Esposo infiel
Capítulo 60

Capítulo 60:

POV Adam.

No termino de recostar la cabeza sobre la almohada, cuando veo que ingresa el doctor junto a dos enfermeras más.

“Señor Byrne, ¿Cómo se siente?”, pregunta.

Trago grueso, inhalando profundo después.

“Mareado ¿Puedo ver a mi esposa?”, admito.

“Es comprensible. Posiblemente también tenga náuseas, dolor de cabeza, los mareos que menciona y puede que le cueste razonar de la misma manera que antes, al menos por unos días. El golpe de la piedra le causó una contusión. ¿No es nada grave si se la trata correctamente, pero por el momento usted tendrá que quedarse unos días, al menos para las revisiones?”, se acerca a leer mi expediente el cual cuelga en el lado opuesto de la cama.

“¿Revisiones?”, frunzo el ceño.

Los tres clavan la mirada en mí.

“Señor, ¿No se ha visto al espejo todavía? Tendrá hematomas por todo el rostro durante algunas semanas y puede que tenga que ver a un oftalmólogo por la vista, para que no se vea afectada. Ahora mismo, está en recuperación, una larga recuperación”, niego con mi cabeza, logrando que él le pida a la enfermera que me pase un espejo.

La enfermera me tiende el espejo y juro que no reconozco la mitad de mi rostro.

El color morado está en mi piel, algunas veces tirando a negro por los coágulos que se formaron debajo por el impacto del golpe, sin contar los cientos de pequeños cortes que tengo en la piel por los vidrios que de seguro incrustados en mi piel.

Entiendo lo que dice de un proceso largo de curación porque ahora que he visto cómo quedó mi rostro, no sé cómo podría recuperarme en menos de un mes. Las marcas quedarán, incluso puede que tenga cicatrices de ahora en más, aunque lo importante es que sigo vivo.

“Él podría haber sido fatal de haber sido en su sien, pero el pómulo recibió todo el impacto. Sacamos más de diez trozos de vidrio de su rostro e intentamos bajar la inflamación un poco, pero fue imposible. Solo pasará cuando pase el tiempo”, explica.

Dejo el espejo a un lado de mi cama.

“¿Cómo llegué hasta aquí?”.

Ciertamente, la herida no me molesta. De hecho, estoy feliz de haberme puesto detrás del volante porque no sé qué hubiera sido de mí si veía a Ava en esta posición. Seguramente me habría puesto incontrolable, habría buscado hasta debajo de las piedras al maldito que nos hizo esto.

Mucho más sabiendo que ella no salió ilesa, porque mencionaron que está en otra habitación así que también está herida. Y eso me enfurece demasiado.

“Según entendí, por un aviso al 911 de un accidente de tránsito”.

“¿Y dónde está mi esposa?”, asiento.

“Señor, su esposa ahora está descansando. Por el impacto del choque tuvo una herida abierta en la cabeza, la cual llegó sangrando demasiado, pero logramos contener. Ahora mismo fue sedada”

“¿Por qué la sedaron?”, pregunto.

“Porque quería venir a verlo a toda costa. Tuvimos que sedarla para que se quedara quieta porque al igual que usted, estaba experimentando mareos, pero para mañana estará perfecta”, afirma, dejándome una sensación extraña en el pecho porque de repente, recuerdo su voz gritando mi nombre, rogándome porque despertara, aunque dudo mucho que haya pasado en la vida real.

Quizás, todo es producto de una mente que ahora mismo se encuentra herida.

“Gracias, por todo”, suelto un suspiro.

“No hay de qué. Ahora, ¿Se siente bien para hablar con los oficiales?”, pregunta.

“¿Oficiales?”.

Si, estaban esperando a poder hablar con su esposa, pero dadas las circunstancias, creo que no dudarán en hablar con usted si está dispuesto. Lo quedo mirando por algunos segundos antes de asentir.

Sé bien que esto iba a involucrar a la policía, seguramente el equipo de seguridad de la casa también se verá involucrado en la investigación dado que pagamos por un servicio privado de protección para evitar estas cuestiones. Yo también tengo demasiadas preguntas y dado que quiero respuestas, no me negaré a recibirlos.

Tanto Ava como yo, no tenemos problemas con ninguna persona que pueda llegar hasta el punto de querer causarnos la muerte, porque esto claramente fue un intento de homicidio, o ataque premeditado, cuanto menos.

El doctor me asegura que serán solo unos momentos y él debe de estar presente por si tengo un ataque, sus palabras, así que no me opongo. Las enfermeras salen, a los pocos minutos dos hombres grandes, con trajeron de oficina, ingresan a la habitación.

Me miran y hacen una mueca extraña cuando ven mi rostro, cosa que entiendo. Sé que no es agradable de ver, tampoco de llevarlo encima porque cuantos más minutos pasan, más profundo se hace el dolor, supongo que porque los medicamentos están pasando.

Me quedo en silencio, esperando que ellos digan la primera palabra.

“Señor Byrne, somos los detectives Gumble y Odom, estamos aquí para hacerle algunas preguntas acerca del hecho que sucedió en su casa y que derivó con dos personas heridas en un hospital”, se presentan.

“Perfecto. ¿En qué puedo ayudarlos?”, asiento.

“¿Tiene enemigos?”, me pregunta.

“¿Enemigos?”, repito.

“Sabemos que ambos son dueños de una empresa de arquitectura en la ciudad. ¿No tiene ningún ex empleado molesto? ¿Algún cliente que no haya quedado satisfecho con el trabajo que hicieron?”, comenta.

“Los malos entendidos con los clientes no llegan lejos y los empleados… imposible. Somos un equipo”, de inmediato, niego con mi cabeza.

El tal Odom clava su mirada en mí mientras su compañero toma notas.

“¿Y qué hay de su vida personal? ¿Alguna amante despechada que busque venganza?”.

“Debo suponer que vieron las noticias”, inhalo profundo.

“Señor, es tema público y tenemos que hacer estas preguntas para llegar al fondo del asunto ¿Podría decirnos algo sobre su amante?”, se disculpa.

“Su nombre es Kimberly Heard. Trabajó conmigo por más de tres años y fue despedida después de la fiesta”, digo.

“¿Estaba molesta?”.

“¿Usted qué cree? Durante años pensó que teníamos una relación de pareja y creo que sí, pero cuando mi esposa lo supo, yo ya había acabado con eso. No quería seguir engañándola”, sonrío levemente.

Anotan eso también.

“¿Tiene idea de dónde estaba la Señorita Kim cuando fueron atacados?”, pregunta.

“No, como dije, corté relación con esa persona”, respondo.

“¿Y cree que pueda ser capaz de un acto semejante? Porque, Señor Byrne, esto está siendo investigado como intento de homicidio y allanamiento de morada”.

“¿Allanamiento? ¿Acaso se quedaron en la casa?”, cuestiono.

Se miran entre sí, para luego guardar sus libretas donde tomaron notas, para en su lugar sacar un móvil.

“Tenemos la sospecha de que esto fue llevado a cabo por un grupo criminal porque cuando salieron de la casa, ellos… terminaron por hacerla pedazos”, dice.

Cierro los ojos. Cuando Ava se entere seguramente se pondrá muy triste porque esa casa era nuestro hogar y desde el principio, cuando apenas la vimos por primera vez, se enamoró perdidamente.

“¿Se llevaron algo de valor?”, pregunto.

“No tuvieron tiempo. Destrozaron lo que más pudieron y luego escaparon”, dice.

“¿Y el equipo de seguridad del barrio? ¿Acaso no los vieron o qué?”, frunzo el ceño.

“Ahora mismo están siendo interrogados, pero lo que sabemos es que se dispersaron en dos grupos, uno que intentaría contener a los agresores en la casa y el segundo grupo evitaría que los siguieran en el coche que actuó como distracción”.

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