Esposo arrepentido -
Capítulo 72
Capítulo 72:
Mi corazón martillea con fuerzas porque el amor que le tengo me está desesperando junto a la idea de que decida darse por vencida, porque no lo aceptaré y eso me va a terminar matando. No podría aceptar que quisiera largarse a su oscuridad, no cuando por fin, después de cuanto, estamos en la misma página de nuevo, listos para…
“Nadaré», menciona entonces, deteniendo mi respiración.
Siento su mirada en mí, volteo a verla y ahora es ella quien busca mi mano, acariciando mis dedos. “Nadaré. Te lo prometo”
POV Ava.
El peso que cargo en medio de mi corazón es tan grande que, al finalizar la sesión, mi único deseo es abrazar a mi bebé.
Observo cómo sale tomada de la mano con su psicóloga, sus ojos se encuentran con los míos como si supiera lo que está por ocurrir.
Me agacho hasta su altura, extendiendo mis brazos hacia ella, y la pequeña choca contra mí.
Sus manitas se aferran a mi cuello y su cuerpecito comienza a temblar mientras empieza a llorar desesperadamente.
Mis propias lágrimas se unen a las suyas.
Sé que es demasiado joven para tener que enfrentarse a tantas emociones negativas hacia su madre, pero es necesario, tanto para ella como para mí.
“Mamá…”
Su voz suena entrecortada por el llanto.
“Lo siento mucho, amor”
Susurro, apretándola con fuerza.
“Mami lamenta mucho haberte mentido”.
Me aparto un poco para poder verla a los ojos cuando le digo estas palabras.
“Lamento haberte mentido y prometo que jamás lo haré de nuevo”.
Un puchero aparece en sus labios mientras me mira.
“Mami… perdón”.
Niego con la cabeza, acariciando sus largos cabellos, los cuales están pegados a sus mejillas por las lágrimas.
“No, cariño, está bien. Todo está bien”.
“Bueno”, dice, lanzándose de nuevo a mis brazos.
Pasé días enteros sumido en la oscuridad, ahogándome en mi propia miseria porque era incapaz de soportar el daño que le causé a mi hija con mis mentiras.
Pero como dije en la terapia reciente, voy a salir adelante.
Saldré adelante por ella, por mí y por el futuro que nos espera a los tres como una pequeña familia, sin importar cuánto tiempo nos lleve.
Me pongo de pie y veo a Adam a pocos metros de distancia, con una sonrisa en sus labios.
Sin pensarlo demasiado, se acerca hacia nosotras y nos envuelve en sus brazos.
El calor de su cuerpo llama la atención de Brooklyn, quien se mueve en mis brazos para poder tomar a su padre y abrazarnos a ambos.
“Vamos a casa”, dice emocionada.
“Estoy de acuerdo. Vamos a casa”, respondo, alejándome de Adam.
Adam carraspea antes de alejarse.
“Bueno, dado que estamos celebrando el comienzo de algo nuevo, hoy no vamos a cocinar en casa”.
La sonrisa de nuestra hija se amplía.
“¿Vamos a comer afuera?”.
Adam niega con la cabeza.
“Compraremos comida, iremos a casa y haremos una maratón de películas el resto de la tarde. ¿Qué dicen?”.
Encogiéndome de hombros, respondo:
“Para mí no supone ningún problema, pero Brooklyn… A veces es difícil mantenerla quieta en un solo lugar, aunque parece que la idea le fascina”.
“Entonces está decidido. Hoy los Byrne tendrán una tarde de ocio”, concluye Adam.
Salimos del consultorio y yo me encargo de colocar a nuestra hija en su sillita.
Adam ya tiene todo listo antes de arrancar.
Siguiendo su propuesta, compramos comida en un restaurante de comida rápida, ya que Brooklyn quiere hamburguesas.
Cuando llegamos a casa, ella es la primera en entrar, seguramente para escoger una película.
Adam baja del coche con una sonrisa.
Estoy un poco dividida por este papel que estamos adoptando como familia feliz, pero no digo nada porque prometí intentarlo.
Bajo del coche con la intención de ir en busca de nuestra hija, pero Adam se detiene a mitad de camino, observando hacia un lado de la casa.
Sigo su mirada y veo a Will acercándose.
“Will”, exclamo asombrada.
Pensé que le había pedido que regresara a casa, a su trabajo, hace semanas.
No entiendo qué está haciendo aquí ahora.
Adam me observa, esperando mi reacción, mientras Will se acerca unos pasos.
“¿Cómo entraste?”, pregunta Adam, sin mostrar ningún atisbo de amistad.
“Los de seguridad me dejaron entrar”, responde Will.
“La última vez fueron tus padres, Ava, quienes me dieron permiso, así que llamé de nuevo”.
Suelto un suspiro, dándome cuenta de que debo hablar con mis padres sobre esto.
“¿Y qué haces aquí?”, pregunto, observando a Adam, quien parece estar a la defensiva.
La última vez que se vieron, Will no fue para nada cooperativo, e incluso intentó golpearlo pensando que yo sufría por su culpa.
Supongo que lo mejor ahora es alejarlos a ambos.
“Yo me encargaré. Brooklyn seguro necesita ayuda”, le digo a Adam, esperando que entre en la casa, pero él no se mueve.
“No voy a dejarte sola con este imbécil”, responde Adam, con los ojos entrecerrados.
Will rueda los ojos.
“Si alguien va a hacerle daño, serás tú, no yo. Eso ya quedó demostrado”.
“¿Qué dices?”
Coloco una mano en el pecho de Adam para evitar que se acerque a Will, sabiendo que cualquier confrontación podría atraer la atención de Brooklyn.
“Adam, nuestra hija está esperando que alguien la vea. ¿Por qué no entras y le haces compañía? Iré en unos minutos, lo prometo”, le digo, notando la ira que lo consume hacia Will, pero después de unos segundos, veo cómo se calma y suelta un suspiro.
“Si sucede algo, grita, que en dos segundos estaré aquí”
Susurra solo para mí.
Asiento, ofreciéndole esa tranquilidad, prometiéndole que todo estará bien. Espero a que entre y, una vez que la puerta se cierra, me vuelvo hacia Will, quien espera con las manos en los bolsillos a pocos metros de distancia.
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