Exesposa al poder
Capítulo 34

Capítulo 34:

(Una semana después)

Fueron siete días donde Samantha y Matías pasaron en muchos momentos de madre e hijo. Ella pudo conocerlo más de lo que imaginaba, incluso se dio cuenta de que Matías tenía ciertos hábitos de Vlad y no de Dante, de él sólo había heredado sus ojos. La forma en la que organizaba algunos juguetes, las prendas y los horarios establecidos entre dormir y jugar eran de Vlad. Además, de saber los horarios de su madre y cuando regresaba del trabajo.

Samantha salió de la habitación y caminó hasta la sala. Se llevó una gran sorpresa cuando encontró a Vlad desayunando junto a su hijo. Decidió caminar hacia ellos y tomó asiento.

Vlad tenía un semblante calmado y poco expresivo

“Mamá, mira lo que me ha traído papá”. Habló Matías encantado, al mismo tiempo que dejaba ver un telescopio, donde al fin podría observar el universo de noche.

“Es muy lindo”. Respondió sonriendo.

“James”. Llamó Vlad, mientras se limpiaba los labios: “Puedes llevar al niño a armar su nueva herramienta”.

“Claro, señor”. James caminó hasta tomar la mano de Matías: “Serás mi pequeño ayudante para ensamblar las piezas de telescopio”.

Él pequeño asintió y se fueron juntos.

Vlad bebió algo de jugo de naranja, miró a Samantha, respiró y le dijo.

“La siguiente fase de nuestro acuerdo es ir al hospital para ver lo del embarazo, supongo que estos días te sirvieron para estar preparada”.

Samantha lo observó, parecía que Vlad había suprimido aquella noche y desechando por completo el recuerdo.

“Supones bien, pero no estoy lista”. Respondió: “Recuerdo haber leído que tenía cuatro meses para embarazarme, no hay apuro para ir al hospital”.

“Sólo será parte de una revisión médica para ver tu estado de salud. Chequeos, diagnósticos y uno que otro examen. Necesito saber que mi hijo vendrá en buenas condiciones”.

“¿Crees que no soy digna para llevar a tu hijo, Vlad Ferguson?”. Alzó las cejas sintiéndose ofendida por el hombre.

“Prevengo, Samantha, sólo prevengo el futuro del niño. Necesito hacer cálculos desde ahora”.

Samantha apretó sus labios, asintió y le preguntó.

“¿Para ti yo sólo soy una mujer en la que puedes poner tu semilla y tratarla con indiferencia? ¿Una incubadora con patas?”.

“Estaba en el contrato. Mantenemos un matrimonio de acuerdo a las reglas y puntos establecidos. Nosotros no podemos pasar los límites”. Habló con bastante calma: “Lo firmaste Samantha, y ahora debes de cumplir. Tendrás al niño, compartiremos la custodia y nos separamos al año”.

Samantha sonrió con algo de ligereza, quería ayudarlo, pero ¿Cómo ayudaría a un hombre que no lo necesitaba? Lo miró y respondió.

“De acuerdo, vamos a hacerlo como lo dices. Respetaremos tu cronograma, respetaremos mis puntos y no nos pasaremos más allá de una relación entre socios. Pero hoy voy a pasarlo con mi hijo, es mi día libre. Así que tus minuciosos planes inician mañana, Vlad Ferguson”.

Vlad respiró pesado, llevó las manos a su corbata y decidió soltarla. Quizás debió investigar más a Samantha, ahora ella usaba sus garras en su contra.

“Sólo será un día”. Dijo entre dientes.

“Sólo un día”. Respondió ella, se puso de pie y fue a su habitación.

Vlad había batallado con muchos problemas, pero no sabía cómo lidiar con ese y que nombre ponerle a la indiferencia de Samantha.

“Adams”. Llamó Vlad al hombre cuando estuvo en el patio: “Tengo una reunión dentro de media hora, prepara el auto saldremos en cinco minutos”.

Miró a los costados y de reojo observó a Samantha en un traje de baño de una sola pieza, mientras sostenía la mano de Matías estando por entrar en la piscina. Sus piernas estaban expuestas a la vista de tantos hombres, mejor dicho, todo su cuerpo.

“Pero ¿Qué cree que hace?”. Preguntó sintiendo que la hiel estaba por romperse y una úlcera por venir. Lo que sentía no era una crisis, era algo más que eso.

Llevó las yemas de sus dedos a los ojos, pensando que era mal sueño o que observó mal, pero cuando la miró se dio cuenta que era tan real como como el latente palpitar de su corazón, indicando un mini infarto por venir. Decidido caminó hacia ellos.

“Samantha”: La llamó tratando de sonreír: “¿Qué estás haciendo?”.

“Voy a bañarme en la piscina con mi hijo”. Respondió ella con una agradable sonrisa, parecía desafiarlo y tener sus propios planes.

“¿Y no sería mejor hacerlo adentro? Aquí hay muchos hombres que tienen ojos y pueden verte. Además, de hacerle daño a Matías, puede resfriarse”.

“Hace calor, hay una piscina, es mi día libre y mi hijo quiere aprender a nadar. No afectará en nada a su salud”.

Vlad sonrió bufón, definitivamente tenía que tratarse en cuanto antes. Se llevó las manos a la cintura y le dijo: “Vas a provocarme un ataque al corazón tomando estas decisiones”.

Samantha estiró sus labios, con una mano lo tomo de la mejilla y respondió.

“Vlad, querido. Debes de dejar de preocuparte por eso. Los paros cardíacos les dan a las personas que tienen un corazón y tú no lo tienes, me lo has dejado en claro muchas veces. Una vez más pensando en el futuro”. Retiró su mano y sonrió.

“¿Qué es un paro cardiaco?”. Preguntó Matías un poco curioso por la situación.

“Es algo que les da a las personas que tienen problemas en el corazón, pero a Vlad jamás podrá darle uno, ya que carece de eso”. Respondió Samantha al verlo, miró a Vlad y le dijo: “Ahora si me disculpas, queremos nadar”.

Retiró la bata que la cubría y se metió al agua junto con Matías.

Vlad no pudo hacer nada, Samantha estaba en todo su derecho de hacer lo que quisiera y él no podía impedírselo, o mucho menos entrar en su vida. Apretó los labios al igual que la quijada y caminó donde Adams.

“Adams, Adams, mire a otro lado”. Habló entre dientes, mientras se acercaba al hombre.

“¿A qué lado, Señor Vlad?”. Preguntó él sin saber a dónde ver.

“A donde sea, pero menos a Samantha”. Adams asintió y miró a las rejas de la entrada de la mansión. Lo mismo hicieron los otros hombres cuando sintieron la mirada oscura y penetrante de su señor.

“Sin corazón”. Dijo Vlad sin poder creer las palabras de ella: “Debí de investigarla más. La mujer va a terminar por enloquecerme, es increíble”.

En ese momento las rejas se abrieron y dejaron ver al vehículo de Miller.

“Lo que faltaba”. Volvió a decir, masajeándose las sienes: “Qué hace él aquí, justo cuando Samantha está en traje de baño”.

“Señor ¿Está bien?”. Preguntó Adams sin quitar la mirada de la entrada.

“Si”. Vlad desabotonó algunos botones de su camisa. No era la misma asfixia de siempre, era otra más extraña e indescifrable: “Sólo mantenga su mirada en otro lugar que no sea la piscina”.

Miller bajó del vehículo contento y caminó donde Vlad. Pero lo vio intranquilo y le preguntó.

“Te veo tenso, pero no parece que fuera algo muy preocupante, Vlad ¿Sucede algo?”. Sus cejas se alzaron, mientras sus ojos trataban de inspeccionarlo.

“¡¿Tenso?! Para nada, es el calor, hace mucho calor”. Fingió tenerlo al mismo tiempo que sonreía: “El clima está muy caliente, pero ¿A qué has venido?”.

“Entiendo. Vine a ver a Samantha”. Respondió Miller, sonrió más, tocó el hombro de Vlad y fue a buscarla. La vio nadar junto con Matías y la llamó: “Samantha, me alegra que estés en casa”.

“Señor Miller, bienvenido”. Respondió ella y decidió salir del agua con su hijo hasta caminar hasta él: “¿A qué debo su visita?”.

El hombre sonrió.

“La operación fue un éxito, Nicolas está bien”. Informó entusiasmado. De un momento a otro, Vlad se acercó con una toalla y arropó a Samantha.

“Hace mucho frio”. Habló: “Puedes enfermarte”.

“Estamos a 27 grados, Vlad”. Respondió ella sin entender sus acciones.

“Los rayos ultravioletas pueden ser cancerígenos para la piel. El contacto directo puede provocar quemaduras hasta de segundo grado, es sólo prevención. Como que te vayas a cambiar si quieres tener una conversación tranquila con Miller para que no te enfermes a futuro”.

Samantha se quedó sin palabras, no era el mismo Vlad del desayuno, esta era otra persona. Pero en cuanto le dijo que era para prevenir, se le vino en mente lo del embarazo. Él no quería que una mujer enferma llevara a su hijo.

“Señor Miller, iré a cambiarme con Matías, lo espero en las tumbonas del jardín en veinte minutos”.

“Ve tranquila Samantha, nos vemos allá”. Respondió animado.

Ella asintió y junto con Matías entraron en la mansión.

“Es una hermosa mujer, creo que vas a extrañaría cuando todo esto termine, Vlad”. Habló Miller al mirarlo.

“¡¿Extrañarla?!”.

“Si, extrañarla”. Respondió con una agradable sonrisa: “Si no te conociera, diría que estas celoso. Pero lo bueno es que te conozco y sé que tal emoción no existe en ti, cosa que es grandioso para Samantha. Cuando se separen, ella podrá rehacer su vida o vivir sola, ya es decisión de ella”.

Vlad asintió, no pudo haber escuchado mejor respuesta.

“Está en el contrato, nace el niño, nos divorciamos y tomamos caminos diferentes. Ella podrá estar con alguien que la ame el resto de su vida”.

“¿Y tú no puedes ser ese alguien?”.

“No”. Respondió firme: “Conmigo correrá peligro y mi conciencia no puede seguir llevando más muertes de las que ya tiene”.

“Señor Miller ¿Cómo está Nicolas?”. Preguntó Samantha cuando ambos estuvieron en las tumbonas.

“Mejor de lo esperado. La operación funcionó, pero esto no quiere decir que esté curado, sólo ayudará a controlarlo para que las futuras recaídas no sean graves”.

“Entiendo, mañana lo visitare”. Samantha observó al vehículo de Vlad salir con él adentro.

“Vlad es algo exigente y hasta misterioso, pero eso no quita que sea un hombre apuesto”. Escuchó la voz del Señor Miller.

Samantha no podía negar aquello, Vlad era exageradamente apuesto, ideal para cualquier mujer. Alto, musculoso. con una melena semi larga que cuando la recogía en una cola lucia rejuvenecido; pero aparte de todo eso, estaba su temperamento y la forma exigente en la que calculaba todo para que saliera a su modo, lo que descontaban puntos.

“Tiene sus encantos”. Respondió volviendo a ver al Señor Miller: “Pero no venimos hablar de él, sino de Nicolas”.

Miller sonrió, teniendo en mente una clara idea de ambos. No hizo más preguntas o comentarios y continuó informándola del proceso de la operación y los futuros controles para Nicolas.

Vlad llegó cerca de la medianoche, los asuntos en su empresa tomaron más tiempo de lo que pensaba e incluso trajo trabajo para terminarlo en su estudio. Al cruzar por la oficina de Samantha, la observó descansando en el escritorio, se había quedado dormida diseñando paisajes para sus nuevos proyectos en la empresa.

Decidió entrar, la tomó en sus brazos y la llevó hasta la habitación. Tenía el sueño muy pesado o realmente estaba cansada, no se despertó en todo el trayecto, era como una piedra. La dejó caer sobre la cama, la cubrió con las sábanas y se retiró en silencio. Luego fue para la habitación de Matías, estaba dormido al igual que su madre, sólo que este había dejado el planetario encendido (era una pequeña luz para dormir con la diferencia que tenía todo un sistema solar) y el telescopio sin guardar.

Ahora entendida de dónde venían los sueños pesados. Desde que era un bebé, Matías se quedaba dormido como una piedra y no despertaba hasta el día siguiente. Decidió arroparlo con las sabanas, apagó aquella luz, guardó el telescopio en la caja y salió de la habitación.

“Miller, este bebé parece una rata calva”. Dijo Vlad al ver al recién nacido dormir en la cuna: “¿Cómo es posible? Si la madre es una persona con una belleza agradable. Debe de parecerse al padre”.

Miller sonrió, Vlad jamás había tenido encuentros con bebes y lo comprendía. Apenas Samantha se lo entregó, lo saco del país por orden de Vlad.

“Es un recién nacido, es normal que se vea algo feo. Ya con el tiempo va tener parentesco con la madre o al padre”.

“Ojalá que sea a la madre”. Dijo e intentó tocarlo. El pequeño al sentirlo lo tomó del pulgar: “¿Es normal que haga esto?”.

Le preguntó preocupado, nunca había tocado a un bebé recién nacido.

“Es muy normal, piensa que tú eres su padre”.

“¡¿Su padre?!”. Vlad sentía una presión en su pecho y que le faltaba el aire.

“Tranquilo, sólo fue una broma”. Miller llamó a Adams: “Lleva a tu señor a que tome aire, lo necesita”.

El hombre asintió y ayudó a Vlad a salir.

“Una rata calva”. Dijo Miller sonriendo por las palabras de Vlad: “Matías tu madre se pondrá así o peor cuando se entere quien te está cuidando. Roguemos que estos dos encuentren la forma coincidir”.

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