Esposo arrepentido
Capítulo 9

Capítulo 9:

Claro que me ignora, porque de un momento a otro, está arrodillada dejando que el animal le lama el rostro.

Me río, es lo único que puedo hacer por el momento, así que termino cargando con las maletas por mi cuenta.

Por el coche que veo estacionado en la entrada, mis padres están en casa, así que intento no llamar mucho la atención mientras voy hacia allí con las maletas, de una en una.

No traje mucho, solo cuatro maletas, con cosas más de mi hija que mías.

Y cuando termino, llega el momento. El crucial momento en el que tengo que afrontar las consecuencias de mis acciones.

Mi hija juega con el cachorro y sé que tengo oportunidad ahora mismo, pero mis manos se niegan a moverse y no puedo controlar mi cuerpo en estos momentos.

El nerviosismo me está jugando una mala pasada.

Me digo a mí misma que no tengo mejor momento que ahora que Brooke juega para al menos presentarla a mis padres y no darles la sorpresa de golpe.

Trago grueso. Siento la sudoración fría recorrerme la espalda, me digo a mí misma que si así me pongo de solo pensar que voy a presentarle mi hija a mis padres, cómo me pondré cuando me toque decirle a Adam la verdad.

Sacudo la cabeza, como siempre, me digo que debo de afrontar un problema a la vez y tomando un poco de valentía que tengo guardada dentro de mí, para hablar con su padre, levanto el dedo presionando el botón del timbre.

“¡Ya está!”

Me digo. La peor parte ya está hecha.

Entonces siento el resonar de los tacones de mi madre.

Primero observa por la abertura del costado y cuando me ve, veo la sorpresa en sus ojos puesto que no nos esperaban ya que se supone que tomaría el vuelo más tarde.

“¡Harold!”, grita emocionada, mientras abre la puerta.

“¡Harold, es Ava!”

Se lanza a mis brazos.

Mi madre, quien jamás fue una mujer sentimental y mucho menos cariñosa, me abraza con tanto cariño y sentimiento, que llega a ser asfixiante, pero se siente tan bien tener contacto con alguien tan familiar, que las lágrimas no se hacen esperar.

“¡Mi bebé está en casa!”

El grito de mi padre me despierta más emoción de lo normal.

Extrañarlos y no poder decirles la verdad, fue de las peores cosas que hice en toda mi vida como su hija, y sé que tardaré en perdonarme los años que perdieron junto a su nieta, pero ahora mismo, solo quiero sentirme en sus brazos como esa niña asustada que pedía por su padre cada que tenía un problema.

Tenerlos a ambos tan cerca, me vuelve sensible y eso que pocas veces me han visto llorar así como yo a ellos.

Papá es el que peor se pone, siento que su cuerpo tiembla y me siento como una hija de p%ta ahora mismo.

Más que nada, cuando mi madre se da cuenta de que el cachorro ladra y sale a ver.

“Oh, lo lamento, cariño, pero tendré que ir a casa de los vecinos. Su nieta juega con el cachorro y no queremos que sufra algún daño”, comenta mamá, limpiándose las lágrimas e intentando regresar en sí.

Sorbo por mi nariz.

Sé que es el momento y antes de salir de casa, la detengo.

“No es de los vecinos, mamá”.

“¿Qué dices?”

“Que no es nieta de los vecinos, sino suya. Es su nieta. Mi hija. Ava”

…

Tanto mamá como papá se quedan pasmados y realmente no sé de qué otra forma decirles que tienen una nieta.

Ambos están de pie, los brazos de mi padre han dejado de abrazarme y solo por instante temo a que me echen de la casa, pero están tan confundidos que ni siquiera llegan a percibir el echarme como una opción.

Entonces mamá comienza a reír.

“¿Qué graciosa eres, hija?”, comenta

“Londres te sentó bien. ¿Cuál es tu segundo empleo? ¿Comediante?”

Trago grueso. Supongo que mi padre le cree pues comienza a carcajearse levemente, como si todavía le costara digerir lo que sucede.

“Hija, por Dios, casi haces que me muera del susto”.

“Mamá, papá, yo…”

“¡Mami!”, el grito de susto de mi hija, me lleva a salir corriendo de casa.

Siento que está llorando y mi desesperación me hace olvidar lo que estaba sucediendo hasta hace unos instantes.

Llego a la reja del garaje donde veo que está en el suelo, respirando agitada y todo gracias a que un perro más grande, el que solía estar en casa cuando yo estaba aquí, le ladró, asustándola.

Lo primero que hago es tomarla en mis brazos, acercándola a mi pecho.

No le pido que deje de llorar porque es una niña y debe de aprender a controlar sus emociones y no tener miedo de demostrarlas.

Permito que me abrace y mientras se siente segura, se aferra a mi cuello pues soy su lugar seguro, la única persona con la que ha logrado calmarse desde que nació.

Inhalo profundo, pidiéndole que me imite.

“Respira, cariño”, susurro, acariciando su melena.

“¿Te asustó Rocko?”

“El perro grande, él…”

“Lo sé, amor. No lo hizo con intención, seguro pensó que le hacías daño al más pequeño, tranquila. No te conoce, pero ya lo hará y podrás jugar con él también”.

“No, es malo…”

“Está bien, tranquila”

La mezo en mis brazos.

Muchos me dijeron que la consiento demasiado, pero solo le doy lo que a mí no me dieron por tener dinero.

Crecí rodeada de miles de sirvientes y padres ausentes que se dedicaban solo al trabajo y en caso de mi madre, a papá y mantener las apariencias.

Desde el primer momento dije que no sería como ella y he intentado por todos los medios ser la clase de madre a quien podrá acudir cada que necesite consuelo o consejos, incluso si necesita desahogarse, estaré para mi hija.

Crio a mi bebé con amor, porque sé que eso es lo que dará al crecer.

“¿Qué significa esto, Ava?”

La voz de mi madre me lleva a abrir los ojos de repente.

Olvidé por completo que estaban detrás de mí, que de seguro vinieron a ver qué estaba ocurriendo y ahora, después de creer que lo que dije era broma, están viendo a su hija, sostener a una personita a quien no conocen de absolutamente nada.

Papá da un paso al frente, observando a la niña con total desconcierto.

“Bebé, ¿Recuerdas que te dije que conocerías a unas personas hoy?”

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