Exesposa al poder -
Capítulo 39
Capítulo 39:
“¿A dónde fue mi esposa?”. Preguntó Vlad al no verla en el auto ni en los jardines.
“Tomó un taxi y se marchó, Señor Vlad”. Respondió uno de los empleados.
Vlad no dijo nada. Se montó en el auto y se marchó a toda prisa.
Samantha llegó a la mansión, había soportado y retenido las lágrimas para que su hijo no la vea llorar. Bajó del taxi y llevó a Matías a la habitación.
“¿Papá va a venir hoy?” Preguntó entristecido. Jamás había visto a Vlad actuar de esa manera.
“Si”. Respondió Samantha fingiendo estar bien. Besó su frente y le dijo: “Es hora de dormir, descansa”.
Matías asintió, cerró los ojos obediente y Samantha pudo salir. Iba por los pasillos por algo de agua, pero alguien la sujetó del brazo y la presionó a un pecho tan duro como el cemento.
“Samantha”. Dijo Vlad con su rostro escaso de emociones.
“Me humillaste en frente de todos y terminaste por grítame”. Respondió ella soltando sus lágrimas: “No tenías por qué ser tan duro conmigo, Vlad. Me diste tu palabra”.
“No lo comprenderías”.
“Si nunca me lo explicas y en lugar de eso prefieres escapar, me será difícil ayudarte”.
“No lo necesito, sólo quiero mantenerte lejos de todo esto”.
Samantha limpió sus lágrimas, sus disculpas eran amargas y dolorosas
“Suéltame ¡Suéltame!”. Insistió, pero Vlad no hizo caso: “Dices que quieres mantenerme lejos, pero te niegas a soltarme ¿Por qué, Vlad, por qué?”.
Tampoco respondió, su mirada era neutra, sombría y vacía.
Samantha enfadada la abofeteó y él seguía sin reaccionar. Se llenó de coraje por la indiferencia del hombre que bien podía competir con una piedra o con un iceberg que se esmeraba en jugar con sus sentimientos y empezó a golpearlo en el pecho.
“Dime algo, Vlad Ferguson, anímate a responderme maldita sea”. Decía descontrolada.
Vlad la tomó de los brazos, la arrinconó en la pared y dijo.
“¡No entiendes que lo único que quiero es protegerte!”. Samantha quedó petrificada por su reacción.
“¿De qué o de quién?”: Preguntó con el rosto duro.
“De todos”:
“¿Por qué?”.
Vlad tragó saliva, con sus ojos fijos en los de ella dijo.
“Porque yo te”. Fue interrumpido por el ladrido del perro que chillaba sin control en la habitación cercana a ellos. Vlad reconoció la desesperación de Hades, había sido entrenado para las recaídas de Matías: “Matías”.
Desesperado, de inmediato corrió en su dirección.
Samantha fue tras él con el corazón a mil por hora. Encontraron a Matías en el suelo esforzándose por respirar. Vlad lo tomo en sus brazos y empezó a correr hasta el auto, había que llevarlo al hospital en cuanto antes.
Samantha entró en el asiento trasero cargando a su hijo, Vlad subió a conducir.
“Que mantenga sus manos arriba de la cabeza”. Ordenó y encendió el auto, mientras mantenía la cordura por completo. Su corazón y mente estaban centrados en llevar al niño al hospital y después que suceda lo que tenga que pasar con él.
“Vlad conduce más rápido, por favor”. Suplicó Samantha llorando al ver el estado de su pequeño, cuyo rostro mantenía un color morado por la asfixia que sufría, ni siquiera el inhalador lo ayudaba a respirar: “Mi amor por favor respira, por favor”.
“Hemos logrado estabilizar al niño”. Dijo el Doctor Jackson: “Estará bajo supervisión médica hasta que despierte”.
Luego de informales sobre su estado, se marchó.
Samantha pudo respirar tranquila, su alma le volvía al cuerpo al igual que la paz. Miró a donde estaba Vlad para darle la noticia, pero lo encontró ido, con la mirada perdida y hasta pálido. Su cuerpo estaba orillado en la pared.
‘Niño Vlad, respiré por favor: respiré’. Decía uno de los hombres a disposición de su padre. Él lo llevaba recostado en la pierna, mientras eran trasladados por un auto: ‘Mantenga las manos sobre la cabeza y respiré, estamos por llegar al hospital’.
Vlad sentía una enorme presión en el pecho, jamás había sentido algo igual. La falta de aire, su pecho se convertía en un espacio reducido. Con tan sólo nueve años fue testigo de lo malvado que podía ser su padre cuando mató a su madre frente a él sin importarle nada. Su primer ataque, su primer miedo, su trauma al amor inició ahí’.
“¿Vlad, sucede algo?”. Preguntó Samantha al notar un estado pálido y tembloroso en su cuerpo.
La presión en la cena con su padre, haberle gritado a Samantha y llevar a Matías al hospital… estaban logrando que tenga una crisis de histeria.
“Debo de marcharme, ahora mismo”. Miró a los lados: “¿Dónde está Adams?”.
“Está afuera, te llevaré con él”.
“No”. Negó: “Iré yo sólo”.
Se puso de pie y tambaleó, no se encontraba bien.
“Vlad, por favor déjame ayudarte”. Samantha intento tocarlo.
Vlad la miró, estaba a punto de perder el control y de destruirlo todo. Empezó a sonreír frenético y tocó sus cabellos al darse cuenta de que estaba cediendo.
“Samantha, aléjate por favor”. Dijo entre dientes: “Soy malo para ti”.
“No, no lo haré. Tú tienes algo y voy a apoyarte”.
“Largo Samantha, vamos vete”. Vlad tragaba saliva y respiraba pesado, preocupado más por Samantha que por él.
“Señor Vlad”. Lo llamó Adams y fue de inmediato a socorrerlo. Vlad estaba por perder el control y él debía de actuar: “Señora Samantha, perdón por lo que voy a hacer, pero yo sigo las órdenes”.
Adams ordenó con la mirada que lo sujetaran entre cuatro, y aunque el hombre se resistía, debía de ser calmado en cuanto antes.
Golpeó a unos cuantos, pero al final lograron tomarlo con fuerza de las extremidades y lo inyectaron. Poco a poco fue cerrando los ojos, pero antes de quedarse dormido le dijo débilmente a Adams.
“Que Samantha no me vea”. Ordenó en voz baja antes de cerrar los ojos.
Adams asintió.
Samantha llevó las manos a su rostro, no soportaba ver a Vlad así, no pudo evitar llorar por él. Verlo en ese estado fue tan doloroso y triste que su corazón se removió. Uno de los hombres tomó a Vlad del suelo, lo subió a su hombro y lo llevó al auto.
“¿A dónde lo llevas, Adams?”. Preguntó Samantha desesperada.
“No se me permite dar esa información, pero le aseguro que irá a un lugar que van a ayudarlo”. Se disculpó y se marchó.
Samantha tenía su corazón en dos, una parte le pertenecía a su hijo y la otra a Vlad Ferguson.
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