Esposo infiel -
Capítulo 43
Capítulo 43:
POV Ava.
“¿Tienes idea de lo que me has hecho? Quizás creas que esto es demasiado, y no me sorprende porque siempre quisiste quedar como una víctima ¿No es así?”, contraataco, dejándolo callado.
“Yo jamás quise quedar como nada, solo… ella…”, sacude la cabeza.
“No, adelante, continúa ¡Dime lo buena que es en la cama! Regocíjate en mi dolor, abre más la herida, disfruta de ver cómo sangro porque apenas lo hagas, solo avivarás las llamas que intento contener para no mandarlo todo a la mi%rda”, lo animo.
“Ava, jamás quise hacerte daño. Esto con Kim nunca estuvo planeado, no fue parte de un elaborado plan para quitarte del medio, ni siquiera lo hice pensando en las consecuencias, claro está. Esa chica, a la que todo el mundo está señalando ahora, es víctima de violencia por parte de su padre, es pobre, apenas y puede costear sus estudios y en mí creyó encontrar una salvación. Me conmovió, Ava, y en vez de c%gerla como dices que lo hice, hace más de un año que le hago el amor”, dice con fuerzas.
Parpadeo, retrocediendo. El golpe de sus palabras es duro, casi puedo sentir esa enorme mano invisible haciéndome pequeña, y quisiera de verdad no sentirme de esta forma, no hacerlo notar, pero esto es lo que ganas cuando actúas como yo lo hice.
“Esa a la que llamaste poca cosa, me hizo sentir como tú jamás pudiste y no la defiendo, Ava. De verdad que no. Solo quiero que entiendas que siempre fue más que tener una simple amante”, dice.
“¿Te enamoraste de ella?”, inhalo profundo.
Niega de inmediato, dándome cierto alivio.
“No. Pero jamás quise que terminara de esta forma. Seguramente la echarán de la universidad, ya no tiene casa, no tendrá empleo y…”, admite.
“Tiene que regresar al trabajo. Tiene un contrato al que no puede faltar, y todavía le queda un año más como mi empleada”, espeto.
“¿Estás hablando en serio? ¿Quieres mantenerla en la empresa solo para humillarla?”, alza una ceja.
“¡No, Adam, esto es lo que obtienes cuando te metes con un hombre casado y todavía encima, disfrutas siendo la amante! ¿Crees que no escuché todo lo que me dijo ayer? Y tiene razón, la estúpida siempre fui yo, la humillada, de la que todos hablaban”, gruño molesta.
“¿Cómo piensas que viví el regreso a la oficina? Con todos comentando en voz baja que su teatro se había terminada, que ahora no podrían c%ger en paz y lo mucho que sentían que yo tuviera el marido que tengo. Estas son las consecuencias, y por lo menos un tiempo, van a vivir las humillaciones que yo siento desde hace años”, continúo gruñendo.
No tengo que perder los estribos, pero ¿Ahora qué más da? Lo sabe todo, tiene que estar a la altura y no va a echarse para atrás porque no lo dejaré. Aquí nadie se irá sin haber tenido una probada de su propia medicina. Y él lo pasará mal, le guste o no.
Me sirvo un trago ante su silencio. No tiene con qué refutarme porque sabe que tengo razón, que ahora mismo la única perjudicada aquí, he sido yo, y por eso se guarda todo admitiendo de una vez el papel que le toca.
Inhalo profundo cuando regreso a mi asiento, enfrentándome de nuevo a la mi%rda que tengo de esposo.
“Muchas cosas van a cambiar, Adam, y no podrás detenerme. El divorcio no lo tendrás, de aquí no hay escapatoria a menos que yo lo decida, así que de favor hacia ti más que nada, te pediré que no hagas un berrinche, solo cierra la boca y di lo que quiero que digas”, le digo, mirándolo a la cara.
“¿Qué ganarás con eso? ¿Piensas que así vas a darme una lección? ¿Vengarte como dices?”, dice.
“Puede ser, pero hasta que yo decida ponerle un alto, pondrás una sonrisa, te aprenderás el guion y serás el esposo más arrepentido de la vida”, digo.
“Ahora quieres humillarme en televisión nacional. Estás mal”, rueda los ojos.
“No quiero hacerte nada, más que proteger mi imagen y la de la empresa que tanto costó construir. ¿Piensas que tu amorío no nos estaba costando? Porque estás equivocado, no se hablaba de otra cosa en esa empresa, la diferencia es que ahora el país lo sabe y tienes que proteger mi imagen. Hazte cargo de lo que hiciste, Adam, y admite que no has sido más que un infiel conmigo, con nuestro matrimonio y con los votos que una vez dijiste frente a un juez”, bufo, recostándome.
Baja la mirada, quizás pensando en mis palabras porque sabe que tengo razón y por más molesto que esté conmigo, no puede tapar el sol con un dedo como pretende hacer. Se da cuenta que no dejaré pasar el momento, y lo entiende a la perfección tomando el libreto en sus manos, cayendo en mi juego.
“¿Esto es todo lo que tengo qué decir?”, pregunta.
“En los próximos días vas a hacerme saber cuánto me amas”, niego.
“Me enviarás flores, estarás detrás de mí, no me dejarás ni dos segundos y por nada del mundo, quiero verte cerca de esa chica ¿Me entiendes? Los ojos del mundo están sobre nosotros y la empresa no tiene que verse afecta por tus idioteces”, susurro.
“¿Algo más?”, asiente, estando de acuerdo.
“Ya que lo mencionas, dado que no has sido más que una persona completamente irresponsable con el dinero que ganamos juntos el cual tenemos en una cuenta corriente en común, tomé la decisión de entregarte tu parte”, comento.
“¿De qué estás hablando?”, me mira con el ceño fruncido
“Bueno, tu padre se gastó casi toda su fortuna en sus nuevas esposas así que lo único que tienes es el valor de la empresa, por lo tanto, no tienes dinero porque tendrías que vender. Lo único que tienes ahora es tu sueldo de arquitecto, cariño, así que te sugiero que dejes de malgastar el dinero porque lo vas a necesitar”, me río, levemente, haciéndolo rabiar.
Le entrego la tarjeta nueva que está a su nombre, más una copia de lo que sería su estado de cuenta ahora que hemos terminado. Apenas posa los ojos en los números marcados en ese papel, pasea la mirada entre eso y mi rostro, preguntándose qué demonios está sucediendo.
Este es el segundo golpe. Al bolsillo.
No más gastos innecesarios, no más vestir ni educar ni mantener con vida a ninguna amante de cuarta porque todo eso hacía con el dinero de mi herencia, una que mis padres protegieron, multiplicaron y casi al doble con las inversiones inteligentes que hicieron, a diferencia de su padre que terminó casi en la ruina, dejando que tenga solo una parte de lo que alguna vez ganó y eso es solo ser generosa.
Nunca quise notar que era más rica que él, que de hecho la única persona rica aquí era yo, y ahora con las diferencias que tenemos en cuanto a dinero, se nota. Demasiado.
“¿Qué es esto, Ava? ¿Por qué?”.
“Por qué decidí que no vas a mantener a tu p%ta con mi dinero. Eso es obvio, cariño. A partir de hoy, todo el dinero que tendrás será el que te depositarán mensualmente como arquitecto de la empresa. No obtendrás ni un peso más de la cuenta, eso se acabó”, espeto.
Está que echa furia por los ojos y no es para menos. Pasó de manipularme, diciendo que haría crecer mi dinero, algo que llamé nuestro durante años, para terminar, enterándome que con mi herencia mantenía a su y quién sabe a cuántas más a lo largo de estos cinco años. Eso se termina aquí y ahora.
“¿De verdad quieres arruinar mi vida?”, cuestiona.
“Estas son las consecuencias de tus acciones. Nada más”, respondo.
“Quédate con el dinero, con la casa, con lo que quieras. Quítame todo lo que tengo porque resurgiré de nuevo, y este trato solo estará vigente por unos segundos Ava. A cambio, lo único que pido, es el divorcio”, niega con su cabeza, poniéndose de pie. Está por caminar hacia la puerta, cuando se voltea a verme.
Inhalo profundo.
“Firmemos los papeles, cada quién por su lado, no más venganza, ni humillaciones y mucho menos teatros fingiendo que somos algo que hace tiempo dejamos de ser, así que piénsalo, podemos firmar…”.
“No. Nadie firmará nada. El divorcio te lo daré cuando yo quiera y piense que tuviste demasiado. Por ahora, las cosas se quedan tal y como las dije. Estudia bien ese libreto que quiero que todo parezca sincero”, le corto.
“¿No te parece que estás llevando las cosas demasiado lejos? ¿Qué ganarías con quedarte conmigo?”, bufa, molesto y exhausto, jalando su cabello con ambas manos
Me encojo de hombros.
“No ganaré nada, pero al menos mi reputación estará intacta. Juro que al principio no comprendía por qué querías tanto una imagen pulcra y limpia, y cuando nos casamos tontamente pensé que era porque me querías, sin embargo, ahora veo que todo fue estratégico y está bien, no me interesa para nada. Me quedé contigo, te apoyé, fui tu pilar y durante tres años te cagaste en eso”, sonrío.
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