Esposo arrepentido -
Capítulo 75
Capítulo 75:
“Fácilmente puedo hacer ambas”
“Está bien, ¿Quieres cargarla? Todavía tengo que acomodar todo lo que quedó en la cama”
Asiento hacia ella, acercándome a nuestra hija quien duerme plácidamente en la enorme cama familiar de la habitación principal.
Desde que descubrieron este cuarto, ambas se han quedado enamoradas y se ha vuelto el lugar principal de reunión de nuestra pequeña familia.
Desde nuestro primer día de ocio, Brooklyn se aseguró de que este cuarto sea nuestro punto de encuentro, por eso cada noche nos quedamos viendo películas hasta que ella cae duramente dormida y nosotros regresamos a nuestros cuartos, pero hoy… quiero que sea diferente.
Tenemos demasiadas cosas de las que hablar, principalmente el que mañana mismo tendremos nuestra visita con el juez, pues el mes de convivencia al fin terminó y las sesiones obligatorias también.
Cargo a Brooklyn en mis brazos.
Mi pequeña bebé ha caído tan rendida en la cama que ni siquiera puede despertarse, creo que ni siente que la estoy moviendo y eso me facilita la tarea.
Ingreso a su cuarto.
Cuando llegaron a casa, estas cuatro paredes estaban lisas, pero con la convivencia de nuestra hija durante un mes, se ha encargado de darle su toque personal pintando las paredes, haciendo garabatos y ciertos dibujos en todos lados, dándole ese toque especial.
Esto grita Brooklyn por todas partes, y eso me saca una sonrisa cuando la dejo en la cama. Pensar que hice esta casa con la idea de que algún día tendría una familia viviendo en ella… Jamás pensé que esa familia sería la mía, y se siente genial poder decirlo en voz alta.
La cubro con las sábanas ya que ya estaba con su pijama puesto.
Ella se acomoda en la almohada, buscando la posición perfecta mientras yo dejo la luz más o menos fuerte en caso de que necesite levantarse más tarde.
Salgo, cerrando la puerta levemente y luego subo a la habitación donde encuentro todo vacío y limpio. La televisión está apagada, lo que me deja saber que su madre está en la cocina, seguramente ordenando y limpiando lo último antes de irse a dormir.
Bajo los peldaños de la escalera.
Una voz leve se siente en todo este piso y a medida en que me voy acercando a la cocina, noto que la voz proviene de Ava, ya que está tarareando una canción en un volumen algo bajo.
Está concentrada, limpiando los trastes que utilizamos para la cena, sin siquiera notar mi presencia en ese lugar.
Me quedo en el marco de la puerta, observándola con detenimiento.
Es increíble que alguien que ha pasado por tanto sea capaz de seguir adelante, pero ella es el claro ejemplo de que siempre que se quiere, se puede salir de aquel pozo profundo en el que te encuentras.
De repente, quizás sea el suspiro que dejo salir, pero capto su atención. Sus ojos azules se posan en los míos por algunos segundos, antes de regresar a su tarea.
“¿Qué estás haciendo aquí?”, pregunta, enfocándose en sus cosas.
“Nada, solo pensaba en lo mucho que te admiro”
Frunce el ceño, cerrando el lavavajillas.
“¿De qué hablas?”
“Jamás te lo dije, pero te admiro demasiado, Ava”
Admito, mirándola con detenimiento.
“Creo que eres de la personas más fuertes que conozco, si es que no eres la más fuerte, y es… admirable”
Se queda tildada unos cuantos segundos, hasta que finalmente me mira con desconfianza.
“No sé qué decir ¿Gracias?”
Niego con mi cabeza.
“Tú preguntaste en qué pensaba, lamento si eso te incomoda”
“No lo hace, es solo que… es la primera vez en que te siento hablarme de esa forma. Es extraño”
“¿Tan extraño te resulta que me parezcas admirable?”
Asiente de inmediato.
“Unm, sí, pero bueno, gracias, supongo”.
Regresa la atención, o al menos quiere regresar su mente a las tareas que estaba haciendo, pero noto que mis palabras sí la han desestabilizado, aunque sea un poco.
Se vuelve torpe de repente e incluso se frustra con el lavabo de la cocina cuando moja todo a su paso con la manguera.
“¿Necesitas ayuda?»
“No, gracias, estoy bien. ¿Por qué no vas a la cama? Mañana es… importante”
Suelto un suspiro, apoyándome en la isla de la cocina.
Está envuelta en su albornoz de dormir, limpiando todo, incluso lo que está reluciendo de limpio y sé que su comportamiento se debe a que está nerviosa por lo de mañana. Puedo sentirlo, puedo palpar su temor en el aire, lo que no es menor.
“Lo mismo digo. Podemos hacer esto mañana”
Niega de inmediato.
“Necesito hacerlo ahora”
“Las cosas no irán a ningún lado, Ava”
Se carcajea levemente.
“Sé eso, pero necesito despejar la mente antes de ir a recostarme”
Inhalo profundo.
La noche nos envuelve a ambos y siento que es la primera vez en días enteros en los que tenemos la posibilidad de sentarnos a hablar como se debe.
Nos pasamos los días trabajando, jugando con Brooklyn, intentando despejar la mente de la niña de sus abuelos y otras distracciones fuera de casa, que de verdad, este es el único momento en que nos puede encontrar a ambos desocupados.
“¿Estás nerviosa?»
Se encoge de hombros.
“No tanto. Digo, ahora tenemos una buena relación y es más que obvio que no saldrás de la vida de Brooklyn, así que no cambiará demasiado si te dan la mitad de la custodia», comenta con seguridad.
“¿Y si no me dan la mitad? ¿Y si obtengo la custodia total de nuestra hija?»
Mis preguntas abandonan mi boca mucho antes de que pueda siquiera pensar en la inmensidad de lo que abarcan, y no es hasta que me mira con desconfianza cuando noto el pánico que le provoqué en segundos.
“No es como si fuera a suceder, pero…
“¿Pero y si pasa? ¿Y si te dan la custodia completa?», pregunto alterado.
“Soy una buena madre. ¿Crees que la psicóloga vio algo en Brooklyn? ¿Pude causarle algún daño a mi hija sin notarlo?»
Ruedo los ojos.
“Lo dije por decir, nada más. No es como si fuera a suceder, tú lo dijiste”
Está tan apanicada que lo único que hace es tomarse del lavabo con ambas manos, observándome como si hubiera perdido la cabeza con mi pregunta.
“Ava, no enloquezcas”
“¿Qué pasará si te dan la custodia total de Brooklyn? ¿Qué va a ser de mí?»
Me encojo de hombros.
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