Exesposa al poder -
Capítulo 20
Capítulo 20:
“Yo me retiro”. Dijo el Señor Miller. Alzó por última vez su vaso y lo bebió lo que quedaba de golpe: “Buenas noches, Samantha, buenas noches, Vlad”.
Se despidió al ponerse de pie y después se marchó.
“Samantha, por favor, toma asiento”. Habló Vlad con un tono de voz calmado pero potente. Observó una de las sillas yacías junto a él y se la señalo.
Samantha asintió, tenía un mal presentimiento que él estuviera ahí. Sus ojos reflejaban algún tipo de negocio por realizar y aquella mirada que Vlad tenía lo confirmaba.
Tomó la silla y esperó a que hablara.
“¿Quieres un trago?”. Preguntó.
“Yo no bebo, Señor Ferguson”. Respondió confundida.
“Créeme, lo vas a necesitar”. Vlad estiró sus labios y bebió. Dejó el vaso sobre la repisa, la miró y le dijo: “Samantha, yo te ayudé a que demostraras tu inocencia, ahora te pido qué me pagues”.
Ella asintió, pero no hacía más que pensar en aquel, pago ¿Cómo iba pagarla a un hombre tan poderoso que ya lo tenía todo? Se preguntaba una y otra vez.
“¿Y cuál es ese pago, Señor Ferguson?”. Preguntó temiendo lo peor.
Antes que Vlad respondiera su pregunta, decidió contarle una historiara donde los dos ya estaban destinados.
“Tu familia y la mía nos unieron en matrimonio desde pequeños. Yo tenía siete años, tú estabas por cumplir los tres. En la gran mesa se decidió nuestro destino, nos íbamos a casar cuando tu cumplieras la mayoría de edad. Grandes élites se iban a unir y para demostrar eso, había que tener un hijo que confirmara esa unión. Todo ya estaba planificado, pero pasó lo de tu accidente. Tus padres murieron y tu cuerpo no fue encontrado, se te dio por muerta por años. Sin embargo, tu abuela jamás perdió las esperanzas. El contrato jamás se rompió por aquella esperanza de encontrarte, la señora Andrea olvidó por completo ese acuerdo y de poner su firma para darlo por vencido.
Al pasar del tiempo nos enteramos de que estabas viva y en la cárcel, le dije a uno de mis mejores abogados que llevara el caso y que se presentara ante tu abuela como uno más, sin que ella sepa que yo estaba tras esto. Me enteré de que tuviste un hijo en prisión, Miller era mis ojos y oídos. Un día llegó con un recién nacido y decidimos sacarlo del país por su seguridad. La señora Andrea pagó una parte para que salieras, pero yo pagué la otra parte”.
De su bolsillo dejó ver una argolla que era la pareja de la que tenía él en su dedo medio.
“Samantha Williams”. Dijo mirándola a los ojos. “Pagaras tu deuda convirtiéndote en mi esposa y dándome un hijo”.
Samantha quedó tiesa, Vlad se había metido en su vida como un virus buscando sus puntos débiles para que ella no pueda decir que no. Ahora entendía el porqué del proyecto, las habitaciones de pareja, las de los niños, la llegada de su prometida, todo encajaba a la perfección. Él lo pensó en todo.
“Yo no puedo, Señor Ferguson. Acabo de salir de un matrimonio, no puedo entrar en otro. Es una locura lo que me está diciendo. Además ¿Tener un hijo con usted? Ni siquiera nos conocemos del todo, apenas nos veíamos en la construcción. El matrimonio sería un fracaso”.
Vlad sonrió con ligereza.
“Sabía que ibas a decir eso”.
Dijo y sacó unos documentos viejos ya firmados.
“Este es el contrato que firmaron nuestras familias. Si hubiera querido que se cumpliera, yo mismo hubiera entrado a la cárcel y te sacaría de ahí reclamándote como mi esposa. Sin embargo, decidí hacerlo de otro modo para que no me veas como un desconocido y, sobre todo, para que no me odiaras. Te ayudé con tu inocencia, las evidencias ya las tenía, pero necesitaba un mes para conocernos y para que se terminarán nuestra casa. Entré a tu vida calculando cada paso, cada detalle y asegurándome que Dante ya no significara nada para ti. Quieras o no, debes de aceptarlo, convertirte en mi esposa y darme un hijo.
Samantha sonrió, estaba en negación completa.
“No, esto no puede ser cierto”. Dijo llevando su mano a la frente: “Tiene que ver algún fallo, alguna forma para deshacer esto”.
“La hay, vamos a estar casados hasta que des a luz. En cuatro meses deberás quedar embarazada, y para facilitar las cosas entre los dos, va a ser por una inseminación cuando estés lista, no es necesario el se%o. Descuida, dividiremos la custodia del niño. No voy a tocarte ni a obligarte a que hagas algo que no quieras. Viviremos en la mansión que he mandado a construir, fingiremos ser una gran familia, asistiremos a mis eventos, reuniones familiares, juntas y otras cosas.
La familia va a querer conocerte, sobre todo mi padre, él era la persona que más deseaba este matrimonio. No tocaré tu fortuna ni tu empresa, esa es tuya; tú tampoco lo harás con lo mío. Nuestros mundos de los negocios se mantienen por separado al igual que nuestras vidas personales. Pero vuelvo y te repito, el niño tiene que estar en tu vientre dentro de cuatro meses”.
“¿Y si no acepto?”.
“Bueno, aparte de que aceptaste mi ayuda, me diste tu palabra de que ibas a pagarme y que también existe un contrato ya firmado por dos grandes cabezas de familia. Supongo que deberías ir con tus abogados, mostrarle los documentos y que ellos te indiquen que debes de aceptar quieras o no. Sobre todo, por lo que te propongo al asegurarte que no tocaré tu fortuna, dividir la custodia del niño y que tienes el divorcio por adelantado. Tus abogados conocen a la Familia Ferguson y sabrán que yo estoy siendo piadoso contigo”.
“¿Y por qué mis abogados aceptarían esta locura?”. Preguntó con una ligera sonrisa.
“Porque todo es legal y porque ellos tienden de un hilo sino aceptas”. Juntó sus manos y dijo: “Verás, nos enfrentaríamos a un juicio del que yo ganaría por tener todo esto a mi favor y tú aparte de perder dinero; perderías en mi contra”,
Luego la miró a los ojos y le preguntó.
“Así que Samantha, elige ¿Hacemos esto como una pareja normal que firma un negocio o nos vamos a los tribunales y te reclamo cómo mi esposa? Donde perderías millones y millones dólares para después perder en contra de mí. Piénsalo bien, dejas de ser una ex esposa al poder y te conviertes en una esposa con el doble de poder”.
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