Exesposa al poder
Capítulo 46

Capítulo 46:

“Samy”. La llamó Vlad al oído al entrar en su habitación como un invasor. Samantha descansaba sobre las calientes sábanas en el más profundo de sus sueños. Sobre su cuerpo recorría una seductora pijama color rosa vieja.

Muy despacio se movió, entreabriendo los ojos le dijo.

“Vlad, sí llegaste”. Lo abrazó y se quedó ahí en su pecho a descansar mientras respiraba su aroma.

Vlad deslizó muy despacio la mano sobre la espalada de Samantha, sabía que ella tenía el sueño pesado y no podía dejar que se durmiera otra vez. La tomó de las mejillas con cuidado para que lo viera.

“Samantha, quiero que tomes esto desde hoy”. Dejó ver unas bolsitas de té con hiervas naturales a dentro: “Es importante”.

“¿Qué es?”. Preguntó ingenua al despertar muy despacio.

“Por tu bien y por el mío, es necesario que por ahora no tengamos un hijo”.

“¿Por qué? ¿No era algo que deseabas? Estaba en el contrato, firmamos por esto para dar paso a una nueva vida, una nueva vida de los dos”.

“Hamilton quiere cuidar del niño”.

Samantha cerro sus ojos tras escucharlo.

“No puede, no me lo puede quitar, la mitad de la custodia me pertenece por adelantado”.

“Lo sé, pero no sabes qué clase de monstruo es”. Tomó sus manos y dejó pequeños besos sobre ellas: “Prometo que después de esto te daré la vida que mereces. Solo necesito dejar todo en regla para actuar. Todo se llevará a cabo al finalizar el año de casadas”.

“¿No seremos felices si tu padre está en medio?”.

Él negó.

Vlad le explicó que Hamilton estaría pendiente de las revisiones de Samantha para que nada esté fuera de control. La razón de los tés era prevenir sospechas y que él pareciera infértil para dejarla a ella libre. Que sea Vlad el del problema.

“Tomarás esto cada vez que tengamos se%o, funciona como anticonceptivo natural. Por ahora nada de niños”.

“De acuerdo”. Samantha asintió y decidió tomar en sus manos las bolsitas de té: “Voy a tomar uno por lo de anoche”:

Luego se puso de pie para ir en busca del agua caliente que estaba en su termo. Tomó el sobre y lo colocó en la taza. Sabia como cualquier té de hiervas medicinales, simple y ligero.

Vlad la observaba desde donde estaba. Por un momento de su vida llegó a imaginar tener una familia con ella, volverse a casar y tener los niños que merecía, pero eso no sería posible hasta después de un año.

Ya todo estaba calculado, el tiempo, la espera, los eventos, accidentes. Todo estaba en una perfecta línea de tiempo donde nada podía salirse de lugar, un paso en falso y sus planes se desharían como agua entre sus dedos.

“Vlad ¿Esto va a funcionar?”. Preguntó Samantha al verlo.

“Si, siempre y cuando no lo olvides. De todos modos, yo te lo recordare”.

Samantha asintió e inclinando su cuerpo en contra de uno de los muebles y peno en algo. Tenía una gran duda.

“Antes de que todo esto siguiera en pie y me hubiera sometido a una inseminación ¿Qué hubiera sucedido si el bebé en mi vientre fuera una niña y no un niño como tu familia lo espera?”.

Era una pregunta demasiado difícil y fácil a la vez.

“Las niñas no pueden ser primogénitas ni cabeza de la familia. En caso de que aquello sucediera, seria reconocida como algo inferior aun después de que el primogénito llegue. Las esposas que dan a una niña se van, pero el fruto de su vientre se queda para recordar su gran error”.

«Es injusto”.

“Lo es”.

“Tienen la misma educación que cualquier otra Ferguson y después son entregadas en un matrimonio arreglado”. Caminó hasta a ella: “Samy, mi madre tuvo una mala vida, no soportaría que una hija mía la tenga y tampoco que un hijo viva mi vida. Desde hoy nos cuidamos”.

Samantha estiró sus labios, arregló los cabellos de Vlad y lo besó muy despacio.

“Me alegra mucho que confíes en mí y que me lo hagas saber. La confianza que tenemos lo es todo, espero que nunca se rompa. Yo te dije que iba a ayudar y lo voy a hace. Si tu padre es un impedimento estoy dispuesta luchar en su contra por ti”.

“Ya lo tengo bajo control, no es necesario que intervengas, Samy”. Se acercó más a ella: “Prometo amarte, cuidarte, respetarte y velar por ti en nuestros peores momentos. Pase lo que pase yo voy a buscarte, dalo por hecho”.

“Vlad, me asustas”. Samantha tenía una mirada desolada. Estaba buscando una respuesta en su mirada neutra, pero está no decía nada.

Vlad estiró sus labios, y como a una bebé, la subió en sus brazos.

“Esta ya no es tu habitación, desde esta noche vamos a dormir juntos la habitación matrimonial”.

“¿Me llevarás, aunque diga que no?”.

“Adivina”. Sonrió y empezó a caminar en dirección a la habitación mencionada.

Abrió la puerta muy despacio con ella en sus brazos, caminó dentro y la dejó caer en la cama. Se acercó a Samantha y le dijo al oído con voz seductoramente profunda que obligó que su piel se erizara.

“Tus manos arriba”. Ordenó.

Samantha apretó sus labios, estaba curiosa por saber que era lo que Vlad tenía en mente. Elevó las manos a la altura de su cabeza y las dejó caer.

Vlad se retiró la corbata y la guio hasta atarla en las manos de Samantha con los barandales de la cama sin darle la posibilidad de escapar. También se retiró la correa del pantalón y la ató en sus pies, caminó hasta uno de los cajones y tomó un antifaz para dormir colocándolo en los ojos de Sam.

Ahora más que nunca estaba imposibilitada, no veía más que oscuridad y ambas extremidades estaban bien sujetas. Muy despacio fue quitando la pijama de Samantha con la ayuda de unas tijeras hasta cortarlas a la mitad y dejar su hermoso cuerpo expuesto.

“No te muevas, Sam”. Habló muy cerca de su oído, su voz fue todo un golpe en su piel.

Camino hasta la estantería donde tomó una botella de vino, vertió el líquido en una copa y fue con Samantha. Roció el vino en su piel desnuda y está recorrió como un río por los senos, su abdomen hasta llegar al ombligo formando una pequeña laguna.

Vlad empezó a adsorber el líquido desde esa parte hasta llegar a las montañas de la gloria, provocando en Samantha removerse y abrir sus labios involuntariamente sintiendo el mejor de los placeres. Quería abrazarlo, Pero cada intento era un completo fracaso.

“¿Samantha, estás lista?”.

“Lo estoy, Vlad, lo estoy”. Respondió de inmediato. Contener aquel fuego iniciado le era imposible. Había que apagarlo o quemarse con él.

Vlad sonrió, se quitó sus ropas de forma seductora sin dejar de verla. Retiró la correa de sus pies, bebió un trago de vino, se recostó en su cuerpo y la besó, dejando el líquido dentro de ella.

“Adivina, Samantha ¿Dulce o agrio?”. Preguntó.

“Creo que las dos cosas”.

“Respuesta incorrecta, sólo debes de elegir una”: Dijo sin quitar la mirada y la embistió a grandes velocidades.

Samantha abrió sus labios soltando un leve g$mido. Trató de abrazarlo una vez más, pero sus manos atadas le resultaban una misión imposible.

“Mmmm Vlad, pregunta de nuevo”.

Vlad sonrió divertido sin la necesidad de parar con sus movimientos. Se detuvo cuando se puso de pie y fue por la canasta de frutas. La dejó muy cerca de la cama, tomó una uva y la llevó a sus labios para volver a buscarla.

“¿Qué es?”.

“Uva”.

“Correcto”. La besó y volvió a embestirla.

“Fu… fue correcto, Vlad”. Samantha se retorcía debajo de su cuerpo al sentir la intensidad del hombre que era una fiera envuelta en llamas. Incorrecta o no, el nivel era el mismo, la intensidad no se regulaba.

“¿Y quieres que pare?”.

“No”.

“¿Continuamos?”.

“Mmm sí”.

Esa respuesta sólo despertaba más fuego en él.

“Sam, eres increíble”. Le dijo al oído, mientras gruñía de placer. Tomó una fresa, la llevó a los labios de Samantha y volvió a decir.

“Esta es fácil”.

“Fre.. fresa”-

“Excelente”. La besó, el juego de los sabores había terminado por esa noche.

“Seductor, frio, misterioso, complejo”. Habló Samantha cuando se separó de los labios de Vlad.

“No te di a probar nada, Sam”. Vlad no entendía su comentario, pero aun así no dejaba de batallar con sus movimientos voraces.

“Si..si. Si lo hiciste, me diste a probarte y descifré tus sa…sabores”.

Una ligera sonrisa se escapó de los labios de Vlad, decidió quitarle el antifaz a Samantha y retiró la corbata. Samantha al sentirse liberada, pudo a abrazarlo hasta el punto de aferrarse con todas sus fuerzas y llegar al gran cl!max.

“Te amo, Vlad Ferguson”:

“Niña tonta, también te amo”. Respondió Vlad al liberar su gloria dentro de ella,

Samantha estaba agotada, cansada, exhausta y con espasmos. Esta era la mejor noche de su vida. Al sentir que sus ojos ya no podían continuar abiertos, los cerró.

Vlad la acomodó en su pecho y besó los cabellos de su esposa, cada noche sus sentimientos eran claros y sabía que era capaz de amar como un loco apasionado. La combinación entre lujuria y amor era demasiado perfecta para él, más si Samantha era su acompañante.

Ella ya había empezado a beber los tés, así que podía respirar tranquilo y en completa paz. Sólo estaba aplazando a su hijo, después de su gran lucha retomaría el plan de tenerlo.

A primera luz del día, Vlad le ofrecía una taza de té a Samantha. Era responsabilidad de ambos, no sólo de ella.

  • Hoy iremos al hospital por los resultados de mi hijo·: Dijo ella lista con sus ropas de ejecutiva para iniciar un nuevo día.

“¿Matías vendrá con nosotros?”. Preguntó Vlad recogiendo la taza de sus manos. También estaba más que listo para marchase.

“Si, es importante que venga. Así de una vez iniciamos con la operación aprovechando que estarás ahí”. Tomo sus manos: “Sólo es una pequeña pinchadura, no dolerá”.

“Se lo que es. Me he sometido a muchos exámenes médicos”.

“Eso deja las cosas más fáciles”. Samantha lo beso dejando su labial rojo en los labios de Vlad. Sonrió bufona y con la yema de sus dedos lo limpió: “Vamos”.

Vlad asintió favorecido, tomó su mano y juntos caminaron hasta la sala, donde esperaba Matías mientras desayunaba.

“Mamá, papá ¿Ya nos vamos?”. Preguntó el niño en cuanto los vio bajar juntos. Él tenía presente que iban a ira hospital por su salud, era por su bien y que mejor que sus padres lo acompañen.

“Si”. Samantha caminó hasta donde él y dejó un suave beso en su cabello: “Despídete de James y toma la mano de tu papá”.

El niño asintió ante su orden, se despidió del buen hombre, tomó la mano de Vlad y la de su madre, luego los tres juntos caminaron hasta uno de los vehículos donde los esperaban Adams.

«Llévanos al hospital”. Le ordenó Vlad al hombre, mientras enviaba un mensaje de texto a Miller

[Te espero en el hospital]

[Estaré ahí en cinco minutos]. Respondió el abogado.

“Tomen asiento”. Habló el Doctor Jackson.

Tomó en sus manos un sobre, lo abrió dejando ver una hoja dentro, miró a la pareja de enfrente y les dijo.

“Señor Vlad, es necesario que ingrese al laboratorio para extraerle la pinta de sangre, Matías necesita de la operación”.

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