Esposo infiel
Capítulo 44

Capítulo 44:

“Dormiste a mi lado quién sabe cuántas noches después de c%ger con esa chica, regresabas a casa a horas de la madrugada oliendo a ella y juro que no quería verlo. Durante tres años me usaste como si fuera una maldita mesa, un objeto, y ahora   es tu turno de ser mi maldito accesorio. Después de que consiga todo lo que quiero de ti, te daré el divorcio, pero para ese entonces, ni siquiera mi firma en un papel será alentadora para ti”, espeto.

Con una tristeza que jamás había visto en él, me sonríe. Está casi al borde del abismo y es que, en solo minutos lo he dejado sin absolutamente nada. Su dinero no está, porque nunca tuvo dinero para empezar, y si bien tiene una fortuna todo está en la empresa, cosa que con gusto compraré cuando decida vender, pero no lo hará porque así es el orgullo.

Recuerdo con pena y rabia las veces en las que dejaba implícito que yo comía gracias a su trabajo y su fuerzo, como si lo que yo hice no valiera para nada y esas son las mi%rdas que me obligaron a abrir los ojos.

Hoy en día me doy cuenta de que jamás me valoró y aunque me duela, es momento de dejarle saber lo que valgo, lo que perdió y lo que jamás podrá volver a tener.

“En serio me odias, ¿No es así?”, pregunta.

No le respondo, principalmente porque serán unos largos meses por delante así que mejor me callo para no tener que entrometer sentimientos de por medio.

Me recuerdo a mí misma que esto de quedarme casada es para mejorar mi imagen, para impulsar a la empresa hacia otro nivel porque sé lo que nos espera, y mientras mi futuro es alentador, el suyo no tanto, por desgracia.

Cuando comprende que no le voy a responder, camina hacia la puerta, pero se voltea al poco tiempo para mirarme.

“Hay algo que no sabes, Ava”, dice.

“No me interesa saberlo”, respondo.

“Yo creo que sí. La noche previa a la fiesta fui a ver a Kim, lo admito, pero fue para terminarla. No quería seguir con ella, prometí que te haría feliz y todo lo que dije en esa habitación fue real, con cariño y con una promesa implícita de que haría lo que fuera para ser el hombre que merecías”, dice, plantándose de frente

“¿Y? ¿Esperas que lo olvide todo y ya?”, ruedo los ojos.

“Lamento el daño que te hice. Acataré todo lo que quieras si con eso te sientes mejor. Esperaré a que la rabia en tu corazón se disipe y cuando solo quede el amor que solías tenerme, te reconquistaré, lo sé, pero mientras tanto, en serio lamento todo lo que pasaste por mi culpa”, baja la mirada.

No quiero ver el remordimiento en sus ojos ni la verdad en su tono, no quiero ver que su expresión corporal me dice que de verdad lo siente, pero está aquí, justo frente y tengo que recordarme a mí misma que yo lo quise de esta forma. Ahora no hay vuelta atrás.

“Tus disculpas llegan tres años tarde. Ya no hay forma de detener esto y de haberla, no lo haría, porque de verdad quiero que sufras como yo sufrí”, digo.

“Entonces lo aceptaré”, sonríe, con una clara tristeza marcada en sus ojos.

“No tienes otra opción. Ya no”.

POV Adam.

Mi maldita reputación está por los suelos. En estos momentos, mis ojos no pueden desviarse de la pantalla gigante que tengo en el dormitorio donde decidí que voy a dormir a partir de hoy.

Ava no es una mujer que perdone, claramente soy su enemigo número uno así que, cuanto más lejos estemos, supongo que será mejor. Todavía me queda una hora para levantarme e ir a la oficina, pero por alguna razón hoy quise despertar y encender la televisión.

Grave error.

Mi nombre está en todos los canales de chismentos, el desmayo de Ava la posicionó como la víctima y todos están hablando de lo mi%rda que fui. Incluso sacaron algunas cosas a la luz como el que Kim estuvo viviendo en el departamento durante tres años. Por supuesto que todo esto me va afectar.

Tarde o temprano tendré las consecuencias frente a. mis ojos y quisiera creer que lo único que tendré.   serán unas simples reprimendas, sin embargo, viendo que todos en la televisión me están lapidando, no me da muchas esperanzas.

Esto se va a salir de control y por primera vez, desde ayer, concuerdo con Ava. La rueda de prensa es necesaria, quizás así podremos controlar un poco las aguas y mientras yo seguiré siendo el malo de la novela, ella se ha convertido en la mártir de las mujeres engañadas. Incluso están pidiendo la cabeza de Kimberly, de quien ya han averiguado absolutamente todo.

El título de hombre infiel no me lo va a quitar absolutamente nadie y desearía que así fuera, que esto desapareciera. Comprendo que lo que le hice a mi esposa no es para nada algo honorable, ni siquiera es aceptable, y merezco todo lo que me pase, sin embargo, me preocupa ella.

Ava está demasiado oscura en estos días. Su deseo de venganza es algo que jamás había presenciado en ella, ni siquiera sabía que aquello existía dentro de su corazón y me preocupa que termine demasiado enredada en su propio delirio.

Mi alarma resuena por todo lo alto y sé que es hora de levantarme. Me encamino a la ducha dejando que el agua me termine de despertar por completo y aunque intento no pensar en lo que va a pasar apenas salga del barrio privado donde vivimos, no es algo que pueda evitar.

No tengo nervios por la rueda de prensa, sino que temo a lo que va a pasar después de eso. Admitir ante todos que soy una basura infiel no va a hacer más que lapidar mi reputación, pero salvará la de Ava y quizás incluso nuestro matrimonio si termino demostrándole que puedo aceptarlo todo con tal de que esté feliz.

Decir que no he pensado en cómo quiero proseguir, sería una mentira. Las mi%rdas que le dije solo por estar molesto siguen dando vueltas en mi cabeza y es que me sentí tan atacado que tuve que responder, aunque no fue lo mejor.

Decirle que a Kim le hacía el amor o fue más que un acto de defensa porque no es cierto. Si bien, pensé erróneamente que estaba enamorado de esa mujer, todo se esfumó cuando me mintió y las promesas que le hice a mi esposa en nuestra habitación fueron completamente ciertas.

De no haberse enterado de mi aventura, de no haberlo ventilado a medio mundo, quizás me habría enamorado de ella porque tiene todo para ser la mujer perfecta y ahora que la estoy perdiendo, sé que no quiero que pase.

Me digo a mí mismo que tendré que aguantar, no tengo más opción que esa. Tendré que esperar a que decida que tuve suficiente y solo ahí, intentar dar un paso en la dirección correcta.

No quiero perder mi matrimonio, ni a Ava. Tarde, pero lo noté. Intentaré hacer las cosas bien. Eso es lo que me digo mientras me miro al espejo, arreglando mi cabello.

Por ahora, los pasos que está tomando son de verdad, acciones necesarias para apagar un poco el fuego que surgió de este descubrimiento. Ahora mismo nosotros somos los bomberos, aunque no me guste mucho el ir de evacuación de Ava.

Camino hasta el vestidor, las incontables llamadas y mensajes que tengo no son para nada alentadoras así que intento hacer de cuentas que eso no existe.

Me coloco mi traje, el más elegante que tengo. Mi reloj, mi broche en la corbata y bajo las escaleras a sabiendas de que Ava puede estar en la cocina ya que no sé hasta cuándo les dio a los empleados.

No me equivoco, la encuentro de espaldas, con un traje blanco ceñido al cuerpo, tan perfecto y hermoso, que de verdad parece una modelo. Con una falda tubo que le acentúa el trasero, una blusa que le hace una cintura pequeña y el cabello suelto para que caiga sobre su espalda, es el primer golpe que recibo directo al pecho.

¿Qué tan ciego tuve que estar para no notar la clase de mujer que tenía a mi lado? Quizás sean mis suspiros los que me delatan porque de inmediato se voltea a verme, No tiene expresión en sus ojos, absolutamente nada.

“¿Estás listo?”, pregunta, regresando para preparar su desayuno.

“¿No merezco ni siquiera un saludo de buenos días?”, suelto un suspiro.

“No ¿Estás listo?”, dice tajante

“Sí, lo estoy”.

Voy hacia la cafetera, me sirvo el café y solo tomo una manzana a sabiendas de que no va a prepararme una mi%rda. Esta incomodidad que resurge entre nosotros no es algo que me agrade ni quiera tener todos los p%tos días, así que cuanto antes arreglemos este asunto, mejor.

“Te veo en la oficina”.

“Iremos juntos. Afuera hay mucha gente y renté un coche grande para ambos que nos llevará y nos traerá de regreso a la casa”, me corta, deteniendo mis pasos.

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