Exesposa al poder
Capítulo 52

Capítulo 52:

Un hermoso vestido color negro se encontraba en el cuerpo de Samantha. Arreglaba sus cabellos en una cola baja con un broche blanco al lado, mientras observaba su imagen en el espejo. En la mesa de noche estaba una taza vacía, donde un sobre de hiervas se evidenciaba.

Vlad la había invitado a la ceremonia de su madre, todos los Ferguson estarían presentes, incluyendo la familia Jones. Samantha decidió tocar el dije de su cadena, mientras lo hacía recordó las palabras de Vlad.

‘Vlad ¿A quién mataste?’. Preguntó ella. Sus ojos estaban dilatados y el corazón se sacudía con fuerza dentro de su cuerpo.

Vlad bajó la mirada, sabiendo muy bien que el jamás entraría con ella al cielo y que en el peor de los casos no la merecía, sus manos ya estaban manchadas. Las personas que él había dejado atrás fueron contrincantes y traidores a su confianza.

‘Eso no importa’. Respondió. Abrió sus labios muy despacio queriendo decir una palabra más, pero no sabía cómo hacerlo… hasta que tomó la valentía. Tomó a Samantha de las mejillas para que lo mirara a los ojos y dijo: ‘Quien te haga daño a ti o a Matías, no vivirá para contarlo’.

Samantha no sabía que decir o cómo actuar. La idea de que su esposo era un asesino la llenaba de miedo, pero estaba hablando de Vlad, quien no ha hecho más que quererla, amarla y protegerla; al igual que a su hijo, aún después de criarlo sin saber que era suyo.

‘Las personas que sacaste del camino ¿Eran buenas?’. Volvió a preguntar con el alma en un hilo.

Vlad sonrió muy despacio.

‘Alimañas y estafadores que alguna vez tuvieron la mala suerte de toparse en mi camino’. Apegó su frente con la de ella: ‘Samy, se diferenciar entre una buena persona y una mala… te aseguro que ellos no los eran’.

Samantha asintió muy despacio, prometió ayudarlo y lo iba hacer.

Observando su reflejo, sintió una respiración pesada en la parte trasera de su cuello.

“Ponte esto, Sam”. Dijo Vlad observando la imagen de Samantha en el espejo. Su traje era oscuro al igual que la corbata. En las manos sostenía algo que se asemejaba a una bala, pero era de silicona y de color rosa.

“¿Qué es?”. Preguntó sin dejar de ver tan extraño artefacto.

Vlad sonrió, a Martina le había faltado explicar algunos juguetes.

“Es una bala v!bradora”. Respondió y empezó a recorrer todo el cuerpo de Samantha con ella hasta llegar al trasero y tocar sus labios v$ginales: “Se lo ubica por aquí”.

Samantha abrió sus labios cuando lo sintió, miró a Vlad a través del espejo y le pregunto.

“¿Me va a doler?».

“No, todo lo contrario, quitará el estrés que vivirás esta noche”.

Samantha asintió, permitiendo que lo haga.

Vlad dejó ver una sonrisa, abrió las piernas de Samantha e hizo que su tórax cayera en la mesa para que él pudiera hacer el trabajo. Mientras lo hacía le dijo.

“Esto se controla a distancia”. Lo dejó en el lugar que pertenecía antes de retirar el panti que ahora era para él.

Masajeó los glúteos de su esposa y terminó por darle una nalgada, provocando que ella g!miera por el impacto de sus manos, más el juguete dentro de sus paredes v$ginales.

“Quédate así”. Ordenó Vlad, sacó del bolsillo un control y aplasto uno de los botones. Samantha hundió sus uñas en la madera y apretó los labios cuando sintió todo su cuerpo vibrar: “Funciona bien”.

Dejó de torturarla y la ayudó a ponerse recta.

“Vlad, vas a matarme”. Habló ella tomando aire. Sus mejillas estaban rojas y parte de su cuerpo descontrolado.

“Que sea de placer, Sam”. Respondió, la aferró a su cuerpo y subió el nivel a dos. Samantha lo abrazó con fuerza, la intensidad ahora era el doble.

“¿Cuántos niveles tiene esa cosa?”. Preguntó con el alma a punto de salirse.

Vlad dejó de torturarla.

“Son cinco”. Miró a Samantha con el rostro arder y la respiración agitada: “Te lo quitaré después de la ceremonia, prometo sólo usar el nivel dos. No quiero dejarte en evidencia frente a todos”.

“De acuerdo”. Arregló su vestido al igual que cabello: “Si ya no hay más accesorios dentro de mi ¿Podremos irnos?”.

“Podemos irnos”. Recalcó al ofrecer su brazo.

El Señor Adams llevaba a sus señores a la mansión de Hamilton. Vlad y Samantha decidieron dejar a Matías bajo los cuidados de James, no era necesario llevarlo ni que sea participe de esas reuniones.

Bajaron tomados de las manos y caminaron dentro de la mansión. Los arreglos eran iguales a los de un funeral, incluso los invitados lucían vestimentas negras. A la mirada de todos colgaba un enorme retrato donde Amara se encontraba. Tenía una mirada alegre, y eso era por el bulto que crecía en su vientre. Las ropas que utilizaba en el retrato eran prendas finas y cómodas para su octavo mes de embarazo.

Vlad no se atrevió a verla, es más, casi nunca la miraba y siempre desviaba la mirada.

“Vlad”. Llamó Hamilton entusiasmado, siendo acompañado por sus hermanos, Ernesto y Rafael, el trio perfecto de desalmados y descarados: “Y trajiste a Samantha”.

Fijó sus ojos con los de ella, tomó su mano y dejó un beso. Para Samantha fue repulsivo, pero no se molestó en demostrarlo

“Bienvenida al aniversario de mi Amara”. Dijo al sonreír de la forma más descarada posible: “Es una pena ya no tenerla con nosotros, fue un gran dolor cuando la perdí… pero la vida continua”.

“Me imagino su dolor”. Dijo Samantha.

Quería decirle todas sus verdades, pero no podía delatar a Vlad. Él confió en ella cuando le contó su pasado.

“Mi más sentido pésame, señor Hamilton”.

Hamilton asintió ante sus palabras, miró a sus hermanos e indicó que se marcharán. Ya les había mostrado a la pareja.

“Vlad, la familia pregunta por tu primogénito. Creo que ya es hora de que ella esté embarazada”. Habló ignorando por completo la presencia de Samantha.

Vlad con una mirada neutra, supo responderle.

“Lo hemos intentado, iremos a nuestra cita con la ginecóloga este fin de mes y nos darán los resultados”.

“Sólo no me ocultes nada, Vlad”.

“No lo hago”.

El hombre sonrió amargamente y le dijo al oído antes de alejarse para saludar al resto de invitados.

“Tienes un año para hacerlo”. Ordenó con dureza: “Y asegúrate que no sea una niña, no dejaré que sea tu primogénita. Y si lo es… la solución es Olivia, su vientre está dispuesto a darte un varón”.

Al decir eso se alejó.

Vlad respiró con fuerza, se sentía en un ataúd lleno de púas que trataban de lastimarlo. No quería dejara Samantha ni a su hijo, pero tampoco quería que nada malo les sucediera.

“¿Quieres alejarte un poco?”. Preguntó Samantha al sentirlo demasiado tenso. Quería agradecerle por permitirle cuidarse y no dar a su hijo a ese hombre. Especialmente a Matías, el primogénito de Vlad.

Él asintió.

Lo que en realidad necesitaba era salir de ahí. Al intentar caminar la voz del Señor Miller lo detuvo. Su mirada reflejaba como si hubiera solucionado o encontrado algo.

“Vlad, Samantha”. Saludó ante ellos, lo miró y le dijo en clave: “Fue encontrado, está donde siempre en espera de información”.

Vlad asintió, entendiendo perfectamente las palabras del Señor Miller. Miró a Samantha y le dijo.

“Ve a saludar a las señoras, yo me ausentaré con Miller por unos segundos”. Luego llamó a Adams: “Cuídala, volveré muy rápido”.

“Si, señor”. Respondió.

Samantha no tuvo oportunidad de despedirse, Vlad simplemente se fue con el Señor Miller a pasos grandes.

“Señora, por aquí”. Escuchó la voz de Adams.

Ella asintió despertando de su transe y decidió seguirlo.

“Samantha, pensé que no vendrías”. Dijo Clara. Tenía Una pequeña mancha a un lado del ojo que ni siquiera el maquillaje había cubierto.

“¿Te sucedió algo en la cara?”. Preguntó ella.

Clara y Teresa se miraron una y otra vez fingiendo que no había pasado nada.

“Resbale”. Respondió: “Soy torpe y algo vieja, ya no me puedo mantener de pie”.

Samantha no se tragó sus palabras, eso era un golpe. Observó a Rafael y lo miró sujetando el brazo de una mujer joven.

“¿Te reemplazó?”.

Ella asintió apenada.

“No del todo, sólo es la amante y yo sigo siendo su señora. Hubiera preferido el divorcio”.

“Clara, ya no hables más”. Dijo Teresa: “La chiquilla no sabe en qué se ha metido. Tú trataste de advertirle y mira lo que recibiste. Si ella quiere esa vida, no se puede hacer nada”.

Samantha tuvo mucha pena por las mujeres. Atadas a un matrimonio donde sólo se debía callar y seguir, la enojaba demasiado. Decidió quedarse con ellas a hablar un poco más hasta que Vlad la buscara.

“¿Quién trató de comprarla?”. Preguntó Vlad a un hombre atado a la silla, mientras estaba sentado frente al detenido.

“No puedo decirlo”. Respondió dejando ver una sonría. Parecía no estar arrepentido.

“Te doy otra oportunidad ¿Quién trató de llevarse a Samantha Williams hace cinco años?”.

“No lo diré”.

“De acuerdo”. Vlad se puso de pie, caminó hasta una de las mesas, tomó una bolsa negra y comenzó a ubicar las herramientas de tortura, había desde cuchillos hasta artefactos eléctricos. Se colocó los guantes, tomó unas cuchillas con conexión eléctrica y fue de nuevo donde el hombre. Lo miró y terminó por clavar las hojas en las manos del detenido, quien gritó por el dolor agonizante.

“Cada vez que no me respondas, subiré el nivel. Ahora dime lo que quiero saber”. Llevó los dedos al control y dejó escapar la electricidad.

El hombre empezó a pedir clemencia, todo su cuerpo iba a estallar en cualquier momento.

“Me contrataron para llevarla”. Respondió en el descanso: “Mi trabajo era raptarla cuando la dr%garon, no sé quién la quería, sólo sé que pagó una gran cantidad de dinero por ella. Es todo lo que sé, Señor Ferguson”.

Vlad se quedó a pensar, aún estaba lejos de saber el nombre del comprador.

“Bien”. Dijo y él sonrió porque al fin su tortura había terminado: “Pero no puedo dejarte libre, en cuanto salgas darás aviso a tus jefes”.

Tomó la pistola y terminó con su vida cuando le apuntó a la cabeza

Salió de la habitación arreglándose el traje, ninguna gota lo había salpicado.

“Limpien la habitación”. Ordenó a los hombres y caminó para donde Miller.

“¿Alguna respuesta?”. Preguntó en cuanto lo tuvo al frente.

“Ninguna. No sabía para quien trabajaba al igual que Herdy”.

“Vamos a seguir buscando hasta dar con el comprador”.

“Eso es meramente necesario, no descansaré hasta dar con quien trató de llevarse a mi esposa”. Vlad necesitaba nombres. Empezaron a caminar hasta salir de aquel lugar y le ordenó al Señor Miller: “Asegúrate que lo den por desaparecido”.

Él sonrió bufón.

“No creo que nadie lo recuerde. Si no lo matabas tú, lo iban hacer otras bandas. El hombre tiene una gran cantidad de deudas y estafas por pagar. Era una especie de parásito”.

Samantha compartía tiempo con las mujeres Ferguson, sus ojos siempre estaban atentos ante una señal de Vlad.

“Samantha”. Llamó Olivia sujeta del brazo de su padre: “¿Dónde está mi futuro esposo?”.

Las mujeres se quedaron un poco sorprendidas por tal pregunta, Samantha aún era la esposa de Vlad, pero Olivia preguntó a futuro,

Samantha no respondió, si lo hacía Olivia iba a arrepentirse por preguntar semejante barbaridad. Mejor prefirió ignorarla y continuar hablando con las señoras Ferguson.

“Eres una terca ¿Dónde está él?”. Insistió y sujetó su mano. El Señor Adams se dio cuenta, su deber era protegerla, aunque eso significara problemas.

“Olivia te voy a pedir que no hagas eso”. Dijo Samantha y se soltó de ella.

“¿Hacer qué?”. Olivia parecía insistir en sacar de sus cabales a Samantha.

“Aléjate”. Amenazó.

Olivia se quedó a mirarla, para ella todo era un juego.

“Nena, deja a la Señora Samantha en paz”. Escucho la voz del Señor Jones después aparto a su hija: “Le pido disculpas en su nombre”.

“Descuide, sé que a su hija le hace falta un poquito de dignidad”.

“No tuvo madre, es entendible”.

“Lamento su pedida”.

“Yo no”. Fue una respuesta rápida y directa por parte del señor Jones: “Tengo la esperanza de volverme a casar”.

Sus ojos se concentraron en ella de una manera poco educada.

“Samantha”. Escucho a Vlad. Se acerco a ella y tomó su mano: “Señor Jones, buenas noches”.

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