Esposo infiel -
Capítulo 61
Capítulo 61:
Sacudo la cabeza. No puedo ni siquiera imaginar por qué razón nos meterían en una situación igual, una que claramente fue planeada con detenimiento porque sabían exactamente dónde estaba la habitación de Ava, por dónde entrar y cómo burlar la seguridad.
“Por ahora sabemos dos cosas con seguridad, Señor Byrne. La primera es que el objetivo eran ustedes. No robar, no la casa, no las joyas o el dinero, solo ustedes. Y segundo, que quien está detrás de todo esto, los conoce bien. Conoce su casa, su barrio, su horario. No existe ninguna duda, fueron atacados Con premeditación, quizás con años de premeditación”, explica.
“La verdad es que no tengo idea quién nos podría querer herir”, admito.
“Señor, ¿Tiene alguna dirección donde podamos localizar a la Señorita Kimberly? Porque tendremos que hablar con ella”, dice.
Asiento, brindando la dirección de casa de sus padres donde supongo que fue a parar cuando todo se terminó para ella. Es aquí cuando el otro detective, se acerca hasta el costado de mi cama.
“Encontramos algunas grabaciones del momento del ataque. Quizás pueda reconocer el coche, la matricula, algo, y si esto es demasiado para usted solo tiene que decirnos porque me detendré de inmediato”, explica.
“De acuerdo. Quiero verlo”, trago grueso, clavando la mirada en el móvil frente a mí.
“Bien, la primera grabación es de la casa de sus vecinos porque en su casa no encontramos ninguna cámara funcionando”, ambos se acomodan a mi lado.
El video se reproduce y tal como recuerdo, lo primero que se ve.es una luz blanca que comienza a moverse. Quien sea esa persona fue desde el otro lado de la casa, donde no tenemos vecinos, pero la grabación adelantada los muestra saliendo casi corriendo en dirección hacia las vallas de seguridad que están en el perímetro.
Son tres los que corren, tres hombres seguramente por las complexiones de sus cuerpos, aunque no logro ver sus rostros por las máscaras y la mala calidad del video.
“¿Algo?”, pregunta.
“La luz. La vimos con mi empleada minutos antes del ataque. Sabía que… me dio mala espina y subí a la habitación para buscar a mi esposa después de llamar a los de seguridad quienes dijeron que no había nada”, apunto.
“¿Está seguro de haber llamado a seguridad?”, se miran entre sí.
“Sí ¿Por qué?”, con el ceño fruncido los miro.
“Porque su jefe dijo que no había hablado con ustedes. ¿Le dijo que enviarían a alguien? Este es de la carretera”.
Sé que las dudas comienzan, y por órdenes del doctor deciden proseguir al siguiente video
Apenas se ve el video puedo divisar el coche de Ava donde estábamos. No pierdo el control en ningún momento, ni casi choco a nadie, sino que, todo lo contrario. Conduzco bien, como se debe, entonces veo que un coche acelera hasta quedar detrás de nosotros.
Puede que ese coche no tenga muchos caballos de fuerza porque les cuesta quedar en nuestra posición, y solo lo logran cuando yo disminuí la velocidad, cuando creí que el peligro había quedado atrás.
Me recrimino en silencio, sin quitar la vista del video el cual muestra el momento exacto en el que nuestro coche se descarrila y entonces tengo frente a mí, en vivo y en directo, cómo es que terminamos girando intentando estabilizar el coche, pero perdiendo la batalla porque chocamos contra un poste de luz que por suerte no cayó sobre nosotros.
El impacto es terrible, de solo verlo siento escalofríos, más que nada por la parte que viene después y soy yo saliendo del coche, todo mareado, cayendo a los pocos pasos.
Y si creí que eso era lo peor, estaba equivocado, porque lo peor viene cuando veo que Ava sale del coche, se arrastra hacia mi cuerpo manteniéndose en esa posición durante varios minutos hasta que finalmente cae a mi lado.
El golpe que siento en mi pecho me tiene prácticamente rogando por un poco de aire. No pensé que iba afectarme tanto, pero solo ver que fue por mí, que se desmayó a mi lado, me hace sentir débil porque se supone que yo debía de protegerla.
Mi lugar es con ella, mi compromiso es velar por su seguridad y… fallé. Ava me necesitó, estaba herida, tenía que tener quién la salvara y de no ser por la llamada al 911, ambos habríamos quedados tendidos hasta que alguien más nos viera.
Me siento tan culpable que no controlo la lágrima que baja por mi mejilla derecha, dado que mi lado izquierdo se encuentra colmado de inflamación.
“¿Reconoce algo, Señor Byrne?”, pregunta.
Sacudo la cabeza, incapaz de decir palabra alguna.
“¿Matricula, algo en específico? La mínima cosa puede ser de gran ayuda”, vuelve a preguntar.
“No… no reconozco nada”, niego nuevamente.
Sueltan un suspiro, alejándose.
“De acuerdo. Vendremos mañana para charlar con su esposa, quizás ella pueda recordar algo. Por si tiene un momento de lucidez y recuerda cualquier cosa, llámenos”, tienden hacia mí una tarjeta.
“Está bien, lo haré”, prometo.
“Que pase buena noche, Señor Byrne”, dice.
Enfoco la mirada en la pared mientras ellos van saliendo de la habitación, Miles de cosas cruzan por mi mente, pero el único pensamiento constante que tengo ahora mismo, es mi esposa, arrastrándose hacia mí.
No quiero sonar como un interesado, pero a pesar de la situación, el primer razonamiento lógico que tengo es que se preocupó tanto por mí como para arrastrarse para verme. Eso me da esperanzas. Mínimas, nulas, casi inexistentes, pero esperanzas al fin y al cabo porque nadie se preocupa tanto por una persona a la que ya no ama.
Aunque ella jamás me dijo que ya no me amaba, simplemente que ya no quería estar conmigo y esas son dos cosas diferentes.
Su orgullo está herido, su dignidad también y no es para menos. Le fallé miserablemente, fui el causante de varios problemas emocionales que sufrió estas últimas semanas, pero ese pequeño gesto destine la esperanza de que todavía esté dispuesta a amarme.
Se cruza por mi mente la idea de que este ataque puede no ser el último, ni un hecho aislado.
Pienso de inmediato en que podrían herirnos en cualquier momento si se lo proponen porque a fin de cuentas, somos un objetivo fácil ya que jamás tuvimos que preocuparnos de estos asuntos, por lo que nunca estuvimos conscientes del daño que corríamos hasta sentarnos en un restaurante a disfrutar de una cena.
Lo primordial ahora es averiguar quién demonios está detrás de todo esto. Como dijeron los detectives, es demasiado improbable que fuera un hecho aislado porque solo querían hacernos daño, además de que conocían absolutamente todo, incluso los puntos ciegos de las cámaras de seguridad porque fueron directo al vallado.
Algo que no se ve a ciencia cierta y donde hay cámaras cada algunos metros. Nadie que no hubiera caminado por ese lugar de día, habría notado esos puntos ciegos. Literalmente, nadie, porque incluso yo, después de vivir años ahí, lo noté hace menos de seis meses cuando salí a correr por otra ruta distinta a la habitual.
Intento buscar una persona que pudiera hacer tal cosa o tener tantos motivos como para herirnos así, y solo tengo a dos en mente. Nick y Kim.
Dos personas que tienen más de un motivo para querer vernos en la mi%rda a Ava y a mí, pero ¿Serían tan malvados como para querer nuestra muerte? Porque esto fue un poco extremo. El dolor de cabeza que me toma de repente me obliga a cerrar los ojos con fuerza. Bueno, al menos un ojo porque al otro ni siquiera lo siento.
“Señor Byrne, necesita descanso”, dice el doctor.
“Solo quiero ver a mi esposa. ¿Puedo ir con ella?”, pregunta.
“Lo siento, pero sería inútil porque ella dormirá toda la noche y creo que usted necesita lo mismo”, me mira con lástima.
“Tengo que estar despierto para cuando ella lo haga. Tengo que estar bien”, niego con mi cabeza
“Lo estará. Puedo ponerle una dosis menor para que descanse pocas horas si es lo que desea, pero necesita mantener esa herida sin tensión”, dice.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar