Esposo infiel
Capítulo 52

Capítulo 52:

Apenas me deje, ni siquiera cuando la tinta en nuestros papeles de divorcio se seque completamente, él estará en sus brazos porque es el lugar donde quiere estar y ese es mi p%to problema, algo que debo resolver cuanto antes porque de otra forma, la que terminará realmente jodida, seré yo y no ellos.

“Te dejaré y me recuperaré. Pero ahora te necesito”, le digo a la botella.

Pierdo la noción del tiempo, pero al menos sé que afuera no ha quedado nadie de la oficina puesto que las luces están prendidas, pero no escucha absolutamente nada.

Tomo asiento en el sofá, me quito los zapatos, permito que mi falda se suba hasta los muslos pensando en que me quedaré aquí toda la noche, pensando en cómo jodí mi vida al punto de estar en medio de una encrucijada, y bebo casi toda la botella de un tirón buscando esa maldita paz que me da el alcohol, al menos un poco.

Comienzo a sentir los párpados caídos, pesados, casi al punto de saber que dentro de poco me quedaré completamente dormida, cuando siento movimiento fuera de mi oficina.

Con el ceño fruncido me acomodo en el sofá, sé que tenemos seguridad privada en todo el edificio así que es improbable que sea alguien ajeno y sin pase, pero igual me siento demasiado confundida hasta que la puerta se abre, dejando ver a Nick con una expresión seria en el rostro y bolsas en sus manos.

“¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que te habías ido a casa”, digo.

Suspirando, deja las bolsas sobre la mesa del escritorio, llenando el cuarto del aroma a comida tailandesa, la cual es mi favorita.

“Supuse que estarías aquí y pensé que una buena compañía alivianaría tu alcoholismo”, bromea, creo.

“Ven, traje comida”, dice también.

Muerdo mis labios. El alcohol me tiene satisfecha, comer no es una buena opción, pero dado que no tengo una bebida como antes, pienso que tener un poco de comida en el estómago no es una mala opción.

Me pongo de ple, puedo caminar a la perfección porque el beber todos los días despertó un poco de resistencia al mismo, por lo que Nick se sorprende al ver la cantidad que bebí y lo sobria que luzco.

Tomo asiento en mi silla ejecutiva, Todavía voy descalza y creo que luzco como la mi%rda, pero por la sonrisa que me da creo que es todo lo contrario. Saca los platillos que compró, abriendo mi apetito un poco más.

“No puedo creer que esté haciendo esto por una ebria ¿Te quedaste solo para embriagarte?”, dice, tendiéndome los cubiertos.

“Haría lo mismo en casa, con la diferencia de que aquí lo hice sola y sin tener a Adam vigilándome”, me encojo de hombros

“No estás bien ¿Cierto?”, suelta un suspiro, clavando la mirada en mí.

El tono de su voz me provoca lágrimas en los ojos, pero impido que vea mi sentimentalismo enfocándome en la comida solamente. No sé qué haría en caso de que comience el llanto de nuevo.

“Ava, no estás bien”, comenta.

“¿Podemos cenar en paz?”, pregunto.

“No, mírame. Por favor”, pide, cosa que no hago.

“Estoy bien, solo es un pequeño desliz”, sacudo la cabeza.

“No lo es. Hace días que dejó de ser un desliz porque te estás… te estás perdiendo, Ava. Bebes más de la cuenta para ahogar las penas, no como parte de esta versión que creaste y está bien, entiendo que quieras reconstruirte, pero no renazcas como una alcohólica porque nada de lo que hiciste valdrá la pena si la más afectada, terminas siendo tú”, explica.

Detengo mis movimientos, levanto la mirada al fin. Las palabras de Nick surten efecto en mí porque es justamente lo que estuve pensando todos estos días pasados, en que al final, quien terminó más destruida fui yo.

“¿Qué estás haciendo?”, dice.

“No lo sé”.

“Oye, fue divertido, Ava no lo negaré. Esa fiesta, el video, lo que vino después, todo fue genial en una persona digna y juro que te veo con admiración y respeto verte enfrentado a esta infidelidad de esa forma, pero ¿No crees que ya fue suficiente?”, pregunta.

“¿Qué? Claro que no. No es suficiente”, respondo.

Suelta un suspiro.

“Te está afectando. Ya lograste lo que querías, La chica perdió todo y Adam igual. Su reputación está por el suelo, el proyecto de Miami será todo tuyo y tendrá que desligarse de la empresa por su propio bien así que, ¿Qué más quieres?”, apunta.

Trago grueso. Quisiera enfocarme en la comida, pero no puedo si él sigue mirándome de esta forma donde quiere respuestas antes que cualquier otra cosa.

“Quiero que sufran”, espeto.

“Ya están sufriendo”, dice.

Sacudo la cabeza.

“No lo suficiente, porque con todo lo que hice esperaría que ella lo dejara, que se fuera a hacer su vida lejos de nosotros, pero… siguen encontrándose”, susurro.

“Y eso te jode…”, dice él.

“Me jode saber que sin importar cuánto lo joda, sus sentimientos hacia ella jamás cambiarán. Me jode que… la ame de la forma en que siempre quise que me amara a mí”, digo.

Y las lágrimas salen. Quizás sea el alcohol o quizás, por fin estoy admitiendo en voz alta el verdadero problema con la infidelidad porque diferente hubiera sido si era un matrimonio de conveniencia, pero yo me casé porque lo quería, y esperaba que me amara, creí que lo hacía.

Creo que el despertar de ese cuento perfecto, es lo que terminó por joderme, porque de verdad que me esforcé para ser perfecta para él, para que me amara como siempre quise y terminó amando a alguien, completamente diferente a mí.

Siento que Nick se mueve de lugar y de repente lo tengo junto a mí, abrazándome por los hombros, permitiendo que llore en su pecho cosa que hago porque de verdad necesito sacar todo lo que siento porque me está quemando por dentro. Acaricia mi cabello y yo oculto la cara en el nacimiento de su cuello.

“Carajo, este hijo de p%ta sí que no te merece”, dice, sacándome una leve carcajada.

“Lo sé”, respondo.

Se aleja un poco para verme a la cara y de verdad, que hasta ahora no había notado cerca que estamos uno del otro.

“Lo digo en serio ¿Tienes alguna idea de por qué acepté venir a ayudarte?”, afirma, mirándome a los ojos.

“Para vengarte de él”, digo.

“Para verte a ti”, niega.

Parpadeo, sorprendida. Siempre pensé que las veces en que Adam quiso advertirme sobre él, sobre que estaba obsesionado conmigo, pensé que se debían solo a sus celos, pero ahora…

“Eres una mujer increíble, Ava y mereces un amor extraordinario, no uno a medias y mucho menos un matrimonio por venganza. Quizás no quieras verlo por todo el daño que te causó y puede que quieras quitarle hasta las ganas de vivir, pero ya fue suficiente”, dice.

“Nick…”.

“El que intentes forzar las cosas no cambiará nada. Te estás destruyendo, les estás dejando ganar cuando ya es momento de soltar”, comenta.

“No quiero soltar”, digo.

“Tienes que hacerlo. Te destruyes en vez de sanar, de ver el mundo que te espera, de las personas que en verdad quieren amarte como te mereces”, dice él.

Noto que mira mis labios y no sé qué carajos sucede, cómo pasamos de hablar de una cosa a otra en cuestión de nada, pero tampoco me muevo.

“Demuestra que no eres igual que él”, espeto.

“Y no lo soy”, responde.

“¿De verdad? Entonces ¿Por qué disfrutas lastimando a alguien a quien jurabas amar?”, pregunto.

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