Esposo infiel
Capítulo 47

Capítulo 47:

POV Ava.

“Lo que salga de los medios es algo que no puedo controlar y a decir verdad, tampoco están tan equivocados”, me encojo de hombros.

“La Señorita Heard hizo mal las cosas, no podemos tomar responsabilidad de sus acciones”.

“Pero sí de su decadencia como estudiante ¿Cómo pudieron dejar que avanzara los siguientes dos años si sus notas no eran las requeridas para tener la pasantía? Aquí se espera un nivel digno incluso uno nulo, pero esperamos que al menos tengan un poco de conocimiento sobre el tema. Esta chica no tiene idea de cómo diferenciar planos”, digo.

“Con todo respeto, durante los dos últimos años, ella regresó aquí a pedido de su esposo y todos sabemos por qué la quería con tanto anhelo. Lamento decirlo de esta forma, pero él también es responsable de…”, dice sin terminar.

Levanto la mano, cortando su discurso. Suficiente humillación me hizo pasar Adam como para tener que soportar a estos hombres también.

“Hagamos una cosa. Tienen que entregarle esto a ella ¿Cierto? Entonces la llamaré, dejaremos todo en claro y se acabó el asunto. Así evitamos malos entendidos también”, asienten.

Se miran entre sí. Al poco tiempo, acuerdan que es una buena decisión así que llamo a Kimberly por el intercomunicador.

“Nick, pide a Kimberly que se presente en mi oficina y a Adam también”, ordeno.

“Él salió a comprar su almuerzo”, responde.

Suelto un suspiro.

“Entonces solo Kimberly. Gracias”, le digo ahora.

El silencio que se escucha en mi oficina no es para nada agradable. Estos dos hombres están aquí, dispuestos a decirle a la chica que se c%gió a mi hombre, que ya no recibirá su titulación universitaria y Adam sabrá que el dinero que dio por ella es insignificante porque esta aventura, la loca presión de los medios y el que pronto sus calificaciones saldrán a la luz, la pusieron tan en el ojo público que ahora mismo, la universidad prefiere salvarse antes de caer junto con ella. Algo completamente comprensible.

Al poco tiempo ingresa en la oficina. Irrumpe más bien, creyéndose que estaba sola y al ver a las dos personas junto a mí, su expresión altanera y un poco depresiva, cambia de inmediato.

“Profesor Polansky, Profesor Case, ¿Qué están haciendo aquí?”, pregunta, terriblemente sorprendida.

“¿Por qué no tomas asiento, Kimberly? Estos hombres vinieron a decirte algo”, le sonrío.

Asustada, porque se nota que está muerta del miedo, se aproxima hasta la silla vacía a un costado sin quitar la vista de ellos quienes ni siquiera se dignan en mirarla.

“¿Qué es todo esto?”, pregunta.

Ella me mira. Quizás esté pensando que todo es parte de un malévolo plan ideado por mí para que la echen, pero estoy feliz del resultado. Ni siquiera buscándolo pudo haber salido mejor.

“Señores… por favor, hagan el honor”, digo, sin quitar la sonrisa de mi rostro.

Le entregan la carta documento. Al principio, supongo que estaba leyendo, no tiene muchas expresiones, sin embargo, cuando llega a la parte donde le anuncian que, debido a su comportamiento y falta de profesionalismo, fue separada de su universidad, levanta su rostro observándome con un claro odio en los ojos.

“¿Cómo fuiste capaz?”.

“¿Yo? Yo no hice nada, desgraciadamente. Ellos me buscaron y yo solo agilizo las cosas para todas las partes. Y dado que ya no formas parte de la universidad, y no tienes beca, creo que… estás despedida”, le sonrío.

“Por favor, no pueden hacerme esto, se supone que en unos meses más tendría mi título y…”, niega con su cabeza.

“¿Esperaba conseguir un título haciendo que su amante les pagara a profesores para que la aprobaran cuando ni siquiera había dado un examen siquiera? Sus compañeros, algunos ni siquiera pudieron conseguir pasantías y usted que tuvo la oportunidad de terminar aquí, desaprovechó todo por… por prestar atención a otras cosas y no al estudio”, responde Polansky, observándola con desdén.

Suspiro, admirando la telenovela que tengo justo frente a mí ahora.

Kimberly está tan negada, que ni siquiera leyendo la carta varias veces comprende qué está pasando y no la culpo. Tantos golpes, tantas pérdidas en segundos que a cualquiera le costaría entender.

“Yo no sé nada sobre eso”, casi rueda los ojos.

“Por favor, el tiempo de tomarnos por idiotas terminó. Mejor, agradezca haber tenido la oportunidad de aprender de los mejores, aunque la haya tirado a la basura por absolutamente nada”, dice, poniéndose de pie.

Me río, poniéndome de pie para despedirlos.

“Solo quiero decir que espero que esto no afecte nuestro convenio. Estaré feliz si envían a otro estudiante que sí tenga ganas de aprender. Como saben, muchos de los mejores arquitectos salieron de aquí como aprendices y algunos todavía trabajan aquí”, estrecho la mano con ambos.

“Agradezco, que a pesar de la situación que vivió, todavía esté dispuesta a recibir a más estudiantes. Es una mujer muy buena”, Polansky sonríe.

“Gracias”, respondo.

“Estaremos en contacto, Señora Byrne”, dice.

“Solo Ava, por favor”.

Acaban de hacerme feliz con las lágrimas que le quitaron a la mosca muerta así que pueden llamarme como quieran hacerlo. Para cuando salen de la oficina, regreso a mi asiento, rodando los ojos al ver a Kim.

“¿Todavía sigues aquí?”, digo.

“¿No te bastó con humillarme delante de todo el mundo ahora también me quitas la oportunidad de recibirme?”, clava su mirada en mí. Las lágrimas, el llanto y la decepción es lo único que veo en sus ojos.

Hago una mueca.

“Como te dije, quisiera tener el crédito de esto, pero ellos me buscaron. Ahora lárgate, que tu aura de chica llorona me está a quitando las ganas de almorzar”, respondo.

“Crees que voy a dejar las cosas así? ¡Me quitaste todo, maldita cornuda!”, grita.

Frunzo los labios para no reírme por su alborotada cabeza que quizás, a este punto, esté enloqueciendo lentamente.

“Mira, sí las dejarás porque a partir de hoy no trabajas aquí. El contrato se terminó al momento en que fuiste separada de la universidad porque lo que firmaste, fue un contrato convenio con el lugar donde estudiabas. Ya que te echaron, tengo libre el paso para quitarte de mi camino, cosa que hago de inmediato. Quita tu mi%rda de aquí para el final de día”, le sonrío.

“No te voy a perdonar esto, Ava. ¿Creíste que meterme con tu esposo fue demasiado? ¡Espera a ver lo que hago contigo, maldita p$rra!”, se carcajea, negando con su cabeza.

“¿Qué podrías hacerme? Y la verdad, no respondas, que no me interesa para nada. ¿Por qué me importaría la venganza de alguien a quien ya le he quitado todo?”; ruedo los ojos.

“¿De verdad piensas que Adam podría alejarse de mí así de fácil?”, espeta ella.

“Me vale mi%rda, esa es la verdad. ¿Quieres seguir c%giendo con él? Adelante, aviéntate, a ver si te recibe”, respondo.

“Lo tienes amenazado y por eso te crees la gran cosa, pero él me ama, Ava. Sin importar qué tanto lo reprimas, cuánto lo amenaces, nada ni nadie podrá cambiar el amor que siente por mí, algo que, de seguro, no sintió por ti ni siquiera cuando se casaron”, dice, dando un paso al frente.

Lentamente me pongo de pie.

“¿Te valoras tan poco como para tener que amenazarlo para que siga contigo? Pobre niña rica, aun teniendo el dinero para comprar el mundo si quiere, no puede comprar la única cosa que en verdad desea. Algo que yo tuve gratis”, se burla.

“Quizás lo tengas, cariño, y sí, puedo comprarme el mundo y eso es algo que tú no tendrás jamás”, digo, quitando la sonrisa de su rostro.

“Tu problema no es que Adam no te escoja, sino que no te de dinero ¿Cierto? Por supuesto, viniendo tan de abajo, la pobre niña creyó que el millonario se fijaría en ella”, espeto.

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