Exesposa al poder
Capítulo 28

Capítulo 28:

El hombre se puso de pie y entusiasmado fue a darle sus respectivos saludos a Vlad y a Samantha. Abrió sus manos y dijo con agrado.

“Hace veinticuatro años sólo eras una niña y ahora eres una hermosa mujer”. Dijo sin dejar de observarla: “Encantadora Samantha, me alegra que hayas accedido a cumplir con aquel compromiso propuesto por el bien familiar”.

Luego se giró y miró a Vlad.

“Y tú, Vlad. Lo conseguiste, encontraste a tu prometida”. Dejó ver una oscura sonrisa y continuó: “Pero por favor, no se queden como piedras, está ceremonia fue hecha en honor a ustedes”.

Miró donde estaba la familia Ferguson, se le fue otorgado una copa de vino al igual que el resto y habló en un brindis.

“Por la unión familiar”.

“Por la unión familiar”. Hablaron los demás en un perfecto unisonó, al mismo tiempo que elevaban sus copas.

“Perfecto”. Dijo Hamilton: “Disfruten esta noche, yo estaré observando desde mi trono”.

Ambos asintieron y lo vieron marcharse.

“Vlad, tu familia es extraña”. Habló Samantha en voz baja mientras sonreía.

“Igual a mí”. Respondió y dirigió su mirada a una de sus tías: “La mujer que está ahí se comprometió con Ernesto, el último hermano de mi padre. Le dio tres hijos, la última es mujer, los tres vienen sólo cuando hay una ceremonia, al igual que el resto de mis primos. Desde que se casó perdió derechos y poder, ahora sólo le queda el silencio”.

Samantha observó a la mujer. Era delgada y extremadamente blanca. No tenía maquillaje lo que la hacía ver cansada y hasta vieja, como si cargara algún peso sobre su espalada.

“La dama, la joven”. Señaló con la mirada a una muchacha de cabellos amarillos, delgada y alta: “Acaba de casarse con aquel hombre, es mi primo, el mayor de todos. Se casaron por contrato y poder. Se estima que deberá de darle un hijo antes del año”.

“¿Y si no logra dárselo?”.

“Alguien más la remplazará y ella desaparece de este mundo”.

“¿Es un chiste?”.

“No lo.es, es la tradición. Si no le das un hijo a un Ferguson, desapareces”.

Samantha se quedó como piedra ante las palabras de Vlad. Se preguntaba qué clase de familia era esa, pero sus dudas estaban más en si Vlad eras capaz de desaparecerla con tal de seguir la tradición.

“Mi padre va a querer bailar contigo. Vas a aceptar una pieza y mientras bailan, va a preguntarte si estás lista para entregar tu poder y derechos. Responderás firme y no vas a mostrar miedo, por más que su mirada te intimide. Dile tus clausuras del contrato y jamás bajes la mirada mientras hablas”. Cerró los ojos, respiró y le dijo: “Ahora depende de ti, yo no podré ayudarte, sólo seré un espectador más”.

“De acuerdo. Seré muy clara con tu padre y le diré mis puntos con respecto a este matrimonio”. Respondió. Samantha estaba más que preparada.

«Se que lo harás bien”. Vlad miró tras ella: “Miller se acerca, es una buena oportunidad para que se encargue de cuidar de Matías, no confió en nadie aquí”.

“Mi futura pareja favorita”. Dijo el Señor Miller al acercarse: “Samantha, estás muy bella esta noche”.

“Gracias, Señor Miller”. Respondió ella con agrado.

El Señor Miller asintió, miró a Vlad y le dijo.

“Y tú Vlad, estas bien”. Sonrió divertido.

“¿Lo tienes todo listo?”. Preguntó Vlad sin hacerle caso a sus comentarios.

“Todo listo”. Aseguró Miller: “Aunque fue difícil conseguirlo, al final lo logré sin quebrantar la tradición familiar”.

Entré su blazer dejó ver unos documentos y se los dio a Vlad satisfecho:

“Esto te ayudará en el futuro”. Dijo emocionado.

Vlad observó aquel documento, asintió y lo guardo. Samantha quería saber lo que decía ahí, pero no podía seguir interfiriendo. Lo único que avanzó a ver fue un sello notarizado.

“Perfecto, ahora quiero que te encargues de cuidar a Matías. Presentaré a Samantha al resto de la familia y no quiero que pongan sus manos en el niño”.

“De abogado a niñero, debería de cóbrate un salarió extra: “Bromeó y tomó a Matías en sus brazos: “Nosotros nos divertiremos, ustedes pueden ir tranquilos”.

“Señor Miller”. Llamó Samantha: “Por favor, cuídelo. Al igual que Vlad, yo también confió en usted”.

“Lo sé, Samantha, lo sé”. Respondió el hombre: “Ve tranquila, que se como cuidar de tu hijo”.

El hombre sonrió al igual que Matías, el Señor Miller era su tío favorito.

Samantha asintió segura de que él haría un buen trabajo. Al poco tiempo Vlad tomó su mano y caminaron hasta la familia Ferguson.

“Tranquila, las mujeres no hacen muchas preguntas”. Le dijo mientras caminaban.

“¿Y si preguntan acerca de mi hijo?”.

“No tienen por qué hacerlo, ellas saben que es un tema delicado y que no deben calumniarte”.

Samantha respiró al estar cerca de las tías de Vlad y las saludo.

“Es un placer conocerlas”. Dijo, mientras sonreía.

“También es un placer conocerte”. Habló la mujer que Vlad le había presentado primero: “Siempre me preguntaría cuándo será el día en que mi querido Vlad nos presentaría a su prometida, y debo de decir que la espera valió la pena. Eres muy bella Samantha, espero que esa belleza no se marchite. Aunque lo dudo, Vlad no es como los hombres Ferguson”.

“Gracias, Teresa”. Respondió Vlad por sus palabras: “Voy a dejar a mi prometida con ustedes, por favor no la incomoden”.

“Tranquilo, nadie aquí incomoda más que tu padre”. Se escuchó la voz de otra mujer que al parecer se había pasado de algunas copas.

“Clara ¿Cuántas copas bebiste?”. Le preguntó Vlad a su tía, esposa del primer hermano de su padre, Rafael. Eran tres, Rafael, Hamilton y Ernesto. Clara era la esposa Ferguson más vieja y por ende, la más infeliz.

“Quizás tres o cinco, perdí la cuenta y perdí mi juventud por ese hombre mal agradecido”. Respondió con molestia y su voz se entristeció cuando dijo: “Lo vi en su oficina teniendo se%o con su secretaria, pero no puedo decir nada, porque no tengo derecho a reclamar. Lo perdí todo y hasta perdí a mi hijo, se convirtió en un ser como él. Hubiera deseado que fuera como tú, pero en esta familia todos tenemos un destino”.

“No dejen que Rafael la vea así”. Les ordenó Vlad a las mujeres: “Tampoco dejen que beba”.

Después de hablar se marchó donde estaban los hombres de su familia.

Samantha sintió algo de pena por Clara. Tomó sus manos, estaban tan frágiles que fácilmente podía romperse un hueso.

“¿Quiere tomar asiento?”. Preguntó.

“Lo que quiero es liberarme de esto”. Respondió ella con voz cansada: “Samantha, tú eres joven y nosotras confiamos que Vlad hará lo mejor para ti, eres nuestra esperanza para una nueva era, a nosotras solo nos queda esperar, callar y obedecer”.

“Clara, será mejor que guardes silencio, Rafael se acerca”. Dijo Teresa al verlo caminar hasta ellas.

“Señoras”. Saludó con una amplia sonrisa oscura: “Samantha, la futura esposa Ferguson… si me permiten me llevó a mi esposa, ella está cansada, el peso de la edad le está llegando”.

Luego se giró para mirarla

“Clara querida, vamos. Haré que preparen una habitación en la que puedas descansar, estás muy anciana y no puedes estar de pie”.

“Si, Rafael”. Respondió ella. Tomó la mano de su esposo y juntos subieron las escaleras hasta desaparecer.

Todas las mujeres de ahí bajaron la mirada, adivinando lo que iba a pasar entre ellos.

Mientras que los hombres conversaban a gusto. Samantha observó a Vlad desde lejos y él sólo la miró de reojo.

Sintió unas manos tocarlas suyas, era teresa.

“Es la primera vez que veo a Vlad así”. Le dijo: “Mi Vlad tuvo la mala suerte de tener un padre como Hamilton, pero por suerte heredó el corazón de su madre”.

“¿Sabe de qué murió ella?”. Preguntó Samantha con sus ojos totalmente abiertos, dispuesta a escuchar la respuesta.

“Ya no le servía a Hamilton y él decidió…”. Se quedó en silencio y bajó la mirada cuándo lo vio acercarse.

“Mi hermosa cuñada”. Dijo energético: “Me disculpas, pero es hora de bailar con la prometida de mi hijo”.

La mujer asintió con la mirada baja y decidió retirarse.

¿Samantha, me permites esta pieza?”. Preguntó al estirar su brazo.

Ella movió su mirada afirmando un sí. Miró de reojo a Vlad y él regresó a verla, diciéndole con su mirada que lo haga. Tomó su dura y fría mano hasta pasar al centro del salón. Hamilton la tomó de la cintura y juntó sus manos para empezar a bailar al ritmo de la sonata.

“No cabe duda de que heredaste la belleza de tus padres”. Dijo mientras bailaban.

“No los recuerdo, pero por las fotografías compruebo sus palabras”. Respondió sin dejar de bailar.

El hombre aparentó sonreír.

“Samantha ¿Sabes lo que implica ser una esposa Ferguson?”. Le preguntó al oído provocando en Samantha cierta repulsión por su cercanía.

“Lo sé”. Dijo e intentó separarse, pero Hamilton la sostuvo con fuerza hasta obligar que la espalda de Samantha chocara con su pecho.

“Cuando te cases con mi hijo tendrás que entregarle todo tu poder y derechos”. La voz de Hamilton en su oído sonó despiadada y su cercanía era repulsiva.

Samantha se llenó de valor y sin dejar de bailar, se colocó al frente hasta verlo a los ojos para responder.

“Señor Hamilton, voy a casarme con Vlad y tendremos un hijo, pero no le otorgaré mis bienes, mi poder, ni mucho menos mis derechos. Cumpliré con el contrato que se firmó hace años, pero yo tengo puntos que deben de ser respetados, si yo quiero puedo divorciarme”.

Hamilton endureció su mirada, ella se había atrevido a retarlo.

“Lo que me dices no puede ser cierto, tiene que ser una broma. En cuanto te cases lo pierdes todo y se lo darás a Vlad, tal como manda la tradición”.

“Yo no bromeo, señor Hamilton”. Habló Samantha con voz firme.

“Samantha, ten esto en claro, las esposas Ferguson no tienen voz ni voto. Se mantienen calladas y en espera de una orden, tú futuro es ese, ser la p$rra de Vlad”.

Samantha se molestó por aquellas palabras del viejo. Dejó de bailar, fijó su mirada en él y le dio una bofetada en frente de todos.

“Déjeme decirle que esta p$rra tiene agallas”.

Hamilton sonrió y se acarició la mejilla donde Samantha lo había abofeteado.

“Señor Ferguson, seré la nueva esposa Ferguson, pero no pienso apegarme a sus ridículas tradiciones y mucho menos a dar mi poder”. Su voz fue alta y clara, no hubo necesidad dudar: “Hemos terminado de bailar”.

Luego empezó a caminar en dirección a los jardines, necesitaba aire fresco.

“Vlad, te espero en mi estudio”. Se escuchó la voz del hombre y caminó hasta desaparecer. Samantha era la primera mujer que se atrevía a tocarlo y eso no le gustó.

Vlad asintió, sacó de uno de sus bolsillos una pequeña libreta donde tenía programado todo, era como una línea de tiempo donde estaba su calendario.

Entre esos puntos estaba: ‘Ridiculizar al viejo’ Lo tacho, ya estaba listo.

Los siguientes puntos eran:

‘Hablar con el viejo después de haber sido ridiculizado por Samantha’.

‘Apegarme al plan. y a los puntos del contrato’

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