Esposo infiel
Capítulo 14

Capítulo 14:

“Vamos, carajo. Chupa, cariño, chupa todo”, gruño, sintiendo la maldita bola de fuego en el centro de mi abdomen.

Una nalgada es lo que recibo. Adam sabe muy bien lo que hace y siempre le molestó que le dijera qué me gustaba, aunque ahora no tiene alternativa, ni siquiera cuando quiere salirse porque contorneo las caderas disfrutando de esa lengua tan hija de p%ta que ha dicho tantas mentiras últimamente.

Adam gruñe haciéndome a un lado. Por un momento pienso que va a echarme o c%germe, pero me separa las piernas dejándome bien abierta ante su mirada, haciendo que vea que lleva dos dedos a su boca los cuales chupa para luego introducirlos dentro de mí.

Como si fuera poco, también pega su boca a mi v$gina y su mano en mi cuello como un bendito collar mientras obtengo todo lo que siempre quise de él, que me hiciera el amor con pasión, con ganas, como si de verdad me deseara.

Ese pensamiento me hace sentir poderosa, más cuando tomo su cabeza y muevo mi cadera de arriba abajo haciendo que lambetee lo que yo le doy, desayunando como casi nadie lo hace.

“Lo quiero todo, Ava”, gruñe, moviendo con rapidez sus dedos en mi se%o.

Su boca hace que pierda la razón, sus malditos movimientos me tienen tan aturdida que por un segundo me pierdo por completo, sintiendo el deseo de correrme y me habría contenido, de no ser porque él y sus mañas profesionales, me quitan hasta la última gota del org%smo con su boca.

Mi cabeza está perdida, mi cuerpo entero entra en shock porque es la primera vez que tengo un org%smo tan salvaje como este, donde las piernas me tiemblan y el corazón me bombea a mil.

Necesito de unos segundos para esclarecer la mente, cuando él me voltea, poniéndome en cuatro, paseando las manos por mis nalgas, disfrutando de la vista, cuando me da una nalgada que me hace saltar.

“Eres una maldita malcriada ¿Sabías eso?”.

Sonrío, tocando mi v$gina.

“Lo sé. Y gracias por el desayuno”, susurro

Antes de que pueda tomarme, ruedo hacia adelante saliendo de la cama, riéndome cuando noto que tiene el condón en la mano con algunas gotas de semen en la punta, lo que lo hace brillar.

“¿Qué haces?”.

Me encojo de hombros, caminando hacia el vestidor.

“Ava… ¡Ava! ¿Qué quieres?”, dice.

Casi tengo que golpearme a mí misma porque por más graciosa que vea la escena, mi cuerpo me pide más, todo en mí me pide que me entregue a ese hombre que sabe darme lo que quiero, pero también a otras se lo ha dado, recuerdo.

Regreso entonces a las cuentas claras que necesito, notando que, si caigo ahora, no podré hacer lo siguiente así que, suelto un suspiro.

“Tengo que ir a trabajar. Gracias por el se%o”, le digo.

“¿Estás bromeando? ¿Por qué mi%rda te vas?”, frunce el ceño, con la vena de su frente a punto de reventar.

“Tengo cosas qué hacer, no puedo c%ger todo el día ¿Me necesitas para algo?”, digo riendo.

“¡Claro que te necesito, ven aquí, maldición!”, dice.

Alzo ambas cejas, caminando hacia el vestidor donde tomo el camino a la ducha.

Me limpio deprisa, me seco como puedo y tomo el primer traje combinado que encuentro en el armario, lo que sea con tal de salir de aqui.

Con el cabello mojado, el rostro sin maquillaje y con los tacones en mano, salgo hacia la habitación donde Adam continúa desnudo y. descolocado con mi actitud, lo que me hace reír.

“¿De qué te ríes? No seas tonta y regresa a la cama. Termina lo que iniciaste”, exige molesto, intentando mantener su falo erguido.

“Tengo trabajo, así que te veo en la oficina, amorcito”, me encojo de hombros.

Salgo de la habitación dispuesta a correr si es necesario, cuando escucho sus gritos, lo que me hace sonreír. Esto apenas está comenzando.

“¡Ava p%ta Dawson! ¡Calienta p$nes, regresa aquí ahora mismo!”, grita.

Maldito imbécil. La frustración apenas es el comienzo.

POV Adam.

Ingreso en la oficina hecho una furia. El aroma de su v$gina, ese exquisito olor a vainilla y jabón, limpia y perfumada, no ha abandonado mi olfato, lo que me está enloqueciendo pues es solo un simple recordatorio de que esta hija de p%ta, me hizo hacerle se%o oral para después dejarme con el p$ne erecto y adolorido.

Conducir por la ciudad fue una p%ta tortura porque parecía que jamás iba a llegar a la oficina. Por primera vez en mucho tiempo tengo la necesidad de terminar lo que empecé, y sí puede que parezca un puberto, pero nadie, desde hace décadas, me deja con tantas ganas como acaba de hacerlo Ava.

Tengo tantas ganas de saltarle al cuello apenas la vea, que no disimulo lo dura que la tengo cuando bajo del coche en el estacionamiento. Soy consciente de que atraigo las miradas de varias personas, en especial de la población femenina que clava sus ojos en mi polla sin ninguna intención de ser disimuladas.

No me preocupa. Sé lo que tengo entre las piernas, sé lo que puede hacer y estoy satisfecho con el trabajo que hago siempre, por eso no entiendo por qué mi%rda Ava me dejó a medias esta mañana.

Ni siquiera una paja bajo la lluvia del baño me dio la paz que necesitaba y mucho menos calmo el asunto, sino que lo agravó.

Para cuando llego a mi piso, los ojos de varios empleados van en mi dirección. Estoy tan molesto que no saludo a nadie, ni siquiera me fijo de quién vino y quién no, solo camino hacia la oficina de mi esposa que se encuentra a final del pasillo.

Estoy a unos cuantos metros de su puerta, cuando los ojos felices de Kim se atraviesan en mi camino. Mi%rda. Baja lentamente la mirada por mi cuerpo, como suele hacer siempre, y sonríe sin disimulo cuando nota la dureza que traigo bajo la tela del pantalón. Tanto es así que no disimula al tomarme con fuerza.

“¿Qué estás haciendo? ¿Acaso perdiste la cabeza?”, gruño, alejando su mano.

Por encima de su hombro intento ver si Ava se encuentra en su oficina y luego volteo a ambos lados para ver si alguien fue testigo de su tocadera.

“Ven aquí”.

La tomo del brazo entrando en mi lugar. Cierro la puerta detrás suya al pasar, pero no me da tiempo de nada, solo se lanza hacia mi pantalón intentando quitarme el cinturón.

“¿Qué haces? Mi esposa…”, bufo.

Clava su mirada en la mía. Esa tan lujuriosa que me hace venirme como un adolescente.

“Está en un desayuno ejecutivo en la planta de arriba ¿No vas a dármelo solo porque ella está dando vueltas? Creí que no le temías”, g!me, arrodillándose frente a mi.

“No le temo, pero…”, antes de poder decir algo más, Kim se engulle mi p$ne profundamente.

Los sonidos que hace siempre me hicieron perder la cabeza y desde el primer momento en que nos acostamos, ha sido capaz de sacarme hasta la última gota. Fue capaz de hacerme venir cada noche que la tuve en mi cama, con su boca, sus manos, sus senos e incluso su trasero.

Es casi una experta, una que sabe muy bien lo que hace con esa lengua que ha acariciado mi falo tantas veces de una manera increíble, pero la cual no está logrando nada ahora mismo.

Se está esforzando demasiado en chuparme la polla, casi podría decir que luce un poco necesitada y quizás sea eso lo que no me está dejando disfrutar del se%o oral que me está dando, por lo que la alejo, volteándola sobre el escritorio.

Está feliz, se ríe descaradamente y claro que estaba necesitada. Es la clase de mujer que le fascina el se%o todos los días, no se cansa, no tiene nunca dolores y ni siquiera su regla le impide estar ansiosa de mi polla.

Me coloco el preservativo, le subo la falda hasta la cintura y hago a un lado su ropa interior antes de clavarme en ella. Su cavidad me recibe con tanta facilidad al haber estado húmeda, que me deslizo dentro y fuera con una libertad de movimiento impresionante.

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