Esposo arrepentido
Capítulo 74

Capítulo 74:

Saber que tenemos tanta historia y más que nada, saber qué es lo que puede hacer, me tiene demasiado conmocionada como para notar algo a mi alrededor con el embriagador aroma de su perfume, volviendo estúpidos mis pensamientos.

Para cuando llegamos al primer piso, niego con mi cabeza, alejándome sutilmente de su costado.

“¿Dónde está Brooklyn?”, pregunto, apuntando a las habitaciones, pues hay tres en este piso.

“No está en ninguna de estas”, responde Adam.

Frunzo el ceño.

“¿Cómo que no? ¿Dónde está?”

“Está aquí”

Adam toma mi mano y me jala hacia una de las puertas que jamás abrí creyendo que era un armario de limpieza, sin embargo, grande es mi sorpresa cuando la abre descubriendo unas escaleras que llevan hacia el piso siguiente, donde nunca he estado.

“¿Adónde lleva esto?”, pregunto.

“Ya verás”, dice Adam.

“Brooklyn quería ver una película como si estuviera en el cine y yo estoy para cumplir sus caprichos así que, por fin verás qué esconde el segundo piso que jamás has visto”

Confundida y llena de preguntas, dejo que él me guíe escaleras arriba.

Al principio esperaba encontrar alguna clase de pasillo como hay en el piso anterior, pero cuando llegamos me sorprende ver que todo el piso es una habitación.

La habitación principal.

Con una mini sala, dos sofás individuales y uno de cuerpo entero más una mesa en el centro, a su costado hay una gran alfombra y al frente, una cama tan grande que me deja sin palabras al encontrar a nuestra hija en el centro, feliz, con la comida en bandejas en toda la cama, algo que preparó Adam de seguro.

El cuarto es tan sorprendente, pero no tanto como la vista.

Enseñando el patio trasero privado, la piscina infinita y los colores de la media mañana por todo lo alto, siento un golpe invisible en el medio del pecho al ver todo esto porque es asombroso. Solo puedo pensar en cómo sería despertar aquí cada mañana, teniendo esta vista tan espectacular, lo que me deja sin aire.

“¿Quieres ver el resto?”, pregunta Adam.

“¿Hay más?”

“¡Es enorme, mami!”, comenta Brooklyn, animándome a seguir explorando.

Lo hago.

Camino alrededor de la habitación, notando que detrás de una pared decorativa está el vestidor. Tan enorme que fácilmente podría ser de las medidas de mi habitación de abajo.

Ambos lados se encuentran vacíos.

Seguramente esta es la primera vez en que sube Adam a verla, porque sé que él también duerme en el mismo piso que nosotras, cuando tenía esto bien escondido.

El vestidor, con gabinetes de cristal y luces cálidas, me recuerda de inmediato a un diseño que hice hace más de seis años para una de las casas en las que trabajé y de la que me quedé enamorada en aquel entonces.

Me resulta algo pulcro, demasiado limpio, y tengo cierta duda de si Adam también tomó mi diseño del baño el cual era una continuación de este lugar. Y me doy cuenta de que sí.

Adam tomó cada idea que yo planteé hace años, cada idea de la que me enamoré y construyó una casa tomando cada una de ellas.

Lo pensé cuando apenas llegué y vi ciertas similitudes, pero esta habitación es el claro vistazo, el golpe de realidad en el que noto de inmediato que esta casa fue…

“Esperabas que regresara”, susurro, en medio del baño.

Me volteo a verlo, intentando ocultar la sonrisa que quiere poner.

“Sabías que regresaría en algún momento ¿No es así?”

Se encoge de hombros.

“Tenía que aferrarme a algo”, responde con naturalidad.

“Tomaste mis diseños”.

“Esta fue nuestro hogar. Siempre lo sería”, susurra.

“En caso de que no regresaras, iba a ponerla en venta porque era demasiado grande para mí solo, pero supongo que siempre supe que terminaríamos juntos y con una familia. Claro que no imaginé que eso ya había pasado, pero creo que Dios trabaja de formas misteriosas ¿No crees?”

Algo en mi pecho crece de forma inexplicable al verlo.

Estamos aquí, en un momento íntimo, sintiendo demasiado y lo único que podría terminarlo era nuestra hija, quien nos grita, haciéndonos carcajear.

“¡La película!”

Adam se da por vencido, negando con su cabeza.

“Ven, vamos. Tendremos mucho tiempo por delante para hablar de esto”

Tiende su mano hacia mí, y la tomo sin siquiera rechistar.

“No hay nada de qué hablar”, susurro.

“¿Qué? Eso es nuevo”

Me encojo de hombros.

“Creo que durante años hemos estado remando y remando sin rumbo alguno y ahora solo… es momento de que lleguemos a la orilla de una vez por todas ¿No te parece?”

Sorprendido, lleno de incertidumbre y cargado de preguntas, noto que Adam hace todo eso a un lado al mirarme.

Siento que no está seguro de que en verdad vaya a pasar como digo, de dejar todo atrás, pero ya me decidí.

Ya es hora de dejar ir.

Todo.

Incluidos nosotros mismos.

“Tenemos que llegar a la orilla”, susurro.

Él niega con su cabeza, apretando mi mano.

“Ya estamos ahí, solo debemos disfrutarlo”

Con una sonrisa en nuestros labios, regresamos a la habitación donde cada quien toma un lugar al lado de Brooklyn.

Comenzamos a comer y puede que todavía hayan muchas cosas qué decir y hacer, pero ahora, en este instante, solo somos nosotros.

Nuestra pequeña familia, y eso se siente genial.

Realmente genial.

Después de tanto tiempo, después de todo lo que pasamos, por fin y por primera vez, me siento realmente enamorado.

Observo a Ava, tal y como llevo haciéndolo estos últimos días y lo único en que puedo pensar es en cómo demonios logramos salir adelante a pesar de todo lo que tuvimos que atravesar.

Supongo que se da cuenta.

Es casi imposible pasar desapercibida mi mirada y actúa algo extraña cada que cruza miradas conmigo, sin embargo, sonríe, lo que me deja saber que no le molesta del todo.

“¿Vas a quedarte mirándome o vas a ayudarme a dormir a Brooklyn?”, pregunta, alzando una ceja.

Me encojo de hombros.

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