Esposo arrepentido
Capítulo 77

Capítulo 77:

«Me preguntaste si la casa la hice con la intención de vivir aquí juntos y mi respuesta es sí», continúo.

«Quizás jamás fue a propósito, porque juro que solía pensar en lo afortunados que serían las personas que compraran este hogar, pero siempre te tuve presente al escoger las cosas importantes”

Lanza el trapo de la cocina, bajando la mirada mientras se apoya sobre la isla.

«¿Y por eso tomaste trabajos de casas y no de empresas?»

«No, eso fue casi un accidente. Quería alejarme del viejo yo, de ese que hizo todo mal y pensé en preparar casas para otras personas. Digo, ser capaz de crear espacios donde otros crearán recuerdos, es de lo más lindo que alguna vez me haya sucedido. Supongo que estaba deseando una familia, muy en el fondo, porque en el exterior no se me cruzó ni una sola vez la idea de tener una familia con nadie más que no fueras tú”

Mis palabras, el admitir que siempre quise tener una familia solo con ella, la deja demasiado desestabilizada.

Sube y baja la mirada, no entiende demasiado cómo es que llegamos a este punto de hablar con tanta sinceridad, pero luego sonríe, observándome con cierta admiración en sus ojos.

“Recuerdo que dijiste que querías que solo yo fuera la madre de tus hijos”, susurra.

“¿Eso fue cierto?”

Suelto un suspiro, aliviado de que no busque escapar de nuestra conversación.

“Siempre lo fue”

Entonces asiente, satisfecha con mi respuesta.

Es aquí cuando termina de acomodar y se seca las manos, dada por finalizada su tarea, observándome con detenimiento.

“Supongo que es momento de dormir ¿No crees?”

“Teníamos un trato”, le recuerdo, haciéndola reír.

“Yo te respondía lo que me preguntaste y tú me dirías qué pasó realmente con esos papeles de divorcio”

Rueda los ojos, divertida con la situación.

“¿Por qué es importante? Seguimos casados ¿No es así?

“Así es, pero no quisiera llevarme una sorpresa mañana”.

Frunce el ceño, borrando su sonrisa de a poco.

“¿De qué hablas?”

“¿Acaso olvidaste que mañana nos darán la opción de seguir o no con el matrimonio?”

“¿Y eso te preocupa?”

“Ya una vez me pediste el divorcio, así que sí, lamento si eso me preocupa”.

Parpadea, sorprendida.

“¿Te preocupa más el divorcio que la tutela de la niña?”

Asiento, sin tapujos.

“Sí, porque Brooklyn ya sabe de mí y no nos vamos a separar más, pero tú… como dije, ya te divorciaste de mí, podrías pedirlo de nuevo y la verdad es que no sé si esta vez tendré la fuerza de voluntad de firmar esos papeles de nuevo”.

Soltando un suspiro, ella camina hacia la salida.

Todavía no ha dicho ni una sola palabra y la verdad es que esto no es más que un augurio de lo que piensa. Seguramente mañana pedirá el divorcio de nuevo y…

“Dije en terapia que quería intentar una relación contigo”, comenta.

“¿Eso no te da una pista de nada?”

Sacudo la cabeza.

“Pensé que te referías a una relación cordial para ser padres para Brooklyn”.

Rueda los ojos.

Está entre la cocina y la sala y entonces, no pierde el tiempo hablando, solo corre hacia mí plantando un beso sobre mis labios el cual me deja completamente perplejo.

Sentir sus labios, algo de solo segundos, me deja pasmado.

Siento que mi piel está ardiendo y no sé cómo reaccionar, mucho menos cuando la veo riendo levemente mientras se aleja.

“No puedo darte mucho adelanto de lo que pasará mañana, pero eso fue una pequeña prueba”, dice, con toda la picardía del mundo.

“Buenas noches, esposo. Descansa bien”.

“M!erda…”

POV Adam.

Está de más decir que no he podido pegar un ojo en toda la noche.

Ava se encerró en su cuarto y por más que toqué y toqué, jamás respondió y por eso me vi obligado a regresar a mi habitación.

Di vueltas de un lado al otro, pensé, sopesé la opción de quedarme en el pasillo rogando porque abra la maldita puerta, pero después comprendí que ambos necesitábamos descansar, aunque yo no haya podido hacerlo en absoluto.

En lo único en lo que pensaba fue en ese beso.

Algo corto, demasiado ligero para mi gusto y con sabor a nada si nos ponemos a pensar en que estuve cuatro largos años esperando porque regrese, sin embargo, lo que me mantuvo de pie fue sopesar la idea de que pronto las horas pasan y volveríamos a encontrarnos.

Como no pude dormir, me puse de pie extremadamente temprano.

A sabiendas de que nuestra reunión con la juez es por la mañana, en su segundo turno, me duché con calma, escogí mi mejor atuendo y bajé a preparar el desayuno.

Tengo tiempo para despertar a Brooklyn y aunque sé que será su madre quien va a prepararla, yo puedo hacer mi parte creando un desayuno continental para mi pequeña familia.

Estoy apenas ingresando a la cocina cuando recibo una llamada de mi padre quien me aclara que irá a la sesión con la juez solo para que pueda presentarle a su nieta.

Está demasiado ansioso, por decir lo menos.

Y no es el único, porque a casa llaman los padres de Ava preguntando a qué hora estaremos en el juzgado para que puedan ver a Brooklyn primero y eso me afecta. Tener llamadas de todos, me afecta demasiado porque es una clara señal de que la pequeña burbuja de contención que creamos no está a más que reventar.

Tendremos que verlos a todos en unas pocas horas y solo Dios sabe cómo va a terminar aquello por lo que me quedo quieto en la cocina durante algunos minutos, primero entrando en pánico y después aceptando el cruel destino que tenemos por delante.

Podría pedirles a todos que se queden en sus casas, pero Brooklyn es su familia también y nos han negado a todos el proceso de conocerla, de crear vínculos, así que no podría jamás pedirle que no se entrometan, al menos en esto que es básicamente, el futuro de nuestra familia.

Cuando decido dejar que las cosas fluyan como quieran, comienzo a preparar el desayuno.

Sé que Ava adora los panqueques y que Brooklyn ama el juego de fruta recién exprimido así que tengo demasiado trabajo encima.

Ni siquiera sé cuánto tiempo me pasé en la cocina, solo sé que de pronto toda la barra está a rebosar de comida.

Sin darme cuenta, he preparado comida como para un batallón y no para tres personas.

“¿Qué es todo esto?”

La voz sorprendida de Ava es lo que capta mi atención.

Cuando levanto la mirada, la veo de pie, con el ceño fruncido y observando la cantidad de comida que hay sobre la barra.

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