Esposo infiel
Capítulo 100

Capítulo 100:

POV Ava.

“Iba a darte la oportunidad de que explicaras qué mi%rda significaba eso, hasta que te encontré en el muelle donde me rogaste porque no viniera. Ahí me di cuenta de que no ibas a dejarlo y que todo lo que dijiste, no eran más que mentiras baratas”, continúa.

Sorbo por la nariz, intentando detener la hemorragia.

“Solo querías que dejara a Kimberly”, espeta.

Sacudo la cabeza.

“No. De verdad que no sé de qué hablas”, digo, con la voz entrecortada.

Se prepara para patearme cuando grito que se detenga, algo que milagrosamente hace.

“¿Detective a seguirte? Yo jamás habría hecho eso. Yo te busqué, ¿Por qué enviaría a seguirte? ¡Pensé que estabas de mi lado!”, rueda los ojos.

“¿De tu lado? Cariño, yo no tengo lados”, respondo.

“Si, estás de su lado ¿Por qué estás haciéndome esto? ¿Qué te he hecho yo para merecer que me trates de esta forma? ¡No hice más que confiar en ti!”, apunto a la puerta.

“¡Y yo también confié, pero pagas con mentiras y engaños!”, responde.

“¡No te engañé en ningún momento! Te dije que pediría el divorcio y lo haré. No quería que vinieras porque los demás se darían cuenta y quería el proyecto, cosa que ya tengo, lo que significa que el que no cumplió aquí fuiste tú”, omito que los papeles los tengo en la maleta pues algo me dice que puedo usar eso después.

“¿Yo?”, pregunta.

“Prometiste que la enviarías a la ciudad, pero hiciste que se quedara. ¿Por qué?”, le digo.

Se encoge de hombros.

“Digamos que tenemos asuntos en común. La pregunta aquí es, ¿Por qué mi%rda querías mentirme? Y no te atrevas a decirme que no lo hiciste”, susurra.

Trago grueso, negando con mi cabeza.

“La verdadera pregunta es ¿Por qué hacer todo esto con una persona a la que acabas de conocer? Porque conoces a Kim de qué ¿Dos meses? Yo no me aliaria con nadie a quien apenas conozco, mucho menos a quien es pasajero, como dijiste”, lo pincho.

“Eso no es lo que pregunté”, inhala profundo, intentando mantener la calma.

Es mi turno de encogerle de hombros.

“Responde eso y yo también lo haré”, digo.

Sonríe, dejando su cabeza de lado. Parece pensarlo por algunos segundos, hasta que se voltea propinándome otro golpe en el rostro el cual estoy segura de que me ha quebrado algún hueso facial.

“Aunque seas una maldita, te daré esas respuestas más adelante, ahora mismo necesito otra cosa de ti. Ven aquí”, ordena.

Me toma bruscamente del brazo, me arrastra por el suelo de madera hasta el pie de la cama y no sé de dónde saca unas esposas. Enrolla un lado en mi muñeca y la otra la sujeta a las barras traseras de la cama para luego lanzarme una almohada.

“Mañana es un día importante para la bolsa de valores ¿Lo sabes? La compra y venta de acciones estará en todo su tope, y ahí es donde entras tú”, acomoda la silla frente a mí donde toma asiento.

Asiento, algo dubitativa

“¿Qué quieres que compre?”, frunzo el ceño.

“Nada, eso es lo bueno. Quiero que vendas”, me dice.

“¿Vender? ¿Vender qué?”, pregunto.

“¿Quieres que ambos salgan de aquí con vida?”, espeta.

Trago grueso, asintiendo de inmediato. Por y supuesto que es lo que más quiero. Poder salir de aquí con Adam a mi lado sería grandioso, pero nada de este trato, hasta ahora, luce como un trato ganar y ganar.

“Sí”, digo.

“Entonces venderás las acciones de la empresa y nos transferirás el dinero a nuestra cuenta para el anochecer de mañana”, ordena.

Parpadeo sorprendida. No puedo creer que sea capaz de semejante atrocidad. Mi mente me grita todas las cosas malas que podrían pasar, pero si me niego sé que no saldremos de esto.

Muy posiblemente terminen asesinándonos si hago lo que me pide, pero si no, si me niego ahora mismo su nerviosismo le hará hacer cosas estúpidas como el creer que asesinarnos es la mejor opción.

“¿Vas a hacerlo o tengo que pedirlo de otra manera?”, amenaza.

Mordiéndome por dentro para no gritar todas las cosas que quiero decirle a la cara, termino asintiendo.

“Lo haré, haré lo que me pides. Con una condición”, susurro.

“¿Crees que estás en posición de exigir algo?”, rueda los ojos, restándole importancia a mis palabras.

“Quieres mi dinero, así que supongo que sí tengo con qué negociar”, me encojo de hombros.

“Eres una p%ta listilla ¿Cierto? ¿Qué quieres?”, me dice.

“Te haré la transferencia mañana en la noche, solo cuando estemos en un barco que llamarás para que nos saque de aquí. Vivos, a ambos”, digo.

Se ríe a carcajadas limpias. Me mira como si fuera una idiota, como si no supiera que va a asesinarnos apenas presioné el botón para transferir, pero, así como yo hice con él, finge al asentir.

“De acuerdo, llamaré un bote y me harás la transferencia desde el agua ¿Eso te parece bien?”, comenta sonriendo.

“Perfecto por mí, pero ¿Qué hay de Kim? ¿Estará feliz con eso?”, pregunto.

“Ella no es importante”, me dice.

“Bueno, dado que intentó matarme en la playa, supongo que tiene sus propios intereses”, comento.

Me guiña un ojo, poniéndose de pie. Apenas puedo mantener el ojo derecho abierto. Sé que la inflamación se pondrá peor dentro de unas cuantas horas si no tomo nada y si Continúan golpeándome, lo cual supongo que harán, así que no tiene sentido preocuparme por mi rostro en estos momentos.

“Su interés será el que yo quiera”, espeta.

“¿Por qué eres el que manda?”, ladeo la cabeza.

“Exacto”, dice.

“No pareciera ser así ¿Sabes qué es lo que creo? Que fuiste tan idiota como para dejarte convencer por ella. ¿Cuánto te ofreció de nuestro dinero? Porque por eso lo estás haciendo ¿No? Quieres dinero fácil, y te dio esta oportunidad. Eres solo un peón en su juego, la fuerza mientras ella es la inteligencia ¿Cierto?”, concluyo, quitando esa ridícula sonrisa de su rostro.

Niega con su cabeza. Camina de un lado al otro en la habitación, dejándome hablar como si me estuviera prestando atención.

“No te dará nada, Nick. Si ese es el caso, apenas tenga el dinero te asesinará o te culpará de todo esto. Es fácil, así se engaña a un estúpido cazafortunas como tú”, afirmo.

“Ay, querida Ava. Estas tonterías que estás diciendo solo demuestran que no tienes ni p%ta idea de lo que está pasando”, se ríe de mí.

“Entonces dime, ¿Por qué estás haciendo esto si no es por dinero? ¿Revancha? ¿Odio? ¿Ira?, me encojo de hombros.

“Un poco de todo, pero te faltó la razón más potente”, hace una mueca con sus labios.

“¿Cuál?”, pregunto.

“Derecho”, responde.

“¿Derecho? Eres un ladrón, no tienes dinero a nuestro dinero”, frunzo el ceño.

“Te lo contaré todo cuando sea el momento, ahora no tienes que saber mucho, solo concéntrate en no colmarme la paciencia porque no quiero golpearte demasiado”, suelta un suspiro, aburrido de mis palabras. Se detiene frente a mí, clavando esa mirada fría y oscura en la mía, dándome escalofríos después de todos los golpes que me propinó.

“Quiero saberlo ahora. Si voy a darte mi dinero, al menos dime qué demonios está pasando”, le digo.

“Todo a su tiempo. Guarda silencio y no hagas muchas preguntas porque sí te puedo asegurar una cosa y es que, lo creas o no, yo tengo más paciencia que Kim. No la hagas enfadar”, dice.

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