Esposo infiel
Capítulo 95

Capítulo 95:

POV Ava.

“Tenemos cuatro. Están dentro con sus esposas los tres mayores, y el menor, quien es soltero todavía, sigue siendo un niño de mamá así que ella quiere bailar con él a ver si le puede encontrar una esposa a estas alturas”, dice con orgullo.

Me río a carcajadas. A través del cristal la veo bailando con un joven que parece tener treinta más o menos. Es un chico lindo, pero se nota a leguas que no quiere saber nada con ninguna mujer, solo con su madre.

Ambos nos quedamos mirándolos por algunos segundos, hasta que giro, encontrándome con la mirada de Adam sobre mí. Tiene demasiadas preguntas en sus ojos, cosa que ahora no puedo ni quiero responder.

“Lamento si mi esposa te hizo sentir incómoda”, se disculpa.

“¿De qué habla?”, frunzo el ceño al verlo a la cara.

“Lo que dijo sobre su renovación de votos”, me responde.

“Oh, eso. No fue nada, no se preocupe”, comento.

“De hecho, sí lo es”, dice.

“¿Disculpe?”, pregunto.

Carraspea, acomodándose en su lugar.

“Puede que hayan logrado engañarla, pero no a mí”, dice, guiñándome un ojo.

A este punto estoy tan confundida que lo único que puedo hacer es mirarlo con detenimiento.

“No te ofendas, Ava, pero se nota a leguas que no están bien y que fingen. Incluso ahora puedo verlo en tus ojos así que, te agradecería que dejaras de mentir si todo esto es por el proyecto”, me comenta.

No tengo más alternativa. Continuar fingiendo sería poner más presión en mi maldita cabeza y ciertamente, a este punto me importa una mi%rda el proyecto o la imagen qué él pueda tener de mío mi infiel esposo.

“¿Es tan obvio que el amor terminó entre nosotros?”, ruedo los ojos, me bebo lo que queda de la copa de champaña antes de clavar la mirada en él.

“En ti sí, pero en él es diferente. Adam está completamente enamorado de ti”, se ríe, satisfecho de haberme captado en la mentira

“Sí, me lo dijo. Y puede que crea que intentamos mentirles, pero la verdad es que, de hecho, él sí intentando recuperar el matrimonio”, suelto un suspiro.

“Bueno, supongo que se dio cuenta de lo que perdió y la verdad, es que cualquier hombre en su posición habría hecho lo mismo”, dice.

“Eso no significa que sea lo correcto”, contesto.

“Entonces se van a divorciar”, asiente, pensativo.

“Creo que es lo mejor ¿Usted no? Quedaría como una tonta si me quedo con él después de todo lo que me hizo y más, cuando el mundo entero también lo vio”, me encojo de hombros.

“Si no te quedas con él porque dejaste de amarlo, porque sus acciones te hicieron mucho daño, está bien. Pero, si no te quedas con tu esposo solo porque los demás piensen, entonces no eres tan inteligente como pensé que eras”, dice, observándome.

“Estoy cansada de tomar decisiones basadas en mi inteligencia. Creí que mi esposo me era fiel al menos, pero ni siquiera eso, y fue una relación de tres años, no un simple acostón”, afirmo.

“Ahora me siento mal”, después de unos minutos, él suelta un suspiro, negando con suspiro.

“¿Por qué?”, pregunto.

“Porque haberles impuesto la tonta regla de tener que arreglar las cosas para tener el proyecto”, responde.

“No es nada. Respetamos las creencias y valores de nuestros clientes. Si nuestra situación es un problema para su reputación, está bien, entiendo que a veces la imagen pública cuenta demasiado”, me encojo de hombros, restándole importancia.

“No, Ava, no entiendes. No fue por eso que les impusimos esa regla”, asiente, sin quitarme la vista de encima.

“¿Qué?”, frunzo el ceño de inmediato.

“Vimos tu dolor. Kelly vio tu dolor y lo sintió propio. Creímos que con esa regla lo perdonarías y todo seguiría igual, y lo siento mucho si te hicimos perder el tiempo con él”, dice disculpándose.

Trago grueso. Pensar que desde el principio creyeron que todo se solucionaría con una disculpa me deja ver que no son más que dos personas creyentes de que el amor lo perdona todo y lo soluciona todo también, cuando el mundo real es terriblemente distinto.

“Pero te hicimos una promesa y la cumpliremos, así que el proyecto es suyo, Ava, sin importar qué pase entre ustedes ¿Tenemos un trato?”, continúa.

Extiende la mano hacia mí, esperando a que la estreche cosa que hago sin dar vueltas. Más allá de sus juegos, nosotros también tuvimos el nuestro por lo que cerrar este capítulo me parece lo más funcional para ambas partes.

“¿No más pruebas?”, pregunto.

Sonriendo, niega con su cabeza.

“No, dejaré las pruebas para la pareja que quiere tomar la decoración”, ambos nos carcajeamos, el nivel de confianza que hay entre nosotros es sumamente peculiar porque, a decir verdad, ninguno tenía este trato con el otro, hasta ahora.

“Regresaré adentro a disfrutar de la fiesta y los cocteles, espero que hagas lo mismo”, el Señor Paulson palmea mi hombro, antes de estirarse

“Lo haré. Tengo que celebrar que acabo de ganar un proyecto que estuve esperando mucho tiempo”, aseguro.

“¡Felicidades, Ava!”, alza su copa hacia mí mientras se acerca a la puerta.

Erick Paulson finalmente regresa a la fiesta y yo estoy con mi copa vacía.  Pienso en que es momento de regresar, aquí apenas y el aire me está dando en el rostro y ciertamente, no tiene nada de falso lo que dije acerca de querer festejar este gran logro.

La renovación será gigante, impresionante, demasiado trabajo durante mucho tiempo lo que no solo me asegura a mí un puesto, un salario y estabilidad financiera, sino que también se lo asegura al equipo que estará conmigo en este proyecto tan grande.

La sonrisa idiota que toma mi rostro es demasiado para controlar o para intentar disimular. Adam está dentro, me ve que sonrío y te señalo la: copa alegando en señas que quiero otra. Planeo contarle acerca del nuevo trabajo cuando esté aquí, y y supongo que lo sabe pues sale en busca de esa otra copa para mí.

Lo pierdo de vista entre los demás invitados, me planteo la idea de regresar adentro a su lado, disfrutar un poco de la música y de la compañía que algunos colegas y conocidos, cuando un sonido particular capta mi atención.

El lugar donde estamos está casi en un risco, en lo alto, y a los costados tenemos escaleras de ambos lados que llevan hasta la playa la cual está iluminada a medias con un sendero, pero estoy segura de que el sonido proviene desde allí. Es algo extraño, como si estuvieran llamándome, porque claramente siento mi nombre en ese sonido que no logro diferenciar.

Desde lo alto donde estoy, la distancia que nos separa y la poca iluminación no logro diferenciar ni una mi%rda.

Al cabo de algunos minutos, comienzo a pensar que quizás se me está haciendo que escucho cosas y solo sean las olas rompiendo contra las piedras, hasta que… siento una presencia detrás de mí. Y no una agradable.

La piel de los brazos se me eriza y no es como si tuviera frío porque de los cuarenta minutos que llevo aquí no lo sentí, sino que se debe a otra cosa.  Volteo lentamente, rogando porque se trate de Adam, pero me llevo una sorpresa no tan grata al ver a Kim.

Con un traje que parece estar hecho para acechar, la tengo frente a mí, sonriendo como si acabara de ganar alguna clase de batalla de la que solo ella tiene idea. Lleva el cabello atado hacia atrás, sin una gota de maquillaje, completamente diferente a la mujer que conocí mientras dormía con mi esposo.

“Hola, jefa”, dice, en un tono de burla.

“Kim, ¿Qué estás haciendo aquí?”, pregunto.

Sonríe abiertamente.

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