Exesposa al poder -
Capítulo 23
Capítulo 23:
Samantha después de haber cenado, estaba en la habitación que Vlad había preparado para ella. Había que agradecer que el lugar era muy acogedor y agradable con vista al jardín. El colchón estaba en el punto, no era muy duro y tampoco muy blando.
Caminó hasta el armario y pudo apreciar sus trajes de ejecutiva que habían sido arreglados dentro de este. Además, de haber también vestidos elegantes para la noche. En la otra puerta había ropa materna, su tela era de algodón y muy suave de colores amarillos, rosados, melón y celestes.
Dejó todo en su lugar y caminó hasta la mesa de noche, dentro del primer cajón estaba la pareja del anillo de compromiso de Vlad, lo tomo y leyó la nota que encontraba a un lado.
[Desde hoy lo llevaras contigo]
Lo tomó. muy despacio y lo colocó en su dedo anular, parecía que fue hecho a su medida y una vez más, Vlad no se equivocaba al demostrar que el anillo era para ella.
Cerró aquel cajón y caminó hasta la ventana para observar la noche, de un momento a otro observó un auto entrar, era Vlad. Miró la hora en su reloj y pudo confirmar su puntualidad, había dicho que vendría en una hora y lo hizo, ni un segundo más ni un segundo menos. Cruzó sus brazos y se quedó a mirarlo.
Vlad estaba más calmado después de aquella salida, caminó hasta entrar en la mansión y estando a punto de entrar en su estudio, la voz de Samantha lo detuvo.
“Vlad, espera”. Dijo ella al bajar las escaleras. Llevaba sobre su cuerpo una bata de dormir turquesa muy grande que besaba el suelo, parecía ser una encantadora damisela en apuros, pero esos ojos llenos de mucha duda y confusión hicieron que Vlad se detuviera: “Le dije a James que guardara algo de comida para ti”.
Vlad respiró, su cuerpo estaba bien y satisfecho, por suerte no llegó a perderse o a perder el control.
“Gracias, Samantha, pero no tengo hambre”. Respondió con un tono de voz más ronco, como si su salida de una hora fuera un reinicio para él: “Ahora si me disculpas, debo de prepararme para mañana, hay una junta importante y no se me permite fallar o que exista algún tipo de error”.
Intentó darse la vuela, pero ella otra vez lo detuvo al preguntar.
“¿Te encuentras bien?”.
“Si”. Fue una respuesta corta y seca.
“Vlad, sé que algo me ocultas”. Dijo Samantha e intentó tocar su frente al creer que era fiebre, pero él la detuvo al tomar su brazo cuando estuvo a punto de hacerlo.
“No Samantha, no lo hagas”. Dijo con voz amarga y sus pantanosos ojos fríos: “Dejemos algo en claro, este matrimonio es para cumplir con un viejo contrato familiar. En cuanto se cumpla y el bebé nazca, nosotros nos separamos. Yo no te merezco, no quiero arrastrarte conmigo a mi mundo y tampoco busques amor en mí porque no lo vas a encontrar. Mantengamos distancia”.
Samantha se quedó como piedra tras escucharlo, parecía que Vlad no quería recibir su ayuda y prefería mantenerse aislado.
“Descansa”. Volvió a decir y entró en su estudio.
Ella respiró al ver la gran puerta de madera cerrarse frente a sus ojos. Dejó de verla y subió hasta la habitación.
No había mucho que hacer en la empresa de Samantha, todos los proyectos se realizaban en perfecto orden y en perfecta sincronía. Como estaban a tiempo de entregar los proyectos a sus respectivos compradores, tuvo la mañana libre.
Matías estaba con ella. Mientras ella trabajaba, él jugaba con algunos autos que había traído, Samantha no quiso dejarlo en la mansión.
Estaba la opción de buscar una niña, pero quería pasar todo el tiempo que fuera posible con él.
Ella lo observaba, mientras jugaba sin parar con aquel anillo de compromiso que se encontraba en su dedo, pero su mente se encontraba en las lagunas profundas de Vlad. Sus cambios y planes para realizarlo todo a la perfecta medida la tenía intrigada.
“Señorita Samantha”. Escuchó la voz de Sonia, ella parpadeó un par de veces para volver de aquel transe: “Felicidades por su próximo matrimonio, el Señor Vlad debe de estar encantado con usted”.
Sonia se oía emocionada, ella siempre supo que Vlad sentía algo por Samantha.
Samantha asintió por sus palabras, miró de tras de Sonia y observó a Nicolas en la entrada. Parecía ser una gran oportunidad para que su hijo conociera un amigo y también para ir al doctor juntas.
“Sonia ¿Hoy irás al hospital?”.
“Sí, Nicolas tiene una cita para realizase algunos chequeos”. Afirmó.
“¿Podemos ir contigo?”. Caminó hasta tomar a Matías: “Él es mi hijo, y al igual que el tuyo tiene problemas en sus pulmones, creo que es una gran oportunidad para que lo revisen y atiendan juntos”.
“Señorita Samantha, para mí siempre será un. gran honor que venga con nosotros”. Llamó a Nicolas y le dijo: “Mi vida, el niño aquí presente es hijo de la señorita Samantha, por favor salúdalo”.
Nicolas se acercó a Matías como un muchacho curioso queriendo saber más de él, lo miró y extendió su mano.
“Hola”. Saludó el pequeño.
Matías miró su mano y con una amplia sonrisa decidió saludarlo.
“Hola”. Dijo emocionado por conocer a otro niño, miró a Samantha y preguntó: “¿Mamá, iremos con ellos? Porque si quiero ir”.
“Si iremos con ellos”. Respondió ella con una agradable sonrisa. Tenía dos motivos para ir al hospital: Uno, para asegurarse que su hijo estuviera bien al igual que Nicolas y dos, para hablar con el doctor que atendió a Vlad la vez pasada cuando lo vio en el hospital.
“Señora Sonia”. Dijo el doctor a cargo de Nicolas: “Su hijo responde correctamente a las medicinas, el tratamiento ha funcionado a la perfección”.
Sonia pudo respirar aliviada, desde que conoció a Samantha, ahora escuchar buenas noticias era posible.
El doctor asintió, ahora era turno del hijo de Samantha. Tomó a Matías y lo sentó en la camilla y con un estetoscopio ubicado en los pulmones le dijo.
“Respira”. El niño hizo caso, era el mismo proceso que tenía con el otro doctor cuando el Señor Miller y Vlad lo cuidaban: “Bien, ahora bota el aire”.
Matías obedeció una vez más
“Perfecto”. Dijo al terminar: “Veo que su hijo está bien, y de acuerdo con el historial médico que me fue entregado por del Señor Vlad Ferguson, no encuentro anomalía, él también responde a los medicamentos”.
Samantha también respiró tranquila.
“Gracias, lo traeré más seguido a sus revisiones”.
“Haces bien, ambas hacen bien. Traerlos con regularidad es necesario. La enfermedad puede estar controlada, pero nunca se sabe cuándo exista una recaída. Comúnmente se presentan por medio de ataques de asmas y eso es lo que debemos evitar”. Explicó.
Ambas madres asintieron, entendiendo perfectamente sus palabras. Agradecieron la atención de sus hijos y salieron del consultorio.
Al salir Samantha tuvo la suerte de ver al mismo doctor que atendió a Vlad.
“Sonia, te voy a pedir que cuides a mi hijo por unos minutos, yo iré hablar con el doctor que está ahí”.
“Vaya tranquila, yo me encargo de cuidarlo”. Sonia sonrió y tomó la mano de Matías, podía encargarse de los dos.
Samantha asintió ante ella, respiró y fue a la oficina del doctor.
El doctor se encontraba revisando algunos documentos, escuchó unos ligeros golpes en la puerta y permitió su acceso. Estiró sus labios cuando reconoció a la mujer que había entrado a su consultorio.
“Señorita Samantha ¿A qué debo su visita o tal vez su consulta?”. Preguntó sorprendido y curioso.
Samantha tomó asiento y con sus ojos fijos en él, le preguntó leyendo el nombre escrito en el gafete sobre el escritorio.
“Doctor Richards, quiero qué me diga que es lo que tiene Vlad Ferguson”.
El rostro del hombre se puso tenso, restregó sus parpados con la punta de sus dedos y le dijo.
“Se que usted es su futura esposa y, por ende, tiene derecho de saberlo. Pero esto es información confidencial entre doctor y paciente. La persona quien tendría que decírselo es el propio Vlad, no yo”.
Samantha respiró frustrada, no tenía planeado irse sin tener alguna pista, así que hizo una última pregunta temiendo su respuesta.
“¿Me asegura que él no corre peligro por alguna enfermedad terminal y que se encuentra bien de salud?”.
El hombre sonrió por aquel comentario descabellado, aunque no podía negar que sentía cierta ternura por ella, Apenas tenía un mes y dos días en conocer a Vlad y ya se preocupaba por él. Ella era la primera mujer que se atrevía a preguntar acerca de su salud y había que admirarlo.
“Se lo aseguró, el Señor Ferguson en ese sentido es una persona muy saludable, llevaba una estricta dieta para mantenerse sano, al igual que los ejercicios que hace”.
Samantha pudo respirar aliviada, no sabía porque pensó o creyó en eso. Quizás si Vlad no hubiera apurado todo su destino en un año, no pensaría en aquella idea tan absurda.
“Veo que con esto la dejo más calmada”. Volvió a decir el doctor al notar el estado de ánimo de Samantha.
“Si”. Afirmó: “Gracias por responder, pero aun así seguiré buscando hasta saber lo que tiene Vlad”.
“Entonces tendrás que buscar en su pasado y en su mente. La única forma de salvarlo es desde ahí”. Aseguró el doctor: “Vlad no deja que nadie se la acerque y mucho menos lo toquen, a menos que sean personas de su absoluta confianza. Pero en ti rompió esas barreras, aunque tú no lo notes, Samantha. Vlad confía en ti, sus formas de demostrarlo son extrañas porque no sabe cómo hacerlo…. no puedo decirte más al respecto, quiero que entiendas que es confidencial”.
“De acuerdo, lo entiendo”. Respondió Samantha, y antes de irse le dijo: “Que Vlad no sepa que he preguntado por él, por favor”.
“Descuida, no se lo diré”.
Ella asintió, se puso de pie y se marchó.
El doctor la vio irse, tenía dos razones muy importantes para no avisarle a Vlad que Samantha estuvo haciendo preguntas al respecto. Si fuera otra mujer, lo hubiera notificado de inmediato, pero ella era su prometida y posiblemente la mujer que lo libere de sus traumas… y dos, tampoco quería que Vlad entrara en crisis nuevamente.
“Gracias por cuidarlo”. Le dijo Samantha a Sonia cuando fue por su hijo.
“Descuide, señorita Samantha, esto es poco para lo que usted ha hecho por nosotros”. Observó la hora y dijo: “Nosotros debemos irnos. Por favor, Nicolas, despídete de Matías y de la señorita Samantha”.
“Nos vemos otro día, señorita Samy, adiós Matías. Si mañana nos volvemos a ver te voy a enseñar como se debe de recitar un poema”. Dijo emocionado y Matías asintió entusiasmado, habían estado practicando uno de sus poemas para recitarlos.
“Nos vemos, Nicolas”. Samantha besó su mejilla: “Descuida, llevaré a Matías más seguido a la empresa para que puedas jugar con él”.
“Nos vemos mañana”. Se escuchó la voz de Matías despidiéndose de ellos.
Sonia y Nicolas asintieron y se despidieron con sus manos hasta desaparecer.
Ella estiró sus labios, tenía que irse. Tomó la mano de Matías y salieron del hospital.
En la salida los esperaba Vlad, utilizaba unos lentes oscuros y el cabello muy bien peinado al igual que su traje impecable. Samantha respiró y caminó en su dirección.
“Me avisaron que estaban aquí”. Dijo él cuando ambos se acercaron: “¿Matías se encuentra bien?”.
“Se encuentra bien, gracias por entregar el historial médico a tiempo. Fue de gran ayuda”.
“Descuida Samantha, estaba en los planes. Al traer a Matías acá, él debía de continuar con sus tratamientos como los recibía allá”:
“Entiendo”. Respondió al mismo tiempo que sonreía, miró a los otros autos que tenían equipaje adentro y preguntó: “¿Vamos algún lado?”.
«Sí, esta noche viajamos a Ingl$terra. Ya está todo listo para la ceremonia de compromiso. Toda la familia Ferguson va a estar ahí, al igual que mi padre”.
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