Esposo arrepentido
Capítulo 84

Capítulo 84:

“Yo… am…”

“Me dolía la panza, cariño y tu padre estaba dándome masajes”, digo con rapidez.

“Así como te los doy yo a ti”

Eso la hace sonreír.

“Está bien. Papi, ¿Vamos a ver la película?”

Adam está de todos colores, supongo que es la primera vez que ella hace preguntas que uno no sabe cómo responder, por lo que tengo que empujarlo para que reaccione.

“Um, sí amor, pero primero ayudemos a mamá a llevar la comida ¿Quieres?”

Entre los tres llevamos todo lo que necesitamos para el almuerzo.

A Brooklyn le damos la soda para llevar y acomodamos todo en la gran cama de la habitación principal.

Mi mente divaga mientras preparamos todo, porque a fin de cuentas, este cuarto se convertirá en nuestro dentro de poco, quizás esta noche y la verdad es que comprendo lo impaciente que pueda llegar a sentirse Adam, porque siento que de a poco, esta incertidumbre de cuándo tendremos un momento para nosotros me está pasando factura.

Adam convence a nuestra hija de cambiar de película y terminamos viendo Cenicienta mientras comemos.

Eso capta mi atención, logrando que.mi mente divague, pero cuando terminamos de comer y regreso todo a la cocina, noto que Brooklyn está pegada a su padre en el centro de la cama, cuando en realidad ella siempre suele estar para los pies pues quiere ver las películas más de cerca.

Suelto un suspiro, acomodándome a su lado.

Adam me da la misma mirada de que pronto tendremos ese momento a solas, y pasamos de

Cenicienta a Blancanieves.

Para cuando la tercera película termina, noto que Brooklyn ha caído rendida, lo que me hace sonreír.

“Estoy en eso”, dice Adam.

Se aleja un poco para poder tomarla en sus brazos y llevarla a su cuarto para su usual siesta, pero de repente se despierta y llora aferrándose a su papá.

“Bueno, tranquila”.

«Quiero dormir aquí», lloriqueó Brooklyn.

«¿No quieres ir a tu cuarto como siempre?», pregunté, tratando de calmarla.

«¡No!»

Su grito combinado con lágrimas pareció tener más peso para Adam, quien decidió dejarla en la cama. Pero no era solo que quería estar en la cama, sino que quería dormir con Adam a su lado.

Era más que obvio que no quería que estuviéramos solos o que sufría de papitis aguda de un momento a otro.

«Bueno, ¿Quieres ver una película?», le pregunté, dándome por vencida ante su insistencia.

«Tendrá que ser», dijo él, acomodándose mientras Brooklyn se aferraba a su costado.

Ambos vimos una película de acción y en un momento, otro caí rendida yo también.

No supe cuánto tiempo pasó, solo sé que el sonido del timbre resonando por toda la casa me despertó abruptamente, solo para notar que Adam también estaba dormido.

Con cuidado de no despertarlos, me puse de pie.

Habíamos dormido más de tres horas.

«Adam, cariño, despierta», dije, moviéndolo.

«Despierten ambos, ya hemos dormido demasiado”

Brooklyn se quejó, pero al menos abrió los ojos.

Adam ni siquiera eso.

«Amor, despierta a papá, yo iré a ver quién toca”

Salí de la habitación dejándolos a ambos.

Bajé los escalones, aún algo adormilada, sin pensar en quién demonios podía ser porque no esperábamos a nadie.

Cuando llegué a la planta baja, volvieron a tocar el timbre, despertando mi curiosidad por completo.

Me acerqué a la puerta, la abrí y me sorprendí al ver que era mi madre quien había venido.

«¿Qué estás haciendo aquí?», pregunté sorprendida.

«¿Qué esperabas? Me dejaste con la palabra en la boca antes. ¿Qué están haciendo? ¿Dónde está Brooklyn?»

Con el ceño fruncido, señalé las escaleras.

«Está despertando de su siesta», comenté.

Me hice a un lado para dejarla pasar, notando que había venido en son de paz, como se reflejaba en sus facciones.

«Bueno, mejor, así podremos hablar un poco antes de que me la lleve. Claro, si le dan permiso”

«¿Dónde quieres llevarla?»

«Mis amigas del club de golf hacen una vez a la semana una tarde de té con sus nietos. Por supuesto, yo nunca pude participar, pero hoy tengo una nieta y quisiera llevarla. Carol Pinkett se quedará boquiabierta cuando vea que mi nieta es más linda que la suya”

«Mamá», renegué.

«¿Quieres una taza de té o café? ¿Agua?»

Ella negó con la cabeza y caminó hacia la sala, donde tomó asiento en el sofá individual.

«No, no, solo quería hablar contigo”

«¿Sobre qué?»

Tomé asiento frente a ella.

«Espero que no sea sobre mi matrimonio porque de ser así, estarías tocando un tema del que ya no deseo hablar”

Ella rodó los ojos.

«¿Cómo puedes decirme algo como eso? Tengo que hablarlo contigo, estás cometiendo un error”

Alcé una ceja.

«¿Por qué? ¿Por decidir quedarme con el esposo que me engañó?»

«Sí, por eso”

“Mamá, ¿No te parece algo irónico que seas tú justamente quien me diga algo como eso? Te quedaste con papá, tú…”

“Porque me quedé es por lo que no quiero que tú también lo hagas”.

Suelto un suspiro.

«Son situaciones diferentes, mamá, no puedes comparar», le digo a mi madre.

«¿Por qué no? Él te engañó y tu padre a mí también, ambos son…”

«Yo lo amo», la interrumpo, dejándola sorprendida.

«¿Sabes algo? Al principio dije que no te daría explicaciones de nada y que dejaría que pensaras lo que quisieras, pero no puedo hacer eso, no cuando quieres ponernos en la misma situación”

«Ava, es lo mismo”

«No lo es, mamá. Me dijiste que te quedaste con papá por mí, para que yo no tuviera que perder absolutamente nada y está bien, esa fue tu decisión, pero yo no lo hago por lo mismo”

Rueda los ojos.

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