Exesposa al poder -
Capítulo 13
Capítulo 13:
Sentada es el estudio de su casa, Samantha decidió pasar la grabación del hospital a su pc y hacer muchas copias. Como A la carpeta la nombro: ‘Regalo de bodas para Dante’.
Luego estiro su cuerpo hacia atrás satisfecha, pero de un momento a otro recibe una llamada.
“Señor Miller”. Respondió: “¿Sucedió algo?”.
“No, pero la estoy esperando en la sala”.
“¡¿Usted está aquí?!”. Preguntó sorprendida.
“Exacto ¿Puede bajar?”. Dijo el hombre con algo de felicidad.
“De acuerdo, bajo de inmediato”. Le respondió y colgó.
Como tenía puesta una pijama muy pequeña, decidió buscar una bata y bajar hasta donde la esperaba su abogado.
“Señorita Samantha”. Saludó el Señor Miller en cuanto la observó bajar.
Samantha asintió en cuanto lo vio, el hombre vestía un traje formal y zapatos relucientes. Lo hacía ver muy joven para su edad.
“¿Sucedió algo, Señor Miller?”. Preguntó al tomar asiento.
“Es con respecto al caso del niño Nicolas”. Se quedó en silencio por unos segundos, provocándole una pequeña angustia a Samantha: “Pude hablar con el abogado del padre, es un principiante, apenas está empezando a litigar. Por lo que me dijo, el hombre está dispuesto a llevárselo, pero…”:
Luego le entregó una hoja y se la dio.
“No hubo necesidad de ir a juicio”. Sonrió: “Ganamos, señora Williams”.
“¿Es en serio? ¡¿Es un día logró ganar?! ¡¿Cómo lo consiguió?”.
“Tengo una buena reputación, no por nada su abuela me contrató. Aunque demoré cinco años, lo logramos”. Juntó sus manos y dijo: “El caso del niño Nicolas era sencillo. El padre fue quien abandonó a la señora Sonia embarazada, además de pedirle que abortara. Ese día perdió todo derecho desde. Ahora se encuentra en el borde de la banca rota, no puede seguir pagando un juicio. Fue demasiado fácil ganar, créame”.
“¿Sonia lo sabe? ¿Sabe que ganamos?”.
“No, quería que primero lo supiera usted y que mañana le diera la noticia, junto con los documentos. El niño también quedó inscrito en el hospital, desde mañana puede ir a los chequeos y tratamientos que se necesiten”. Sonrió.
“Gracias, mañana le daré la noticia a Sonia. Acaba de alegrarme la noche, es la segunda buena noticia que he recibido el día de hoy”.
“¿Ah sí? ¿Y cuál es la primera?”. Preguntó muy curioso.
“Por ahora no puedo contárselo, pero pronto se lo haré saber”. Respondió satisfecha y el Señor Miller asintió. No podía negar que Samantha estaba contenta, era imposible que le arruinaran la noche.
Con su traje de ejecutiva, Samantha entró a la empresa. Al llegar a su oficina tuvo la suerte de encontrarse con Sonia en los pasillos. No pudo más y decidió entregarle los papeles.
“¿El padre de mi hijo ya no podrá acercarse a él?”. Preguntó sin poder creerlo.
- No, la custodia completa es tuya. Además, desde hoy Nicolas podrá ir al hospital para sus tratamientos. Felicidades, Sonia”.
La mujer no lo podía creer, pero los documentos que tenía en sus manos así lo decían. Ahora su hijo siempre estará con ella y podrá continuar con su tratamiento.
“Todo esto se lo debo a usted y al Señor Miller”. La abrazó con mucha fuerza: “Gracias, señorita Williams, es un ángel”.
“No podía permitir que te quitaran a tu hijo”. Respondió ella ante el abrazo: “No tienes nada de que agradecer, siempre que quieras algo no dudes en decírmelo”.
“No quiero tomar tantas molestias, esto es suficiente”. Suspiró y habló algo apenada: “Mi hijo me dijo sobre lo sucedido con la señorita Heidy. Gracias por defenderlo, si ve al Señor Ferguson dele las gracias de mi parte”.
“Lo haré apenas lo vea”. Le dijo antes de despedirse, ya le había dado las buenas nuevas y debía volver al trabajo.
Al intentar entrar en su oficina, la voz de Dante la detuvo.
“Tenemos que hablar”. Dijo mientras se acercaba a ella.
«Estoy ocupada”. Respondió Samantha cortante: “Si no son temas de trabajo, no quiero hablar contigo”.
“Esto es importante”. Insistió.
“Programa una reunión con Cirius, si me desocupo te atiendo”. Dejó de prestarle atención y lo dejó con la palabra en la boca.
Dante trató de respirar, desconocía por completo a Samantha, definitivamente no era aquella muchacha dulce y paciente.
“Creo que usted no le cae bien a la señorita Williams”. Escuchó la voz de Sonia, quien fue testigo de ese encuentro: “No debería meterme en esto, pero Señor Mickelson, usted no la merece. Debería de dejarla rehacer su vida con alguien que si lo haga”.
Dante no dijo nada ante el comentario de la mujer. Dejó de verla y se alejó hasta perderse.
“La señorita Wilhams es mucha mujer para usted”. Dijo Sonia cuando lo vio alejarse y fue a hacer su trabajo.
“Señorita Samantha”. Llamó Cirius: “De acuerdo con el cronograma, hoy tiene que asistir a un evento de modelaje. Es importante que los socios estén presentes”.
Samantha lo había olvidado por completo, cada año la empresa recaudaba fondos para ser entregados a los orfanatos e iglesias, siempre lo hacían con una empresa más.
Tomó sus cosas y caminó con Cirius hasta donde darían el evento.
Entró en el salón, el evento por pasarela era realizado en un hotel. Al querer tomar asiento escuchó su nombre.
“¡Samy!”. Era Darla, una vieja amiga quien se encargaba de organizar todo eso: “Me alegra que hayas venido, una de las modelos acaba de intoxicarse al comer camarón, por favor puedes sustituirla, así como hace cinco años”. Suplicó con sus manos juntas y grandes ojos.
Samantha parpadeó un par de veces tras escucharla. Si, había modelado en una ocasión cuando una de sus modelos tuvo un retraso, pero ¿Volverlo hacer otra vez? Era una locura, una completa locura.
“Yo no puedo, no estoy lista”. Respondió: “Haré el ridículo si modelo, ya no soy tan joven como antes”.
“Vamos, Sam”. Le dijo mirándola con ojitos de gato: “No lo hagas por mí, hazlo por esos niños que necesitan de este dinero. Además, estás increíble, nadie notará tu edad… y lo mejor de todo serás una inspiración para muchas mujeres. También te recuerdo que tu participación de la otra vez fue la que más dinero recaudó gracias a los hombres que quisieron una cita contigo ¿Lo recuerdas?”.
Claro que lo recordaba, Dante fue quien pagó más para llevarla a cenar.
“Yo…”.
“Di que sí, por favor. Estoy desesperada, el Señor Ferguson, que nunca aparece a estos eventos, hoy se le ocurrió venir”.
Samantha pestañó, al parecer hoy también lo iba a ver.
“¿El Señor Ferguson? ¿Vlad Ferguson?”. Preguntó sorprendida.
“Sí, Vlad Ferguson el inglés”.
“¿Él también organizó esto?”. El hombre estaba casi en todo, parecía ser dueño de media ciudad.
“Sí, esta es la otra empresa con la que trabajo. Este es su hotel”. Recalcó: “Por favor, Samy, ayúdame. Si no consigo una modelo en los próximos diez minutos, tendré que olvidarme de este empleo. No conoces al hombre, le gusta que todo salga según lo planificado”.
Samantha respiró, lo haría por ella.
“De acuerdo, lo haré”. Dijo, provocando que Darla diera saltitos de felicidad.
La tomó de la mano y fueron hasta el camerino, había que prepararla antes de saliera a la pasarela.
Retiraron su conjunto de ejecutiva y lo reemplazaron por un vestido rojo al cuerpo, de gran escote en la espalda y en la parte de enfrente. Su cabello, antes recogido en una cola alta, fue cepillado para que permaneciera al natural y que bailara al ritmo de sus pasos. El toque final fue un maquillaje sencillo con labial provocador y un ligero perfume que refrescaba su cuerpo.
Samantha se observó en el espejo, desconocía aquella mujer que se reflejaba. Estaba tan acostumbrada a usar los conjuntos de ejecutiva que había olvidado por completo su imagen.
“Este año vamos a recolectar mucho dinero”. Dijo Darla maravillada observando tras ella”. Cuando te de la señal pasas, luces el vestido y sonríes”.
Ella respiró, no podía evitar que sus piernas templaran.
Decidió tomar asiento a esperar su turno.
La sala ya estaba llena, entre los incitados estaba Dante junto a Heidy, el Señor Miller y al otro lado Vlad.
Las modelos empezaron hacer su magia, una a una fue pasando, hasta que le tocó a Samantha.
Ella caminó muy segura de sí misma, cada paso que daba dejaba huellas imparables. Llegó hasta el final de la tarima, sonrió agraciada mostrando su carisma y dio una gran vuelta de regreso, al mismo tiempo que su vestido volaba agarrado de su mano.
La mirada de todos estuvo fija en ella, en aquella mujer que había modelado hace cinco años atrás y lo volvió hacer con más fuerza. Ellos estaban totalmente encantados por verla participar, quien estaba más cautivado era Vlad, si los conjuntos de ejecutiva le quedaban bien, los vestidos eran otra cosa, otro mundo, otro nivel de mujer. Pero siempre había excepciones, Heidy estaba furiosa y sentía como los celos ardían en su interior. Dante estaba cautivado con Samantha, aunque intentaba negarlo.
Lo siguiente que se escuchó fueron aplausos cuando la pasarela llegó a su fin.
“Felicidades, me acabas de salvar el pellejo”. Dijo Darla cuando entró en el camerino: “Aquí tienes, es de la persona que pagó por ir a una cena contigo que, por cierto, es mucho dinero”.
Luego le entregó un sobre donde estaba la dirección y la hora.
“¿Sabes quién es?”. Preguntó curiosa.
“No, esto siempre es anónimo. Es la rutina y la tradición”. La tomó de los hombros y le dijo: “Descuida, sólo será una noche y solo por una hora”.
Ella asintió y abrió el sobre. No había dirección ni hora, en su lugar decía.
[Cupón valido para pedir una sola cosa después de haberme pagado].
Samantha quedó anonadada por la extraña nota. No tenía que ir a una cita, todo lo contrario, ahora tenía un cupón para pedir algo.
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