Exesposa al poder
Capítulo 42

Capítulo 42:

Samantha se dio la vuelta muy despacio y sonrió al verlo.

Vlad estaba en la puerta, aunque tenía su rostro neutro y escaso de emociones, sus ojos decían otra cosa. Ya no estaban vacíos, tampoco apagados ni sumergidos en lagunas profundas oscuras, todo lo contrario, ahora tenían un pequeño y débil destello de luz.

“¿Cómo te sientes, Matías?”. Preguntó Vlad al acercarse a ellos.

“Muy bien”. Respondió el niño entusiasmado por verlo. Vlad había tomado un lugar en su mente y corazón, era su figura paternal y le era imposible no quererlo: “Gracias por venir, papá”.

Vlad asintió, la palabra papá era extraña para él, pero ya se había acostumbrado a esa palabrita y a Matías desde que estrecharon lazos cuando él era tan sólo un bebe lleno de babas y carita sucia.

El niño empezó a gatear, Vlad estaba frente a él sentado en uno de los sillones, mientras tenía una reunión virtual en la laptop. Se dio unas vacaciones para salir de la rutina empresarial, y que mejor lugar que ver a un niño que a duras penas podía hablar y moverse… al menos esto tenía en mente.

Matías ya no era una rata calva, su melena color negra había crecido muy rápido y le estorbaba en los ojos. Pero ahora tenía pierna de pollos, eran débiles y apenas soportaba estar parado dos segundos. Además de eso, siempre estaba babeando, quizás era por los cachetes que los tenía, eran como los de una ardilla por las cosas que insistía en meterse en la boca. Y que hablar de las ropas, siempre estaban sucias media hora después de que era cambiado. Podía ser un niño tranquilo y silencioso, pero siempre terminaba por darles una sorpresa cada día.

El pequeño se puso de pie y caminó muy despacio, parecía un robot esforzándose por no caer, mientras sus manos estaban tendidas al frente.

‘Me disculpan unos segundos’. Dijo Vlad al ver que el niño se acercaba a él. Apagó la cámara y el micrófono, estaba curioso por ver lo que el niño quería hacer.

‘Papá’.

El niño dijo feliz sus primeras palabras y corrió a sus brazos.

‘Papá, papá, papá’. Insistía emocionado.

Vlad se sintió extraño por la forma en que lo llamó, y más cuando lo tomó en sus brazos y se lo llevó al pecho. Esperaba una crisis, salirse de control, ser atado, pero eso jamás sucedió. Sus sentimientos se calmaron, entendiendo que no era capaz de alejarse de un niño y menos de Matías al ver esos ojos llenos de felicidad. Vlad continuaba ahí, el pequeño e inocente Vlad estaba a dentro de él, vivo diciéndole que continúe.

‘Prometo que nada malo va a sucederte, voy a protegerte con mi vida si es necesario’. Dijo con su voz sería, la única que tenía y ha tenido.

El niño gritó emocionado por sus palabras y con las yemas de los dedos tocó el rostro de Vlad, quería saber más del hombre que lo visitaba.

‘Pero deberás llamarme, señor’. Agregó Vlad sin detenerlo.

“Creo que es hora de ir a casa». Vlad tomó a Matías en su brazo izquierdo y con la otra mano libre, tomó a Samantha: “Un auto nos espera fuera del hospital”.

“Claro”. Respondió ella sintiendo en su cuerpo una chispa por aquel contacto directo. Vlad era simple, complejo, pero entendible para Samantha. Había dejado el hotel y las terapias por ella, era un gran paso para abrir su corazón.

Respiró y empezaron a caminar en dirección a la puerta.

Miller estaba más que feliz por ver a la pareja, asintió favorecido ante Vlad y caminó detrás de ellos.

“Señores Ferguson”. Dijo el Doctor Jackson por los pasillos: “Los análisis de su hijo estarán listos dentro de tres días. Es importante que ustedes estén presentes para ver los resultados”.

Vlad no pudo evitar levantar las cejas, pensaba que la operación que tuvo Matías cuando tenía un año evitaría futuros problemas en su salud. Miró a Miller en busca de una respuesta clara y completa.

“Samantha te lo explicará en cuanto lleguen a casa”. Respondió el hombre: “Yo también te lo haré saber para completar la información”.

Vlad asintió y observó al doctor

“Estaremos aquí en el tiempo estimado, Doctor Jackson. Ahora lo único que quiero en estos momentos es pasar tiempo con mi familia”. Fueron sus últimas palabras y empezaron a caminar.

El Doctor Jackson asintió y observó a la familia de tres, más el Señor Miller, marcharse hasta desaparecer en la entrada.

“¡Señores Ferguson, señores Ferguson!”. Gritó la prensa caminando en su dirección en cuanto observaron a la familia salir del hospital: “Nos puede decir ¿Qué le sucedió al hijo de la Señora Samantha? ¿El Señor Mickelson está enterado de la salud del pequeño? ¿Es grave?”.

Todo eso lo preguntó la misma reportera que parecía vivir de los escándalos que ellos cometían.

“No tengo porque responderle”. Dijo Samantha molesta por la forma en la que los atacaron. Su hijo aún era chiquito y estaba en crecimiento, no tenía que pasar por eso: “Busque la información en otra parte”.

Vlad tomó su mano feliz por la respuesta dada y con la ayuda de guardaespaldas caminaron hasta el vehículo.

Vlad no hablo, pero con su mirada llegó a intimidar a los camarógrafos que no dejaban de tomarle fotos a su familia. En cuanto entraron al auto asintió en dirección a Samantha, diciéndole que hizo bien en responderle a la prensa de esa forma, a lo que ella entendió a la perfección.

La periodista se quedó como piedra sin saber que decir o cómo actuar ante las cámaras, e intentó por segunda vez armar una conversación con los Ferguson, pero el Señor Miller la detuvo en su intento.

“Los señores Ferguson no están obligados a dar explicaciones. Como abogado de la familia, mi deber es resguardarlos de estos escándalos sin sentido alguno. Si no tiene un permiso para una entrevista con ellos, no podrá acercarse de esa forma a menos que quiera ganarse una demanda”. La miró a los ojos y le dijo serio: “Recuerde que las noticias falsas son un delito penado por la ley, y aprovechando la ocasión… es sospechoso que usted y su canal de noticias sean los primeros en enterarse de lo que sucede en la familia de Vlad Ferguson. Pensaré que es una coincidencia del destino… por ahora”.

Sus palabras fueron amenazantes y claras. Arregló su traje y corbata, saludó ante las cámaras con agradable sonrisa y fue en busca de su auto.

Vlad y Samantha dejaron a Matías descansar en la habitación, se había quedado dormido en el trayecto del hospital hasta la mansión. Ella había hablado con Vlad al respecto de los resultados de Matías en caso de que se necesite una operación, mientras caminaban por los pasillos

“Soy AB negativo, puedo ser el donante de tu hijo cuando lo necesites”. Respondió Vlad recordando su tipo de sangre: “No habrá necesidad de que busques a su padre, la mayoría de los Ferguson tenemos ese tipo de sangre, extraña y poco común”.

“Gracias”. Respondió feliz por aquella esperanza devuelta.

Sabía que era un tipo de sangre poco usual, no iba hacer fácil buscar a donadores, o en el peor de los casos, buscar a Dante. Tenía suerte de tener a Vlad de su lado, dar con otro Ferguson era cosa imposible.

“Los resultados estarán dentro de tres días, dependiendo de eso iremos al hospital a inscribirte como donador para Matías y después se harán los exámenes pertinentes”.

“De acuerdo, liberaré mi agenda para ese día, también se lo diré a Miller, él siempre se ha encargado de la salud de Matías, conoce el historial médico del pequeño, pero no el mío. Es por eso que necesito que lleve mi proceso para ser donador en el hospital y también llevare a mi doctor personal para que él se encargue con lo que respecta al proceso médico. Que saquen la sangre que se necesiten, siempre estaré dispuesto a seguir donando”.

“De acuerdos”. Respondió ella encantada.

Ahora ambos se encuentran en la sala junto a la chimenea frente a frente, descansando de un largo y agotador día.

“¿Ye encuentras bien?”. Preguntó Samantha. Quería hacerle esa pregunta desde que lo vio, pero era mejor si ellos estaban solos.

“Mucho mejor”. Respondió sin despegar sus ojos de los de ella. Decidió ponerse de pie y sentarse junto a Samantha, Las palabras no querían salir de sus labios o no sabía cómo hacerlo.

Samantha al notarlo le dio su mano y él pudo relajarse.

“Gracias por ir al hotel”. Dijo tratando de mantener una postura seria y su mirada al frente, era difícil liberarse o expresarse.

“Lo haré siempre que me necesites”. Respondió ella feliz y se acurrucó en su pecho.

Vlad dejo salir un gran suspiro, su mano temblaba cuando intentaba abrazarla. La cercanía de Samantha lo ponía algo extraño, no eran nervios, tampoco estrés, era algo más… algo que venía desde a dentro. Tragó saliva y la abrazó para asegurarse que ella era real y buscar que era eso que él sentía.

“Leí la nota que me dejaste escrita en la mesa de noche”. Dijo quebrando aquel silencio, sacó de su bolsillo aquella nota y la dejó ver en sus manos, después la leyó con una voz suave igual a la de un poeta.

[Cada vez que me necesites, estaré para ti como la mejor medicina, sólo debes dejar que te ayude].

“Samantha se sonrojó. Cuando ella escribió la nota sonaba normal, tal cual un concejo o recado, pero escucharlo de los labios de Vlad era diferente, hasta el punto que cada palabra se podía sentir.

“Soy una persona demasiado compleja, vas a terminar por aburrirte y yo terminaré por lastimarte”.

“No lo haré y no lo harás”. Samantha lo tomo del mentón y continuo: “Vamos a salir juntos de todo esto. Tenemos un año completo y voy a ayudarte a liberarte de tus miedos, sólo déjame ser quien te ayude”.

Luego se apegó más a él, olfateando más de cerca su colonia que la ayudó a relajarse. Su cuerpo estaba cansado y necesitaba dormir.

“Vlad, hueles muy bien”. Dijo antes que sus ojos se cerraran.

Vlad sonrió y suspiró. Besó los cabellos de Samantha, iba a disfrutar esa alegría que le fue devuelta como un regalo en la vida. Leyó una vez más la nota que tenía los diseños de los labios de Samantha y la guardó en el bolsillo.

“Para lograr mi felicidad, debo de eliminar el problema desde la raíz”. Dijo en voz baja que apenas se escuchó. “Hasta donde pueda protegerte, Samy, hasta donde se me permita protegerte”.

Cerró los ojos y se quedó a dormir con ella en sus brazos en la sala.

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