Esposo infiel -
Capítulo 78
Capítulo 78:
La vergüenza que siento al contar esto es tanta que hasta siento las mejillas encendidas por la sangre contenida en mis mejillas. No sé ni cómo mirar a mi esposo a la cara porque, a decir verdad, esto es demasiado para contar. Ni siquiera puedo comprender cómo mi%rda recordé aquello porque me juré que lo dejaría guardado en el fondo del cajón de los recuerdos.
“En su defensa, tener un hijo es la única forma de atar a un hombre para siempre o al menos, de asegurarte de tener una pensión en caso de que te abandone. Pero bueno, no sé ni por qué dije eso”, susurro.
“No puedo creer que haya sido tan p$rra contigo”, Adam suelta un suspiro.
“Fue peor. Cuando nos casamos, me felicitó porque a pesar de mi cuerpo, me habías escogido”, me río.
Sacude la cabeza.
“Pero si tienes un cuerpo precioso!”, reniega.
“Puede que en esos años lo ocultaras debajo de largos vestidos y remeras oversize, pero se notaba a leguas que eras preciosa”, declara.
“Ni tanto, no finjas”, ruedo los ojos.
“¡Es que no finjo! Eras hermosa, Ava y lo sigues siendo, pero tu madre… carajo, con razón mi padre la detesta”, comenta.
“Y mi madre a tu padre. Supongo que entre malos padres se entienden ¿Cierto?”, le digo.
Ambos nos carcajeamos. El aura que nos rodea entonces no se parece al ojo de la tormenta en el que hemos estado viviendo desde el momento de la fiesta, más bien, se parece a nuestros comienzos, cuando apenas éramos unos niños jugando a descubrir cuerpos. O bueno, esa al menos era yo.
Bajo la cabeza hasta el plano que tengo frente a mí. Es una casa, una en la que me dejaron total libertad para trazar puesto que el terreno es amplio y a la mujer le fascinan las plantas. Es casi como la casa de mis sueños y aunque suelo ser reservada con mis trabajos, no me tiembla la mano para al enseñársela.
Adam la observa con cuidado, presta atención a los detalles del jardín y sonríe cuando ve que tiene una fuente como la nuestra.
“Se parece a nuestra casa ¿Tú la hiciste?”, dice asombrado.
“Sí, pero a diferencia de nuestra casa, ésta siempre fue la casa de mis sueños”, asiento.
“’¿Nunca te gustó nuestra casa? Creí… maldición, la compré pensando que era tu favorita”, frunce el ceño.
“Y lo era, solo que no era mía para nada. Alguien ajeno planeó las habitaciones, la decoración y siempre me sentí… no sé, un poco dejada de lado en ese sentido ¿Entiendes? Es una casa preciosa, pero no es mía y pienso que para que sea mía, yo debería de haber estado presente en su construcción y al menos planear cómo demonios distribuir los espacios o qué tan grande sería el jardín”, le digo.
“Somos arquitectos, Ava, ¿Por qué jamás me dijiste que esa no era la casa de tus sueños?”, espeta.
“Supongo que siempre supe que nuestro y matrimonio no era más que conveniencia y por eso nunca dije nada”, lo miro con una leve sonrisa en los labios.
Admitir esto delante de él, es como si se me hubiera caído una manta de los ojos donde pensé que nos casábamos por amor, cuando claramente
Las señales de que este matrimonio no era más que una táctica para mantener la empresa en pie, siempre estuvieron ahí
Viví engañada estos cinco años pensando que él debió de amarme, que era su obligación y claro que la forma en que me falló fue horrible, sin embargo, comienzo a preguntarme si de verdad hubo una infidelidad de su parte o solo… buscó tener una verdadera relación con alguien a quien sí quería de forma sincera, porque sé que a mí jamás me quiso.
“Hicimos las cosas mal desde el principio ¿No es así?”, Adam suelta un suspiro, bajando la mirada.
“Sí, supongo que así fue”, respondo.
“¿Algún día las haremos bien?”, pregunta.
“El primer paso para hacer las cosas bien, será firmar los papeles de divorcio cuando lleguen, Adam. A partir de ahí, todo será para mejor. Te lo aseguro”, levanto la mirada para enfrentarme a él.
POV Adam.
Ava se ha quedado dormida a mitad del trabajo, pero dado que casi no ha pegado un ojo desde hace días, la tomo en brazos llevándola a la cama. Durante el trayecto ni siquiera se despierta, no hace absolutamente nada más que dormir y me parece perfecto.
Se merece un descanso, así que cuando le dejo en la cama, cierro la puerta luego de bajar las persianas para que el sol no le moleste.
Llevamos casi dos semanas en Miami y aunque no hemos salido casi del hotel, porque prácticamente vivimos encerrados aquí, tengo planeada una salida en unos días para comprarnos nuestros trajes para la boda de Paulson la cual supe, será en un resort a las afueras donde tendremos que alojarnos algunos días.
Dejamos la mayoría de nuestras cosas en Nueva York, no puedo pedir que me las envíen por temas de seguridad. Las cosas allá no han estado muy bien que digamos, porque incluso tuve que pedirle al padre de Ava que se presente en la empresa mientras nosotros no estamos, para evitar que Nick siga creando problemas.
Además de los planos que ya echó a perder, estuvo a punto de terminar un contrato de una década con una empresa por un simple retraso en un pago, cosa que ya habían hablado con nosotros.
Debido a sus atribuciones no correspondidas, el Señor Dawson accedió a hacerse cargo en lo que estamos aquí, así que eso es una preocupación menos, supongo. Regreso a la mesa de trabajo. Pasamos días encerrados en mi cuarto hablando sobre planos, pero también sobre nosotros.
Es increíble conocer a mi esposa un poco más y saber cosas que antes solo daba por sentadas, como ser el hecho de que nunca amó la casa y solo dijo que sí porque no tenía otra opción.
Pequeñas revelaciones que me hicieron comprender que quizás, el divorcio, no sea mala idea después de todo. Me di cuenta de que por más que intenté retenerla, lo único que estaba logrando era distanciarla cada vez más de mí.
Entre peleas, discusiones y charlas sin sentido que siempre terminaban en pedidos de divorcio, ahora podemos realmente tener una conversación real, una donde reina la verdad y los descubrimientos, porque creo que ambos finalmente, estamos conociéndonos, como debimos de hacer desde el principio.
Me dolerá dejarla ir cuando sea el momento, pero al menos sé que me estoy esforzando porque las cosas sean mejores y hacer nuestra estadía aquí mucho más relajada que antes.
Sonrío mientras veo el plano en el que ella ha estado trabajando. Una casa de campo donde el jardín tanto delante como trasero, tiene tantos metros de verde césped e incluso una plantación para sus propios vegetales.
Admirando su trabajo, me siento fatal de no haberle podido dar nunca la casa de sus sueños, pero le tomo una fotografía solo para recordar lo bella que será cuando finalmente esté lista. Sé que los clientes estarán felices con los resultados y mucho más si, como dijo Ava, la esposa le dio total libertad de diseño.
Guardo todo, la noche está cayendo por aquí y pronto tendremos hambre así que ordeno algo de comida después de limpiar el desastre que usualmente dejamos en esta habitación la cual se ha convertido en nuestra oficina a tiempo completo.
Estoy a punto de guardar el último plano, cuando recibo una llamada entrante. Al corroborar la hora, me doy cuenta de que jamás es impuntual, algo que desde que lo contraté, me agradó.
Regreso la mirada al dormitorio donde veo que la puerta continúa cerrada, por lo tanto, Ava sigue dormida. Enciendo la televisión para distorsionar un poco mi voz y atiendo la llamada en el balcón, admirando todavía más las cálidas noches de este paraíso tropical.
“Buenas noches, Señor Byrne. ¿Puede hablar?”, me dice.
“Por supuesto. Por favor, dime que encontraste algo porque enloqueceré si me dices que no”, suelto un suspiro.
Me sostengo del barandal con una mano, manteniendo la mirada fija en las olas que, a estas horas, comienzan a moverse con mayor intensidad.
“Al principio no encontré nada, pero como le dije, la vigilancia debe ser constante para poder unir la información de manera certera”, comenta.
“¿Y lo hiciste? ¿Lo conseguiste?”, le pregunto.
“Conseguí algo. ¿Puede mirar su correo? Necesito que vea las fotografías que tomé”, pide.
De inmediato regreso dentro de la habitación, buscando mi laptop. Le pido que espere mientras se inicia y luego ingresa al correo.
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