Esposo infiel
Capítulo 27

Capítulo 27:

Prefiere el dinero a la libertad y está bien por mí, si eso le funciona.

“Y ahora, prepárate, porque Adam está esperando abajo a que le deje pasar”, dice.

“¿Qué?”, parpadeo sorprendida.

“Sí, está abajo. Anoche llamó y juro que quería gritarle que se alejara de ti, pero supongo que no es mala una venganza después de todo. Arréglate, pon tu mejor cara de niña sufrida, discúlpate por tu comportamiento y asegúrale que vas a intentar llevar las cosas en paz”.

“No quiero regresar a esa casa”, le sonrío, cuando se pone de pie

Suelta un suspiro.

“Será solo por poco tiempo, Ava. Todo se solucionará pronto”, suelta.

Mi madre abandona mi habitación, dejándome miles de preguntas en mi cabeza. Quizás solo estoy un poco confundida porque siempre creí que era una p$rra con todas las letras, una mujer interesada que no dejaba a papá ser feliz, cuando en realidad fue todo lo contrario.

Comienzo a creer que esa coraza de mujer fuerte se forjó en medio de las infidelidades que seguramente mi padre cometió. Ningún hombre es honesto, fiel y mucho menos lo suficientemente hombre como para no mentir, eso lo tengo por sabido.

Su relación me deja muchas preguntas sin respuestas, pero por el momento me enfoco en la mía, en la realidad que me rodea y en que Adam ingresará por esa puerta dispuesto a que le pida perdón por algo que no fue mi culpa.

Ni siquiera quiero verlo, mucho menos disculparme con él por algo que no hice, pero es lo que me toca. Por eso me pongo de pie ante el espejo de mi tocador, refriego mis ojos para dejarlos enrojecidos e hinchados, sacudo mi cabello para dejarlo un poco desordenado y arrugo más mi pijama para hacerle creer que me la he pasado en cama terriblemente deprimida.

Escucho su voz, quizás conversando con mi madre. Me lanzo casi corriendo hasta la cama donde me cubro con las sábanas, me recuesto de costado y apago la televisión fingiendo dormir. Incluso apago la luz, para darle un poco más de escenario a mi actuación.

Casi puedo reírme de lo ridícula que estoy actuando, pero es por una buena causa. Cierro los ojos, esperando el momento en el que la puerta se abre y él ingresa. Sus pasos son firmes, enciende la luz porque sabe dónde está el interruptor y se enfoca en mí.

Finjo tallarme los ojos para despertar, aunque en realidad quiero ese efecto enrojecido de pasar horas llorando.

“Hola”, saluda, sentándose a mi lado.

No deja de mirarme y me siento como la ganadora, incluso tengo ganas de carcajearme al ver que tiene una expresión extraña en su rostro.

“Hola”, le respondo.

“No respondes mis llamadas. Casi me vuelvo loco buscándote, Ava”, dice.

“Oh, es que no sé dónde está mi teléfono”, comento.

“Pero si está justo ahí”, frunce el ceño de inmediato, señalando la mesa de noche.

Efectivamente, está a un lado de la lámpara. Atrapada en la mentira tengo que pensar rápido.

“No tiene batería”.

No sé quién mi%rda es el que llama, pero me deja en evidencia, despejando mi mentira porque sí tiene batería, y WiFi, y todo lo demás.

“No querías responder ¿Cierto?”, pregunta.

Aquello me da la ventaja. Me cubro con las sábanas, queriendo desaparecer.

“Es que… estoy tan avergonzada. No sabía qué decir, yo… no sé cómo pude actuar de esa forma, querido”, digo en un tono llorón.

Por un momento veo la confusión en sus ojos. Después de tanto tiempo actuando como una p$rra, es bastante difícil que se crea este teatro, por lo que utilizo el arma mortal para él, lágrimas.

“Bebí demasiado, solo sería un almuerzo y luego me regresaría a casa a ver la película, pero creo… creo que tienes razón”, me asusto a mí misma al ver lo rápido que caen.

“¿Sobre qué?”, frunce el ceño.

“Sobre Nick”, respondo.

De inmediato su expresión se endurece. Tengo dos alternativas ahora mismo, o echo a perder todo mi cuento o le echo la culpa de todo a Nick. Obviamente escojo lo segundo.

“¿Qué te hizo?”, pregunta.

Me encojo de hombros.

“Te juro que solo bebí una copa. Quizás le echó algo a mi bebida porque después de eso quedé completamente ebria. Entonces pidió otra botella, yo no me sentía bien y tú llegaste a gritar. Me enfadé, pero fue el alcohol, lo prometo. Sabes que yo jamás haría una cosa como esa”, miento, fingiendo estar avergonzada

“¿Y por qué huiste de mí?”, inhala profundo.

Está, que echa humo por las orejas.

“Ya te lo dije, fue lo que sea que echo a mi copa y lo siento. Pregúntales a mis padres, dormí todo el domingo, apenas pude despertar y hoy… no quería dar la cara porque me muero de la vergüenza. Me advertiste, dijiste que no era buena persona y no te creí”, le respondo.

“No te preocupes, lo despediremos de inmediato. No podemos probar que te drogó, pero te creo porque tus padres me dijeron exactamente lo mismo”, se toma el puente de la nariz con sus dedos, creo que pensando en mil maneras de asesinar al pobre de Nick.

Asiento, sin dejar el papel de víctima.

“Ese hijo de p%ta, te dije que no era de fiar, pero me las va a pagar. Descarado, malagradecido.

“No podemos deshacernos de él. Tiene un contrato de pocos meses, se irá pronto, solo tengo que mantenerme alejada de él”, digo, obteniendo su mirada sobre mí.

“Ese maldito pagará por lo que te hizo, Ava”, niega con su cabeza.

“Es que no tenemos pruebas y si vas de nuevo con solo palabras a denunciarlo, te dirán lo mismo que la primera vez, que. no pueden arrestarlo solo con palabras”, dije.

Lo que dije lo deja pensando y sé que quiere deshacerse de él. No es ningún secreto que Adam jamás lo quiso, mucho menos ahora, pero finalmente suspira, tomando mi mano.

“Tendrías que haberme dicho apenas despertaste, porque te habría creído, cariño ¿Crees que me podría molestar contigo por eso? No estabas siento tú, no tienes de qué sentir vergüenza, ven aquí”, susurra, consolándome.

Me trago toda la rabia, todo lo que estoy sintiendo, permitiendo que me tome en sus brazos, fingiendo que no quiero arrancarle el corazón con mis propias manos.

“Todo estará bien, cariño, te lo prometo”.

“Si, todo estará bien”.

Cuando te destroce, estaré mejor.

Ingreso a la oficina a paso apresurado. Adam se ha quedado atrás porque necesitaba estacionar bien el coche porque le ocuparon el lugar e iba a quejarse, así que tengo un par de minutos. Dejo mis cosas en mi oficina, tomo el teléfono marcando el teléfono de Nick quien responde de inmediato y casi no me entiende cuando le digo que hay una urgencia y debe de venir a verme.

Estoy ansiosa, nerviosa y es que desde que mentí sobre la bebida, Adam está como loco buscando la forma de vengarse de Nick, y no puedo permitir que eso pase.

“Buen día, solecito ebrio ¿No eres un rayo de sol hoy?”, canturrea.

Al ver mi expresión, la suya cambia por completo.

“Tengo poco tiempo, solo quería decirte que todo estará bien. Lo arreglare”, niego con la cabeza.

“¿De qué estás hablando?”, frunce el ceño, observando hacia atrás, quizás sintiéndose amenazado.

“Tuve que decir algo que no quería, para zafar de una mentirilla. Es algo sin sentido, poco creíble y…”, muerdo mi labio inferior.

“Ava”, dice.

“Le dije a Adam que me drogaste y por eso me emborraché rápido”, confieso.

Su mandíbula, se inmediato se descuelga casi hasta el suelo. Me mira con un odio que comprendo a la perfección, su reputación, su trabajo, su vida social, todo se verá afectado si Adam decide actuar.

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