Esposo arrepentido
Capítulo 71

Capítulo 71:

“Y tengo que coincidir con Adam”, comenta la doctora.

“Ava, esto lo hablamos en nuestra sesión anterior, te dije que estabas en un punto donde tenías que decidir si nadar a la orilla o quedarte en medio del mar, esperando a ahogarte y… no veo que estés nadando, ni siquiera haciendo un esfuerzo”

Eso desata las lágrimas en Ava, quien se abraza a sí misma.

“No… yo…”

“Si no hablas, te pondrás peor. Esto, toda tú ahora mismo, es lo que sucede cuando nos callamos los problemas. Tienes que hablarlo con Adam, creo que este es el momento”

Me quedo mirándola.

No entiendo qué está pasando o qué dijo en su sesión privada, pero ahora mismo estoy esperando a que me cuente qué le sucede, para ver si así consigo una opción de cómo ayudarla a sobrellevarlo, porque lo que menos quiero es que se enferme hasta el punto en que deba internarla.

“Es solo que… he sido fuerte tanto tiempo, que ahora… solo quería unos días para poder sentirme miserable sin tener que sentirme culpable”, admite en voz baja.

“¿Y qué más?»

La doctora la incita a dejar salir todas aquellas palabras que tiene atoradas en su sistema. Aquellas que le están destrozando el alma hasta el punto en que tiene que encerrarse por temor a hacernos ver lo que en verdad pasa con ella.

“No estoy así porque Brooklyn no quiera hablarme ni porque no quiera que la toque”, susurra cabizbaja.

“Es una niña, entiendo que quiera y necesite aclarar sus ideas, pero… no es por ella”.

Con el ceño fruncido, busco su mirada.

“¿Entonces qué es?»

“Es la culpa”.

“¿Culpa? ¿Culpa de qué?»

Clava sus ojos cristalizados en mí, mientras su boca hace un puchero que me destroza el alma al ver cuánto le duelen las palabras que no dice.

“¿Por qué sientes culpa, Ava?»

“Por todo lo que les robé”

Admite, con su voz quebrándose al final.

“Tenías razón, Adam. Siempre fueron excusas las que dije sobre por qué no te conté lo de nuestra hija, pero supongo que siempre lo supiste”.

Suelto un suspiro.

“Pensé que todo sería más fácil si no estabas y no tenía intenciones de decirte la verdad hasta ahora. Y pensé en ti, pensaba en cómo habías seguido con tu vida e intentaba convencerme de que estaba tomando la decisión correcta por nosotras, porque dije siempre que todo lo que hacía era por nosotras dos, pero… me engañé a mí misma todo este tiempo. No fue por nosotras, fue por mí. Fue porque no podía soportar la idea de que supieras del embarazo porque sabía que te harías cargo y no quería”.

“Ava…”

“No podía tenerte cerca. Te necesitaba bien lejos, muy lejos, tan lejos que no fuera capaz de ni siquiera recordarte, pero incluso entonces, tomando esas decisiones, jamás pensé en Brooklyn. Ni una sola vez”

Inhalo profundo, intentando no interrumpir y tampoco decir cualquier cosa que sume más pesar a su ya adolorido corazón culpable.

“Tiene razón en molestarse conmigo, Yo le mentí, yo… no pensé en ella cuando la oculté y la otra noche, cuando los vi durmiendo juntos, eso me destrozó. Me abrió una herida profunda en el medio del pecho”, susurra apresurada.

“He vivido engañada por mí misma, por mi mente, todo este tiempo, creyendo que era lo mejor para mi hija, fingiendo demencia con respecto a su padre, y todo porque no pude soportar la idea de tenerte cerca porque no confiaba en mí, cuando de ti se trataba. Sigo sin hacerlo”

“Ava, yo…”

Levanta la mano, deteniéndome.

“Déjame terminar, por favor”

Asiento, permitiéndole seguir si es lo que desea.

Está hecha un mar de lágrimas al verme, con sus ojos enrojecidos y jugando con sus dedos con nerviosismo.

Supongo que ha de haber sido difícil para ella, admitir que después de tanto tiempo, que no dijo más que una mentira tras otra para sentirse bien consigo misma.

“Yo… sé que no merezco tu perdón y te lo he dicho, no quiero que me perdones porque no me estás haciendo las cosas más fáciles, sin embargo, el problema principal es, Adam, que sin importar cuántas veces me aclares que no tienes nada contra mí, mi mente necesita creer que sí, para así no tener que luchar con el hecho de que a quien me resulta imposible creer que perdonó realmente, es a mí misma”, dice con convicción.

“No puedo perdonarme por todo lo que les he quitado y no podré nunca ser capaz de superar el hecho de que… de que pasaron tantos años el uno sin el otro por mi culpa. Te quité momentos importantes, y a mi hija, recuerdos que nunca va a tener, y eso es imperdonable”

La doctora la mira con orgullo y admiración y entiendo que esto es lo que la ha estado mortificando.

A pesar de lo que espera, de lo que cualquiera en su posición esperaría, yo tiendo mi mano hasta tomar la suya, entrelazando nuestros dedos, lo que la deja todavía más alterada que antes.

“Entiendo cómo te sientes”

Admito en voz baja, lo cual la deja confundida.

“Pasé años odiándome a mí mismo por haberte fallado esos tres años. Me odié tanto que me juré cerrar mi corazón para todos, porque no me creía merecedor del amor de nadie después de haber desperdiciado el tuyo tanto tiempo. Entiendo la culpa que cargas. Yo también caí en un pozo del que me fue difícil salir, y porque lo sé, no dejaré que caigas en el mismo lugar”

“Ava, yo no tuve quién sostuviera mi mano en aquel momento, Ava, pero tú sí. Me tienes a mí”

Ella niega con la cabeza. Intenta encerrarse en sí de nuevo, construir esa pared hasta el cielo para que nadie pueda ingresar, pero me niego a soltarle la mano y a que eso suceda.

“No… no te encerrarás de nuevo», le digo, buscando su mirada.

«No voy a dejarte ir ahí sola porque será difícil regresar y ahora, ambos tenemos dónde hacerlo. Tenemos una hija que nos necesita”

“Ella estará bien sin mí”

“¿Cómo puedes decir eso? Quizás tus acciones sí fueron cuestionables y nada te asegura que Brooklyn no querrá saber de esto cuando crezca, pero ahora te necesita y tienes que dejar de odiarte por lo que pasó”

“Ava, Adam tiene razón. Tienes que perdonarte para poder avanzar”, comenta la doctora.

“¿Y cómo avanzo? Porque en serio que quiero detenerme, pero al mismo tiempo, yo… no quiero”

“Y eso está bien», le recuerda.

«Tendrás altibajos, Ava, nadie te dice lo contrario, pero Adam tiene razón al decir que tienes un sistema de apoyo. Él está ahí, junto a ti, tendiéndote de la mano. Puedes tener un futuro brillante, pero solo si decides luchar, salir del pozo en el que estás, y luchar por lo que quieres. Esa es solo tu decisión. Yo no puedo tomarla y Adam, por más que quieras, tú tampoco puedes, porque la idea de esto es que ella sea capaz de dejar el pasado donde corresponde, porque por más que te martirices, nada podrá cambiar el rumbo que han tomado las cosas hasta este momento, pero lo que decidas, marcará el rumbo de lo que va a suceder después de esto. Solo depende de ti, ya lo dije, o nadas o te hundes”

Dejándola en silencio, me veo en la obligación de soltarle la mano bajo la intensa mirada de la doctora porque supongo que este es el momento en el que ella escoge, si quiere avanzar dejando el pasado atrás y aceptando cómo se dieron las cosas, o si quiere seguir martillándose la cabeza pensando en cómo podría haber hecho las cosas diferentes, y debe decidirlo sin interferencia alguna.

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