Exesposa al poder
Capítulo 10

Capítulo 10:

“Señor Miller”. Saludó Samantha en cuanto lo vio.

El hombre también devolvió su saludo al abrazarla. Él apenas había llegado al país y decidió ir por ella, había muchas cosas de que hablar.

“Por favor, le pido que tome asiento”. Insistió Samantha: “¿Quiere algo para beber?”.

“No, así estoy bien”. Respondió, cruzó sus piernas y decidió preguntar: “Te noté algo intranquila en la llamada que tuvimos antes de que aterrizara ¿Puedo saber que sucedió?”.

Samantha respiró algo pesado.

“Quiero que lleve un caso”. Dijo dejando caer suavemente sus manos en el escritorio. “Conocí a una buena mujer que tiene un hijo enfermo, el marido amenaza con quitárselo”.

“Entiendo, quieres que le ayude a ganar el juicio”.

“Asi.es, pero seré yo quien té pague, pero no se lo hará saber a la mujer, quiero que quede en el anonimato”.

“Samantha, gustoso y te ayudo. No te preocupes por la parte económica, lo voy a hacer gratis porque no quiero que se vea separada de su hijo. Dime quién es y cómo localizarla”.

“Mañana irá a la empresa, podrá venir conmigo para que la conozca y se informe más del caso”.

El Señor Miller asintió, estaba más que dispuesto en ayudar con ese caso,

Antes de dormir, recibió otro mensaje de la misma persona.

[Se te enviará un sobre amarillo a finales de este mes. Adentro está todo lo que necesitas para demostrar que eres inocente.

Pd: Recuerda que ya no puedes echarte para atrás. Después de haberlo recibido y de hablar con tu ex esposo, te estaré esperando a las 8 pm en el lugar acordado. Ten una buena noche].

Samantha asintió, estaba dispuesta a pagar todo el dinero que sea necesario para tener esas evidencias y demostrarle a Dante que era inocente de algo que él la condenó.

[De acuerdo]. Respondió,

Tal vez era el destino o una mala jugada por este, pero en el mismo segundo llegaron ambas parejas a la empresa. Dante bajó para ayudar a Heidy salir y no pudo evitar ver el auto de Samantha.

El Señor Miller bajó gustoso del asiento trasero y fue a abrirle la puerta a Samantha. Ellos empezaron a caminar hasta la entrada, donde Heidy los interrumpió con su voz.

“Samantha ¿No nos. presentas: a tu acompañante?”. Preguntó feliz, parecía que radiante sujeta del brazo de Dante.

Samantha respiró, estiró sus labios y les dijo.

“Claro. Señor Miller, el señor aquí presente es Dante Mickelson, mi socio y ex esposo, y quien la acompaña es su prometida, Heidy Torres”. Luego se dirigió a ellos: “Él es mi abogado, la persona que creyó en mí y me apoyó en mis tiempos oscuros, les presento al señor Eduardo Miller, mi abogado de confianza”.

“Es un gusto en conocerlo”. Dijo Heidy tendiendo su mano a lo que el abogado respondió educado.

Miró a Dante, al fin tenía la oportunidad de conocer al hombre, pero él no parecía pensar lo mismo.

“Señor Mickelson, al fin tengo el gusto de verlo en persona”. Dijo y tendió su mano por cortesía, pero él hombre no respondió a su saludo, tenía el semblante tan duro que bien podía competir con una piedra: “Entiendo, yo estaría en las mismas si dejara ir a una mujer que dejó huellas en mi vida”.

Samantha no pudo evitar estirar sus labios, hubiera querido quedarse un tiempo más, pero tenía que marcharse.

“Si me disculpan, tengo muchas cosas que hacer”. Dijo intentó irse.

  • Claro, adelante, aunque ahora nos vamos a ver más seguido”. Habló Heidy, se aferró del brazo de Dantey le sonrió: “Vuelvo a trabajar en la empresa, pero esta vez como-secretaria de Dante. Lo hace para que no esté sola en casa pensando en nuestro hijo que por desgracia hemos perdido”.

Samantha los observó, uno estaba feliz y el otro tenía una mirada amarga, ni siquiera Dante se molestaba en disimular por verla con el Señor Miller.

“Te felicitaría por tu trabajo, pero te estaría mintiendo. Por favor, trata de no cruzarte en mi camino porque no tengo ganas de verte, tampoco tengo ganas de ver a tu prometido, agradecería que ambos no se me acercaran”. Luego miró a Eduardo: “Señor. Miller, por. aquí por favor”.

Una vez más e intentaron caminar y llegaron hasta el ascensor donde subieron juntos hasta perderse.

Dante en ningún momento le quitó la mirada a Eduardo. Tenía sus años, pero su aspecto era muy jovial para ser abogado y también demasiado apuesto, eso había que aceptarlo.

“¿Te encuentras: bien cariño?”. Preguntó Heidy al notar cierta amargura en su rostro.

“Sí”. Respondió seco.

“Vamos, te haré un café”. Lo tomó de la mano y empezó a caminar hasta uno de los ascensores: “Estoy impaciente por empezar a trabajar para ti”.

“Señora Sonia, él será su abogado a partir de ahora”. Dijo Samantha al ver a la mujer frente a ellos: “Deje todo en sus manos, que el Señor Miller va a ayudarla a ganar”.

Sonia había llegado a la hora acordada, ya el trabajo era de ella y empezaría desde ese mismo día. Y como un regalo caído del cielo, Samantha le traía un abogado para defender su juicio. Le dijo que era de la empresa para que ella lo aceptara.

“Gracias, gracias, enserio muchas gracias”. Estaba más que feliz, incluso unas lágrimas de felicidad empezaron a salir de sus ojos.

“No tiene nada que agradecer, Sonia”. Habló Samantha y secó esas lágrimas: “Voy a retirarme por un momento, usted puede hablar con el Señor Miller sobre toda su situación, incluyendo la enfermedad de su hijo, es necesario que lo diga.

Sonia asintió y estiró sus labios, dispuesta a hablar.

“Bueno, me retiro”. Volvió a decir Samantha y tomó su cartera, tenía una presentación que hacer.

Dante y Samantha estaban al frente como los encargados de hacer la presentación del diseño de la nueva casa para el Señor Ferguson. Vlad había asistido, estaba sentado ocupando uno de los lugares de la mesa de reuniones. Su mirada estaba fija en esas imágenes, pero se concentraba más en Samantha.

“Señor Ferguson, todos los diseños de su mansión incluyen cinco habitaciones de descanso, una matrimonial, dos de huéspedes, una para un niño y la de un bebé. Las demás son habitaciones de estudio, una sala de estar y una casa para un perro. También un jardín simple, pero con un juego al igual que una habitación para juegos dentro de la casa. Ahora quisiera saber sus opiniones al respecto”. Dijo Dante, su voz sonó dura y áspera. Apenas soportaba aquel hombre: “Estamos esperando sus puntos de vista”.

Vlad se puso de pie, asintió, pero no dijo ni una palabra, nada salió de sus labios y empezó a caminar hasta salir de la sala. Todos e incluso Samantha, no sabían que sucedió o que hicieron mal al respecto con los diseños, si era tal y como el hombre lo había pedido.

“Le ha encantado”. Dijo el Señor Adams manteniendo su mirada en aquellas imágenes.

“Pero no demostraba eso. Sólo se puso de pie y se marchó”. Habló Samantha sin poder creer que un cliente había prácticamente huido de la sala de reuniones.

“El Señor Ferguson asintió, él jamás demuestra sus emociones cuando algo le gusta y si es lo contrario no dice nada”. Decidió ponerse de pie y dijo: “Señores, el proyecto ya es suyo, pueden empezar lo antes posible”.

Dante y Samantha asintieron, no esperaban esa reacción. Especialmente ella cuando ayer tuvieron una pequeña conversación donde se mostraba más calmado que ahora.

Heidy al ver la cercanía de ambos y sus caras llenas de duda y no de molestia, decidió acercarse a Dante.

“¿Quieres empezar ahora mismo? Puedo ayudarte con los materiales”. Preguntó. Al jugar con su rostro.

“De eso se encarga Sebastián”. Respondió él: “Será mejor que me ayudes con los diseños interiores”.

“De acuerdo”. Dijo sonriente y buscó sus labios para besarlo en frente de todos. Dejó su labial rojo sobre los labios de Dante y con las yemas de sus dedos lo limpió: “Vamos”.

Samantha giro los ojos. A estas alturas no podía creer que se había enamorado de Dante.

“Vamos Cirius”. Llamó a su asistente. Mientras iban caminando le dijo: “¿Puedes encargarte de conseguir jardineros? Que sea sólo dos, ya que no hay muchas flores que podar”.

“Por supuesto, Señorita Williams”. Aseguró el hombre: “Deme la lista de cosas que necesita e iré a buscar cada cosa”.

“Hasta ahora solo jardineros, de lo demás ya me encargo”. Se detuvieron cuando llegaon a la oficina: “Cuando los tenga, los envía a la propiedad del Señor Ferguson, yo iré en la tarde para guiar la obra. Por favor le entrega los diseños”.

“Como ordene”. Habló y se marchó.

Samantha asintió, entró en su oficina y encontró al Señor Miller llenando unos papeles.

“La mujer me recuerda a ti”. Comentó cuando la sintió entrar: “Ganaré el juicio, está más que seguro”.

“Gracias, dos veces le ha devuelto el alma a una madre”. Dijo Samantha dejando ver su alegría.

  • Es mi deber”. El Señor Miller cruzó sus piernas y se atrevió a decir: “Mostraste gran coraje allá fuera con tu ex esposo”.

“Él es la persona que más daño me ha hecho, sus acciones de odio y desprecio sólo hacen que me aleje. Cuando sepa la verdad, le doy mi palabra de que haga lo que haga, jamás va a poder recuperarme. Que sea feliz con su nueva prometida, porque yo ya no lo quiero en mi vida”.

«¿Estás segura de eso?”. Pegunto curioso.

“Muy segura, Señor Miller, un perdón no repara cinco años de sufrimiento”.

“Me alegra que pienses así, Samantha”. Dijo al acercarse: “Eres una mujer joven y hermosa hay muchos candidatos enterados en ti”.

“Quiero una vida sola, a lado de mi hijo”.

“Nunca se sabe lo que el destino puede prepararte”. Sonrió provocando en sus palabras cierta intriga y curiosidad por saber más, casi como una señal o pista que sólo él sabía: “Nos vemos, Samantha”

Luego se marchó de la oficina.

“Mi destino es estar con mi hijo”. Volvió a decir Samantha en voz baja.

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