Esposo infiel -
Capítulo 99
Capítulo 99:
“Sube si no quieres que le vuele los sesos ahora mismo”, gruñe.
Ava me mira con el temor plasmado en sus ojos. No tengo muchas opciones, podría ir a pedir ayuda, pero no pienso dejarla sola, por eso asiento, acercándome a la pasarela.
“Lo haré, pero deja que se vaya”, digo.
Chasquea su lengua.
“No, ambos vienen conmigo. Tienes un minuto para correr, si no…”, le hace señas al hombre que se baje del barco, cosa que hace casi corriendo.
Antes de que termine de hablar, el hombre sale corriendo y no tengo más alternativa que subir quedando frente a él.
Está con el brazo enrollado al cuello de Ava mientras que con la otra mano le apunta con el arma en la sien lo que me deja más qué claro que siempre tuvo razón. Jamás debió de estar en esta posición, nunca debió de verse involucrada en esta mi%rda que solo me pertenece a mí.
Embarrada con mi mi%rda hasta el punto de poner en riesgo su vida, comprendo que tiene razón en pedirme el divorcio y querer estar a metros de distancia de esto y me juro a mí mismo que la sacaré de aquí con vida. Sin importar lo que tenga qué hacer.
“Esta reunión será interesante ¿No crees preciosa?”, inhala el perfume de su cabello, sonriendo como un hijo de p%ta, cuando Ava grita mi nombre.
“¡Adam, detrás de ti!”, grita.
Antes de que pueda voltear, siento una descarga eléctrica en el cuerpo que me paraliza primero y me desmaya después, siendo lo último que veo los ojos de mi ahora, ex esposa.
POV Ava.
Ver a Adam desmayarse es irreal, pero ver a Kim, toda golpeada, desde atrás con una pistola eléctrica me deja un mal sabor de boca pues es claro que esas eran sus intenciones conmigo si yo no la hubiera lanzado lejos.
“¡Me lanzaste de un risco, maldita p$rra!”, el brazo de Nick sobre mi cuello me mantiene quieta, demasiado estática como para siquiera poder defenderme cuando se aproxima a mí, propinándome un golpe de puño en la costilla el cual me dobla del dolor.
Nick me suela. Caigo de rodillas ante ella mientras él camina por mi costado alejándose.
“¿Creíste que ibas a asesinarme? ¡Yo no muero nunca, p$rra infeliz!”, gruñe, sacada de sí.
Me da un rodillazo justo en el rostro el cual me desorienta, dejándome caer hacia atrás. Puedo sentir la sangre corriendo por mi nariz y boca, seguramente me la ha partido por la intensidad del golpe y soy incapaz de moverme por los mareos y que me tienen con todo girando a mi alrededor.
Kim no pierde la oportunidad de darme otra patada a las costillas. Comienzo a toser por la falta de aire y me arrepiento tanto de no haberla tirado con fuerzas porque para este entonces, no estaría con vida.
Giro sobre mi costado observando a Adam, demasiado inconsciente como para notar lo que está pasando y soy incapaz de contener las lágrimas. No negaré que siento miedo y tampoco negaré que no quiero que esas horribles palabras que dije sean lo último que escuche de mí.
Me arrepiento tanto. No sé qué me pasó, no sé ni siquiera cómo pude decir aquello, pero estaba tan molesta con Kim, con la idea de que por una aventura estuviera decidida a quitarme la vida cuando él dejó en claro que no ¡iba a escogerla.
Me siento tan asustada, que cuando veo que Nick viene hacia mí, comienzo a retroceder. El parece incluso más molesto que su amante, quien se mantiene a unos metros alejada, intentando jalar a Adam.
“¿Dónde lo llevo?”, le pregunta.
“Al cuarto que esté más cerca. Asegúrate de esposarlo bien, no quiero que sé suelte”, responde.
“¿Y qué vas a hacer con ella?”, pregunta también.
“La pequeña y yo tendremos una conversación en la habitación principal. Me debe respuestas y lo sabe, ¿No es así, cielo?”, me sonríe, estando de pie sobre mí.
Antes de que pueda decir cualquier cosa, me toma del cuello, poniéndome de pie. Las costillas me duelen como la mi%rda, jamás me quebré una, pero estoy segura de que así ha de sentirse el dolor.
No quiero pelear, no ahora que no sé lo que pasa, ni lo que le harán a Adam. Tengo que sopesar mis opciones, ver qué demonios quieren y qué puedo hacer para que nos dejen en paz, porque ahora mismo el dinero no me importa, solo quiero salir de aquí con vida con Adam a mi lado.
Nick me lleva a la habitación principal como dijo. El camarote es bastante amplio lo que demuestra que secuestraron este barco porque no es de transporte. Estaba tan sumida en el dolor y el arrepentimiento por cómo se dio la firma del divorcio que no estaba siquiera viendo a mi alrededor con todo el drama que nos rodeaba.
Me arrepiento de muchas cosas esta noche, pero la principal es de no haberla lanzado con fuerzas a esa maldita. El infeliz en quien confié, me lanza al suelo del cuarto luego de cerrar la puerta con seguro. No me mira cuando coloca una silla en el centro de la habitación, chasqueando los dedos para que tome asiento allí.
Con algo de dolor me pongo de pie, me siento y apenas mi trasero toca la silla, me lanza un puñetazo que me deja de nuevo en el suelo, demasiado segura de que me ha roto la nariz en el proceso.
“Te gustan los juegos ¿No es así, p%tita? ¿Creíste que no iba a darme cuenta de la mi%rda en la que me estabas metiendo?”, gruñe, dando pasos a mi alrededor.
“No sé de qué estás hablando”, llorando, pero sin suplicar que se detenga, levanto la mirada para encontrarme con la suya.
“Enviaste a que me siguieran en Nueva York y créeme que no me di cuenta sino hasta que vine a Miami, cuando un viejo amigo me contactó para decirme que un detective quería que me siguiera”, se muerde el labio inferior.
Maldito traidor.
“¿Es que crees que soy idiota? ¿Qué nací ayer? Porque jugaste conmigo, Ava… me mentiste”, espeta.
“¿En qué te mentí?”, pregunto.
Me toma del cabello levantándome del suelo para dejarme bruscamente sobre la silla de nuevo. Estoy mareada y demasiado segura de que esta tortura de golpes no va a terminar pronto, ni siquiera sé si va a terminar en absoluto o al menos no lo hará hasta que pierda la consciencia.
“Te creí ¿Sabes? Fui tan idiota que te creí cuando nos encontramos en el restaurante. Cada palabra me la tragué y estaba dispuesto a dejar que Kim que se la llevara el diablo porque me enamoré de ti”, dice, riéndose de sí mismo.
“No te mentí”, susurro.
“Iba a dejarla, estaba pensando en lo grandiosa que sería nuestra vida juntos e incluso iba a proponerte matrimonio cuando te separaras, pero eso también era una mentira ¿Cierto? Jamás vas a firmar el divorcio”, me apunta con su dedo para que guarde silencio.
Me doy cuenta de inmediato que sigo siendo su punto débil. Jugar con su mente al menos me dará un poco más de tiempo, sin importar cómo resulte el final, tengo que ganar tiempo para poder saber al menos qué quieren y por qué están haciendo esto, me porque una ruptura me parece demasiado poco para semejante venganza planeada.
“Querías que la dejara porque separados somos débiles”, dice.
“No sé de qué estás hablando”, sacudo la cabeza.
Busca mi mirada, dejando ver esos ojos denotando loquera por todas partes.
“Lo habría hecho. Iba a dejarla en el aeropuerto que se fuera al carajo, de no ser porque un amigo me contactó para contarme la verdad. Me di cuenta de que seguías jugando tu juego, p$rra, y yo no estaba en tus planes”, afirma.
Lloro, suplicándole con los ojos, teniendo que tragarme las palabras que tengo atoradas en la garganta.
“No sé de qué estás hablando”, repito, y eso me vale otro puñetazo el cual me deja peor que los anteriores.
Cubro mi boca con ambas manos, a este punto no sé ni de dónde proviene tanta sangre, solo sé que, si no toso, terminaré ahogándome.
“¡No juegues conmigo! ¡Deja de tratarme como si fuera un idiota!”, espeta.
Camina cerca de mí lo que me da pavor. No quiero que siga golpeándome, ni siquiera sé qué puedo decir porque no tengo. idea de cuánto sabe y no quiero meter la pata en esto pues podría perder la única ventaja que tengo.
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