Esposo infiel -
Capítulo 82
Capítulo 82:
Carcajeándome, regreso al vestidor donde separo este traje y me coloco el siguiente, el cual es amarillo. Es casi un enterizo, con tiras para atarse en el cuello, pero son tan largas que termino amarrándolas alrededor de mi cintura, levantando mi pecho haciéndome lucir más firme.
Este es perfecto y obtengo de él la reacción que esperaba. Posa su mano en su miembro, traga grueso, tiene que mirar hacia ambos lados para asegurarse de que no viene nadie y finalmente, termina por refregar su rostro con total frustración. Supongo que no soy la única que ha estado consciente de todo lo que ha pasado entre nosotros hoy.
“Carajo, este es… mi%rda”, dice.
“¿Tan lindo es?”, pregunto.
“¿Lindo? Ava, luces como actriz porno, pero tan elegante al mismo tiempo. Maldición; soñaré con esto hoy”, espeta.
Le guiño un ojo, enseñándole también la parte trasera, la cual se metido tanto en mi trasero, que hasta parece que he subido dos tallas en ese lugar. Sus ojos me están quemando, así como sus ganas de tocarme, aunque se queda en su posición como un buen chico.
“Te permito que te toques pensando en esto. Es lo único que tendrás”, comento.
Sonrío mientras camino de regreso al probador, escuchando una maldición que me lanza. El siguiente es un conjunto de tres piezas. Amarro la falda sobre mi cadera, dando ese toque sensual, para luego colocarme la parte de arriba la cual es todavía más ardiente que las anteriores.
Con un broche que se ajusta debajo del busco, tiene un espacio tan grande que mis senos caen, enseñando la parte de abajo. Justo el borde de mis senos queda afuera, e incluso a mí me parece demasiado.
La figura que veo en el espejo se siente tan segura de sí misma, tan caliente con este juego de te dejo que mires, pero no que toques, que muerdo mis labios pensando en las últimas veces que lo tuve entre mis piernas, dándome placer.
Sacudo la cabeza, tengo que recordarme a mí misma por qué razón estamos aquí, aunque pienso que un poco de juego no le hace mal a nadie y por eso abandono el vestidor, logrando que se ponga de pie de inmediato.
Antes de que pueda decir algo, viene hacia mí con una clara confianza y seguridad, dispuesto a no sé qué y por alguna razón, mi cuerpo lo espera con ansias. Tantas ansias que hasta mi entrepierna se enloquece, encendiendo el deseo en cuestión de segundos.
Levanta sus manos. Casi pide permiso para tocarme, y cuando no digo nada, sostiene con la punta de sus dedos la tela sobre mis senos, rozando mi piel, endureciendo mis pezones al instante mientras jala lentamente la tela intentando cubrirme más, pero es imposible.
Es tanto el silencio que nos rodea, que incluso siento cuando traga grueso. Y aunque no me toca del todo, con sus pulgares delinea el contorno de mis senos, quitándome el aire por completo.
“Creo que tenemos que irnos”, susurra.
“Supongo que sí. Es momento de terminar con estos juegos”, trago grueso, recordándome que estamos en medio de una tienda, que nuestra situación no es la mejor y que estamos hablando de divorcio porque es algo que sí se hará realidad.
Me alejo de él, ingreso al vestidor poniendo todas las cosas que quiero, me cambio y salgo directo a la caja registradora con la pila de ropa que voy a llevarme. Comienzan a controlar cuánto sería el total, y aunque es demasiado dinero, no pienso cuando saco la tarjeta, aunque Adam es más rápido que yo, entregando la suya.
“¿Qué haces?”, pregunto.
“Mi esposa irá a darle celos a todas las mujeres de esa isla, por lo tanto, los hombres van a envidiarme, y eso es un punto a mi favor, tengo que pagar por eso”, se encoge de hombros.
Me río y la cajera también. Nos entregan las bolsas dejándonos las manos llenas mientras caminamos hacia el hotel. La noche ha caído y yo en lo único en que puedo pensar, es en que por primera vez me llamó su esposa con tanta convicción que me dejó pasmada.
Fue agradable, no lo negaré, aunque todavía continúo firme sobre los papeles para firmar. Para cuando llegamos al hotel, subimos directamente a su habitación. Adam deja las bolsas en la entrada porque tendré que llevármelas a mi cuarto dentro de poco, luego se voltea hacia mí.
“¿Quieres ver una película y cenar algo?”, pregunta
“¿Crees que sería buena idea después de lo que pasó hoy?”, trago grueso
“Prometo mantenerme quieto ¿Qué dices?”, él relaja su expresión, alzando ambas manos.
“De acuerdo, ordena algo y yo acomodaré la sala mientras escojo una película, de todas formas, quería hablar contigo sobre algo”, respondo.
Frunce el ceño, pero me dice que pronto podremos hablar.
Yo hago lo que dije que haría, voy directo hacia la sala donde saco los planos que están regados desde las horas de trabajo, enciendo la televisión buscando algo para ver y al final, termino decidiéndome por una película de terror cuando él llega.
“Llegará pronto. Siéntate, dime lo que querías hablar conmigo”, dice, apuntando al sofá.
“Pasé toda la noche pensando en cómo podríamos vengarnos de Nick y Kim y llegué a la. conclusión de que son fuertes debido a que están juntos”, hago lo que me pide, intentando buscar las palabras correctas”, espeto.
“Nosotros también, digo, para luchar contra ellos estamos juntos”, dice.
“SÍ, pero no es lo mismo porque ellos van un paso delante de nosotros. Si en verdad quieren vengarse, primero tenemos que averiguar por qué y eso llevará tiempo, así que pensé en algo, pero no estoy seguro de que vaya a agradarte”, digo.
“¿Y por qué lo aceptaría entonces?”, confundido, él no despega su mirada de mí.
“Porque es la única manera en que podremos estar un paso delante”, digo.
“No te entiendo, no estás siendo clara”, sacude la cabeza.
“Para que podamos descubrir lo que planean e incluso ganar tiempo, tengo que ponerme en contacto con Nick”, suelto un suspiro, acercándome a él.
Antes de que pueda proseguir, él comienza a negar con su cabeza, claramente en desacuerdo con un plan que ni siquiera terminé de mencionar.
“Adam…”.
“No”, me corta.
“Tienes que escucharme”, pido.
“No, si tu plan significa ponerte en peligro, no lo aceptaré”, espeta.
“Es que no te pido permiso. Te estoy avisando. Estaremos un paso delante cuando consiga lo que quiero y es justo lo que tendré porque Nick no va a dudar”, aclaro.
“¿Qué quieres hacer?”, pregunta, no muy confiado en las siguientes palabras que saldrán de mi boca.
“Desarticularlos. Quitar a Kim del juego, pero no por nosotros, sino por él. Nick escogerá, Adam, y estoy segura de que echará a Kim apenas tenga oportunidad. Estando solo será más fácil”, digo, obteniendo su mirada fija en mí.
“Ava…”.
“Ellos creen que no sabemos nada. Tenemos que seguir haciéndoles creer lo mismo, por eso esto es lo mejor. Divide y vencerás. ¿Alguna vez lo oíste?”, hablo antes de que pueda negarse.
No sabe de mi plan, no tiene idea de qué significa, y por eso tengo que convencerlo porque él también es parte de este juego ahora, y es momento de comenzar a mover fichas.
“Es peligroso, Ava”, frustrado, sigue negando con su cabeza.
“Es lo único que tenemos por ahora, y es lo que haremos. El primer paso es, convencer a Nick de que Kim tiene que desaparecer”, digo.
“¿Estás segura de querer hacer esto?”, pregunta Adam, siguiéndome mientras camino por la sala de mi habitación.
Lleva horas intentando convencerme de no hacerlo, me ha dado sus motivos, incluso me ha ofrecido otra solución que no es para nada coherente, por lo que no lo miro, solo sigo caminando.
“Ava…”.
“Es lo único que tenemos”, digo.
“¡Deja de decir eso! Podemos buscar otras soluciones, incluso podríamos… no lo sé, buscar otro detective aquí, hablar con la policía, fingir que estamos en grave peligro o qué sé yo, algo de eso”, espeta.
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