Exesposa al poder -
Capítulo 31
Capítulo 31:
Tan rápido como la boda civil dio su fin, ambos volvieron a sus rutinas, con la única diferencia que cargaban con ellos anillos matrimoniales. Se sentía más pesado de lo que se imaginaban, llevar acabo un matrimonio por apariencia ante la sociedad era una tarea difícil, pero que ambos podían lograr.
En la noche después de la ceremonia, Vlad le dijo a Samantha.
“Necesito que me informes cuando tengas un día libre para ir con un especialista y revisar lo del embarazo. Recuerda que tienes que quedar embarazada en cuatro meses”.
“Lo tengo en mente, Vlad. Primero resolveré algunos asuntos de la empresa, yo te informo cuando me desocupe para ir juntos al hospital”.
“De acuerdo”. Dijo Vlad y fue a cambiarse de ropa, el traje blanco lo estaba fatigando.
Samantha también decidió ir a su habitación y retirarse aquel vestido. Una vez cambiada y teniendo puesta una pijama más una bata, fue a la habitación de su hijo. Se había quedado dormido después de la ceremonia. Le dio un beso en la frente para darle las buenas noches y bajó hasta la sala.
“Señora Samantha”. La llamó el mayordomo, en sus manos sostenía un paquete: “Le acaba de llegar esto”.
Samantha lo observó, recordó que había mandado a pedir soportes para sus libros.
“Gracias, James”. Le dijo al hombre cuando tomó su paquete.
“Puedo instalarlo si lo desea”. James estaba dispuesto hacer aquel trabajo.
“Descuide, no es necesario, yo puedo hacerlo sola”. Respondió Samantha con una sonrisa, movió el paquete con la ayuda de sus manos y caminó en dirección a su estudio, que casualmente estaba frente al de Vlad.
Retiró el soporte para libros de la caja, y cuando estaba por ponerlo en la repisa, observó por primera vez en su vida a Vlad en pijama, estaba tan asombrada que no pudo mirar a otra parte. Sus cabellos estaban humedecidos por el agua, se había dado un baño. Estaba usando un pantalón de lana negro junto a una camisa de algodón blanca, lo hacían ver joven y deslumbrante.
Al tener la mirada fija en él. No se dio cuenta que el soporte estaba mal ubicado y dejó caer algunos libros sobre ella.
“Auch”. Se quejó y Vlad la escuchó.
Dejó lo que estaba haciendo y fue por ella. La encontró sentada en el suelo, masajeando su frente, parecía que se hizo daño en esa zona. Vlad la ayudó a ponerse de pie y la sentó sobre el escritorio, ya que estaba más cerca que una silla.
“Déjame verte”. Dijo posando sus ojos en la herida: “Te abriste la frente, es una herida pequeña, se puede cubrir con una venda adhesiva”.
Buscó con la mirada donde estaba el botiquín de primeros auxilios y fue por el, dejando a Samantha sorprendida.
“¿Ordenaste que lo instalaran en mi estudio?”. Preguntó anonadada
“Hay un botiquín en cada habitación”. Respondió y lo dejó caer sobre el escritorio: “Nunca se sabe cuándo ocurrirá un accidente”.
“A excepción de ti, tú si lo sabes”.
Vlad sonrió, también estaba preparado para esos casos. “Así es, mi dieta se basa en vegetales y frutas”.
Abrió el botiquín. Tomó algodón, alcohol y las vendas adhesivas. Untó un poco de los dos primeros y empezó a curarla.
“Esto va a arder un poco, pero es por tu bien”.
Samantha asintió y él continuó hablando.
“El dulce me empalaga y sí soy honesto contigo, soy alérgico a la vainilla. Un sólo bocado me llevaría al hospital. Por eso trato de comer sano, si tienes una buena alimentación, también tienes buenos planes a futuro y puedes controlar ciertas cosas”. Dejó de pasar el alcohol y colocó una venda adhesiva: “Ya estás lista”.
“¿También eres doctor?”.
Vlad sonrió divertido Si antes se veía más joven con la pijama, ahora deslumbraba.
Posó sus manos en el escritorio, acercándose un poco más a ella y se animó-a responder: “No, pero por un tiempo estudié medicina”.
“¿Qué otras cosas estudiaste?”. Preguntó queriendo saber más de él.
Vlad alzó las cejas, Samantha estaba haciendo muchas preguntas, pero eran preguntas inocentes que podría responder.
“Estudié administración de empresas, que es la carrera que ejerzo. Contabilidad, economía, financiamiento, física, química, astrología, idiomas. Estuve un tiempo en la facultad de derecho, un tiempo en medicina y por último anatomía”.
Ahora ella era la que sonreía, Vlad tenía muchos títulos que bien podía decorar una pared completa o tal vez cuatro. Mientras que Samantha sólo se especializaba en diseño paisajístico. Respiró y decidió contarle parte de su vida.
“Cuando pasó lo del accidente con mis padres, me encontraba perdida, y como una niña que no sabe a dónde ir empecé a caminar al mismo tiempo que lloraba. No recuerdo mucho, solo recuerdo que dos monjas me recogieron y me llevaron con ellas. Lo único que tenía era una medallita con mi nombre grabado y un broche dorado.
Mi crie en el orfanato con la esperanza de ser adoptada, pero eso no sucedió. Era demasiado grande y muy traviesa, solía tener problemas con mis compañeras, me castigaban muy seguido por eso. Eran días oscuros para mí, lo único que me daban de comer era un pan duro y agua durante tres días. Estudié dentro del orfanato, cumplí la mayoría de edad y pude salir.
Mi siguiente objetivo fue la universidad, mientras estudiaba trabaja de sirvienta para la Señora Andrea, que por cosas de la vida resultó ser mi abuela. En la universidad conocí a Dante y a Heidy, nos volvimos muy cercanos, nos graduamos y una semana después Dante me propuso matrimonio. Todo pasó muy rápido, yo acepté, nos casamos y al siguiente día fui detenida por algo que no hice, tuve que pagar una condena de cinco años. La cárcel tampoco fue fácil para mí, el primer día me dieron una calurosa bienvenida, nueve meses después tuve a mi hijo. Y el resto de la historia ya la conoces”.
Vlad asintió, en realidad ya conocía su historia, pero se sentía bien al escucharla salir de los labios de Samantha.
Ella sonrió con delicadeza. Respiró, miró al suelo y mordió su labio inferior inconscientemente. La mirada de Vlad era algo inquieta que lograba ponerla nerviosa.
“Samantha no hagas eso”. Dijo Vlad cuando la vio morderse el labio.
“¿Hacer qué?”. Preguntó ella sin saber lo que había hecho, más que contar su historia.
“Cuando te sientes nerviosa o incomoda sueles morder tu labio inferior y miras para abajo”.
“No me había dado cuenta”. Habló y volvió a hacerlo.
La mirada de Vlad, su cercanía y olor a colonia varonil provocaba ese efecto en ella.
“Creo que es mejor que vayamos a descansar”. Dijo sin despegar sus ajos de los de él.
Vlad se quedó en silencio, cortó esa distancia que los separaba, la tomó de las mejillas y terminó por besarla.
Fue un beso agradable, extraño, excitante y hasta curioso. Sus manos traicioneras buscaron los muslos de Samantha hasta poder acercarla más a él. Samantha lo envolvió con sus manos, hasta poder aferrarse a Vlad, sintiendo una llama recorrer por todo su cuerpo. Pero de un momento a otro, el hechizo terminó cuando él abrió los ojos recobrando la conciencia al instante.
“No”. Dijo alterado y se separó de ella con brusquedad: “Esto no puede pasar, no está en los planes, no está bien”:
Fueron sus últimas palabras y empezó a caminar hasta salir del estudio.
“Vlad, espera”. Samantha fue tras él hasta poder alcanzarlo: “Por favor, espera un momento”.
“Samantha, aléjate de mí y no te metas en mi vida”. Vlad tenía una mirada dura y penetrante, parecía que iba a perder el control; sus manos temblaban y respiraba con algo de fuerza, como si se estuviera asfixiando: “Dejemos esto en claro, esto sólo es un matrimonio por contrato y lo llevaremos de acuerdo al plan. Yo nunca podré amarte, no eres mi tipo y no lo serás nunca, ten eso en mente”.
Luego se fue de la habitación y fue en busca de Adams.
Samantha no entendía por qué Vlad fue tan duro con ella, tampoco entendía por qué había cedido al beso y peor aún, por qué un beso lo había alterado de esa forma. Estaba confundida y hasta dolida, sus palabras lograron lastimarla.
Adams le dio unos calmantes a Vlad en cuanto lo vio salir casi sin control, estaba al borde de una crisis.
“Lo llevaré ahora mismo al hospital”. Dijo ayudando a subir a su señor al auto.
Vlad dejó caer su cuerpo en los asientos traseros. Se sentía sin fuerza, bien podría ser un blanco fácil para sus enemigos.
‘Es mi regalo de cumpleaños para ti, Vlad. Anda ábrelo’. Le dijo su padre en la cena.
Vlad tenía dieciocho, y por obediencia fue abrir el regalo que se encontraba al otro extremo de la mesa en una gran caja con un moño rojo. Al hacerlo encontró a su novia atada de pies y manos con una mordaza en los labios. Su mirada era triste, asustada y gritaba por ayuda. Él se quedó frío sin saber cómo su padre se enteró de aquella relación que se había esmerado por ocultar.
Hamilton caminó hacia él con el arma en la mano y volvió a decir.
‘Hazlo, mátala. Ella sólo te distrae de tu futuro’.
La muchacha al escucharlo hablar de esa forma despiada se desesperó y empezó a descontrolarse.
Vlad se negó por completo, él no era un asesino como Hamilton.
‘¡TE DI UNA ORDEN, VLAD!’ Gritó al mismo tiempo que sus manos golpearon la mesa: ‘¡MÁTALA Y CONVIÉRTETE EN HOMBRE!’.
Vlad no podía hacerlo y prefirió salir corriendo de aquella escena, deseando que esto fuera una pesadilla. Ni bien salió de la sala escuchó un disparo. Después, él fue noqueado al sentir un fuerte golpe en la cabeza.
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