Exesposa al poder
Capítulo 55

Capítulo 55:

“Vlad, toma asiento”. Le ordenó Hamilton. En una de sus manos sostenía un vaso lleno de licor y en la otra una hoja de papel, eran los resultados de Samantha con respecto a la prueba de embarazo. Bebió muy despacio, al terminar le preguntó con un tono molesto que parecía ser una piedra en sus zapatos: “¿Por qué Samantha no está embarazada?”.

Vlad no demostró ningún tipo de sorpresa o sentimiento. Sin despegar sus ojos de los de él, decidió responder.

“Es algo que yo también me he preguntado. Lo intentamos cada noche, pero el milagro no ocurre”.

Hamilton se puso de pie, saber lo que pensaba era complicado. Caminó hasta la venta de su oficina en la empresa, entreabrió las comisuras de sus labios y le dijo.

“Tres meses lo has intentado y el resultado sigue siendo negativo, tres meses a la basura. Samantha es tan fértil como cualquier otra mujer, o al menos eso creo… ¿Qué está sucediendo, Vlad?”. Pregunto al verlo y subió el tono de su voz cuando le dijo: “¿Es tan difícil poner tu p$ne dentro de ella y embarazarla?”.

“Quizás yo soy el problema”.

Las peores carcajadas se escucharon dentro de esas cuatro paredes, fue un gran chiste para Hamilton.

“Tú no eres estéril, Vlad. No me quieras ver la cara de tonto, se te hizo un examen general antes de entrar en la empresa, no voy a creer esa patraña tan obscena. Los Ferguson somos máquinas de hacer hijos, está en nuestra genética. Pero…”. Levantó el dedo índice teniendo una posible respuesta: “El problema puede estar en Samantha. Tuvo una cesárea en la cárcel, pudo tener una mala práctica en el parto que la dejó imposibilitada”.

Volvió al sillón y dijo más calmado.

“Sé que te la coges cada noche, pero el próximo mes le harás un examen a Samantha, recuerda que las esposas Ferguson tiene un límite de cuatro meses pata embarazarse, y si ella llega hacer la del problema, la solución es separarse antes de cumplirse el contrato con los Williams. Es decir, a los cinco meses, si no hay primogénito, no hay acuerdo familiar, el contrato se termina por incumplimiento. Tu matrimonio con Samantha jamás existirá al no ver un hijo en medio, la dejas y retomas el compromiso con Olivia Jones”. Busco un habano entre los cajones del escritorio. Inhaló hasta llenar sus pulmones y le dijo reteniendo el humo: “No habrá nada que me interese de Samantha si no hay bebé”.

Vlad apretó sus puños debajo de la mesa. La rabia que sentía por su padre se acumulaba en grandes volcanes de lava, Hamilton sólo veía a las mujeres como una herramienta para un fin, y la elegida para ello era la que lo cedía todo a cambio de nada. Por otro lado, logró que Samantha estuviera fuera de sus alcances al igual que Matías, pero igualmente tenía que adelantar todos sus planes antes de los cinco meses.

“Apartaré una cita para el examen el mes siguiente”. Respondió.

“Es lo mejor, ahora vete y ve preparándote para tu segunda boda”.

Vlad asintió, lo importante era haber despistado a Samantha de los ojos de Hamilton. Se puso de pie y caminó hasta salir de la vieja oficina de su padre.

Samantha estaba a la espera de un cliente, tenía un nuevo proyecto en marcha, pero desconocía a la persona que estaba detrás. Sentada en el sillón principal, su rostro se paralizó cuando observó al señor Jones entrar y caminar hacia ella.

“Samantha”. Dijo encantado al extender su mano para poder saludarla.

Ella no pudo ocultar su sorpresa. Recomponiéndose para no ser notada, tomó la mano del hombre y lo invitó a que tomara asiento.

“Tengo entendido que nos eligió para hacer un proyecto relacionado a un hogar ¿Puede explicarme cómo lo quiere?”. Preguntó manteniendo una postura de jefa y CEO de su empresa: “Mi asistente me dio muy poca información al respecto”.

Él sonrió.

“Fácil, quiero que lleves el proyecto del hogar de mi Olivia. Tengo planeado dárselo como regalo de bodas cuando se case con Vlad Ferguson”.

Samantha mantuvo su mirada con el hombre que aseguraba un hecho a futuro. La idea de construir una mansión para Olivia no le agradaba, pero era a lo que ella y la empresa se dedicaba. Apretó sus labios y le hizo una pregunta sin relación al proyecto.

“Señor Jones ¿Usted está de acuerdo en entregar a Olivia en matrimonio a los Ferguson?”.

“¡Por supuesto!”.

“¿Puedo saber por qué su interés y entusiasmo?”.

El señor Jones cruzó sus piernas, y sin a atreverse a despegar su mirada de Samantha, le dijo.

“Porque seremos familia de los Ferguson. Y, además, mi Olivia quiere a Vlad, si quiere algo, yo se lo doy”.

“Olivia sufrirá en un matrimonio donde no habrá amor. Cuando firme los papeles del matrimonio, lo pierde todo, hasta el derecho de cuidar de su hijo”.

“Ella conoce las reglas y está de acuerdo. Tendrá la vida caprichosa que siempre ha tenido y no le preocupa con tal de tener como esposo a Vlad”. Le dio una sonrisa vacía: “Nosotros compramos el amor, Samantha, el dinero lo hace todo… ¿Harás el proyecto?”.

Samantha frunció el ceño, jamás había escuchado tantas estupideces juntas, su ética y moral estaban muy alto, no podía ser parte de algo tan descabellado. El señor Jones podía aparentar ser una persona madura, pero carecía de inteligencia al igual que su hija Olivia. Recogió los papeles que se encontraban en la mesa, lo miro y abrió sus labios.

“No puedo hacer su proyecto. Empresas Williams lo rechaza”. Se puso de pie dejando más que en claro su postura y empezó a caminar en dirección a la oficina.

“Perderás a muchos clientes si no lo aceptas”. Escuchó la voz del señor Jones que hizo que se detuviera de golpe: “Y que hablar del prestigio, una decaída total”.

Caminó hacia ella con las manos en los bolsillos delanteros y le dijo muy cerca.

“Esta empresa es reconocida por hacer sus estructuras puntuales y a la perfección, jamás se negaron hacer proyectos y yo soy un cliente valioso, piensa en eso”.

“Señor Jones, felicidades es el primero en ser rechazado”. Respondió firme. El hombre antes sonriente hizo desaparecer su sonrisa sintiendo la dureza de Samantha sobre sus ojos: “Tampoco intente amenazarme con su estatus social y económico, porque sé muy bien donde me estoy metiendo. Busque otra empresa para que haga su pedido, porque aquí no lo vamos a hacer. Ahora si me disculpa, tengo que atender otras cosas”.

“¿Te sientes amenazada por Olivia? ¿Por qué?”. Se llevó la mano al mentón. El señor Jones trataba de unir y entrelazar ideas: “Se supone que lo tuyo con Vlad es un contrato que pronto tendrá su fin. Serás de nuevo una mujer libre, lista para volver a casarte”.

“No siento amenaza por ella porque no lo hay”. Samantha no demostró rasgos de duda ante aquel hombre que quería saber más de la cuenta: “Por otro lado, tiene razón, mi matrimonio con Vlad es un contrato que va a terminar pronto. Si no quiero tomar el proyecto es porque no quiero ser partícipe de una tradición tan desalmada. Mi empresa no será parte de ese compromiso, señor Jones y con respecto a su comentario, no me volveré a casar”.

“De acuerdo, respeto tu decisión, pero ten en cuenta algo. Camilo Jones, promete pronto volver a recuperar la inversión que un día perdió”.

“¿Perdón?”. Samantha no entendió sus palabras.

El señor Jones sonrió disfrutando de expresión de Samantha. Parecía divertirse a sus espaldas.

“Buscaré otra empresa que se haga cargo del proyecto. No vemos pronto, Samantha Williams”. Su nombre fue arrastrado con cierto deseo, al igual que la mirada que le dio. Parecía no disimular nada

“No habrá pronto”. Samantha dejó de verlo sin retirar su mirada de desprecio absoluto y entró hasta llegar a la oficina. Era la peor reunión que pudo tener y el primer proyecto rechazado. Tomó el teléfono y llamó a su asistente: “Llama a mis abogados, es urgente”.

Sus brazos se mantuvieron a la medida del mentón, mientras su mirada miraba a la nada.

“Que mujer”. El señor Jones sonrió con picardía. Hizo una pequeña mueca observando el lugar a detalle, era un gran imperio el que tenía Samantha en su poder ¿Podía tenerla ahora que es poderosa? Se preguntó.

“Por su puesto”. Respondió en voz baja y emprendió su camino.

“Señor Vlad”. Llamó su asistente por teléfono: “El Señor Miller está aquí”.

“Hazlo pasar y que nadie nos interrumpa”. Ordenó y colgó.

El Señor Miller caminó con esa impecable sonrisa que siempre sostenía en el rostro. Jamás estaba de malas, siempre estaba dispuesto a ayudar ya sea para bien o para mal.

“¿Cuándo?”. Preguntó al tomar asiento frente a Vlad.

“El próximo mes cumple años, será ahí. Es el lugar perfecto para que Hamilton muera dentro de un ‘accidente’”.

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