Exesposa al poder -
Capítulo 59
Capítulo 59:
(Tres meses después)
Samantha se veía hermosa ante los ojos de Vlad. Tenía un vestido materno color amarillo donde su pancita se notaba mucho más que antes, No sabía en qué momento creció tanto. Había Ocasiones que tenía miedo de tocarla y lastimarla, incluso acudió a la abstinencia que se volvió una verdadera tortura para él. Abrazarla y no poder hacer nada por miedo a lastimarla al bebé lo bloqueaba e impedía avanzar.
“Mañana se sabrá el se%o del bebé”. dijo Samantha acariciando su vientre. Dejó de asistir al trabajo para dedicarle totalmente su tiempo a su embarazo y a Matías: “estoy nerviosa”.
“Si te pones nerviosa, pondrás nervioso a nuestro hijo”.
Vlad se leyó todo un libro sobre la paternidad. Era el segundo que trataba sobre ‘¿Cómo tratar a las mujeres embarazadas?’ El primero que leyó al respecto fue ‘¿Cómo cuidar de un bebé recién nacido?’.
“Mantenerte en calma ayuda. Respira suave y bota el aire del mismo modo”. Hizo el ejercicio él mismo.
“¿Sabes lo que quiero en estos momentos?”. Caminó coqueta hasta estar cerca de Vlad. Las hormonas eran incontrolables y más en el embarazo.
Vlad tragó saliva, tenía que abstenerse.
“No”. Respondió al leer sus pensamientos.
“Vlad, no me has tocado desde hace dos meses. Todavía sigo siendo una mujer que necesita de caricias calientes. Siento que huyes cada vez que intento acercarme a ti ¿A caso, ya no te parezco sensual?”.
“Eres muy sensual, Samy, mucho”.
“¿Y por qué no me tocas?”.
Vlad apretó sus labios y se retiró el nudo de la corbata.
“Nunca he convivido con una mujer embarazada”. Dijo con sinceridad: “Verte con tu pancita caminar y pasear por todas partes me dan ideas increíbles, pero al mismo tiempo tengo miedo lastimarte a ti o al bebé. Es difícil para mí apaciguar los deseos”.
“¿Quieres la opinión de una experta?”. Vlad movió su mirada de lado y ella sonrió.
Samantha sabía que Vlad solo iba a cambiar de opinión si un especialista le explicaba con hechos que nada malo iba a suceder con ella o con el bebé.
“Martina, pasa por favor”. Llamó a la mujer experta en el tema. Esta caminó encantada hasta estar cerca de la pareja: “¿Puedes explicarle a Vlad los beneficios que esto tendrá en mí?”.
“¡Claro!”. Habló emocionada e hizo que ambos tomaran asiento. Vlad quedó en shock, la mujer parecía aliarse con su esposa en estos temas: “Señor Vlad, como se%óloga puedo afirmarle que la mujer cuando está embarazada necesita se%o y mucho. Esto es parte natural y normal del proceso. No va a lastimarla y tampoco al bebé. Todo lo contrario, ayudará mucho a Samy y mucho”.
Sus expresiones al decir las últimas palabras fueron tan perturbadoras como la de una persona lujuriosa.
“¿Y quién me lo asegura?”. Preguntó Vlad. Necesitaba más que una simple charla.
“Samy dijo que iba a preguntar eso, así que he venido preparada”. Miró a la entrada: “¿James, puedes dejar pasar a las parejas, por favor?”.
Tan pronto como dio aviso, en la entrada empezaron a caminar tres parejas que se dirigían a ellos. La mujer de la primera pareja tenía alrededor de casi nueve meses, estaba por explotar, era una bomba de tiempo. La segunda no estaba muy lejos y la última estaba en el mismo mes de Samantha.
“Señor Vlad, ellos pronto van a ser padres y el embarazo de sus esposas no impide a que se den cariño por las noches, si sabe a lo que me refiero”.
Vlad miro a cada uno de los hombres, no parecían preocupados por sus esposas, todo lo contrario, tenían una gran sonrisa en sus rostros al igual que las mujeres embarazadas ¿Dónde estaba el rasgo de culpa? ¿Dónde estaba el sentimiento de miedo por lastimarlas? ¿Qué eran? Se preguntaba.
“Es una gran prueba, grandes hechos y evidencias”. Respondió con voz neutra y mirada seria: “Pero no voy a ceder. Gracias por venir, ahora quiero que se retiren. Samantha no puede estresarse”.
“Guao, sí que es difícil de convencer”. Dijo Martina. Las expresiones de sorpresa y falta de convencimiento por el hombre hicieron que por primera vez se sintiera derrotada en su terreno: “Ella va a estresarse si usted no le da lo que pide. No tenga miedo, inténtelo, no es necesario utilizar juegos cuando puede ser una dulce persona en el acto. Verá que se sentirá más seguro. Ese sería mi concejo, Señor Ferguson. Mil y un sensaciones”.
“Lo tomaré en cuenta”.
Ella asintió y antes de partir una de las mujeres, la más panzona, le dijo a Vlad.
“Cuando no nos dan lo que pedimos, nos volvemos amargadas, pero cuando nos lo dan… somos un amor. Piense en eso Señor Ferguson y deje esos miedos fuera. Las mujeres embarazadas somos más candentes de lo que se imagina”. Tomó con fuerza la mano de su esposo y el hombre le dio la razón asintiendo. Dejaron de ver a Vlad y se marcharon.
“¿No te convencí?”. Preguntó Samantha haciendo un palucheo con sus labios.
“Casi”.
“Que difícil eres, Vlad. Ahora me volveré una amargada”. Sw llevó las manos al rostro y empezó a caminar a la salida.
“¿A dónde piensas ir?”. Vlad trató de alcanzarla.
“No muy lejos”.
“¿Quieres que te acompañe?”.
“No, sólo quiero estar un momento a solas y recoger algunas cosas. Por favor cuida a Matías por mí. Volveré antes que anochezca”. Samantha no se detuvo y camino hasta entrar al vehículo con la ayuda de Cirius.
Abrió muy despacio la puerta de su viejo departamento donde había montado toda una escena para esa noche que se suponía que iba a estar con Vlad. Había globos en forma de corazones por todas partes, pétalos de rosas y un camino que conducía a la habitación principal. Nada iba a utilizarse, ahora tenía que recoger todo y dejarlo limpio.
Antes de empezar con la limpieza, la puerta se escuchó.
“¡¿Vlad?! ¿Qué haces aquí?”. Preguntó sorprendida sin la necesidad de abrir por completo la puerta.
“¿Pensabas que iba a dejarte sola?”. Se acercó a ella y sin el permiso de Samantha entró. Observó todo el lugar, era rojo como en la suite, pero en vez de juegos se%uales, tenía muchos corazones: “¿Hiciste todo esto por mí?”.
Samantha asintió al morder sus labios.
“Quería que hoy fuera especial, pero al no convencerte, voy a retirarlo”.
Vlad sonrió, la tomó de las mejillas y le dijo.
“Es una habitación roja, no me gusta los corazones que utilizaste como decoración, pero”. Besó su frente: “Me convenciste”.
Terminó por besarla, la subió a sus brazos y como una bebé la llevó a la habitación. La depositó muy despacio en el suelo hasta que pueda estar de pie frente a él.
“Levanta tus manos”. Ordenó.
Samantha hizo caso a su petición, estaba feliz porque su deseo se cumplía, elevó sus manos en el aire.
Vlad suspirando, llevó sus manos al final del vestido de maternidad y empezó a retirarlo muy despacio. Lo primero en ver fueron los muslos y una prenda que cubría su zona intima, luego se mostró su linda pancita, lo último en verse fueron senos en vueltos en un sostén de color melón. Unos que estaban grandes y apetitosos, el embarazo la había favorecido en todas partes
Se acerco a ella, buscó sus labios y la beso sintiendo ese momento inolvidable. Sus manos se posaron en su espalda hasta desabrochar el brasier, lo olfateó y botó lejos. Luego continuó con su ropa, retiró la camisa de su cuerpo y terminó por sacarse sus otras prendas. Con sus cuerpos descubiertos empezó a caminar hasta que ambos cuerpos fueron a parar en la cama.
“Si llego a lastimarte, me dices y me detengo”. Su voz se escuchó preocupada, trataba no aplastarla.
“No hará falta decírtelo, porque no me lastimaras”. Respondió Samantha sonriente y buscó sus labios para poder besarlo.
Vlad empezó a moverse con suavidad, los miedos de lastimarla estaban presentes al igual que sus deseos fortuitos. El vaivén antes explosivo, era una pequeña ola que lograba calmarlos y satisfacerlos de mil maneras. Parecía un viaje en el tiempo, lento y placentero. Tomó prisioneros a los gemelos y se quedó ahí, estaban duros como siempre, pero esta vez estaban doblemente duros.
Samantha se vio embriagada por las mil y un sensaciones que Vlad provocaba en su cuerpo, era un deleite, un choque de mundos, tanto que se sentía en las nubes y no quería bajar. Todo el deseo en ella logró calmarse, la electricidad viajaba despacio sin dejar de repartirse por todos lados.
Vlad mantenía a Samantha en su pecho, mientras sus manos le acariciaban el vientre. Pensaba en lo absurda idea de mantener abstinencia con ella cuando no pasó nada más que placer absoluto.
“Necesito ir al baño”. Samantha se puso de pie, tomó su vestido materno y fue en busca del lugar mencionado.
Vlad se quedó sólo, observó todo el lugar. Jamás entró en la habitación de Samantha y tampoco la conocía, pero sí que estuvo en los pasillos cuando Dante la visitó y la apunto con el arma reclamándole un hijo. El plan era vistada para llevarla con su abuela e iniciar con el contrato.
‘Adelante’. Dijo Samantha sin miedo alguno cuando Dante ubicó la pistola en la cabeza. Ella sólo cerró los ojos y esperó.
Vlad observó todo desde los pasillos. Sacó la pistola que guarda para matar a Dante, pero era mejor que se dé cuenta de a quien estaba por perder, que sufra estando vivo y arrepentido. Disparó cerca de él sin la necesidad de lastimarlo y abandonó el lugar en completo silencio.
‘Señor escuché un disparo’. Dijo Adams preocupado, miró a sus lados y preguntó: ‘¿Ella no vendrá con nosotros?’.
Tenía conocimiento que Vlad iba a salir del edificio con Samantha.
‘Hoy no Adams, hoy no’. Respondió: ‘La mujer está lastimada y yo voy a ayudarle con su venganza. Por ahora saldremos de viaje, ya cuando vuelva me acercaré a Samantha Williams y al fin nos conoceremos’.
Decidió buscar sus pantalones y caminar hasta la mesita de noche. Curioso abrió el primer cajón. Encontró fotografías de Samantha y Dante, parecían felices cuando eran jóvenes y muy enamorados. En el segundo cajón había ropa de hombre y no era la de él.
“¿Vlad, qué haces con mis cosas?”. Preguntó Samantha cuando salió del baño.
“¿Todavía lo amas?”. Preguntó tan serio que hizo que Samantha se perdiera en su tono.
“¿De quién hablas?”.
“De Dante, tienes fotos con el aquí guardadas, también hay ropa de caballero”.
Samantha sonrió, pensaba que era una broma y decidió caminar hasta ver con sus ojos la acusación.
“Esto no estaba aquí”. Hablo más sorprendida: “Yo bote todo lo que me recordaba a él cuando salí de la cárcel y limpie el departamento. No lo entiendo”.
Vlad notó en su mirada que ella decía la verdad.
“Vámonos”. Dijo al tomar su mano y empezar a caminar a grandes pasos. Necesitaba salir de ese lugar.
“¿Por qué?”. Preguntó Samantha al detenerse. Necesitaba una explicación para salir huyendo del departamento que compró con su esfuerzo cuando sólo era una estudiante.
“Me temo que alguien se infiltró aquí, y en el peor de los casos ha vivido sin paga renta”.
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