Esposo infiel
Capítulo 109

Capítulo 109:

El arma me apunta, está directo a mi rostro y yo no sé cómo sentirme. No quiero ni siquiera pensar por todo lo que se viene y entonces… se voltea con rapidez golpeando a Kim con el arma en la cabeza, lo que la lleva a caer al suelo.

Adam no tarda en lanzarse sobre ella y para mí es tanto que no logro comprender lo que está sucediendo.

“¡Ava, toma las cosas ahora! ¡Ava!”, grita, forcejeando con ella.

Me volteo para ponerme de pie. Me duele todo el cuerpo, mi rostro está palpitando por todo lo que pasó conmigo, pero de todas maneras me pongo de pie. Tomo las cuerdas y la cinta, estoy a solo unos pasos de él cuando veo que Kim saca un cuchillo de su pantalón y lo apuñala en el abdomen, arrancándole un grito de dolor que me deja paralizada.

“¡Ava!”, dice Adam.

La sangre que brota de su herida me tiene desconcertada, pero aun así me acerco dándole las cosas. Él me tiende el arma, me pide que siga apuntándole mientras se ocupa de amarrarla con las manos atadas a la espada después de voltearla.

Kim sigue moviéndose, gruñe como si fuera un animal salvaje, pero ninguno de nosotros la escucha realmente. Adam pone mucho esfuerzo en dejarla bien amarrada e incluso le coloca las esposas para amarrarla a la cama como un extra de seguridad en caso de que quiera zafarse.

Solo cuando ve que estamos seguros, retrocede, presionando su herida la cual no deja de sangrar. Intenta ponerse de pie, aunque falla miserablemente por el mareo que lo toma, el cual lo deja en el suelo, a varios centímetros de Kim quien lo mira con una sonrisa de superioridad en su rostro.

“Ava, llama a la policía. Llama o sácanos de aquí. Yo me quedo a vigilarla”, g!me, presionando su herida

Le entrego el arma, cayendo a su lado. No sé nada de primeros auxilios, solo sé que debemos detener el sangrado pues sin saber cuánto tiempo esperaremos a que llegue la policía y la ambulancia, es lo primordial detener el sangrado.

“Tienes que hacer más presión ¿De acuerdo? Por favor, haz presión en lo que regreso”, susurro, todavía conmocionada con lo que está pasando

Algo pálido, él asiente. Me pongo de pie, camino hacia la parte delantera del bote notando que está anocheciendo de nuevo. Llevamos tiempo aquí. No pierdo el tiempo buscando cómo salir porque sé que será imposible movernos porque la policía tiene que saber acerca de Nick, por lo que busco nuestras maletas.

Seguramente nos quitaron nuestros móviles y es una cosa perdida intentar buscarlos, pero cuando reviso mi maleta me doy cuenta de que, estaban tan seguros de que nos iban a asesinar, que ni siquiera se tomaron el tiempo de tirar los móviles al mar porque encuentro ambos en la misma maleta donde cargo mi laptop del trabajo.

El alivio que siento es tanto que comienzo a temblar demasiado. Mis dedos son incontrolables cuando marco al 911 y mi voz es tan incomprensible que la operadora me pide que me calme antes de decirle lo que pasó.

“Mi nombre es Ava Dawson. Estoy en un barco junto a mi esposo, Adam Byrne. Nos secuestraron, necesitamos que rastreen la llamada para dar con la ubicación porque no sabría decirla con exactitud. Y también necesitamos una ambulancia”, digo.

POV Adam.

Mi respiración agitada es lo que más se escucha en la habitación. Es demasiado pequeña para tener a un hombre herido, una mujer maniatada y un cadáver al otro lado de la cama, sin embargo, por alguna razón, me siento seguro aquí.

La forma en la que até a Kim es tan segura que ni siquiera queriendo se podría desatar. Lo único que le queda es reírse de mí con ganas, mientras las lágrimas caen por sus mejillas.

“Tuve que matarte cuando tuve la oportunidad”, me dice.

Asiento, dándole toda la razón.

“Debiste. Porque ahora irás a prisión”, concuerdo.

Aquello la deja todavía más alterada pues forcejea con las cuerdas. En vano porque no va a poder liberarse.

“Crees que ganaste? ¿Qué la salvaste? Mientras yo siga viva, vivirán atormentados con mi recuerdo porque las condenas no son eternas”, espeta.

“No me importa”; le digo.

Cierro los ojos. Quiero que mi mente se cierre por completo para no tener que oír nada de lo que vocifera. Me mantengo de esa forma por varios minutos. Me digo a mí mismo que es una pérdida de tiempo discutir con ella cuando no tiene ni siquiera sentido el seguir prestando mi oído para sus amenazas vacías.

Mi cuerpo está tan cansado ahora que la adrenalina bajó, que incluso siento que estoy perdiendo el conocimiento. Tengo que obligarme a mí mismo a parpadear cuando me estoy durmiendo porque sé que de hacerlo, podría perder más sangre al estar mi cuerpo en reposo.

La herida me arde. Junto a los golpes que recibí, es como si tuviera alguna clase de llama interna que no hace más que quemarme, desde lo más profundo de las entrañas.

Las náuseas, el mareo, el cansancio y la pérdida de sangre me tienen casi en el limbo, sin prestar atención a nada, ni siquiera a las palabras que dice Kim, al menos hasta que menciona su pasado.

“Él siempre dijo que eran una cosa fácil. Se suponía que serían uno más del montón, que no darían problemas y mira… tuve que dispararle. Tú me hiciste dispararle”, se burla

“Te manipulaba. Siempre lo hizo”, sacudo la cabeza.

Las lágrimas corren por sus mejillas cuando se encoge de hombros.

“Siempre lo supe y estuve bien con eso hasta que te conocí. Fuiste la razón por la que nos separamos todo este tiempo. Yo quería una vida, te creí cuando me juraste una. Hice lo posible por alejarlo y el dinero que te quité, se lo enviaba a él cada mes, sin falta. ¿Crees que podría gastar tanto? Le ayudé siempre con su carrera y quedamos en que no tendríamos que hacer esto de nuevo porque tú estabas pagando la mía”, admite.

“¿Y tus padres?”.

“Jamás me quisieron, ni yo a ellos. Supongo que la cosa fue mutua desde el principio. No estaban en contra de lo que hacía y tampoco se entrometían, siempre y cuando buscara la forma de salir de su casa”, rueda los ojos.

Inhalo profundo, intentando pasar las náuseas que me toman de repente. Mi cabeza me pide un descanso, que cierre los ojos ahora mismo y me deje llevar, pero necesito esas respuestas que, al parecer, solo está siendo capaz de darme ahora.

Parpadeo varias veces, quiero verme como si en verdad estuviera cuerdo y sereno, cuando en realidad por dentro, estoy enloqueciendo por la falta de verdaderas que, al parecer, siempre me faltaron.

“¿Por qué nosotros?”, pregunto.

“¿Por qué no? Son ricos, claramente había problemas en su matrimonio y tanto Nick como yo nos enamoramos de ustedes. Querían que fueran nuestros, más él al principio, pero cuando te entrometiste jodiste sus planes y vaya que se molestó”, suelta un suspiro de forma dramática

Frunzo el ceño. No hace falta que diga mucho para saber que se refiere a la época en la que le advertí a Ava sobre su obsesión con ella. Al principio no me creyó nadie, pensaron que lo hice solo de celos, pero la forma en la que quería estar con ella todo el tiempo no era normal.

Lo alejé en ese entonces, logré sacarlo del camino, pero…

“Por eso te envió a ti. Sin importar nada, ustedes iban a entrometerse en nuestras vidas ¿Cierto?”, digo, acertando al ver que me sonríe.

“¡Bingo! ¿Crees que fue coincidencia que de la noche a la mañana apareciera una joven buscando empleo cuando ni siquiera era época de pasantías? Ava se lo puso difícil a Nick, ella si era fiel, pero tú… caíste de cabeza en la trampa y lo peor es que te quedaste en ella tres años sin saber dónde estabas parado”, se carcajea.

La burla en sus palabras, la forma en la que relata todo me deja como un imbécil. No solo le fallé a mi esposa, quien claramente me amó desde entonces sin siquiera merecerlo, sino que caí en la p%ta trampa de un par de idiotas, convirtiéndome en su hazmerreír por tres años.

Tres años de ser parte de este juego de mi%rda donde ni siquiera supe dónde estaba, hasta ahora.

“Me lo diste todo sin saber que ibas a quedarte sin nada. Así que yo no perdí sola. Nick está muerto, quizás vaya a prisión, pero ella y tú jamás me olvidará”, comenta, despertándome de la mi%rda de vida que he llevado todo este tiempo.

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