Esposo infiel
Capítulo 13

Capítulo 13:

Suelto un suspiro. Enfoco la mirada en él y puede ser por el nivel de alcohol que tengo en mi sangre, o por la ira que corre junto a ella por todo mi cuerpo como una lava ardiente la cual desea con mucho amor que se arrodille ante mí, pidiendo perdón por haber sido tan idiota, lo que me hace poner sentimental, recordando que en algún momento me miró igual que lo hace con esa jovencita.

“Eres hermoso y traicionero ¿Por qué eres tan lindo? Eso lo hace más difícil”.

Me toma de la cintura. El solo tacto deja hirviendo mi piel mientras los ojos se me cristalizan al recordar que tengo que dejar esto en el pasado, estas corrientes eléctricas que se expanden por mi cuerpo con tal solo un mínimo roce, el cual casi siento como una compensación por serme infiel y planear una vida con otra mujer que no es su esposa.

“¿Qué es más difícil? ¿Qué va mal?”, susurra, acariciando mi rostro, volviendo loca mi mente quien se esfuerza por recordar por qué estamos aquí, por que cambié.

“Ava, amor, quiero ayudarte, pero para eso necesito saber qué va mal contigo”, dice.

Mi corazón enloquece, arde, quema, grita y llora con la mentira que veo en sus ojos, porque ahora mismo cualquier persona pensaría que este hombre me ama. Lo veo, está ahí, el sentimiento en el que se cagó para engañarme durante tres años.

Y es aquí cuando pierdo la cabeza por completo, viendo estos ojos tan mentirosos. No hay vuelta atrás, decidí que iba a vengarme, comencé y si hay algo que me identifique, es que jamás dejo las cosas a medias.

“Será difícil”, digo.

“¿Qué?”, pregunta confuso.

“Destruirte”.

Mi noche de copas me dejo bastante en claro que tengo que comenzar a beber más a menudo, quizás de esa manera no resienta tanto los p%tos síntomas de la resaca.

Sin importar qué tan mal me siento, al día siguiente, cerca de las cinco de la mañana comienzo mi rutina. Abro las cortinas, enciendo todas las luces, coloco un poco de música y voy a la ducha para quitar los rastros de mi enloquecida borrachera.

Si bien tengo una resaca de los mil demonios, sé que Adam adora sus mañanas tranquilas hasta las seis, así que no me importa retumbarme los oídos con tal de saber que ni siquiera está durmiendo.

Salgo de la ducha con el agua escurriendo. Verme al espejo me da un poco de satisfacción porque no es como si tuviera un mal cuerpo, de hecho, creo que el hacer ejercicio de vez en cuando ha resultado demasiado bien porque, de hecho, tengo un trasero firme y una cintura pequeña.

Quizás no tenga el abdomen marcado, pero ¿A quién le interesa eso cuando tengo unas tetas que te cagas?

Algo que aprendí de Janice es que para tener confianza en mí, en mi cuerpo, tengo que pararme frente al espejo desnuda y resaltar en voz alta lo que me gusta de mu, de esa forma creo un lazo con mi cuerpo y de hecho resulta, porque jamás me había sentido tan segura en toda mi vida.

Ni siquiera cojo una toalla para secarme, así como estoy salgo a la habitación principal, donde un par de ojos se agrandan al verme caminar sobre la alfombra.

“¿Qué estás haciendo? Ava…”, tartamudea, parpadeando con rapidez.

“Tengo que ir a trabajar”, respondo.

“Pero si son las cinco treinta. ¿Qué haces desnuda?”, espeta.

“Escojo mi ropa y me visto, no te preocupes”, le digo.

Paso al vestidor, pienso en comenzar a escoger mi ropa pero por el espejo noto que no ha dejado de mirarme. Me está comiendo con los ojos, está deseando mi cuerpo, mucho, por eso recuerdo la primera fase del plan que tracé anoche, mientras intentaba dormir con él a mi lado.

Dije que lo enamoraría, pero ¿Cómo se enamora a un hombre como él que puede tener a la mujer que quiera? Pues, quitándole la única cosa que cree, no puede perder, y eso es su satisfacción.

Adam es la clase de hombre que tiene que terminar, sí o sí. Una sonrisa maliciosa corre por mis labios, sé que seguramente me comporto como una p$rra dolida, pero el plan es ese y tengo que ponerlo en marcha cuanto antes para proseguir con la siguiente fase que es crear problemas en el paraíso.

Le haré ver a Kim que nadie es mejor que yo, ni siquiera ella, ni ninguna que se atraviese en mi camino porque para ese entonces, Adam estará tan frustrado que no será capaz de terminar con nadie más que no sea conmigo. Terminará por dejarlo más rápido de lo que cree.

Por eso tomo valor. Respiro profundo, me observo en el espejo de cuerpo completo diciéndome a mí misma que sin importar lo que pase, tengo que lograr controlar mi cuerpo para no darle lo que quiere, porque si bien es bueno para jugar con corazones, es mucho mejor cuando se trata de se%o.

Entonces salgo de la habitación, siendo consciente de que sus ojos están quemando mi piel con una intensidad que pocas veces fue dirigida hacia mí, supongo.

“¿Qué estás haciendo?”, pregunta, con su voz ronca.

Me encojo de hombros cuando llego al borde de su lado de la cama, acercándome un poco, tocando su pecho y bajando lentamente hacia sus abdominales.

“Ava ¿Qué haces?”, dice, tomando mi mano.

“Solo quiero un poco de diversión con mi esposo ¿No puedo acaso?”, muerdo mi labio inferior.

“Nosotros… no hacemos esto, no así”, dice.

Alejo mi mano, pasando la pierna por encima para quedar a horcajadas de él. Su p$ne choca contra mi entrada con solo una tela que nos divide, y entiendo a quése refiere.

Nuestras sesiones de se%o se daban conmigo abajo y él teniendo todo el control, pero no quiero eso. No quiero que tenga el control de nada, mucho menos de mi vida la cual parece haber despertado y con muchas ansias de comida.

“Ava…”.

Sonrío maliciosamente, al acercarme a sus labios. Tiene la respiración agitada, el miembro endurecido y sus enormes manos pegadas a mi cintura, intentando frotar mi entrada sobre su pantalón, sin embargo tengo otros planes, unos que no incluyen a su amiguito.

Beso el nacimiento de su cuello, obteniendo un g$mido de su parte.

“¿Tienes hambre, amor?”, susurro, mordiendo su mandíbula.

“Si”, responde.

“Te daré de comer, no te preocupes”.

Mi lengua deja un rastro en su mejilla hasta la comisura de su boca. El plan de mi venganza tiene algunos matices que me alegran bastante, pues esto no es ningún castigo para mí sino todo lo contrario. Lo beso apasionadamente, muerdo sus labios, dejo que su lengua baile con la mía y que sus manos me toquen el trasero descaradamente, hasta que me alejo para ponerme de pie sobre él.

Sus ojos me comen el v$gina con tanta hambre como un depredador mirando a su presa, analizando y disfrutando de lo que va a comerse en, unos pocos segundos. Y lo disfruto.

Adam saca su miembro, acariciando su falo de arriba abajo con lentitud, tocándose con mi cuerpo desnudo sobre él que le da una vista perfecta de mi v$gina. Y no me quedo atrás. Lamo mis manos antes de pasarlas por mi cuerpo, desde el nacimiento de mi cuello hasta la montaña de mis senos.

Toco mis pezones er%ctos, mis costillas y mi vientre bajo, disfrutando del morbo que hay en sus ojos, mucho más cuando me llevo dos dedos a la boca y luego hacia mis labios inferiores, separándolos para darle una vista perfecta de la perla roja la cual anhela y casi grita por una rozada de esa lengua que tiene.

“Te alimentaré”, susurro, acercándome poco.

Me sostengo del espaldar de la cama, arrodillándome en el colchón con su cara entre mis piernas.

“Saca la lengua y cómeme la v$gina”, ordeno.

Sus dos enormes manos me toman de la cintura, dejándome quieta para su comodidad, cuando la primera azotada de su lengua se hace sentir. Las corrientes eléctricas que tiene mi cuerpo no son normales, ni siquiera son de este planeta.

Me contorneo sobre su boca desesperada, tomando cada gota que sale de mi cuerpo, lamiendo como desesperado mis labios y chupando mi v$gina con tanto profesionalismo que siento celos de pensar que otra ha estado en su boca también.

Las ganas de vengarme aumentan mi deseo se%ual, por eso tomo su cabello, jalándolo para que haga su trabajo, contorneándome y disfrutando de sus ojos que quieren comerme al parecer, y lo están haciendo en realidad.

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