Esposo arrepentido -
Capítulo 68
Capítulo 68:
Ella observa todo, veo que incluso está con la vista en el techo, en las guardas que fueron hechas a mano y especialmente para esta casa.
“Su casa es hermosa, Señor Byrne”
“Llámeme Adam, por favor”
“¿Dónde se encuentra la niña? ¿Y su madre?»
Apenas menciona a Ava, guardo silencio porque no sé si le conviene saber qué es lo que está haciendo, ni qué tanto le afectará en el tema de la custodia.
“¿Señor?»
“Salió», suelto entonces.
“Verá, somos arquitectos y necesitamos de un plano que no nos enviaron así que fue ella”
La asistente frunce el ceño.
“Pero apenas son las…”
“En nuestra empresa las cosas se mueven deprisa», comento.
“¿Gusta ver la casa? Supongo que es a lo que vino”
Está confundida, seguramente no me creyó ni una m!erda, pero al menos se deja guiar por la sala principal, los despachos y la cocina, que ahora se encuentra vacía.
“¿Brooklyn?», pregunto, adentrándome.
“¿Perdió a la niña, señor Adam?»
Aprieto con fuerzas los dientes ante sus palabras.
Se nota a leguas que esta mujer no vino con las mejores intenciones, porque incluso mantiene la formalidad, por eso en mi interior estoy saltando de la emoción por no haberle dicho la verdad sobre Ava en primer lugar.
“No la perdí. La casa es grande, ella ha de estar en algún lugar jugando», respondo cuando la trabajadora social pregunta por Brooklyn.
Ella enarca una ceja.
«¿No tiene cámaras en la casa?»
«La casa es nueva», respondo, sintiendo cierta molestia al ver que lo anota en su papel como si estuviera preparada para que ninguno de los dos tenga a la niña.
«Además, vivimos en un barrio privado con seguridad extra. No puede pasar cualquiera», añado, observándola.
«Lo que me lleva a preguntarle…”
Ella clava la mirada en mí.
«Su esposa dejó dicho hace semanas en portería que me llegaría. Por eso son visitas sorpresas, ¿No le parece? Quiero ver las otras habitaciones, por favor”
La guío por la casa durante un tiempo que no sé cuánto es.
Ella lo ve absolutamente todo, incluso el proyecto de construcción que está por comenzar en el patio trasero: una casita para Brooklyn, donde podrá jugar por su cuenta con toda la seguridad del mundo.
El proyecto de la casita, una réplica de esta, lo tomé de un programa de televisión y me pareció genial la idea de que tenga su propio espacio.
Por supuesto, mi versión será mejor, con una cama y cámaras, claro está.
La trabajadora social queda sorprendida al ver la cantidad de terreno que tenemos solo para nosotros y se queda tranquila al ver a Brooklyn jugando a lo lejos.
«Parece feliz», comenta.
«¿Cómo les está yendo con la terapia?»
«Bien. Asistimos los tres y ya solo nos quedan tres sesiones más para terminar», respondo, mientras ella toma notas.
«¿Y cuál de los dos se encarga de hacer el desayuno para Brooklyn?»
«Yo lo hago”
«¿Y sus otras comidas?»
Me encojo de hombros.
«Nos turnamos con mi esposa. Hoy me toca a mí”
«¿Y quién hace las labores de la casa?»
«Yo también”
Me mira con el ceño fruncido.
«¿Ava no ayuda en casa?»
Me río levemente.
«No es que no ayude, es que no quiero. Verá, Ava ha cuidado de Brooklyn durante cuatro largos años y yo puedo encargarme de todo. Lo hago porque quiero, porque me da cierta satisfacción saber que estoy cuidando de mi familia como siempre quise hacerlo”
Mi respuesta, algo tosca pero bastante concreta, la deja satisfecha.
«Bueno, por el momento no he encontrado nada fuera de lo normal ni preocupante para el bienestar de la niña o su crecimiento. No veo más que una familia normal intentando salir adelante y eso es lo que pondré en el reporte de la primera visita, pero la próxima semana me gustaría que estuviera su esposa también en casa, para ver un poco la dinámica familiar en todo su esplendor”
Inhalo profundamente, asintiendo.
Me tiende un papel que me notifica que he recibido la visita de una trabajadora social del Gobierno.
Después de algunas charlas más, la acompaño a la puerta principal y ella se va, permitiéndome soltar todo el aire que tenía contenido.
Por milagro, Brooklyn se quedó alejada.
Estoy seguro de que, de haberle preguntado dónde está su madre, habría dicho que en su habitación, y no hubiera sido bueno que una empleada del Gobierno me descubriera mintiendo.
Guardo el papel en mis bolsillos y al ver la hora, noto que es momento de comenzar a preparar el almuerzo.
Como dije a la asistente, cuidar de mi familia no es ningún inconveniente para mí.
Ava ha tomado el papel de madre durante cuatro años sin quejarse y creo que se llevó la peor parte.
Ahora me toca hacer lo mío, darle el espacio que no tuvo cuando nació Brooklyn para tener al menos un poco de soledad cuando lo necesitaba.
Por eso busco en Internet qué puedo preparar para una niña de su edad y que sea rico en proteínas.
Después de decidir, voy hacia el patio trasero para pedirle a mi hija que ingrese a la casa porque, cocinando, no podré estar al pendiente de ella, y decide que quiere ayudarme.
Le recojo el cabello, arremango sus mangas y luego le coloco su delantal de cocina, el cual le queda a la perfección.
“¿Vamos a cocinar para mami?», pregunta emocionada.
“Sí, le haremos una rica comida para mami. ¿Quieres que se la llevemos después?»
Asiente emocionada.
“Entonces, manos a la obra”
Mientras yo preparo la carne para que tome sabor, le pido a Brooklyn que con sus manos entrevere los condimentos para que todo esté listo.
Después preparamos el arroz con las verduras hervidas, un poco de caldo para Ava en caso de que esté con dolencias y un poco de salsa para el arroz.
A mi hija las verduras no le van mucho, pero al haberlas cocinado ella misma, las come sin ningún problema.
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