Esposo infiel
Capítulo 96

Capítulo 96:

No me está enseñando sus manos, lo que es una señal de alerta por supuesto, así que apenas da un paso al frente, yo retroceso a sabiendas de que por nada del mundo puedo dejar que se acerque a mí, menos cuando adentro, al parecer, están dando un espectáculo que mantiene a todos los invitados dándome la espalda y el sonido tan alto que apenas y puedo oír mi voz, cuando hablo.

Estoy en una mala posición, en cuestión de segundos, y creo que ella lo sabe.

“¿Me tienes miedo? Porque puedo verlo en tus ojos”, dice confiada.

“¿Miedo por qué? Si no eres más que una gata que solo sabe dormir con hombres ajenos por dinero”, niego de inmediato.

Mis palabras la hacen rabiar, hasta el punto en que aprieta su mandíbula con fuerzas.

“Me fascina que todavía tengas la capacidad mental para hacer chistes. Disfrútalo, porque te sacaré esa idiota sonrisa que pones”, ladea la cabeza.

Estoy nerviosa, pero fingiré lo más que pueda para confundirla y así ganar tiempo, por eso ruedo los ojos, apoyándome en la barandilla que tengo detrás.

“Sigues sin responder mi pregunta. ¿Qué estás haciendo aquí?”, espeto.

“También quería asistir a la fiesta, parece divertida”, se encoge de hombros.

Sopeso mis opciones. Por un minuto pienso en que podría salir corriendo, por un lado, bajar los escalones rápidamente y escaparme de ella, aunque no sé si mis tacones me lo permitirán, además de que se amarran en los tobillos por lo que es difícil salir de ellos si no tienes ayuda o tiempo.

No son para correr en medio de la playa y hablando de eso, de hacerlo, de correr lejos de Kim, ¿Hacia dónde voy? No conozco a nadie aquí.

“Fuiste muy p$rra conmigo ¿Sabías que me prohibieron ingresar en la universidad de nuevo? Por supuesto que sí, sí de seguro tú planeaste eso”, me acusa sin tapujos.

“De hecho, no. No tenía idea”, hago a un lado el odio que siente hacia mí, negando con mi cabeza, siendo honesta con ella.

“No tengo trabajo, ni puedo conseguir uno decente. La mayoría me conoce como la amante de Byrne, quien lastimó a la pobre Ava Dawson”, espeta.

“Es que eso fue lo que hiciste”, digo.

“¡Pero yo cargo con las consecuencias más que él! ¿Tienes idea de lo que es que la gente te señale con el dedo donde sea que vayas? ¡Claro que no, no tienes una p%ta idea!”, me grita molesta.

“Oh claro, la princesita apenas siente las miradas públicas cuando yo tuve que soportar esas miradas durante tres p%tos años sin siquiera saber por qué lo hacían. Sopórtalo y compórtate como una adulta, por amor de Dios”, ruedo los ojos.

Mis palabras la desequilibran, tanto es así, que da un paso hacia mí, demostrando que está lista para lo que sea, cuando sea. En sus ojos veo la determinación a hacerme daño y si no tengo más opción, tendré que luchar, pelear contra ella a manos limpias si debo.

Me defenderé y ella lo sabe, por eso no me ataca.

“Mientras yo no tengo vida, ustedes siguen juntos como si nada y no es justo. Me debes, él me debe y si no accedes a darme lo que quiero, te atormentaré por el resto de mi vida, eso te lo aseguro”, susurra.

“¿Y qué es lo que quieres?”, digo.

“Tienes influencias así que me devolverás mi asiento en la universidad. Me darás mi empleo de nuevo con un gran y jugoso sueldo. Quiero las acciones de Adam y… que le firmes el divorcio porque no quiere estar contigo. Él no te ama, solo está contigo por temor a quedarse sin nada”, pide.

“Kim ¿Es que perdiste la cabeza? ¿Cómo piensas que accederé a tal estupidez?”, pregunto.

“Lo harás, porque de otra forma me vas a conocer y a nadie le gusta mi lado malo. Te lo aseguro”, amenaza.

Teniéndola de frente y analizando las estupideces que está diciendo, no me queda más que reírme a carcajadas. No le gusta para nada, pero supongo que tenemos que ser objetivos cuando pedimos algo y no ser tan idiotas de pensar que solo con palabras conseguiremos siquiera una cuarta parte de lo que queremos.

Me duele el estómago de tanto reír.

“¿No quieres que te entregue mi nombre y a mis padres también? O quizás, ¿Quieres una malteada hecha especialmente para ti con tu orden? Por favor, Kimberly, pensé que eras inteligente, pero cada vez que hablas, demuestras lo contrario”, me burlo

Está que se retuerce de la ira que siente. Veo que intenta controlarse a sí misma, dando un paso al frente. Me está odiando, lo veo en sus ojos, y para ser sincera estoy cansada de esta hija de p%ta.

“¿Qué creías? ¿Qué amenazándome iba a entregarte todo sin dar pelea? No lo entiendes, cariño. Jamás vas a ganar. No te entregaré una mi%rda porque las cosas se ganan, no se roban y no te daré mi esfuerzo y años de trabajo”, gruño, dando un paso al frente.

“Vas a darme todo lo que quiero”, dice.

Ruedo los ojos. Está tan convencida de que pasará, que parece imposible que se pueda razonar con ella ahora mismo.

“No te daré una mi%rda. Porque no te mereces nada”, aseguro.

Frunce el ceño, apretando la mandíbula con fuerzas.

“¿No me merezco nada? ¡Tú me quitaste todo! Dos veces, Ava. Dos veces me quitaste a mis hombres, dos p%tas veces en las que ganaste. Intenté hacer una vida, ser una buena persona, salir adelante y estudié solo para que tu influencia me deje sin nada. ¿Es que crees que eso fue justo? ¡Tú, maldita, tú fuiste quien arruinó mi vida!”, me grita

“Yo no te arruiné nada, lo hiciste tú solita y aunque quisiera llevarme el crédito de haber arruinado tu vida, eso solo te corresponde a ti. ¿Quieres saber por qué? Por creer que c%giendo tomarías mi lugar. ¿Qué tanto te mintió Adam? ¿Te dijo que me dejaría y se casaría contigo? ¿Qué podrías tener mi vida? Porque eso jamás iba a pasar”, suelto un suspiro, negando con mi cabeza

Esto es un claro ejemplo, querida, porque incluso echándolo de mi vida no fue a buscarte, sino que te dejó porque eres tan pasajera como las estaciones, en cambio yo, soy planta permanente, así no quiera.

“Cállate”, ordena.

Doy un paso al frente al haber encontrado su punto débil, uno que la está poniendo demasiado enfurecida como para siquiera pensar.

“Despierta, querida. Así lo entregue con moños y todo, Adam jamás te escogerá por encima de mí. Eres nada comparado a mí, menos que eso, y te aseguro que, si llegas a tocarme una sola hebra de cabello, te odiará por el resto de tu vida”, me encojo de hombros.

“¿No soy nada? Me escogió por encima de ti durante tres años”, espeta.

“Error, querida, te c%gió, no te escogió, porque cuando llegó el momento te dio una patada en el trasero sin siquiera preguntarse si ibas a estar bien o no”, sacudo la cabeza.

Aquello la descontrola.

“No sabes lo que dices”, espeta.

“No, tú no ves lo que está pasando. ¿Vas a arruinar tu vida haciéndome daño solo por un hombre?”, le digo.

Sacude la cabeza.

“No por uno y no por eso solamente, sino por dos y toda la mi%rda que ocasionas. Eres un cáncer, Ava, y no me vas a quitar todo lo que me pertenece. No te dejaré”, gruñe molesta, acercándose demasiado. Veo que en sus ojos está la maldad pura expresada mientras levanta sus manos hacia mí, sin dejarme más opción que retroceder hasta que mi espalda toca la barandilla que nos separa del risco.

“El sentimiento es mutuo, p$rra”, sonrío, preparándome para lo que viene

Kim corre hacia mí con ambas manos en alto, me toma de los brazos e intenta jalarme hacia atrás. Quiere lanzarme por el risco y ciertamente, ahora mismo me vale una mi%rda su salud física porque solo pienso en mí.

Tengo derecho a ser egoísta, a defenderme y más que nada, a salir de aquí ilesa.

Me da golpes con sus piernas, se zafa de una de mis manos propinándome un golpe en el rostro que me obliga a cubrirme, pero entonces no sé de dónde saco fuerzas, solo sé que la tomo de los brazos con fuerzas, lanzándola hacia atrás.

Su grito me lleva a mirarla caer los metros que nos separan de la playa, hasta que finalmente su cuerpo golpea en el suelo, dejándola inconsciente. No hay rocas abajo, solo arena y quizás se desmayó solamente, pero cayó varios metros y ruego porque tenga al menos una pierna rota.

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