Esposo infiel -
Capítulo 49
Capítulo 49:
POV Adam.
Descarto en el camino que se trate de sus padres o el mío. Papá utiliza solo Bentley y mis suegros tienen camionetas blindadas, por lo que caminamos juntos a la entrada de la casa. Sabemos que tenemos que guardar las apariencias por quien sea que nos esté esperando, porque de no ser alguien importante, no les habrían permitido el paso los de seguridad.
La puerta se abre, el recibidor está vacío, pero antes de poder preguntarle a Ava si tiene alguna idea, veo que nuestra empleada viene a nosotros con una sonrisa temblorosa en sus labios.
“Señora, disculpe por haberles permitido el paso, pero pensé que no querrían dejarlos esperando afuera”, comenta.
“¿Quiénes son?”, Ava frunce el ceño
“Los Señores Paulson”, responde.
De inmediato intercambiamos miradas. Veo por su expresión, que no tiene la menor idea de por qué Paulson estaría aquí si ni siquiera se les ha presentado un proyecto todavía.
“¿Qué vamos a hacer? No podemos dejarlos en la sala esperando, tenemos que atenderlos ¿Y si quieren hablar del proyecto?”, pregunto.
“Claro que vienen a hablar de eso y seguramente que de la fiesta también”, rueda los ojos.
Elevo la mirada al techo tan resplandeciente que tiene la entrada de nuestro hogar. No puedo creer que hayan venido por ese motivo, sinceramente quiero creer que vienen a entregarnos el proyecto en las manos, pero de inmediato descarto esa idea.
“¿Qué haremos? No podemos dejar que nos quiten ese proyecto. a la empleada un vaso de whisky, pero se lo niego de inmediato, ganándome una mirada de odio de su parte?”, repito.
“No te entrometas, es…”.
“Tenemos algo importante y creo que ya estás lo suficientemente ebria como para tener otro trago. Atendamos a estas personas y ya cuando estés sola te acabas la botella si gustas, pero ahora no”, digo con firmeza.
“Entonces terminemos con esto parque de verdad necesito beber para aguantarte”, bufa, terriblemente molesta.
Ava es de esas personas a quienes no se les nota la ebriedad y eso es bueno en esta situación, de no ser porque se siente el aroma que desprende su cuerpo por el alcohol que tiene encima. Su maquillaje perfecto, su peinado igual y su ropa en posición, toma aire y practica la sonrisa falsa que va a poner.
Ahora mismo siento demasiada pena por ella. Se nota a leguas que está pasando demasiado y solo quiero abrazarla, contenerla, quitarle un poco del dolor que sé que le causé, pero abandono la idea cuando la rudeza de sus ojos, me grita que no es buena idea.
“Vamos”, ordena.
La sigo a la sala de la casa, donde los Señores Paulson se ponen de pie al vernos entrar. Ambos se muestran cordiales con ella, la saludan bien e incluso le sonríen, pero cuando llega mi turno, él me estrecha la mano dos segundos mientras que su esposa, apenas me da una leve y falsa sonrisa.
“Tomen asiento, por favor. Juli, cariño, ¿Serías tan amable de traernos algunas bebidas y botanas?”, dice Ava
“Oh, no necesita preocuparse, apenas y llegamos”, Kelly Paulson niega con su cabeza.
“No es ninguna molestia. Ahora les sirvo, Señora Ava”, responde Juli, la empleada
“Gracias. No me malentiendan, pero es una sorpresa tenerlos por aquí”, espera a que salga de la sala cuando se voltea hacia las personas frente a nosotros, sentados en el sofá grande, tomados de la mano.
“Queríamos darles algo de tiempo, después de la fiesta…”, Kelly mira a su esposo.
“Lamentamos lo ocurrido. Aquello no debió pasar jamás, nosotros estamos terriblemente molestos y buscando respuestas ante tal atrocidad porque…”, digo.
“Espero que no niegue que el de ese video no era usted, engañando a su esposa. Porque se le vio con claridad el rostro y de hecho, es por eso que estamos aquí”, me corta Erick.
“¡Aquí están sus bebidas!”, el ingreso de Juli nos deja a todos en silencio.
Ella parece no ser consciente de la tensión que hay en el ambiente pues sirve las botanas en la mesa, acomodando las bandejas que seguramente ya tenía preparadas por la rapidez con la que regresó y nos sirve a todos las bebidas antes de marcharse de nuevo.
“Señora Ava…
“Solo Ava, por favor”, dice ella, ganándose una sonrisa de parte de ambos, dejando en claro que quien no es bienvenido, yo.
“Ava, quisimos dejar que pasara una semana en la espera de que las cosas se hubieran calmado un poco, aunque sea, pero este tema no puede seguir esperando”, comenta.
“Dígame, por favor”, dice.
“No podemos entregarles el proyecto”, menciona su esposa, clavando la mirada en mí.
“Las verdades que salieron a la luz no son la clase de valores que queremos tener a nuestro alrededor. Nuestra empresa se fundó en base de amor y sacrificio, porque hicimos esto solos, él y yo como un sano matrimonio, y entiendo que la vida personal no tiene nada que ver con la vida laboral, pero las acciones de su esposo no van para nada, con los valores con los que fundamos esta empresa y por lo tanto, no podemos trabajar juntos”, termina de decir
“Eso, yo… no sé qué decir”, parpadeo, terriblemente sorprendido.
“Lo que dijo mi esposa. Nosotros no queremos intervenir en su vida personal porque entiendo, por la conferencia de prensa que ambos dieron, que quieren darse otra oportunidad, pero aquella traición no va con nuestras labores así que, por más buena y tentadora que sea su oferta, vinimos a presentarle nuestras oposiciones en persona para evitar inconvenientes”, secunda Paulson.
Los cuatro nos quedamos en silencio entonces. Se nota que Ava está sin palabras porque de seguro que esto no se lo estaba esperando y lo entiendo, pero es solo una consecuencia más de sus actos o quizás, el quitarme del medio era lo que esperaba pues es lo que propone, quitarme del proyecto.
“¿Podríamos solucionarlo si él abandona el proyecto?”, pregunta.
“¿Qué?”, digo, mirándola, cosa que no recibo a cambio.
Quiere este proyecto y sé por qué razón, pues las ganancias serían abismales y la reputación de la empresa quedaría por todo lo alto, pero quizás, esta sea mi última oportunidad de poder trabajar con ella.
Si todo sale como quiero, si no me sacan, tendría al menos dos años más a su lado para poder intentar que me perdone, sin importar cuánto daño quiera hacerme en el futuro.
“¿Estaría dispuesto a abandonar el proyecto?”, Kelly me mira.
Ava espera que diga que sí, pero niego de inmediato.
“Entonces…”.
“Antes de que tome una decisión, déjeme preguntarle; su problema ¿Es conmigo o con mis acciones?”, pregunto.
“Ambas”, admite sin tapujos.
Suelto un suspiro.
“Entiendo que lo que hice no sea de su agrado y de verdad, lo entiendo, porque estoy demasiado arrepentido. Aquella aventura terminó incluso antes de esa fiesta. Con anterioridad me había jurado que intentaría que mi matrimonio funcionara y el que saliera a la luz solo me hizo las cosas más complicadas, pero de verdad que quiero esforzarme”, admito.
“Eso no tiene nada que ver con nosotros”, responde el esposo.
“Tiene todo que ver. Quieren sacarme del proyecto por lo que hice y porque ella me está dando otra oportunidad, ustedes mismos lo dijeron”, espeto.
“Sí, es por eso, pero la oportunidad es algo que ella va a decidir, no nosotros”, dice.
“Entonces, permítanme pedirles a ustedes otra oportunidad también. Quiero salvar mi matrimonio, de verdad que sí. Le demostraré que puedo ser mejor persona y si ella está dispuesta a darme otra oportunidad que es la más afectada”, digo, mirándolos a ambos.
“¿Por qué ustedes me la niegan desde el principio? Comprendo que cometí un error, que lo que hice no va con sus principios y tampoco con los míos, pero soy un ser humano que vive de los errores y solo quiero… necesito otra oportunidad porque al parecer, el mundo entero ya ha decidido lapidarme a mí y a mi carrera”, término de decir.
Cuando termino, no hay nada de lo que dije que sea mentira y creo que Ava lo sabe, porque de inmediato abandona la sala excusándose, con la Señora Kelly por detrás para consolarla. Quedo a solas con Erick, quien me mira con una expresión seria en sus facciones.
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