Exesposa al poder
Capítulo 21

Capítulo 21:

Observando la fría calle, Samantha conducía con su mirada totalmente perdida. Jamás imaginó que ella estuviera destinada a un matrimonio desde pequeña, los planes de vivir sola con su hijo se desmoronaban como la tierra floja en un arrecife cercano al mar, dejando sólo aquel espacio donde antes solía estar. Las palabras de Vlad todavía resuenan en su mente, al igual que su negocio y que la haya espiado sin que ella se diera cuenta.

«Así que Samantha, elige ¿Hacemos esto como una pareja normal que firma un negocio o nos vamos a los tribunales y te reclamo como mi esposa?”. Preguntó Vlad posando una de sus manos en los papeles.

La mirada de Samantha estuvo fija en aquellos documentos donde se ubicaban dos firmas y un matrimonio arreglado, estaba destinada a casarse con Vlad; haga lo que haga para liberarse iba a hacer un fracaso.

“Acepto”. Dijo endureciendo su mirada y con una voz dura le dijo: “Pero tengo condiciones”.

Juntó sus manos para demostrar que su posición era firme, también que quería asegurarse de que el negocio con Vlad Ferguson sea un éxito.

“Vamos a firmar un contrato donde también aceptaras mis puntos: No me vas a tocar; respetaras mi espacio; vas a tratarme como tu esposa, no como un objeto y tampoco me humillaras por más molesto que estés; no vas a intentar acercarte a mi hijo a menos que él te lo pida; nuestras vidas se harán por separado dentro de la mansión, yo no me meto en tu vida ni en tus negocios y tú harás lo mismo; En reuniones o juntas siempre vas a estar a mi lado. Y cuando tenga al niño, repartiremos la custodia, pero los primeros años los cuidaré yo. Si incumples alguno de estos puntos la custodia completa del niño me pertenecerá”. Vio un vaso lleno de licor, decidió tomarlo, lo bebió y le dijo: “Señor Ferguson, si usted acepta esas condiciones, yo acepto formar una familia a la buena”.

Vlad sonrió, ya lo veía venir.

“Envíame esos puntos hoy mismo para mañana tener el contrato preparado y firmarlo. Lo haremos en mi empresa, para que el personal sepa que eres mi prometida y pronto mi esposa. Todo se hará de acuerdo a lo planificado. Mañana en la tarde nos mudaremos a la mansión, el fin de semana viajamos a Ingl$terra donde se preparará una fiesta en honor a nosotros. El próximo sábado nos estamos casando, regresamos, vivimos en familia y tenemos cuatro meses para que te embaraces. Después de eso tienes al bebé; estamos un mes más juntos, le hacemos creer a todos que nuestro matrimonio no da para más, nos divorciamos y compartimos la custodia de mi hijo”.

Vlad lo tenía todo en una perfecta tabla cronológica, su mente era como una máquina que no se permitía cometer ningún tipo de error.

“De acuerdo, necesito una copia de esos papeles». Miró los documentos sobre la repisa: “Y me imagino que también tiene sus cláusulas, quiero una copia”.

“Tengo una copia de ambos, sabía que me las ibas a pedir”. Vlad sacó unos papeles de su portafolio y se los entregó: “Te espero mañana en mi oficina, se puntual”.

“Allí estaré Señor Ferguson, descuide cumpliremos todo esto al pie de la letra”. Estiró sus labios y antes de irse le dijo: “No se olvide que debe respetar mis puntos”.

Vlad asintió, era un hombre de palabra, cumpliría con su parte.

“Desde hoy solo Vlad, Samantha”. Dijo al sonreír: “Elimina lo de ‘Señor Ferguson’, ya no hará falta que me digas así”.

“Como digas, Vlad”. Respondió ella y se marchó.

Cuando llegó hasta la mansión, dejó caer la cabeza en el volante provocando que la bocina sonara. Al darse cuenta de lo que había hecho, despertó de aquel transe y salió del vehículo, tenía que buscar soluciones.

“Es un contrato válido”. Habló el señor Davis sin poder creer de su existencia. No sabían cómo dejaron pasar por alto algo tan importante como eso: “Señorita Samantha, acepte las condiciones del Señor Vlad, créame que él está siendo justo con usted”.

Todos los abogados estaban reunidos en el estudio, algunos tenían una mirada larga y otros estaban severamente preocupados.

“Deme una razón para aceptarlo y para creer que él Señor Vlad es justo”. Habló Samantha al cruzar sus brazos, permaneciendo sentada en su sillón.

El señor Davis arregló sus lentes, la miró y le dijo.

“La familia Ferguson utilizan a las esposas como herramientas. Les quitan su poder y tienen autoridad absoluta sobre ellas, pierden todo derecho. Además, estas deberán darles un hijo varón para continuar con el imperio Ferguson… por alguna razón son las primeras en morir. Cuando su abuela se enteró de esto intentó cancelarlo, pero sucedió lo de sus padres y perdimos conexión con los Ferguson e interés con esto”.

Agitó las hojas y continúo hablando.

“Señorita Samantha, acepte las consecuencias del Señor Vlad, él le está permitiendo continuar con su poder sin tocarlo. Además de que le da por adelantado el divorcio y su libertad ¿Sabe cuántas esposas Ferguson han sido libres? Ninguna, solo escapan del matrimonio a través de la muerte. Y por lo que veo, lo único que pide es un hijo con custodia compartida, lo veo muy razonable”.

“¿Qué clase de familia es esa?”. Preguntó extrañada sin poder creer el breve resumen del señor Davis.

“La familia Ferguson, señorita Samantha. Los hermanos están obligados a competir entre sí para estar en la cima. El Señor Vlad es hijo único, no tuvo que competir gracias a su padre, el señor Hamilton, quien es el peor de todos en esa familia, ha estado en el poder por cinco décadas. Es – un hombre desalmado que se rige a la antigua y viudo desde hace años”. Respiró pesado: “Prepararemos un contrato para que su fortuna no sea tocada, que sus puntos sean respetados, que el divorcio sea después de tener al niño y que obtenga custodia compartida”.

“¿Y por qué no puedo tener la custodia completa?”.

“Las esposas Ferguson pierden el derecho de sus hijos apenas nacen. Es mejor aceptar la custodia compartida a no aceptar nada”. Respondió con mucho pesar.

“En caso de que el incumpla uno de los puntos que le di ¿La custodia completa será mía?”.

“Sólo si él firma y como usted lo dice, incumpla uno de los puntos, cosa que es imposible. Los Ferguson son personas perfeccionistas, siempre planifican y jamás se salen de lugar. Con esto no quiero decir que usted haga algo para que los puntos se vean irrumpidos, si se entera de alguna conspiración, le quitará al niño”.

Samantha no sabía en que tierras o pantanos estaba metida y por lo visto, Vlad tenía las de ganar por donde sea.

“De acuerdo, preparen un contrato para esta noche, mañana le haremos una vista a mi prometido”.

Al subir a la habitación de su hijo, lo vio dormir.

Samantha caminó hasta él y decidió recostarse a su lado. Pensaba en la forma de decirle que se irían a vivir a otro lugar y que un hombre los acompañaría por un gran tiempo. Además, de darle un hermanito, quien será hijo de Vlad.

“No me odies por esto”. Dijo en voz baja y se quedó a dormir con él.

Siete vehículos negros bajaron en la entrada de la Empresa Automotriz DELTA. De estos bajaron guardaespaldas, todo un bufe de abogados y Samantha con ellos. En grupo se dirigieron al piso donde llevarían a cabo el contrato, parecía ser el negocio del año.

“Señor Ferguson, la Señorita Williams está aquí ¿Los hago pasar a la sala de reuniones?” Preguntó su secretaria por el intercomunicador.

“Hazlo, yo iré de inmediato”. Respondió Vlad. Arregló su traje, corbata y salió en busca de su prometida.

En la sala de reuniones se mantenían sentados en la parte lateral el grupo de abogados en defensa de los suyos.

Vlad y Samantha ocupaban las cabeceras leyendo los contratos y puntos de ambas partes.

Vlad tomó una pluma y firmó, le parecían justos los puntos de Samantha y también estaba seguro que no iba a quebrar sus puntos, él jamás comete errores, siempre sale ileso. Vlad no quería quitarle poder a Samantha y mucho menos tener poder sobre ella, sólo quería al heredero, no el mismo destino que tenían las esposas Ferguson o el mismo destino que tuvo su madre. Entre menos dure como su esposa, ella estaría bien.

Samantha lo vio firmar, como él ya había aceptado sus condiciones, ella firmó. Un contrato se dejó sobre la mesa y dos grandes familias se unían.

“Este documento aclara que no podrá tocar ni un centavo de la señorita Samantha y que tampoco tendrá poder sobre ella”. Explicó el señor Davis en representación de Samantha y de todos los abogados de esta parte.

Vlad asintió, sabía lo que había firmado.

“Mi cliente está de acuerdo”. Dijo el Señor Miller como su representante: “La señorita Samantha mantendrá su postura y poder, pero dentro de cuatro meses tendrá que llevar al heredero Ferguson en su vientre. Los acuerdos se respetarán al pie de la letra y ninguno de los dos podrá fijarse en otras personas mientras estén casados. Y de la misma forma, cuando estén junto al niño Matías. Sus diferencias serán solucionadas cuando estén solos”.

Los abogados asintieron, ya todo estaba en su lugar, ahora dependían de los futuros esposos.

Samantha junto a su equipo, estaban por salir habiendo terminado, pero antes de que se fuera, Vlad le dijo.

“Sólo lleva tu ropa y la de tu hijo antes de la noche. Yo me encargare de que nada les falte, la mansión lo tiene todo”.

“De acuerdo, Vlad”. Respondió Samantha tan seria como le era posible: “Estaré en tu propiedad con mi hijo antes de la noche”.

Al terminar sus palabras abandonó la sala.

Vlad levantó su mano para que el resto de abogados también se fueran, excepto por uno.

“¿Cómo le explicaras a Samantha tus ausencias de una semana?”. Preguntó el Señor Miller.

“No tengo que explicárselo”: Respondió con su mirada fija en la nada: “Samantha sólo tiene que saber que mis ausencias son causadas por viajes de negocios, ella no tiene que saber a dónde voy”.

El Señor Miller sonrió bufón.

“Samantha es muy inteligente, y en cuanto note que desapareces más de lo habitual va a empezar a investigar”.

“Entonces estás encargado de impedírselo, ella no puede acercarse a mí ni mucho menos verme en ese estado”.

“De acuerdo, haré lo mejor que pueda”. Se puso de pie para irse, pero antes tocó su hombro y dijo una vez. Más: “Me alegra que hayas. optado por la mejor opción para Samantha, ella no merece ser una esposa Ferguson toda su vida. Ahora iré a alcanzarla y pedirle disculpa por todo esto, sobre todo por tu plan para llegar a ella”.

Vlad respiró, al sentir algo de presión sacó de uno de sus bolsillos una pastilla tragándosela con algo de agua. Tenía que encontrar calma y para eso cerró los ojos para controlar su respiración que amenazaba con ahogarlo. Las cicatrices del pasado lo habían afectado y aun lo acompañaban.

“Samantha, espera”. Dijo el Señor Miller.

Ella decidió parar antes de subir a su vehículo. Estaba molesta con él, sobre todo en la forma en como llevaron su plan.

“Señor Miller”. Habló educada: “Agradezco que haya cuidado de mi hijo, pero no entiendo porque hizo que cayera en los planes de Vlad”.

“Créeme, Samantha, era la mejor opción que encontramos para ti”. Él respondió honesto al estar cerca.

“Su mejor opción me obliga a casarme con él”.

“Samantha, este contrato que acaban de hacer te otorga tu liberta, seas la primera esposa Ferguson que tiene derecho al divorcio y a la custodia compartida. Con el tiempo vas a entenderlo y entenderás que Vlad fue justo y el más humano de toda esa familia”.

“Usted debe de conocerlo muy bien”. Sonrió divertida: “Yo pensé que lo conocía, pero parece que me equivoqué. Es más arrogante y frio de lo que pude haber imaginado. No tiene muestra de cariño, sus ojos están escasos de sentimientos, yo pensé que él y yo…”.

No pudo terminar su frase por lo molesta que estaba.

“Vlad es así gracias a su padre. No es necesario que lo entiendas, él es un rompecabezas que no quiere ser amado, es mejor que mantengan esto así hasta el divorcio”. Llevó las manos a sus bolsillos, soltó aire que estaba conteniendo y dijo: “Sentimientos y amor no existen en su diccionario, el mayor Ferguson se encargó de eliminar todo eso en Vlad… y de la peor forma posible”.

“Señor Miller, por qué siento que me oculta algo”.

El hombre respiró e hizo una mueca de lado.

“¿Quieres que te ayude con la mudanza?”. Preguntó cambiando de tema.

“No será necesario, Señor Miller. Sólo nos llevaremos nuestra ropa y tengo ayuda de sobra”. Respondió, pero todavía tenía esa espina metida sobre Vlad.

“De acuerdo y discúlpame por no haberte dicho todo esto, no lo hice por maldad, lo hicimos por tu bien”. Samantha asintió, y antes de que pueda subir a su auto, el Señor Miller le dijo: “Mucha suerte en tu matrimonio y un pronto divorcio”.

Samantha llegó con su hijo a la mansión antes que la noche empezara. Le había dicho a Matías que irían a vivir con su pareja, el niño asintió entendiendo a su madre. Ahora miraba a través de la ventana del vehículo aquellas puertas donde una nueva vida estaba por empezar.

«Bienvenida, Señorita Samantha”. Dijo un mayordomo. Vlad había contratado personal para la mansión.

Ella asintió, tomó la mano de su hijo y empezaron a caminar. En la entrada de la puerta esperaba Vlad satisfecho por verlos, a su lado estaba un gran perro, era un Rottweiler que mantenía la misma postura que su amo.

De un momento a otro el niño se soltó de la mano de Samantha y se puso a correr hacia ellos.

“¡Señor, señor! Sí vino”. Dijo Matías cuando alcanzó los brazos de Vlad y él lo tomó hasta llevarlo a su altura: “¡También trajo a Hades!”.

El pequeño estaba emocionado al ver al gran perro junto a él.

En ese momento, Samantha se dio cuenta que Vlad había entrado en la vida de su hijo para ganarse su cariño y no ser visto como un extraño ante los ojos del pequeño cuando ellos se casarán, él lo había criado. Vlad lo pensó en todo, cada paso, cada detalle, todo. Hasta se podría decir que conocía más de Matías que Samantha.

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