Exesposa al poder
Capítulo 45

Capítulo 45:

El sol entró por la ventana y llego hasta tocar la piel de Samantha, quien descansaba sobre las blancas sábanas. Muy despacio se movió y poco a poco fue despertando, Vlad no estaba en la cama. Sintiéndose algo inquieta por su ausencia, levanto el tórax para buscarlo con la mirada, al segundo lo vio salir del baño con una toalla envuelta en las caderas. Su cabello estaba húmedo por el agua al igual que el resto de su cuerpo. En su rostro se mostraba una paz y serenidad profunda. Caminó hasta donde estaba ella y colocó ambos brazos en los barandales de la cama dejando ver fuertes y grandes músculos.

“Buenos días, Samy”. Dijo sin dejar de verla, se perdió en sus ojos por completo: “He preparado el desayuno, también ordené que te trajeran ropa nueva”.

“¿Preparaste el desayuno?”. Preguntó algo sorprendida y sin dejar de sonreír.

“Así es, nos espera en la mesa. Voy a salir para que puedas darte un baño y cambiarte”. La tomó de las mejillas y decidió besarla.

Vlad olía muy bien y la tenía embriagada. Era la colonia y su piel humectada la combinación perfecta. Apegó su frente con la de ella, cerró los ojos y le dijo.

“Antes que entres a bañarte, te recomiendo que te mires al espejo”. Samantha asintió algo confundida por sus palabras, él dejó otro beso en su frente y le dijo al oído: “No tardes o vendré por ti y habrá que castigarte”.

Ella sonrió divertida ¿Cuál podía ser su castigo? Se pregunto.

“No tardaré”. Dijo y volvió a besarlo.

Vlad respondió a sus besos, asintió, se separó de ella, buscó ropas y después salió de la habitación.

Samantha se quedó sola, salió de la cama y fue al espejo. Miró su cuerpo desnudo y notó que Vlad la había marcado en los senos, caderas, muslos y en la frente con unas calcomanías en forma de estrellas blancas, a unos centímetros de su vientre había otra más. Se dio la vuelta y notó dos en cada glúteo.

Samantha sonrió al darse cuenta de que Vlad habló muy enserio con lo de jugar con fuego. Retiró cada calcomanía de su cuerpo y fue directo al baño. Estuvo dentro diez minutos y al salir fue directo a uno de los muebles, tomó sus ropas y se preparó para vestirse. Era un hermoso vestido color melón, con vuelos de campanas al final y de tirantes. Tacones semi alto del mismo color y ropa interior de encaje.

Siempre se ha preguntado como Vlad sabía su talla de ropa y calzado, quizás hoy podía preguntarle.

Una vez que estuvo lista y cambiada, esperó cinco minutos más antes de salir de la habitación. Al completarse el tiempo estimando fue directo dónde la esperaba Vlad. Lo encontró sentado junto a la mesa observando su reloj y en cuanto la vio, se puso de pie y fue por ella,

“Tardaste mucho, Sam”. Dijo con una enorme sonrisa en su rostro. Se acercó al oído y con una voz seductora, que obligó que toda la piel de Samantha se pusiera como de gallina, habló: “Castigo”.

“¿Y cuál será?”. Preguntó ella divertida ¿Qué podía tener Vlad en mente?

Vlad sonrió, la tomó de los hombros y fue bajando hasta llegar a la parte de abajo del vestido, donde muy despacio retiró la ropa interior de Samantha.

“Ahora esto es mío y no podrás ponerte uno hasta llegar a casa”. Se puso de pie, guardó la prenda en su bolsillo y caminó hasta la mesa.

“Me veré expuesta y más si vamos en moto”. Samantha sonrió por tan fatal castigo y caminó hasta tomar asiento, procurando cruzar las piernas.

Pensaba que iba a hacer otra cosa, algo más divertido. Demorarse cinco minutos apropósito no resultó como ella esperaba.

“Este castigo no tiene sentido”. Dijo al sentir sus pieles chocar que era incómodo.

“He mandado a que trajeran el auto para ir de regreso”. Respondió y sirvió el jugo de naranja para ambos- Había preparado un desayuno sencillo, tocino, verduras, huevos y algo de pan: “Tampoco iba a permitir que te vean… y ese no es el castigo, es parte de, pero no lo es”.

“¿Y cuál es?”.

Vlad sólo sonrió.

“Disfruta de tu comida, Sam”.

“¿Por qué Sam y no Samy?”. Preguntó al sentir intensidad en su tono de voz.

“Porque Sam, es fuerte, seductora y dispuesta a tener placeres. Samy es dulce, tierna y amable. Tú eres las dos, Sam y Samy, luz y oscuridad, veneno y antídoto, buena y mala, dulce y perversa ¿Me explico?”.

“Te explicaste muy bien”.

Samantha sólo sonrió. Observó el desayuno y empezaron a degustar de cada sabor que ofrecía los alimentos preparados por Vlad. Al terminar se dirigieron al auto donde subieron juntos hasta ponerse en marcha.

Mientras Vlad conducía, Samantha preguntó.

“¿Cómo sabías que este vestido me iba a quedar? Siempre sabes cada una de mis medidas a la perfección”.

“Investigué mucho acerca de ti… no voy a mentirte, más de una vez he tenido la fantasía de quitarte los vestidos que te he entregado y hacerte mía. De todas formas, al saber tus medidas te devolvería la prenda que muy posiblemente serían destruidas al tenerte en mis brazos”. Dejó de verla y observó a la carretera para decir: “Se convertiría en un ciclo sin fin”.

Samantha levantó una de sus cejas, ahora tendría que ponerse las prendas que le regaló Vlad para que las suyas no se vieran afectadas a futuro,

“¿Mis medidas son parte de tus deseos?”. Pregunto curiosa por su respuesta

“Medida, cuerpo, cada parte de ti, Sam”. Respondió al sujetar su mano.

Samantha asintió, le gustaba esa parte que estaba despertando en ella. Ya estaba ansiosa por recibir su siguiente clase con Martina y ponerla en práctica con Vlad.

Vlad se estacionó frente a la empresa de Samantha, ella tenía una reunión con los Black y pidió que la dejara ahí. La noche con él hizo que casi olvidara su compromiso y trabajo.

“¿Me devuelves mi ropa interior?”. Preguntó antes de bajar del vehículo.

“No, tendrás que buscar la forma para no ser vista”. Respondió directo, bajó del auto, se puso sus lentes de sol y fue a abrirle la puerta a Sam: “E iremos los dos juntos”.

“¿Á que juegas?”.

“Estás llegando tarde a tu compromiso, vamos”. La tomó de la cintura para asegurarse que el viento no levantara el vestido y caminaron hasta entrar en la empresa.

“El diseño de su jardín contiene todo lo explicado en los planos. Una piscina para los niños, también instalaremos un arrea de juegos. Las hectáreas están siendo sembradas con rosas y flores blancas”: Explicó Samantha al frente de los Black, ocupando la silla principal con Vlad junto a ella. Los Black eran una pareja de tercera edad, enamoradizos que querían lo mejor para sus nietos cuando los visitaran.

“Me parece grandioso, sabía que ibas a hacer un buen trabajo, Samy. Eres una buena muchacha, eficiente, responsable y educada”. Dijo la señora ante ella. Samantha asintió favorecida: “El Señor Ferguson debe de estar agradecido con usted”.

“Lo estoy, Sam”. Mencionó aquel nombre peligroso y llevó su mano a los muslos de Samantha, deslizándose muy despacio hasta llegar a su intimidad y jugar con sus dedos: “Es una buena mujer”.

Samantha clavó sus uñas en la madera cuando lo sintió, estaba evidenciando su castigo. Tenía suerte de que la mesa era de pilares bajos y no podían ver lo que Vlad le estaba haciendo frente a ellos.

La mujer al notar que Sam apretaba sus labios y contenía algo, le preguntó: “¿Te encuentras bien?”.

“Muy bien”. Dijo con disimulo, mientras Vlad sonreía placentero. Samantha se llevó el puño a la boca para cubrir sus labios y aguantar gritos involuntarios.

“De acuerdo, esperemos que inicies pronto con el proyecto, nosotros nos retiramos”. Dijo la pareja de la mujer. Miró a Vlad y tendió su mano para despedirse.

“Me disculpa, pero tengo algo de dolor en mi brazo derecho, me es imposible dársela”. Habló y le ofreció la izquierda.

“No hay problema”. Respondió el hombre y se despidió al tomar la mano ofrecida. Luego fue por Samantha, quien hacía lo posible por contenerse: “Nos vemos, Señora Samantha”.

“Lo veré en la entrega del proyecto”. Respondió ella tratando de sonreír, aunque por dentro estaba que ya no podía.

La Señora de Black sonrió y le dio la mano que Vlad tenía desocupada, miró a Samantha y le dijo al ofrecer su mano.

“Samy, cuídate”.

“También, cu…ide..se”. Respiró tomando con fuerza la mano de la mujer cuando Vlad intensificó los movimientos: “La veré pronto”.

“¿Quieres agua?”. Preguntó Vlad fingiendo demencia por sus actos impuros.

Samantha lo negó, lo único que quería era librarse de su castigo.

La señora y su pareja sólo sonrieron, para ellos los Ferguson eran adorables y tiernos. Al parecer no tenían ni la más mínima idea de lo que estaba sucediendo debajo de la mesa. Sonrieron Una vez más y se marcharon de la oficina de reuniones.

Samantha abrió sus labios cuando quedaron solos, pudo respirar, pera no del todo. Vlad continuaba con lo suyo.

“Para”. Dijo al sentir su cuerpo en llamas.

“Falta un minuto más para que tu castigo termine”. Respondió al ver el reloj.

Samantha al no tener de otra, reposó su cabeza en la mesa. Los segundos parecían eternos y en cuanto la alarma de Vlad sonó, ella también llegó al cl!max. Estaba cansada, agotada y hasta húmeda.

Vlad sonrió, la levantó hasta que se pusiera de pie y sacó la ropa interior que tenía guardada en el bolsillo para después colocársela a Samantha.

“Vlad ¿Cómo es posible que me hayas m$sturbado en la reunión?”. Preguntó ella dejando ver una sonrisa de felicidad y cansancio a la vez.

Vlad la acercó a su pecho y muy cerca de sus labios le dijo.

“No me vas a negar que sí te gustó y lo llegaste a disfrutar, Sam”.

Ella sonrió sin la necesidad de responder y observó su asiento, donde una pequeña laguna se había quedado después de aquel acto. Fue al baño por papel y lo limpio hasta que ninguna evidencia los condenara.

“Llévame a casa”. Le dijo al acercarse de forma seductora.

“Será todo un gusto, Samy”. Tomó su mano y bajaron juntos hasta el estacionamiento, donde tomaron el vehículo y fueron a la mansión.

“Es un niño bien portado”. Dijo James en mención a Matías: “Ha estado tranquilo todo el día”.

“Gracias por cuidarlo”. Samantha sonrió ante el buen hombre, mientras Vlad sostenía al niño en sus brazos: “¿Existió alguna novedad en nuestra ausencia?”.

“El Doctor Jackson llamó para recordarles que mañana tienen cita en el hospital, mencionó los exámenes de Matías”.

Ambos asintieron. Samantha estaba despreocupada, sea cual sea el resultado, ya tenía el donante de sangre para su hijo.

“Señor Vlad”. Llamó James: “Su padre llamó hace unos minutos al teléfono de la mansión en vista de que usted tenía el celular apagado. Dijo que lo esperaba en la empresa a las 4 pm”.

Vlad apretó sus puños, la razón por la que apagó el celular era para no ser interrumpidos y tener un día para él y Samantha. Tan pronto Hamilton fue mencionado, volvió a su cruda realidad.

“Iré ahora mismo”. Respondió faltando veinte minutos para su encuentro. Dejó a Matías en el suelo, se dio la vuelta para marcharse, pero Samantha lo detuvo al preguntar.

“¿Volverás?”.

“Mi lugar está aquí con mi familia, no más encierros, crisis y torturas”. Estiró sus labios para afirmar la respuesta.

Samantha asintió al igual que Vlad y lo vio a alejarse. Se preguntaba qué quería Hamilton para que lo citara en Ja empresa.

“Señor, su padre está dentro de la antigua oficina”. Dijo Adams. Se sorprendió cuando no observó ningún rasgo de crisis en Vlad.

“De acuerdo, que nadie nos interrumpa”. Ordenó Vlad y caminó hasta su encuentro,

La antigua oficina era el lugar donde Hamilton trabajaba. Se jubiló hace años para cederle el puesto a su único hijo, pero nunca dejó de ir para asesorarse él mismo de cómo iba todo.

El hombre estaba sentado en el sillón principal, esperando a la llegada de Vlad, mientras observaba el reloj. Cuando el minutero completó el tiempo, alzó la mirada y lo miró en la puerta.

“Pasa y toma asiento”. Le ordeno.

Vlad respiró profundo para no mostrar su desagrado.

“A qué debo tu vista, padre”.

“Las preguntas las hago yo ¿Qué es eso tan importante que te hizo abandonar la empresa y que apagaras el teléfono?”.

“Tuve que salir a arreglar unos problemas que ya fueron resueltos”.

Hamilton sonrió desalmado.

“Me parece bien que pongas tu trabajo sobre cualquier cosa. No cabe duda de que no me he equivoqué contigo. Cuando mi estadía en este mundo termine serás el próximo patriarca, pero no será pronto, todavía estaré aquí muchos años más, y por eso vengo a pedirte que embaraces a tu esposa, es hora de que lleve al niño en su vientre. La familia pregunta cada día y eso me molesta”. Juntó ambas manos y continúo hablando: “Yo cuidaré del niño como te cuidé a ti para que sea la próxima cabeza Ferguson. Que nuestro reinado no termine”.

Vlad apretó la quijada, jamás le entregaría a su propio hijo a ese hombre.

“Si llegó a embarazarla, Samantha tendrá la custodia compartida, eso fue lo que acordamos cuando decidimos casamos”. Respondió manteniendo la calma.

“Vlad, yo sólo quiero que la embaraces, de lo demás yo me encargo. Recuerda que las esposas Ferguson tienen sólo cuatro meses para quedar embarazadas, pero por ser una Williams, tendrán todo el año que duren casados. El niño nace y yo me olvido de comprometerte con otras mujeres, te dejaré que hagas lo que quieras, siempre y cuando el primogénito exista en el vientre antes de finalizar el año”. Sonrió ante lo que iba a decir: “Al menos que tengas un hijo regado que no te interese, acepto que me lo des”.

“No lo tengo”.

“De acuerdo, espero a la llegada de tu primogénito”.

Vlad respiró pesado, no dijo nada y se preparó para marcharse.

“Espera”. Llamó Hamilton: “Quiero estar al pendiente del proceso de tu esposa. Cada fin de mes la ginecóloga quien la atiende me enviará un informe detallado acerca de su revisión”.

Vlad apretó sus puños a sus costados y asintió.

“Puedes marcharte”. Ordenó Hamilton.

Vlad caminó hasta entrar en su oficina, tomar asiento y llevarse ambas manos a la cabeza. No podía perder el control, necesitaba actuar y pensar con claridad. Si Hamilton quería estar pendiente de las rutinas y revisiones de Samantha iba a aceptarlo, pero no le daría lo que quiere.

Tomó el teléfono y mandó a llamar a Adams.

“Señor”. Dijo el hombre frente a él: “¿Qué puedo hacer por usted?”.

“Consígueme medicamentos naturales para evitar un embarazo, que no sean visibles en los exámenes”. Habló Vlad decidido.

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