Esposo infiel
Capítulo 38

Capítulo 38:

POV Adam.

“Los padres de Ava no quieren sentarse al lado de la nueva pareja de tu padre. Dicen que se verá mal ante la prensa”, comenta.

“¿La prensa? Esto no es sobre ellos. Diles que después de la cena pueden cambiarse de lugar, pero asegúrales que la nueva no estará en las fotografías de la prensa. Quizás eso les ayude”, le digo.

“Bien, y hay otra cosa”, asiente.

“¿Qué?”.

“¿Si viste que Kim vino de rojo? ¿Crees que quiere opacar a Ava?”, comenta, haciendo que frunza el ceño.

“¿Por qué dices eso?”, lo miro mal.

“Bueno, la jefa pidió explícitamente que los empleados viniésemos de blanco. Y ella es una empleada más, la cual ha faltado a esas reglas y nuestros compañeros no están contentos. Creen que tiene trato preferencial”, responde.

“¿Mencionaron algo al respecto?”, suelto un suspiro.

“No hablan de otra cosa. Con permiso”, se encoge de hombros.

Nick prácticamente corre donde los padres de Ava a quienes no les presto demasiada atención. Ahora mismo estoy preocupado por mi esposa y por la otra chica que no logro encontrar por ningún lado.

Comienzo a caminar por el piso, esperando encontrarlas, cuando noto que Kim está con un grupo de la empresa, riendo a carcajadas, bebiendo champaña como si fuera una invitada más y no la asistente que debe de estar asegurándose que todo marche perfecto.

Camino hacia ellos. Están en las puertas laterales que dan hacia el extenso jardín que nos rodea y a medida que me acerco, noto sus miradas sobre mí. Intentan advertirle a Kim que cierre la boca, pero al parecer, ha bebido más de la cuenta y no cierra el pico ni cuando me tiene a su lado.

“Kimberly”, la llamo, obteniendo su mirada sobre mí.

“¿Qué quieres?”, dice.

Los demás comentan.

“Retírense, por favor. Rompiste el código de vestimenta impuesto. Eres una empleada más, no lo olvides”, espero a que nos dejen a solas y me enfrento a ella quien no me baja la mirada.

“¿Lo soy? Porque creo que no has cogido durante tres años, con todos los empleados de tu empresa ¿O sí? Porque yo sí, y eso me hace especial. ¿Qué tiene de malo usar algo de color?”, rueda los ojos.

“Era un código de vestimenta para los empleados. Además, Ava también vino de rojo y…”, aprieto la mandíbula.

“¿Ahora te preocupa que pueda opacarla?”, se carcajea, interrumpiéndome.

Me río, negando con mi cabeza.

“¿Crees que podrías? Porque serías la única. Agradece que esté tan ocupada que ni siquiera te presta atención, porque de seguro la pasarías muy mal, ¿Y qué haces bebiendo? Se supone que eres su empleada, su asistente. ¿Por qué no estás haciendo tu trabajo?”, su sonrisa burlona se borra.

“Decidí que hoy voy a disfrutar como si fuera la dueña. Soy tu novia, puedo hacer lo que quiera”, suelta un suspiro.

Las ganas de estrangularla me están pesando en el centro del pecho. De no ser porque tenemos gente a nuestro alrededor quienes posan la mirada en nosotros de vez en cuando, ya habría tomado cartas en el asunto, pero me muestro profesional.

No me acerco, no le sonrío ni dejo que los demás vean que tenemos otro tipo de relación porque a este paso, veo que será una noche demasiado larga, a decir verdad.

“Escucha. Aléjate de Ava si no quieres que te destruya frente a todos. Le pediré a alguien más que haga tu trabajo, pero vete a tu casa. Evítate pasar vergüenza”, amenazo.

“¿Quién me avergonzará? ¿Tu esposa? Porque lleva haciéndolo semanas y no te interesa para nada”, responde.

“Tienes razón, no me interesa, porque el que llegara me hizo notar que te di demasiados privilegios los cuales ahora no quieres soltar así que, es bueno que esté aquí, para recordarte el lugar del que provienes y dónde vas a terminar si decides enfrentarme. No quiero problemas, Kimberly, así que compórtate”, mascullo, retrocediendo.

“Seré buena niña, lo prometo”, hace un puchero

Inhalando profundo, buscando un poco de paz para poder sobrellevar lo que queda de la noche.

Regreso al salón, noto que Ava me está buscando con la mirada y es imposible no acercarme a ella como si fuera una especie de imán, cuando noto que está charlando con Erick Paulson y su esposa, de una forma animada, casi íntima.

Paulson tiene una sonrisa en su rostro cuando me ve llegar, algo que jamás conseguí por mi cuenta dado que las veces en que charlamos, casi me demanda por ser un acosador y es que la cuenta de su edificio es uno de los proyectos que más me han fascinado.

Desde que supe la magnitud, deseé hacerlo, sin embargo, lo perdí. Ni siquiera me dejó intentarlo. Tomo de la cintura a mi esposa, anunciando mi llegada.

“Oh, cariño, te estuve buscando. Quiero que conozcas a Kelly y Erick Paulson”, menciona, con una sonrisa

“Es un placer tenerlos en nuestra fiesta”, tiendo la mano, saludando a ambos.

“Un placer que nos hayan invitado. De haber sabido que era algo tan espectacular, quizás habría aceptado con antelación, Adam”, Erick sonríe.

“Veo que conoce a mi esposo”, dice.

“Sí, ha intentado un par de veces que tuviésemos una conversación sobre la renovación del Central Park West, pero…”.

“¿Es usted el dueño de ese proyecto? Por Dios, Kelly, ¿Cómo no me dijiste que estabas casada con él? Ese proyecto es… enorme. Me fascina el diseño que mostraron en redes”, Ava se hace la sorprendida, interrumpiéndolo.

El parece realmente convencido de su argumento, aunque yo sé que son puras patrañas. Ella detesta ese diseño, no va para nada con su estilo, ni el de la empresa que manejamos.

“¿De verdad? Bueno, parece ser la única a la que le gusta. Yo tenía otros planes, quería otro estilo, pero dijeron que no sería moderno. En estos tiempos, según el arquitecto, nosotros debemos ofrecer lo que el pueblo pide más no lo que deseemos”, comenta él.

“Esas son patrañas”.

“¿Cómo dijo?”, sonríe al escucharla hablar así.

“Con todo respeto, son patrañas. Lo hermoso de la arquitectura es que jamás ha seguido una moda en específico. ¿No le parece igual de refrescante el entrar en un edificio antiguo, con sus terminaciones del siglo al que pertenecieron, que entrar a un edificio nuevo y moderno? Esa es la belleza arquitectónica, y a mi parecer, sin intentar hacerlo cambiar de opinión, creo que renovar no significaba modernizar”, explica Ava.

Interesado, le da toda su atención y no me sorprende, la manera en que Ava conecta con ellos, porque ambos están obsesionados con ella, se debe a que sabe de qué está hablando pues creo que ha estudiado a estas persas allá demasiado tiempo.

“¿Cómo sería eso? A mí me fascina la arquitectura que tiene, los grandes arcos y los ventanales. Sería. una lástima que se perdiera, el arquitecto del proyecto quiere destruirlo todo y rehacerlo de nuevo. Es tan grande que podría llevarles más de cinco años hacer todo”, pregunta la esposa.

“¿Cinco años? ¿De qué empresa estamos hablando? Si no les importa comentarnos”, pregunto sorprendido

“No, para nada. Se trata de KingsMann”, responde.

“¿No es el mismo al que casi envían a prisión por comprar elementos de mala calidad?”, Ava me da una mirada.

“Creo que alguien perdió la vida en uno de los derrumbes”, susurro, con toda la intención de que escuchen, lo que logramos, ya que la esposa luce petrificada.

“¡Eso es horrible! ¿Sabías sobre eso? Y no fue a prisión, eso es… ¿Cómo puede continuar haciendo su trabajo?”, le pregunta al esposo, quien niega de inmediato.

“No es por nada, pero su padre trabaja en el Congreso. Supongo que evitó que la demanda se hiciera pública y arreglaron todo a puertas cerradas, porque tendría que haber perdido su licencia, en eso concuerdo”, me encojo de hombros.

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