Esposo arrepentido -
Capítulo 96
Capítulo 96:
“De pasarme cuatro años deseando que lo hiciera”
Admite, dejándome sorprendido.
“Todas las noches rogaba porque fuera asesinada o porque simplemente decidiera hacerlo. No podía siquiera pensar en que podría salir a la calle algún día de nuevo y… supongo que fue la impresión de saber que finalmente pasó”.
“Cariño, no tienes la culpa de nada”.
“Deseé que pasara”.
“Y tenías tus razones, completamente válidas por cierto”, digo, buscando su mirada.
“Ava, cariño, ella es responsable de sus acciones y no podemos culparnos por haberla hecho pagar el infierno que nos hizo pasar. Pudo haberte asesinado, no me jode admitir que no siento nada en absoluto ahora que murió”.
Me mira con una expresión triste.
“¿No nos convierte en malas personas? Tenemos una hija y no quisiera…”
“No vayas por ahí”, le corto.
“Kim fue una mala persona, hizo cosas malas y merecía el final que tuvo. Nosotros no tuvimos nada que ver en eso, ni siquiera en la forma en que terminó. Ni siquiera lo pienses”.
Suelta un suspiro.
“Me dejó impresionada, eso es todo, pero estoy bien”.
“Y casi haces que me cague del susto”, digo, haciéndola reír.
“Te lo juro, creí que iba a morir de un infarto cuando mi padre llamó”.
Sacude la cabeza.
“Tu padre, pobre. Fui a molestarlo con una invitación y terminé desmayada en su entrada”, se ríe levemente.
“Debe de estar cansado de mi”.
“Bueno, lo cansaste lo suficiente como para aceptar tu invitación a cenar cuando te recuperaras”.
Eso la deja sorprendida.
“¿De verdad? ¿Aceptó la invitación?”
“Solo cuando mejores, así que lo haremos la semana siguiente para que tu contusión se vaya”.
“Aceptó mi invitación”, dice en las nubes.
“¿Te das cuenta lo que eso significa?”
“¿Qué tienes que desmayarte más seguido por que así consigues lo que quieres?”
Me da un golpe de puño en el hombro.
“Ya, ¿Qué significa?”
Con unos ojos soñadores tremendos, Ava toma mi mano, sonriendo levemente.
“Que aceptó ser parte de nuestra familia”, susurra.
“Seremos una familia, Adam”
Niego con mi cabeza, tomando su mano para besarla.
“Ya somos una familia, amor mío. Solo estamos uniendo las piezas faltantes, eso es todo”.
POV Ava:
“De haber sabido que iban a cuidarme tan bien me habría desmayado antes”, digo, intentando hacerlo reír, pero Adam tiene otro humor.
“Es una broma, amor”.
“Lo sé, pero te dije que casi me cago del susto”.
Ruedo los ojos.
“Es solo un desmayo, ya estoy bien”
“Pudiste haberte roto la cabeza”, dice, dejando a la luz su preocupación real mientras me ayuda a ponerme de pie.
Pasé todo el día de ayer recostada en la cama.
Adam me cuidó, incluso nuestra hija ayudó trayendo mi comida, bueno, un tazón de frutas, pero me cuidaron tanto que ahora que tengo que regresar al hospital, no quiero levantarme de la cama.
Mi esposo me ayuda a levantarme.
Esto de la contusión me tiene algo mareada, lo cual se pasa cuando me mantengo de pie por mucho tiempo.
Adam me lleva hasta el cuarto de baño donde me abre la ducha preparando el agua.
Apenas nos despertamos así que está con su ropa de dormir, pero lo que me deja perpleja es que recién presto atención a su torso desnudo.
Los abdominales marcados, la piel tersa y suave, me encienden de inmediato.
Sé que tengo que mantenerme en reposo, pero no tenerlo por una noche entera ya me está pasando factura.
Paso la mano por su abdomen cuando se alarga a regular la temperatura del agua.
Sus músculos bajo mi mano se sienten tan bien que me acerco, abrazándolo por detrás, besando la piel de su espalda, haciéndolo reír levemente.
“¿Qué estás haciendo?”
“Quiero que me cojas”, digo con firmeza.
“Aquí, bajo. el agua. ¿Puedes hacerme ese favor?”
Se vuelve hacia mí.
Lo abrazo por la cintura mientras él me quita los pelos de la cara, sonriendo antes de besarme con tanto cuidado, como si yo fuera una muñeca de porcelana en proceso de secado después de unir las piezas rotas.
“Estás herida”.
“Estoy caliente”, le digo.
“¿No quieres?”
Aprisiona uno de mis senos en su mano.
El llevar puesto solo mi camisolín le hace el acceso mucho más fácil, solo debe de tirar las tiras hacia abajo, que es justo lo que hace, dejando mis senos al aire con los pezones endurecidos con tan solo el roce de la tela sobre ellos.
Veo que se le hace agua la boca.
Adam es el tipo de hombre que tiene una obsesión poco sana con los senos y lo entiendo, me fascina, porque siempre me mira con admiración, como si yo fuera una diosa y él estuviera siempre listo para venerarme.
“¿Quieres atención, pequeña malcriada?”
Su voz hace efecto en mí.
No necesito mucho para encenderme cuando se trata de Adam, solo su voz me provoca, tanto que las piernas se me debilitan cuando envuelve su mano en mi cuello, obligándome a sacar pecho para que pueda tomarlos a ambos en su boca.
Su lengua sus besos, su toque.
Cada chupada y lameteada que le da a mis pezones me vuelve loca queriendo más de todo, deseando sentirlo en cada maldita parte de mi cuerpo al mismo tiempo.
La mano en mi cuello va a mi cabello, jalándolo y quitándome un g$mido al instante en que me lleva contra la pared.
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