Esposo arrepentido -
Capítulo 95
Capítulo 95:
Kim era peligrosa, sabía que no iba a dejarme tranquilo, que buscaría vengarse por lo que pasó y si antes temía porque encontrara a Ava de haber salido con Brooklyn en nuestras vidas, estoy seguro de que habría buscado la forma de llegar a ella así que me alegro demasiado de su final, porque eso significa que nosotros también tenemos un cierre.
Obtuvo lo que merecía, y terminó su vida donde pertenecía.
Nada más que eso.
“¿Pudiste averiguar algo?”, pregunta la madre de Ava, observándome con detenimiento.
Asiento.
“La llamaron para informarle que Kim murió. Eso la impresionó, supongo”.
“¿Kim? ¿Tu amante?”
Trago grueso.
“La misma”
“¿Murió?”
“Se s$icidó”, aseguro.
“Hace unas horas según me dijo el abogado”.
“Oh… bueno, toda muerte es una tristeza, pero la suya me alegra. Tendré que pedir perdón a Dios por lo que pienso, pero esa mujer jamás podría haberse reinsertado en la sociedad. Está mejor así”.
“No quería decirlo de esa manera, pero opino lo mismo. Ahora solo hay que esperar a tener noticias de Ava y rogar porque el desmayo se diera por la impresión o no por otra cosa”.
Ella suelta un suspiro, tomando asiento a mi lado.
“Sí, esperemos que así sea”.
Pasamos algunos minutos observando a la nada, luego prestamos atención a mi hija quien hace que su abuelo juegue con sus muñecas para ponerlo después frente a la pantalla de su Tablet a enseñarle Frozen por primera vez.
Si tan solo mi padre supiera que no hay retorno después de eso, porque Brooklyn querrá ver la película miles de veces para enseñarle sus partes favoritas, pero es un buen despejo.
Verla interactuar con sus abuelos y obligarlos a hablarse cuando les entrega unas muñecas a cada uno para que se unan a juego me hace feliz, porque al menos una persona logra unir a dos que parecía que jamás tendrían algo en común.
No sé bien cuánto tiempo pasamos de esta forma, prestando atención a todo y a nada en realidad, esperando por noticias, solo sé que cuando mencionan el nombre de Ava me pongo de pie de inmediato gritando que soy su esposo.
Una doctora de edad, más o menos la de mi suegra, se acerca a nosotros mientras papá se lleva a Brooklyn a unos cuantos metros de distancia para que no escuche nada porque esa niña es como una esponja a esta edad.
“Soy su esposo”, repito.
“¿Tiene noticias? ¿Cómo está?”
“Estamos esperando los resultados de laboratorio, pero ya le hicieron la tomografía y tiene una pequeña contusión. Casi mínima, la cual va a desaparecer con el paso de los días. Nada de qué preocuparse”.
Suelto un largo suspiro, sintiendo el alivio que toma a la madre de Ava a mi lado.
Estaba tan preocupada que incluso la voz le tiembla cuando le pregunta si tendrá que tomar algún medicamento o tener algún cuidado especial, a lo que la doctora niega.
“Estará bien. Apenas tengamos los resultados del laboratorio podrá irse a casa a descansar por que no es necesario que se quede, pero por el momento está esperando por su esposo”.
Sonrío, aliviado.
“¿Puedo verla?”
“Por supuesto, acompáñeme que lo llevaré”.
Volteo a ver la abuela de mi hija quien me toma del brazo.
“Ve tranquilo. Ya es hora del almuerzo así que llevaré a Brooklyn a cualquier restaurante cercano para que coma y ordenaré para todos. ¿Los resultados van a tardar?”
“Tendrán que recogerlos mañana. Usualmente los hacemos quedar, pero ella está bien. Puede ir a casa en cuanto firme el acta de salida”.
Asiento, sintiendo que un peso enorme me abandona en los hombros.
“¿Puede llevarla a casa? Yo la veré allí”, le digo, a lo que está de acuerdo.
“Está bien, los veré en casa”.
Ella se vuelve hasta Brooklyn a quien llama por todo lo alto, esperando a que la niña venga, pero mi padre también lo hace.
Cuando llegan a nosotros, veo en sus ojos la pregunta y le aseguro que Ava está bien, que la veré pronto, a lo que asiente, claramente aliviado.
“Tengo que llevar a Brooklyn a casa”
Menciona mi suegra.
“Primero buscaremos comida, ¿Quieres…?”
Él la mira confundido, aunque niega levemente.
“Dile a Ava iré a verla en cuanto mejore y que… acepto su invitación a cenar en cuanto se mejore”.
Sonrío abiertamente.
“¿De verdad? ¿Hacía falta un desmayo para que aceptaras su invitación?”
Se ríe levemente.
“¿Qué puedo decir? No puedo negarme a una damisela en apuros”, bromea.
“Ven aquí, pequeña traviesa”.
Papá se despide de Brooklyn, luego lo hago yo y para cuando la veo salir, cabe decir que demasiado emocionada después de saber que se irá con su abuela quien la consiente en cada cosa que quiere, sigo a la doctora quien me lleva por un pasillo que da hacia las habitaciones de la sala de espera.
Me, indica el cuarto donde está mi esposa y apenas abro la puerta, me encuentro con mi hermosa mujer, tendida en la cama, alargando los brazos cuando me ve.
“¡Cariño!”
Tenerla en mis brazos, después del susto que me llevé cuando supe que estaba aquí, me devuelve a la vida porque juro que esperé lo peor.
Olfateo su cabello, la tomo con cuidado observando que tiene algunas raspaduras en sus brazos por haber caído al suelo, pero nada más.
Está ilesa.
“Estuve tan preocupado por ti”, comento en su cuello.
“¿Estás bien? ¿Te duele algo?”
“Un poco la cabeza, pero nada más. Lo siento, lamento tanto haberte asustado de esa forma, yo… no sé por qué me desmayé, ni siquiera fue para tanto”.
Me alejo un poco para verla a la cara.
Alejo los cabellos sueltos que tiene en el rostro, tomando asiento al borde de la cama.
“Sé lo que pasó”
Admito.
“Llamé al número que te llamó y tu abogado me lo dijo todo”.
Suspirade forma pesada, bajando la mirada.
“Murió y no sé por qué dejé que me afectara tanto cuando… maldición, creo que fue la culpa”.
Frunzo el ceño.
“¿Culpa? ¿De qué?”
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