Esposo infiel -
Capítulo 12
Capítulo 12:
POV Ava.
“Ella quiso tratarme como si la empleada fuera yo y no al revés”, inhalo profundo
“Maldita p$rra, supongo que no se lo permitiste”.
“¡Claro que no! Pero ¿Tienes una idea de lo difícil que es actuar que no sé lo que está pasando entre ambos? Los pillo conversando en secreto en su oficina, él interviniendo para que no la despida y no la maltrate y solo lo hace porque la importa esa pendeja”.
“¿Es una niña?”, mi amiga me mira sorprendida.
“Casi. Tiene una pasantía en la empresa desde hace tres años, es joven, hermosa, y entiendo lo que le llamó la atención y juro que la entendería a ella también”, susurro.
Entendería que se fijara en mi esposo porque Adam es hermoso, pero ¿Cagar a otra mujer? ¿Meterte con un casado y burlarte de su esposa en secreto? Ella sabía quién era yo en el momento en que me vio en esa oficina, y no se sintió pequeña porque sabe que tiene mi lugar incluso si no lleva este p%to anillo en el dedo que lo prueba. ¡Estoy tan cansada, tan dolida que el alcohol! no es suficiente ahora mismo.
Siento dolor en todas partes de mi cuerpo, más que nada porque tuve que fingir que no me estaba quemando por dentro la rabia al saber que todos en la oficina sabían de su aventura, la cual lleva tanto tiempo que incluso comenzaron a verla como normal.
Saco la botella de mi boca, mirando a Janice.
“Te juro que cuando entré en la oficina, todos se me quedaron viendo como si la amante fuera yo y no ella. Me tomó por estúpida todo este tiempo, me hicieron sentir pequeña en mi propia casa y ella… llevaba un anillo como el que me dio cuando apenas nos comprometimos”, se me quiebra la voz.
“¿El de diamantes pequeños?”, abre la boca sorprendida.
“El mismo, el hijo de p%ta ni siquiera se aseguró de comprar otro. Es… ¡Es un hijo de p%ta!”, lloro de nuevo, cargando la botella hacia mis labios los cuales succionan el veneno que hay dentro, con una facilidad que nunca había demostrado.
El alcohol jamás me gustó, mucho menos cuando supe el daño que le provoca a nuestros cuerpos, pero hoy estoy tan rota que lo único que quiero, es sufrir.
“No quiero seguir llorando por él, lo juro, pero vi que es tan feliz con su amante, tomando mis cosas y entregándole mi vida, mi posición, que yo… me lastimó, Janice, el muy de hijo de p%ta me lastimó de nuevo”.
No quiero caer en la depresión. Durante días enteros me preparé para ese momento en que los tuviera de frente y actué bien delante de ellos, pero no sé cómo mi%rda haré para hacer esto todos los días si apenas unas horas bastaron para hacerme sentir como una mi%rda insignificante.
Janice me quita la botella, plantándose frente a mí.
“Pasamos días enteros planeando cómo vengarte”, dice furiosa.
“Cambiamos tu guardarropa, tu coche, tu actitud y sé que no podemos cambiar tu corazón ni lo que sientes por él, porque todavía lo amas y se nota, porque te joda que sea feliz con otra y solo por eso te permito que bebas todo lo que quieras, y llores, grites y maldigas, pero mañana regresas a la p$rra sin corazón que quiere destruirlo ¿Me entiendes? Llora ahora todo lo que necesites, pero no decaigas que tú misma dijiste que la venganza contra él, tiene que ser larga y permanente”, dice también.
Sorbo por mi nariz. No quería decir en voz alta que todavía sentía algo por él porque se siente tonto seguir amando a quien solo te hace daño, pero yo no escogí que terminase nuestro matrimonio de esta forma, sino él y tengo derecho a sentirme mal, aunque no quiera tener sentimientos por esa mi%rda mentirosa de polla fácil. Inhalo profundo, buscando paz.
“Respira, bebe, llora, maldice, pero piensa en cómo mi%rda vas a vengarte de él porque no puedes hacerle la vida imposible a esa p$rra para siempre”.
“Me vengaré de ella, eso será fácil porque solo tengo que demostrarle lo fácil que él es, quizás incluso logrando meter a otra mujer en su cama, pero el asunto y lo importante, es cómo mi%rda vengarme de Adam porque ese hijo de p$rra es astuto”, niego con mi cabeza.
“¿A qué te refieres?”; pregunta.
“Hoy preguntó por la ropa, mi actitud, incluso dijo que iría a casa temprano para hablar de mi cambio repentino. Se dará cuenta que lo sé todo en cuestión de semanas, te lo aseguro, y para cuando ese momento llegue, necesito que me ame y me odie al mismo tiempo”, explico.
“A ver si entiendo, te quieres vengar, pero con amor”.
Asiento.
“Suena tonto, ridículo e incluso pensarás que es una forma estúpida de hacerlo, pero haré que se enamore de mí”, digo, tan seria que hasta tengo ganas de golpearlo por lo idiota que es.
“Lo enamoraré tanto, que se olvidará de esa niña. Me deseará solo a mí, se moverá solo porque yo se lo permito y cuando llegue a ese punto sin retorno donde lo único que querrá, seré yo, lo dejare”, digo también.
“Eso es peligroso, Ava”, ella niega con su cabeza.
“No quiero verlo sufrir porque le quité todo el dinero y los lujos, quiero ver que sufra porque le quité algo que querrá con todo su ser, pero ni con todo el dinero del mundo podrá tener.
Las llaves del coche se deslizan por mis manos cuando traspaso la puerta de entrada de la casa. La enorme soledad que hay en la primera planta casi igual a todos los días desde que este hijo de p%ta me pidió quedarme en casa, me desespera y por eso voy a la licorera, la cual ha permanecido llena porque como dije, yo jamás fui una mujer de beber.
Siento nauseas, en mi interior el alcohol que consumí está haciendo de las suyas, pero poco me importa. Mi mente todavía razona, piensa y está tan concentrada en hacerle la vida imposible que incluso tengo jaqueca.
¿Es que este martirio no se va a terminar nunca? ¿Tendré que sufrir todo este tiempo o hasta que me acostumbre a la idea de que él se está enamorando? Creo que eso es lo que más me caga, que de hecho esté enamorándose de alguien mientras intenta meterme en la cabeza que vamos a tener un hijo.
¡Maldito bastardo!
Termino abriendo una botella de licor; inclino la cabeza abriendo la boca, dejando que el líquido baje por mi garganta con tanta facilidad como si estuviera bebiendo agua en vez de algo que me arde demasiado.
Respiro profundo cuando alejo la botella. Tomo asiento en el sofá individual de la sala y de repente siento pasos detrás de mí.
“¿Qué mi%rda haces?”, volteo para ver de qué se trata, notando que mi esposito está aquí, con el ceño fruncido durante unos segundos antes de que me arrebate la botella de las manos.
“Te pregunto lo mismo ¿Estás ebria, Ava? ¿Dónde mi%rda estabas?”, reniega.
“Dije que llegaría tarde”, ruedo los ojos.
“Si, lo sé, pero es de madrugada, cariño. ¿Dónde mi%rda estabas y con quién?”, espeta.
Me rio, poniéndome de pie. Apenas puedo mantenerme quieta, lo veo algo borroso y todavía sigo pensando en que cometí un error al conducir de esta forma, pero dado que estaba a solo pocos metros de distancia de mi casa, no le veo algo tan malo.
“Podría hacerte la misma pregunta ¿No crees? Podría preguntarte dónde estás cada noche que regresas tarde a casa, dónde vas en tus viajes de negocios y por qué nunca respondes cuando te llamo, pero al parecer hemos acordado vivir un matrimonio donde ninguno hace preguntas y estuve bien con eso cuando lo hiciste tú, así que lo haremos también conmigo ¿De acuerdo?”, le aclaro.
“Yo no vivo sin respuestas, Ava”, niega con su cabeza, soltando un suspiro.
“Pero creíste que yo si lo hacía ¿Cierto? Ese es el p%to problema, Adam, que crees que estas por encima de mí, cuando no podrías estar más alejado de la verdad”, espeto.
“¿De qué estás hablando? No creo eso, eres mi esposa, somos un equipo”, dice.
“Un equipo es de a dos”, me burlo.
“¿Eso a qué va?”, alza una ceja.
Trago grueso. Quizás el alcohol me está haciendo decir las cosas más rápido de lo que quiero en realidad, pero no pienso dejar que toda mi carga emocional, la cual espero descargar en semanas enteras para hacerla más disfrutable a las papilas gustativas que desean venganza, se deshaga por mi gran bocata así que respiro profundo, enfrentándolo.
“Que un equipo es de a dos, no dé a uno como lo estás haciendo desde hace meses. Me dejaste atrás, poco a poco te vas olvidando de mí y de que éramos un equipo, pero no te preocupes, haré que recuerdes”, susurro
“Ava, las cosas no son así”, sacude la cabeza.
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