Esposo infiel
Capítulo 62

Capítulo 62:

Y no lo pienso demasiado, porque sé que despertaré antes que Ava. Acepto el sedante con la única condición de que sea poco, más que nada ser capaz de estar para mí, a pesar de todo el daño que le causé.

Averiguaré quién nos quiere hacer daño y lo voy a detener. Nadie la lastimará. Nunca más. Ni siquiera yo. Es lo que me juro antes de cerrar los ojos, perdiendo la consciencia.

POV Ava.

Cuando despierto lo primero que veo es el rostro de mi madre, quien al parecer ha estado llorando pues los tiene tan inflamados que apenas y puede contenerse cuando nota que he abierto los ojos.

“¡Harold! Oh, mi niña, creí que no ibas a despertar”, dice alterada, acercándose a mi rostro, tomándome con ambas manos.

Puedo ver la preocupación que está cierta forma se siente bien, saber que después de años de indiferencia, al menos ahora sí está demostrando lo importante que soy para ella.

“¿Estás bien? ¿Te duele algo? Tengo que llamar al doctor, pero regreso enseguida ¿De acuerdo?”.

Asiento, sin ser capaz de decir palabra alguna todavía, sin importar cuánto me esfuerce por abrir la boca, me siento medio adormilada.

Mi padre toma mi mano. En él se nota mucho más las horas que se las pasó sin dormir y preocupado, puesto que tiene tan enrojecida la mirada que causa impresión a primera vista.

“Mi hija preciosa. Pensamos lo peor, pero es una suerte que ambos estén bien”, dice mi padre.

“¿Adam?”, inhalo profundo, apretando su mano.

“Está bien, cariño. Fuimos a verlo, pero estaba durmiendo así que vinimos aquí”, dice.

“Entonces está bien”, asiento levemente.

“Tiene golpes, muchos golpes eso sí, aunque sanarán pronto. Lo importante es que ambos sigan con vida, lo demás son solo detalles”, dice.

Papá tiene razón. Ahora que estoy más tranquila, recuerdo lo que pasó y cómo pasó y la verdad es que, después de ver su rostro lleno de heridas y sangre, es un alivio, que no tenga más que golpes. Al cabo de unos minutos mi madre ingresa con el doctor que me atendió cuando llegamos aquí ya que al menos yo, desperté en la ambulancia.

Fue el shock y la necesidad de tener a Adam cerca, lo que los llevó a tener que dormirme porque ni siquiera podían limpiar mi herida y necesitaba una tomografía con urgencia para ver que no me haya roto el cráneo.

No cooperé y por eso me durmieron, aunque fue lo mejor. Ahora mismo estoy más descansada. El dolor de cabeza que tengo se debe a los golpes y según el médico, mañana podré salir de aquí mientras que Adam tendrá que quedarse unos días más.

Me receta algunos medicamentos para las jaquecas que tendré hasta que sane la herida, que por suerte es solo eso y no una contusión, y también días enteros de descanso, alejada de todo el estrés de esta situación. Me informa que debo de charlar con los detectives que llevan el caso, pero mis padres se entrometen de inmediato, negándose a tal cosa.

“No hablará con nadie sin un abogado presente”, dice mamá con firmeza.

“Podemos llamar a Megan Hobbs a ver si está en la ciudad y…”.

“No es necesario. No tengo nada. que ocultar, mamá. Esto fue algo planeado y si no coopero, quizás jamás lleguen a saber quién está detrás de todo esto y yo necesito poder caminar por las calles tranquila, sin tener que cuidarme la espalda todo el tiempo”, digo, captando la atención de todos

Bufa, molesta, sin entender mi posición, pero sé que es cierto. Si no coopero, si me hago la difícil para el interrogatorio, quedará en la nada y esto no puede quedar sin resolverse puesto que claramente, alguien quiere hacernos daño y no podemos dejar que se salga con la suya.

“Bien, de acuerdo, pero si insinúan que lo hiciste o que tienes algo que ver en esto, dejas de hablar ¿Entendido?”.

“Sí, mamá, lo entendí”, asiento

“Bien, ¿Los detectives están afuera?”, dice.

“Llegaron temprano para hablar con Ava apenas despertara. Ayer hablaron con su esposo y solo queda que de su testimonio”, responde mi padre.

“Estaré bien, mamá, puedo sola, en serio”, suelto un suspiro, tomando la mano de mi madre quien clava la mirada en mí.

Le cuesta aceptar, pero al final asiente.

“De acuerdo. Vamos Harold, estaremos esperando afuera”, ordena.

Ambos se acercan a besarme y no entiendo porque su preocupación si, a fin de cuentas, jamás he tenido problemas con la ley. Justo por eso no me niego a verlos, y a los minutos de salir mis padres de la habitación, veo que dos hombres grandes, quienes se identifican conmigo, ingresan en su lugar.

Comienzan haciéndome preguntas casi de rutina, dónde estuve, con quién, como sucedió y no sé si es impresión mía o qué, pero siento un poco de tensión entre nosotros, cosa que no llego a comprender del todo.

“Señora Byrne, ¿Conoce usted a una Señorita llamada Kimberly Heard?”, me pregunta.

“Sí, la conozco. Fue la amante de mi esposo”, respondo.

“¿Cómo sabe que terminaron?”, uno de ellos sonríe.

“Mi esposo me lo dijo”, clavo la mirada en él.

“¿Está segura? ¿O llegó a esa conclusión después de amenazarlo?”, cuestiona.

“¿Disculpe?”, frunzo el ceño de inmediato.

Su compañero carraspea mientras este idiota, creo que el tal Odom, me mira con una sonrisa de idiota en su rostro como si hubiera ganada alguna especie de batalla donde yo, claramente, no estaba participando.

“Cuando hablamos con su esposo anoche, jamás mencionó que fue usted quien sacó a relucir el video de ambos teniendo se%o en la oficina. ¿Si sabe que eso es un delito grave?”, dice.

“Yo no hice nada”, ruedo los ojos.

“Creemos que sí lo hizo. Al menos lo del video. Tenemos personas que apuntan hacia usted como la única persona alrededor del Señor Byrne con intenciones de hacerle daño e incluso tenemos una testigo de sus amenazas”, suelta Odom.

“¿Su testigo es la amante de mi esposo? Vaya testigo”, me rio levemente

“¿Sabe que la acusó de quemar su ropa? Porque eso también es un delito”, dice.

“Sí, es un delito como el estar viviendo en un departamento el cual me pertenecía. Por ley, todo lo que está dentro es mío e hice lo que quise. ¿Qué tiene eso que ver con el hecho de que casi nos asesinen? ¿Le preguntaron dónde estuvo todo este tiempo? Porque por lo que dice, suena a sospechoso”, digo.

“Su coartada fue verificada por tres personas quienes aseguran haberla visto en un bar, bebiendo hasta perder la consciencia”, el da un paso hacia mí

No le creo ni una sola palabra.

“Entonces, a ver si entiendo, ¿Insinúan que esto lo planeé yo?”, cuestiono.

Es inconcebible para mí que esto me esté sucediendo. Cuando accedí a hablar con ellos pensé que querrían saber cómo fue el accidente y si recordaba algo siquiera, pero nunca se cruzó por mi mente el pensar en que podrían estarme inculpando por esto.

Respiro profundo. Intento no perder el control y no enloquecer porque sé que, de hacerlo, solo les estaría dando otra razón para desconfiar de mí.

“Sabemos que amenazó”.

Me río, bajando la mirada.

“Lo que suceda en mi matrimonio es cosa nuestra ¿Acaso él les dijo algo como eso? Seguro que no, porque no lo estarían insinuando sino afirmando y yo no escuché algo como eso. Crean lo que quieran, pero ¿No les parece ilógico el lastimarme a mí misma solo para herirlo a él? Eso es inaudito, demasiado ficticio para mi propio gusto”, digo con firmeza.

“¿Sabe algo? Hasta anoche creímos que esto pudo haber sido programado por personas que querían hacerle daño, pero después del testimonio de la Señorita Heard y de comparar las lesiones entre su esposo y usted, quiero que quede esto en claro y es que usted, Señora Byrne, es la principal sospechosa”, es su turno de reír.

Muerdo mi labio inferior con fuerzas, intento mantener la compostura para no perder lo último de paciencia que tengo corriendo por mis venas.

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