Exesposa al poder
Capítulo 16

Capítulo 16:

Samantha estaba diseñando nuevos proyectos en la Tablet, observó para la oficina de Dante y no lo vio. El jamás llegaba tarde… se preguntaba si su ausencia estaba relacionada con la llamada de anoche.

«Samantha ¿Podemos hablar?”. Le dijo, en su voz se notaba que estaba ebrio y algo ronco.

«Lo siento Señor Mickelson, pero si no es de algo relacionado con el trabajo, no hablaré con usted”. Respondió ella bastante cortante. Su decisión de romper lazos con Dante era definitiva.

«Es sobre nosotros”.

Samantha guardó silencio por unos segundos y mordió su labio inferior.

«Estoy cansada y tengo mucho trabajo que hacer”. Respondió: “Buenas noches, Señor Mickelson”.

En otros tiempos esa llamada hubiera significado mucho, pero ahora era tan común como cualquier otra, era molesta y hasta esperada.

Su rostro se puso serio y pensativo preguntándose porqué Dante decidió llamarla cuando ya se iba a casare, incluso Heidy le daría un hijo. Él estaba completamente mal de la cabeza.

Volvió a alzar su mirada y observó a la pareja de enamorados tomados de las manos entrar hasta la oficina. Dante mantenía unos lentes de sol para ocultar su ebriedad y Heidy radiaba de felicidad. Al parecer todo estaba bien en ellos.

Dejó de verlos y concentró su mente en los diseños, tenía que ser entregados antes de que el día terminara.

Llegó medio día y Samantha se preparaba para la hora del almuerzo, pero antes de salir, Heidy entró.

2Hagas lo que hagas jamás vas a poder quitármelo”. Dijo de golpe: “Podrás tener un hijo con él, pero ahora es mío y yo le voy a dar uno”.

“Nos le deseo más que felicidad a ambos y un feliz matrimonio”. Respondió Samantha, caminó hasta donde ella y volvió a decir: “Ahora fuera de mí oficina. No quiero sacarte a jalones y verme envuelta en otro escándalo”.

Heidy sonrió y con descaro le dijo.

“Te gané Samantha Williams, ten eso en mente. Y para que veas que no soy tan mala como dicen”. Sacó de su bolso una invitación para la boda y la dejó sobre el escritorio: “Te reserve un puesto en primera fila para que veas como nos casamos el amor de tu vida y yo”.

Samantha no pudo evitar sonreír al escucharla. Tomó la invitación en sus manos, por supuesto que iría.

“Iré y les daré su regalo de bodas por adelantado, a fin de este mes para ser exactos. Espéralo, que ya falta muy poco. Créame que cuando lo veas tu mundo va a. cambiar”. Luego endureció su voz y volvió a decir con más firmeza: “Ahora sal de mi oficina que debo retirarme”.

Heidy hizo un par de muecas, ya le había entregado el sobre qué era lo que quería hacer desde que llegó. Así que dio media vuelta y se fue.

Samantha respiró con fuerza, no podía negar que sentía un poco de pena por el hombre, tremenda decepción que iba a llevarse, pero ese regalo ya estaba planificado. Tomó sus llaves y salió de la oficina.

Al salir de la empresa se topó con Vlad en la entrada

  • Señorita Williams”. Llamó el hombre al acercarse.
  • Señor Ferguson, no lo esperaba en la empresa, pensé que estaría en la constructora como siempre”. Dijo ella sorprendida por verlo.

“No, hoy quise almorzar con usted”. Samantha alzó una ceja tras su comentario y él sonrió por primera vez. Su sonrisa era seductora y hasta llamativa: “Usted me ofreció un almuerzo anteriormente y decidí que sea hoy”.

Agregó ante la mirada de duda que tenía Samantha.

“¡Claro!” Dijo recordando su promesa: “Pero seré yo quien pague está vez, es mi invitado”.

Vlad asintió conforme, le ofreció su brazo y ella lo tomó por cordialidad.

Sentir el calor de Vlad y su cercanía era muy extraño para Samantha, provocaba cierto nerviosismo en su cuerpo. Recobró la compostura y juntos fueron para el auto de Samantha, y tras de ellos los guardaespaldas de ambos.

“Nunca pensé que le gustara los lugares simples”. Habló Vlad al observar el restaurante al que le llevó Samantha. No era fino y tampoco uno de cinco estrellas como a los que él solía ir para firmar negocios.

“No sólo a usted le gusta lo simple”. Dijo Samantha, mientras probaba un postre, pero ella notó que él no había probado su comida

“¿No le gustó?”. Preguntó al ver el plato intacto.

“No es eso, es sólo que no consumo azúcar, pero por lo que veo se ve que esta bueno”.

“Puede pedir otra cosa, aquí hay de todo… ¿Qué tal verduras?”. Preguntó al adivinar parte de su dieta.

“Es mejor”. Asintió por el plato elegido.

Samantha sonrió y le ordenó al mesero un plato de verduras para Vlad.

“¿Por qué le gusta este lugar?”. Vlad sentía curiosidad por saber la respuesta.

“Porque la comida es muy buena, siempre vengo a almorzar aquí, siempre lo he hecho e incluso antes de enterarme de que era una mujer millonaria”. Respondió encantada: “Sé que no es un lugar a los que usted acostumbra, pero no siempre podemos estar en los mismos lugares, hay que romper la rutina de vez en cuando”.

Vlad se quedó pensando ante sus palabras, mientras la observaba sin pestañar.

“Señor, su plato». Dijo el mesero cuando llegó con su orden y lo dejó en la mesa.

“Gracias”. Dijo despertando de aquel transe y se dispuso a comer.

Ambos habían llegado juntos a la construcción, cada vez faltaba menos para terminar.

De un momento a otro llegó Dante con Heidy, parecía que los cuatro estaban destinados a encontrarse.

Dante tomando la mano de Heidy, caminó hasta la mansión donde ya sólo faltaba pintura y diseños. Todo el esqueleto ya se había completado.

Samantha no pudo evitar verlos, él parecía serio, pero Heidy estaba demasiado feliz.

“¿Todavía amas a tu ex esposo?”. Preguntó Vlad de repente al notar la mirada de Samantha en él.

“Siento pena, sólo eso. Los sentimientos que antes tuve por Dante han muerto desde hace tiempo”.

“Si él te demostrara su arrepentimiento ¿Lo perdonarías?”. Volvió: a preguntar.

“No, no lo perdonaría. La persona que un día amé no creyó en mí y para rematar se metió con la que se suponía que era mi mejor amiga. Ninguno se merece mi perdón, ni siquiera mi piedad”. Respondió muy segura de su decisión. Luego lo miró y dijo: “Señor Ferguson, yo no perdonaría a quienes no confiaron en mí y conspiraron en mi contra”.

Vlad asintió entendiendo sus palabras a la perfección, pero sus ojos parecían no entenderlo. Llevó las manos a los bolsillos delanteros de su pantalón y preguntó: “¿Quiere ir a ver el jardín?”.

Ella asintió ante su pregunta y juntos fueron a ver los avances.

“¿Podrías por favor traerme agua?”. Preguntó Heidy: “Debo de tomar las medicinas”.

Dante asintió y fue en busca de lo pedido. Heidy aprovechó su ausencia para acariciarse el vientre. Nunca imaginó que podía amar tanto a este niño, pero después de todo, él era su boleto.

Dante llegó en la madrugada y fue directo a la habitación de Heidy. Ella lo esperaba despierta, pero en cuanto lo escuchó entrar, se hizo la dormida.

“Despierta, Heidy”. Dijo al acercarse y mover su cuerpo: “Tenemos que hablar”.

Tanto su voz como su aliento tenían rastro de la presencia del licor.

Ella levantó su cuerpo y observó la hora.

  • Dante, es muy tarde”. Dijo con voz soñolienta: “Hablaremos mañana en la mañana. Ahora quiero dormir”.

“Me caso contigo cuando el bebé nazca”. Dijo de golpe, llamando por completo la atención de Heidy: “Pero si descubro que no es mío o que me has estado mintiendo, da por terminada esta relación”.

“Este niño es tan tuyo como mío, Dante”. Aseguro: “Puedes hacerme las pruebas que sean necesaria e incluso en el embarazo. Estoy dispuesta a hacerlo con tal de demostrarte que eres el padre de mi hijo”.

Dante la observó muy segura, pero aun así las dudas crecieron.

“De acuerdo, se harán las pruebas en el embarazo, pero la boda se aplaza hasta entonces”. Dijo y se fue.

“No tengo problemas Dante, esperaré paciente porque ya estas atrapado y mi bebé es mi boleto”. Dijo en voz baja.

“Tú eres mi boleto para que papi no nos deje”. Habló sin dejar de acariciar su vientre.

“Heidy, tu agua”. Se escuchó la voz de Dante tras ella

Heidy con una sonrisa en su rostro tomó la botella y decidió beberla junto con las pastillas. Tenía que cuidar del niño en su vientre para no tener un ab%rto y perderlo todo.

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