fue del reciente compromiso que tiene con Olivia Jones, al parecer están por casarse. Lo anunciaron con fotos individuales de ambos como la noticia del año.
“Señora Samantha”. Llamó su asistente: “El señor Jones, está de vuelta ¿Lo hago pasar?”.
Samantha se llevó ambas manos a la cabeza, ese hombre insiste en verla fuera del horario laboral. Decidió llevar el proyecto de su jardín para aumentar su trabajo, con algo de suerte lo tendría listo para el fin de semana y con eso también se librería de él.
“Que no pase”. Respondió al ponerse de pie: “Yo saldré”.
Recogió sus cosas, era hora de ir por Matías a la escuela. Por mala suerte su chófer de confianza murió y no podía confiar a quien dejarle a su hijo. Enviaría a James, pero sería mucho pedir después que el hombre se dedica a servirles.
“¡Samantha!”. Saludó el hombre al verla.
“Señor Jones, tengo algo de prisa, le voy a pedir que sea breve ¿A qué ha venido?”.
El hombre dejo ver una gran sonrisa.
“A lo mismo de siempre, mi jardín. He observado que le faltan algunos detalles y no son las estructuras que pedí”.
En el rostro de Samantha se dibujó una capa de burla, ella jamás se equivocaba en los diseños y menos en su rama.
“Los planos paisajísticos fueron hechos de acuerdo a sus requerimientos, usted fue quien los aprobó después de verlos”.
“Lo recuerdo bien, pero ahora que lo veo, no me gusta”.
“Señor Jones, yo no soy un juego. Es la segunda vez que cambia de opinión, sino le gusta mi forma de trabajar, le daré un reembolso y acabamos con esto”.
Samantha se había convencido de que el hombre alargaba el proceso, lo hacía más tardío apropósito para que le fuera difícil salir.
“No quiero un reembolso”. Respondió el señor Jones al ver la decisión tomada: “De acuerdo, termina el proyecto, me quedaré con los planos elegidos”.
“Me alegra que piense así, ahora si me disculpa me voy”. Samantha se colocó unos lentes de sol sobre sus ojos, avanzó hasta la salida donde cinco guardaespaldas la escoltaron. Estaba protegida hasta los dientes, ella y sus hijos.
El señor Jones la vio desaparecer en el auto seguido por dos más. Pensaba que con la separación de Vlad y con su ausencia podría acercarse, pero que equivocado estaba. Samantha no sólo se hizo más fuerte, también independiente y poderosa, tanto que nadie puede acercarse a menos que sea un cliente de la empresa o que ella lo autorice.
Dejó escapar un suspiro de frustración, quería seguir los pasos de Vlad para poder acercarse, pero Samantha no hablaba con él si no era en horarios establecidos. Ser una copia no ayudaba, había que pensar en otras cosas.
“¡Mamá!”. Matías fue corriendo a sus brazos con su uniforme y pequeña maleta: “Te extrañé”.
Le dijo con una voz dulce, su deber era protegerla como se lo dijo Vlad.
“¿Intentaron hacerte daño hoy?”. Le preguntó como cada día.
“No cariño, nadie puede hacerme daño”. Respondió y besó su frente: “Sólo estuvimos separados por un par de horas y también te extrañe”.
Lo abrazó con cuidado, la herida todavía le dolía, pero no era un impedimento para ella.
“Vamos, iremos al parque y luego al hospital”.
Matías asintió feliz, era la segunda vez que vería a su hermana, aunque no le gustaba verla a través de un vidrio y conectada a cables por todo su cuerpo. Tomó la mano de Samantha y juntos caminaron hasta el vehículo que los esperaba.
“Mamá ¿Cuándo vendrá papá?”. Preguntó Matías sentado junto a ella en una de las bancas del parque mientras disfrutaban un helado de chocolate.
Samantha mordió su labio inferior, ya tenía un mes sin saber de Vlad y Matías no dejaba de preguntar por él cada noche.
“Pronto vas a verlo, lo prometo”. Respondió tratando de estirar sus labios: “Anda, come de tu helado, se está derritiendo”.
“Papá me dijo que te cuidara y lo estoy haciendo. Dijo que pronto vendría, vendrá por nosotros, me dio su palabra y los Ferguson cumplen con su palabra”.
Samantha dejó escapar un leve suspiro. Tratar de olvidar a Vlad, era como contar los granos de arena en la playa, y se volvía más difícil cuando su hijo se iba apareciendo a él hasta en la forma de pensar, actuar, de querer protegerla y en su físico.
Decidió abrazarlo como a cada respuesta que le daba de Vlad.
“¡Papá!”. Escuchó decir a Matías casi gritando de emoción.
Muy despacio miró detrás de ella y se encontró con un rostro familiar y deslumbrante. Su corazón latió con fuerza y parte de su cuerpo tembló provocando que un fuego recorriera toda su piel. Entreabrió sus labios, pero las palabras no salían, se quedaron atoradas en su garganta.
“Samy”. Dijo Vlad.
Caminó hasta acercarse a ella, la tomó de la mano para apegarla a su duro pecho y terminó por besarla.
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