Esposo infiel -
Capítulo 94
Capítulo 94:
POV Adam.
Niego con mi cabeza, tomando con ambas manos las suyas. Como dije, solo quiero quitarme de la cabeza la imagen de él besándola, y de seguro voy a sustituirla por esta. Por mí, besándola como si fuera lo más preciado que tengo, cuando en realidad sí lo es.
“Lamento mi comportamiento. Deja que me dé una ducha rápida y salimos ¿De acuerdo?”, susurro.
“De acuerdo. Terminaré de arreglarme”, muerde sus labios cuando salgo de su interior.
Planta un casto beso sobre mis labios. Voy casi corriendo a la ducha con una idiota sonrisa y como le dije, me doy una ducha rápida, solo para quitar el sudor del viaje. Salgo, escojo lo que voy a ponerme y termino con una combinación de colores como los suyos para ir a juego. Preparo mi cabello, mis accesorios y salgo para encontrarme con ella en la sala, solo quince minutos después.
Con su cabello y maquillaje retocados, su vestido en su lugar y una hermosa sonrisa, ella se pone de pie para recibirme.
“¿Listo para continuar con la farsa?”, pregunta.
Trago grueso. El llamar farsa a nuestro matrimonio o mi intento por recuperarlo no me parece, sin embargo, sonrío, decidido a tomarlo como una broma. Tiendo la mano la cual agarra sin pensarlo.
“Estoy aquí, Adam, estamos bien. ¿Sí?”, entrelaza nuestros dedos mientras nos acercamos a la puerta, lo que me tranquiliza.
“Estamos bien, y estaremos mejor. Lo prometo”, suelto un suspiro, asintiendo.
Salimos de la habitación, vemos que en el camino nos cruzamos con varias personas que también han de ser invitados a la boda por la vestimenta que llevan. En recepción nos indican que la bienvenida será en un restaurante del hotel, nos llevan hasta allí con total amabilidad.
La decoración es como si se estuviera celebrando una boda por primera vez.
Pienso que es romántico, después de tantos años juntos seguir apostando por la misma persona, el mismo amor, parece demasiado único e irrepetible en la vida, por eso sonrío como un idiota cuando entramos, pues pienso en Ava y en mí, siendo capaces de sobrellevar este lío y salir adelante.
Algo que parece improbable, pero nunca debemos dejar de soñar.
La organizadora nos indica dónde están nuestros asientos después de darle nuestros nombres y aunque la mayoría aquí puede que sean casados, no dejan de comerse a mi esposa con los ojos.
Me pregunto si alguna vez pasó lo mismo años atrás y si pasó, por qué jamás me di cuenta de ello como ahora, que me hierve la sangre de solo ver la baba que botan de sus bocas. Ava toma asiento y yo a su lado, tomando su mano sobre la mesa para dejarles en claro que esta; belleza viene acompañada, y de esposo, de hecho.
“Marcando territorio ¿Eh?”, bromea ella, siendo consciente de la situación.
“Parecen buitres y creo que ya tienes demasiados pretendientes como para sumar otro loco a la lista”, digo.
“De acuerdo, dejaré que tomes tu papel de esposo celoso, pero solo por estos días”, se carcajea.
Como tengo su permiso, durante el tiempo que pasamos juntos aquí, esperando a que la pareja llegue, bromeamos, nos reímos y no me cohíbo de dejar besos en sus brazos, su mano, su cuello e incluso de acariciar su pierna. Puede que me vea un poco intenso, pero es imposible quedarme lejos cuando se ve tan bien.
Pasamos cerca de media hora solos, cuando los anuncian por el altavoz. Hacen su entrada, las personas se acercan a saludarnos y nosotros no nos quedamos atrás. Necesitamos que vean que queremos esto con fuerzas, y ellos no nos pasan desapercibidos, ni nuestras manos unidas pues Kelly Paulson codea a su esposo para que nos vea.
“¡Los Byrne! Muchas gracias por haber venido”, saluda Erick.
“¿Cómo están? Supimos del incidente en su casa y…”
“Estamos bien. Luces hermosa”, sonríe mi esposa, aceptando el saludo.
“Tú igual, ¿Se lo están pasando bien? ¿Tienen una buena habitación?”, pregunta.
“Sí, sí, todo es genial, gracias”, responde.
“No saben lo feliz que me hace verlos con tanta paz en los ojos. Les dije que se amaban y me fascina ver que están haciendo el intento”, Erick se acerca a nosotros, sonriéndonos.
“Estamos trabajando duro en nuestro matrimonio”, trago grueso, sonriendo de todas formas.
“Si todo sale, espero una fiesta de renovación de votos pronto”, ambos sonríen, abrazándose entre sí.
“No sé si renovación, pero…”, Ava carraspea, creo que intentando pasar el mal sabor de boca que tiene
“Ya verás, querida Ava, que con el amor que se tienen, es más que obvio que las campanas de boda están sonando. Cerca o lejos, fuerte o apenas sonando, pero están ahí y me darás la razón cuando camines al altar vestida de blanco otra vez”, Kelly la interrumpe, tomándola de la mano.
POV Ava.
Las palabras de Kelly resuenan en mi cabeza por el resto de la noche. No soy capaz de seguir el ritmo de los demás, incluso de Adam, quien se pone a conversar con los invitados que tenemos a los lados.
Para él el interactuar no es nada de otro mundo, vive de esto, quizás incluso esté intentando conseguir clientes, pero se nota que es una persona dada, demasiado sociable, mientras que yo estoy perdida en mis pensamientos los cuales no son nada lindos en comparación con la celebración que tengo a mi alrededor.
La pareja festejada se pone al centro, bailando al ritmo de la música. Adam está conversando con otros hombres a un lado de la barra desde donde me sonríe y no soy capaz de seguir sentada aquí, viendo como todos se divierten. Me pongo de pie, intento ser sigilosa al momento de salir de aquí, sin permitir que otros me vean o me detengan a conversar.
El aire fresco de Miami me golpea directo en el rostro cuando salgo. Por fin soy capaz de respirar profundo, sin tanto ruido, sin tanta presión, estoy aquí solo fingiendo todo el tiempo que mi matrimonio con Adam va por buen camino, cuando en realidad es todo lo contrario.
Es la primera vez que fingir me cuesta tanto y quizás sea por el hecho de que en verdad quiero que esto funcione, aunque lamentablemente ya no tenemos arreglo. Y la mayor preocupación que tengo es que no estoy segura de que Adam realmente lo haya comprendido como yo.
Cada que me mira, los celos que salieron de repente, las discusiones sin sentido, los besos que me da antes de dormir o la forma en que me abraza cuando piensa que estoy inconsciente. Cada mínima cosa que ha cambiado, lo que me parece genial, ha llegado igualmente tarde.
Tener que ver a dos personas siendo felices por tanto tiempo y tener que fingir que tenemos un matrimonio normal, que va buscando respuestas para mejorar, llevar una sonrisa en los labios todo el tiempo no es más que un trabajo realmente agotador.
Decir que estoy en medio de una tormenta no es más que una verdad demasiado cruel a este punto, donde prácticamente, yo me metí sola.
Inhalo profundo intentando calmarme. Tengo que hablar con Adam sobre el divorcio antes de que regresemos a la ciudad, necesito que los firme y poder comenzar desde cero cuando todo esto termine, incluido el tema de Nick y Kim.
Observo el cielo despejado. La noche es preciosa, el lugar es magnífico. De seguro, en otra situación, lo habría pasado de maravilla. Todos aquí parecen estar realmente contentos, excepto por mí.
Estoy a punto de regresar adentro, cuando veo que Erick Paulson camina hacia mí con dos copas de champaña en sus manos. Trae una sonrisa en su rostro y ahora mismo me siento como una idiota porque esta actitud de estar afuera cuando todos están dentro divirtiéndose no puede ser tan bien tomado por los festejados.
Pongo la mejor de mis sonrisas al recibirlo a mi lado, aceptando la copa que me tiende.
“Es un lindo lugar ¿No es cierto?”, comenta, posándose a mi lado.
Asiento, bebiendo un sorbo de champaña. Dije que dejaría el alcohol, y no es que sea alcohólica por lo que puedo permitirme beber de vez en cuando, como ahora, cosa que de verdad necesito si la conversación va por ese otro lado que no quiero ni siquiera pensar.
“Es precioso”, admito.
“Llevas mucho tiempo aquí sola. Adam está adentro, ¿Todo va bien?”, me pregunta.
“Necesitaba un poco de aire, es todo. ¿Y Kelly?”, trago grueso, bebiendo de nuevo.
Señala hacia adentro, con una clara sonrisa de enamorado en sus labios. Es increíble el amor que le tiene, y más increíble que se note de la manera en la que lo hace, más llevando tantos años de casados.
“Quería bailar con nuestro hijo”, dice.
“No sabía que tenían un hijo”, admito.
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