Exesposa al poder -
Capítulo 33
Capítulo 33:
Samantha permanecía en su oficina, pero su mente estaba concentrada en las palabras de Olivia.
‘Déjame decirte que debajo de esa caballerosidad se esconde un demonio que es capaz de quemarte hasta robarte el aliento y si no sabes controlarlo, te controla’.
Definitivamente ella era el ejemplo claro y la elección perfecta para ser una esposa Ferguson. Lo dejaría todo por Vlad, su poder, sus derechos y hasta entregaría a su propio hijo a la familia con tal de tenerlo.
Samantha no podía entender, no comprendía porque Vlad sí tenía una elección perfecta en sus narices, dejó ese compromiso y fue en busca de ella, había algo extraño en eso.
Olivia habló de conocerlo muy bien, de ser la primera mujer en entrar en su vida y complacerlo, debió casase con Olivia, no con ella. Se decía una y otra vez.
“¿Puedo pasar?”. Preguntó Miller con una agradable sonrisa cuando tocó la puerta.
Samantha despertó de sus pensamientos, parpadeó y le dijo: “Adelante, pasa”.
Él sonrió aún más, buscó una silla vacía frente a ella, cruzó las piernas y habló.
“Mi presencia aquí es para que firmes estos papeles”. Se los dio: “Son autorizaciones para que Nicolas pueda ser operado, como su representante debes de firma”.
“¿Van a operar a Nicolas?”. Preguntó sorprendida. Pensaba que estaba bien de salud y que todo estaba bajo control, pero una operación la dejaba en el limbo.
“Así es. Necesitan de la operación para mejorar su respiración pulmonar. La mayoría de los controles médicos eran para eso, para dar paso a una operación”. Explicó.
“¿Es arriesgado?”.
“No, por suerte Nicolas tiene la enfermedad controlada. Los riesgos son mínimos”.
“De acuerdo”. Firmó la autorización: “Dile a Sonia que todo corre por mí cuenta y que puede tomar estos días de descanso para que este con su hijo”.
“Yo le paso tu recado”. Miller tomó de vuelta los papeles, miró a Samantha y su mirada le decía otra cosa. Estaba pensado en Nicolas, pero también había algo más en su mente: “¿Sucede algo contigo?”.
Samantha lo miró a los ojos.
“¿Conoces a Olivia Jones?”. Preguntó sin rodeos.
Miller pareció entender algo.
“Era la antigua prometida de Vlad”. Respondió con mucha calma.
“¿Por qué la dejó?”.
“Porque quería cumplir con el primer compromiso”.
“¿La amaba?”.
Él sonrió divertido, como si eso fuera una ofensa para el propio Vlad Ferguson.
“Digamos que fingía que la toleraba cuando eran novios y estaban comprometidos, luego se enteró que Olivia estaba dispuesta a aceptar las tradiciones Ferguson, a pesar que él se lo impidió. Vlad se sintió traicionado y terminó por dejarla. Así es como funciona Vlad cuando hay traiciones de por medio”. Cruzó sus manos y preguntó: “¿Por qué preguntas por ella?”.
“Simple curiosidad”.
“De acuerdo, si eso es todo, me voy”.
Antes que Miller se fuera, Samantha lo llamó.
“Miller, usted es amigo de Vlad y lo conoce, ¿Olivia fue una parte importante para él? ¿Lo dejó entrar en su vida?”.
“Vlad no la soportaba, siempre veía la forma de escapar de su presencia por medio del trabajo, reuniones y viajes. Si aceptó esa relación fue por Hamilton y el convenio que tenía con el padre de Olivia. Nunca pasaron más allá de una cita. La mujer estaba loca, obsesiona, soñaba con una boda y ya tenía el nombre del primer niño que tuviera con Vlad. No le importaba ceder todo con tal de ser su esposa. En cuanto Vlad supo que tú estabas viva decidió dejarla y tomarte a ti como su esposa. Sabía que estabas pasando una etapa muy difícil y que no ibas a dejar que te pisotearan. Él te ayudaba y tú lo ayudabas después”.
“¿Y cómo iba a ayudarlo?”. Preguntó curiosa.
“A no casarse con otra mujer. Con el contrato realizado, Vlad se quitaba un peso de encima”.
“Entiendo ¿Y qué pasó con Olivia?”.
“Olivia pareció entenderlo, se fue de viaje y no supo más de ella”.
“¿Y sí ella volviera?”. Preguntó Samantha, recordando que la mujer estuvo ahí y que le había mentido con respecto a su relación de Vlad.
Él sonrió y decidió responder.
“No tienes de que preocuparte, Vlad dejó en claro su postura en cuanto dieron por finalizado el compromiso”.
“Entiendo”. Samantha respiró, asintió e hizo una pregunta más con respecto a Vlad: “¿Sabe a dónde era el viaje de negocios de Vlad?”.
“No, desconozco dónde es. Vlad es muy cauteloso con sus negocios y siempre sale sin avisar. Mantiene su vida privada y todo se hace como lo ordena. Nadie entra en su vida”.
“¿Y qué hay de ti?”.
“Lo conozco, Samantha, pero aparte de ser abogado también soy su único amigo, no puedo traicionar la confianza que tenemos”. Sonrió y dijo. antes de irse: “Que tengas una linda tarde”.
Samantha observaba las calles a través de la ventana del auto mientras era conducido por Cirius.
Sus ojos podían estar ahí, pero su mente estaba en Vlad, quería descifrarlo, saber más de él hasta poder entenderlo, pero Vlad ya había puesto límites entre ambos. Estaba claro que no quería saber de ella, no era su tipo, se lo dijo la noche en que se besaron… y Olivia tampoco lo era, de acuerdo con lo que habló con Miller
De un momento a otro el auto se detuvo, Samantha decidió ver al frente y miró a Hamilton bajar de un auto. Tenía un traje negro al igual que un gran saco y siempre ocupaba los guantes en sus manos. El hombre se había estacionado en medio de la carretera.
“Señora Samantha ¿Quiere que continuemos?”. Preguntó Cirius: “Podemos rodearlos y continuar con nuestro camino”.
“No será necesario, bajaré e iré hablar con el hombre”: Respondió y salió del auto seguida de guardaespaldas, más Cirius. No iba a demostrar que era una cobarde.
“Samantha, te esperaba”. Dijo Hamilton dejando escapar una sonrisa maliciosa.
“Señor Hamilton, soy una mujer ocupada, lo que tenga que decirme hágalo ya”.
“Claro, esto será rápido. Es con respecto a Vlad ¿Cuánto quieres por abandonarlo antes del año? Pide lo que quieras, yo me encargo que se te cumpla y de tu protección. Vas a liberarte de todo esto y serás una mujer libre tal como lo querías”.
Samantha deseaba eso, pero dio su palabra e iba a cumplir porque se lo debía a Vlad. Tampoco podía creer que él mismo Hamilton le pedía romper con aquel contrato, perdió el juicio o se traía algo en manos.
“Aclaremos algo señor Hamilton, yo soy Samantha Williams, no una de sus conquistas o una mujer que pueda comprar por beneficio propio. Ni por más dinero que me entregué voy a abandonar a mi esposo, le recuerdo que pronto habrá algo que nos va a unir y yo debo de cumplir con el contrato firmado. Usted podrá controlar muchas cosas y todo un mundo, pero recuerde que yo controlo la otra parte de ese mismo mundo”.
“Te recuerdo que, si llegas a tener un bebé con Vlad, tendrás que dejarlo con la familia Ferguson y no oponerte. Eso quiere decir que deberás entregármelo”.
Samantha sonrió, no sabía que era peor, el hecho de abandonar a Vlad o entregarle a su hijo.
“Y yo le recuerdo que ese niño también va hacer mi hijo, y como ya lo estoy conociendo usted, sé que sería la última persona con quien dejaría a mi bebe”.
“El niño llevará la sangre Ferguson”. Habló con más dureza.
“Lo sé, también sé que controla a Vlad porque algo le hizo, pero usted no me contrala a mí, y a diferencia de muchos, yo no le tengo miedo, señor Hamilton”. Lo miró desafiante sin mostrar una gota de temor, sólo seguridad y firmeza.
El hombre se molestó, pero no mostró su desagrado.
“Eres más fuerte de lo que pensé, pero esa fuerza que hoy tienes, mañana puede ser tu perdición. Mis ancestros llegaron muy alto descubriendo los puntos débiles de sus cercanos sin importar a quienes destruían en el camino. Piensa en eso, Samantha, o me das al niño cuando nazca o dejas a mi hijo antes del año”.
“Ni uno ni lo otro. Piense muy bien a quién está amenazando, señor Hamilton”. Dio por finalizada la. conversación y se marchó a pasos grandes a su auto, siendo acompañada de sus hombres.
Hamilton la vio irse, era una gran mujer, sólo esperaba que esa gran mujer no sea el talón de Aquiles de Vlad o viceversa, porque sería lamentable para ambos.
“Mamá”. Llamó Matías en cuanto la vio entrar en su habitación: “Qué bueno que llegaste, te extrañe”.
“Yo también mi vida”: Respondió ella y lo abrazó muy fuerte: “Gracias, James por cuidarlo”.
“Fue todo un placer, Señora Samantha, nos hemos divertido mucho. Es un niño inteligente e incluso se parece un poco al Señor Vlad, es como si él lo hubiera criado”.
Samantha respiró tras escucharlo, de cierta forma era verdad, Vlado lo crio.
“Iré con mi hijo al jardín ¿Nos puede llevar jugo de naranja?”.
“Será un placer”. Asintió y se marchó.
Samantha tomó la mano de su hijo y fueron a pasar tiempo de calidad juntos, tenían una semana para hacerlo antes que Vlad llegara.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar