Esposo infiel
Capítulo 37

Capítulo 37:

POV Ava.

Se aleja de mí para analizarme. Sonríe victoriosa, está contenta conmigo y supongo que, desde nuestra charla, las cosas han estado mejorando lentamente pues comprendí que a veces, no terminas de conocer a las personas del todo y de no haber hablado, jamás hubiera comprendido por qué siente tanto resentimiento a mi padre.

“Estás preciosa. Veo que decidiste seguir mi consejo”, susurra.

“Hice unos pequeños retoques, pero sí, es justo lo que haré”, le guiño un ojo.

“Me parece perfecto. Recuerda, Ava, siempre victima en público y p$rra en privado. Todo saldrá a tu favor”, dice.

Me da una mirada que no logra comprender, antes de dejar que mi padre me abrace. No pasé desapercibido que no ha saludado a Adam como solía hacerlo. Está dejando ver su animosidad hacia mi esposo y por eso me alejo con él, tomada de su brazo.

“Papá, tienes que cambiar la expresión con la que miras a mi esposo. Estás siendo obvio”, digo, intentando mantener la compostura frente a los demás invitados quienes tienen la mirada sobre nosotros

“Es que no puedo evitarlo. ¿Quieres que me siente a fingir que no sé qué te está engañando y con esa chica que nos esperó en la entrada?”, espeta.

“Sí, justo eso”, respondo.

“Es un idiota. Esa muchacha no te llega ni a los talones, cariño, no entiendo qué pudo verle”, reniega, volteando los ojos.

“Ambos nos hacemos la misma pregunta”, suelto un suspiro.

“Tengo ganas de partirle la cara. Déjame, solo un golpe, no lo verá venir”, suplica.

Me carcajeo levemente y es que papá no entiende bien lo que quiero hacer. Para él, mi plan de venganza no es más que un simple berrinche de una niña que fue engañada, y justo por eso necesito qué no se entrometa.

“Entiendo que quieras defender mi honor ya que soy tu hija, pero prometo que puedo manejarlo ¿Si? Solo necesito que no digas nada, compórtate, que al final de la noche me darás la razón”, le digo.

“¿Lo vas a hacer aquí?”, frunce el ceño.

“Es una sorpresa. Ahora, pon tu mejor sonrisa y ve a saludar a mi esposo como siempre lo hiciste ¿De acuerdo? Tengo algo que arreglar”, digo.

Veo que Nick pasa frente a mí, disimuladamente, ocultándose entre el gentío hasta llegar a unas escaleras laterales que llevan al primer piso del salón el cual se encuentra vacío dado que aquí solo están los baños.

Intento pasar desapercibida como él, pero en el camino tengo que saludar a todos los invitados que apenas van llegando. Volteo de vez en cuando para notar que Adam, está tan concentrado charlando con mi padre, que ni siquiera se pregunta dónde estoy así que es mi momento de aprovechar.

Para cuando logro subir las escaleras, busco en silencio a mi amigo, quien al poco tiempo me jala hacia una habitación privada, colocando el seguro cuando entramos.

Todo está a oscuras, me quedo cerca de la puerta hasta que encuentro el interruptor y finalmente, me enfrento a él. Luce nervioso, algo preocupado, lo que resulta gracioso dado que ayudó bastante en la organización.

“¿Qué tienes?”, pregunto.

“¿Estás segura de que quieres hacer esto? Porque Ava, en cuanto todo salga a la luz, no hay vuelta atrás. No podrás ocultarlo, el mundo lo sabrá, se desatará el infierno en la empresa y…”, dice.

“Ese es el problema? ¿Acaso no crees poder caminar sobre el fuego sin quemarte?”, me encojo de hombros.

“Ese es el problema, yo ayudé a crear el fuego y por lo tanto, ya me estoy quemando”.

Ruedo los. ojos.

“¿Vas a comenzar con tu dramatismo? Porque puedo hacer esto sin ti. Escucha, entiendo que quieras que todo se solucione con paciencia y una simple charla donde escucharé mentira tras mentira que saldrán de su boca junto a promesas vacías y carentes de pruebas, pero yo no. Este es mi momento y no pienso echarme hacia atrás”, digo, cruzándome de brazos.

“Si estás segura, ese es el video que va a transmitirse”, niega con su cabeza. Sostiene entre sus manos su móvil el cual me entrega.

Le presiono el botón de play para comenzar a reproducirlo y ciertamente, tengo sentimientos encontrados, sin embargo, asiento, devolviendo el aparato a las manos de su dueño.

“Perfecto. ¿Algo más?

“Lo de después, eso de…”, asiente.

“¿Qué tiene?”, pregunto.

“Es un delito, Ava. Un delito que puede darnos días en prisión, incluso una demanda”, responde.

“Lo vamos a hacer y ya. Si no quieres estar después del video, me parece perfecto. Cumpliste tu parte, lo demás era solo cortesía laboral, pero si no estás dispuesto, no me preocupa para nada. Ahora, es momento del show, y no pienso perdérmelo”, suelto un suspiro, agotada de sus intentos de contenerme.

POV Adam.

Ava está tan hermosa que deslumbra al que sea que pasa a su lado.

Las cámaras la buscan, incluso los invitados le toman fotografías y la buscan para charlar así sean dos segundos. Es la más bella de todo el salón, los ojos están puestos en ella, en su sonrisa y en la forma en que su elegancia le da otro toque especial a todo esto.

El lugar está decorado en tonos dorados y blancos, los cuales resaltan a la única persona vestida de rojo del lugar. Los empleados son fácilmente reconocibles por sus trajes blancos, pero entonces, noto que una persona en particular vino de rojo también.

Kim se pavonea por el lugar con una sonrisa, buscando un lugar donde encajar y buscando con quien tener una conversación.

Siento pena, no tanto, pero sí algo, pues desde el momento en que comenzamos una relación más allá de lo laboral, sus propios compañeros la hicieron de lado lentamente al darse cuenta del trato preferencial que estaba obteniendo al poco tiempo de entrar a trabajar.

Eso en parte es mi culpa. De no haberme entrometido con alguien del trabajo, nada de esto habría pasado y ahora no la mirarían solo para burlarse de que estoy de nuevo con mi esposa. Jamás se me cruzó por la cabeza hacer una comparación entre ambas, pero ahora que están vestidas del mismo color, elegantes y con el cabello recogido, es imposible no hacerlo.

Si bien se nota a leguas que el vestido de mi esposa es de diseñador exclusivo y demasiado costoso a diferencia del de Kim que es tan simple como delicado, eso resalta solo una de las diferencias sociales y económicas.

Las joyas, los accesorios, el peinado e incluso el cuidado del cabello no son lo mismo, sin embargo, se parecen tanto que de no ser porque Ava tiene ojos azules y Kim no, podrían parecer parientes. Lo que más resalta de mi esposa es su cuerpo.

Siempre lo llevaba escondido detrás de trajes aburridos con cortes rectangulares o cuadrados, pero ahora que aprendió cuáles son sus atributos y los pecados es la lujuria.

Kim es bonita, pero ciertamente, entre ambas no existe competencia. Ava es mejor, la número uno y si hablamos solo de belleza, ya ganó.

No dejo de repetirme que por alguna razón tuve la necesidad de buscar fuera de mi matrimonio un poco de cariño, pero también me recuerda que el esfuerzo que puse con mi amante, no lo puse jamás con Ava. Solo, no me interesaba tener una relación, menos un matrimonio y acabé teniendo ambos.

“¿Te sientes bien? Escucha, no quiero que me ahorques ni nada por el estilo, estamos en una fiesta y…”, pregunta alguien a mi lado.

Despabilo para notar que Nick es quien está junto a mí.

“¿Qué quieres?”, pregunto.

“Tenemos una situación”, responde.

Quito la mirada de la pista donde ya no se encuentra ninguna de las dos mujeres.

“¿Qué pasó?”, digo.

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